Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

28

29 de julio. El bólido de George (parte 2)

Pisé el acelerador con fuerza mientras chirriaba los dientes.

—Cariño, creo que deberías bajar la velocidad —dijo Nanako agarrándose el cabello. La ignoré.

Sentía el aire golpearme el rostro y la piel desnuda de mis brazos. Cerré las manos sobre el cuero del volante y repetí mi mantra varias veces. Sin embargo, el desprecio y la sensación de haberme convertido el ser más despreciable del mundo se anudaba a cada centímetro de mi cuerpo. Grité con fuerza para sacar fuera toda la rabia que tenía dentro. No podía dejar de pensar en las manos de Robert recorriéndome y en las ganas que tenía de acostarme con él y, sentir que todo aquello estaba mal me descolocaba completamente. Las lágrimas comenzaron a brotar y poco a poco fui controlando el bólido hasta bajar a una velocidad aceptable. La mano suave y cálida de Nanako se cerró sobre mi rodilla.

—Para allí —dijo señalando la entrada a un parking público. Tomé aire y le hice caso. Unos minutos más tarde estábamos sentadas en una cafetería nocturna con un par de capuccinos baratos entre las manos—. ¿Qué ha pasado, cariño?

Levanté la mirada de mi taza y la clavé en los ojos de mi amiga. Me agarró una de mis manos y esperó a que hablara.

—No lo sé —suspiré dejándome caer en mi asiento—. Estaba con Robert... todo iba bien y la jodí.

Nanako le dio un sorbo a su café.

—¿Por qué crees que la has jodido? —preguntó con una ceja en alto. Cogí una servilleta y comencé a juguetear con ella mientras le daba vueltas.

—Nanako, por favor. Me he largado sin explicaciones, lo he dejado con un calentón en mitad de una fiesta, sólo porque no puedo dejar de pensar en... —respondí molesta y casi sin respirar. Sin embargo, mi voz se quebró antes de poder decir ningún nombre.

—¿Dylan? —Terminó mi amiga por mí. Negué con la cabeza y el rostro de Nanako se iluminó como si fueran las luces de una feria. Su sonrisa se amplió mostrándome todos sus dientecitos perfectos y alienados. Se levantó de su asiento y se sentó a mi lado, abrazándome—. ¡Cariño, eso es maravilloso!

Fruncí el ceño y me deshice de su extraño abrazo.

—No es maravilloso —refunfuñé haciendo una bola con la servilleta de papel y tirándola con rabia sobre la mesa—, ¿sabes el tiempo que llevo sin sexo?

—¿A quién le importa eso? —preguntó mi amiga burlona.

—¡A mí me importa! —respondí cada vez más molesta. Aunque aún me sentía culpable y despreciable por besar a Robert y desear enredarme en su cuerpo, no podía ignorar el hecho de que tenía unas necesidades y que no había vuelto a sentir un orgasmo desde antes de viajar a Hawaii. «Bueno, siempre que no contara las veces que me había desahogado solita en la ducha o en mi cama».

—Tesoro, creo que no comprendes el verdadero significado de todo lo que estás sintiendo —dijo Nanako.

—Lo único que no comprendo es por qué narices no puedo tener una noche de sexo sin compromiso con un tipo que me gusta —dije removiéndome en mi asiento y cogiendo mi taza con las dos manos. Le di un sorbo y arrugué la nariz. Miré a mi amiga de reojo y, por la mirada que me dedicaba, sabía que estaba deseando explicarme lo que creía haber descubierto. Resolpé—. Está bien, suéltalo.

Nanako dio un saltito sobre su asiento.

—Te estás enamorando —sentenció en cuanto le di otro sorbo a mi café. Escupí con fuerza aquel brebaje insípido y comencé a toser. Nanako me dio un par de palmaditas en la espalda—. ¿Estás bien, cariño? —preguntó entregándome otra servilleta de papel.

—No estoy enamorada —respondí entre jadeos ahogados. Nanako me miró exasperada.

—Yo no he dicho que lo estés, he dicho que estás empezando a enamorarte —explicó. Negué con la cabeza y me levanté. Fui a la barra, pagué el café y salí a la calle en dirección al parking subterráneo en el que había dejado el bólido. Nanako se agarró a mi brazo cuando salí a la calle—. Dakota, ¿cuánto hace que no piensas en Dylan? —me preguntó cuando dimos un par de pasos.

—Pienso en él a diario —respondí.

—¿Incluso cuando estás con Matt? —preguntó de nuevo tirando de mi brazo y frenándome en mi avance. La miré a los ojos y medité la respuesta. Me encogí de hombros.

—Es difícil de explicar —respondí reanudando mi camino.

—¡Inténtalo! —insistió mi amiga frenándome de nuevo. La verdad es que cuando se ponía cabezota poco podía hacer para abandonar el tema. Me llevé una mano hasta el arco de la nariz e hice presión unos segundos.

—Está bien —suspiré mirándola a la cara—. Cuando estoy con Matt pienso un poco menos en Dylan.

—Eso es bueno...

—Cuando Matt me abraza o me besa yo... —dije casi en un susurro ignorando el comentario de mi amiga y desviando la mirada hacia la lejanía. Me abracé a mí misma y callé al recordar las caricias y los besos de Matt justo antes de salir de mi casa. Sonreí—. Siento como si el mundo se parase, como si Matt pudiera comprenderme y tuviera la llave para entrar en mí—. Callé de nuevo y cerré los ojos. El frío de la madrugada de Los Ángeles mesaba mi cabello y erizaba mi piel. «Dylan...»—. Pero, eso sólo dura unos segundos—. Abrí los ojos y miré seria a mi amiga. Nanako me miró triste—. Cuando quiero darme cuenta Dylan ha entrado de nuevo y la sensación de estar traicionándolo hace que me sienta culpable.

—Pero, no lo comprendo. Si estás con Matt, ¿por qué te has liado con Robert? —preguntó confusa mi amiga.

—No estoy con Matt —respondí rápidamente—. Sólo hemos salido un par de veces, no tenemos nada.

—¿Y si no tenéis nada por qué has salido corriendo y has dejado a Robert? —me preguntó mordaz con los ojos entornados. Gruñí al ver hacia dónde quería ir mi amiga. Salí a paso ligero hacia el parking, pero la mano de Nanako me agarró por tercera vez—. ¿Por qué niegas lo que está tan claro?

—¡Es que no está claro, Nanako! —grité al borde del llanto—. ¡Estoy hecha un lío, joder!

Un espasmo dio paso a un llanto que tenía guardado desde hacía bastante. Nanako me abrazó con ternura y me mesó el cabello mientras me acunaba.

—Vamos, cielo —me susurró con ternura—. Todo va a salir bien.

—No, joder, Nanako —refunfuñé sin separarme de mi amiga—. Nada va a salir bien, porque todo es un jodido descontrol. Cuando estoy con Matt no puedo dejar de pensar en Dylan y cuando estoy con otro tío no puedo dejar de sentir que estoy traicionando a Matt. ¡Es un puto círculo vicioso del que no puedo salir!

Nanako se separó de mí agarrándome por los hombros con fuerza y apoyando su frente en la mía.

—Tranquila, cielo —me dijo con ternura—. Escúchame, esto que te está pasando es normal.

—¿En serio? —pregunté.

—Dylan fue el primer chico en tu vida. —Asentí, aunque aquello no era una pregunta—. El primer beso, la primera vez que hiciste el amor, la primera ilusión rota —susurró mi amiga abrazándome de nuevo contra su cuerpo diminuto—. Te alejaste de los hombres y creaste una barrera protectora. Vives en un mundo que te has creado y en el que estás tranquila. —Asentí de nuevo—. Y ahora Matt amenaza con romper esa barrera y desequilibrar todo el mundo que has creado para protegerte. —Me agarró por las mejillas y me miró con una sonrisa tierna—. Pero eso no significa que vayas a olvidar a Dylan. Lo que viviste con él es sólo tuyo, pero tienes que dejarlo en el pasado de una vez.

—Pero...

—Cariño —dijo interrumpiéndome—, el pasado es como la muerte, hay que dejarlo en paz. Lo que pasó se quedó allí. Dylan ya no está, Dakota. Ahora sólo está Matt y me consta que le has dejado entrar, ¿no es cierto? —Desvié la mirada sin responder, pero Nanako me obligó a mirarla de nuevo—. Matt sabe que boxeas y también le contaste lo de tu madre.

—No le conté toda la verdad —respondí. Nanako sonrió.

—¿Y no quieres que la sepa? —preguntó. Tragué saliva y me hice esa misma pregunta en silencio. Asentí. Claro que quería que lo supiera, si lo pensaba bien, quería que Matt conociera cada uno de mis secretos, de mis recovecos.

—Aún no estoy lista para contárselo a nadie más —susurré dejando que el llanto volviera a controlar mi cuerpo.

—Cielo, estas cosas llevan tiempo; pero si le das la oportunidad a Matt, llegará un momento en que estés preparada para darle tu corazón —respondió mi amiga con cariño. Sin embargo, lejos de consolarme, lo único que Nanako hizo fue asustarme.

—¿Y si me rompe el corazón como lo hizo Dylan? —pregunté. Nanako capturó una de mis lágrimas con su pulgar y me sonrió. Se encogió de hombros por respuesta. Entonces, un dolor lacerante se coló en mi pecho dando paso a un miedo que hacía mucho que no sentía—. ¿Y si soy yo la que le parte el corazón? He estado a punto de acostarme con otro hombre por pura diversión —dije aterrada agarrándome a sus muñecas con fuerza—. ¿Y si la próxima vez...?

Nanako suspiró.

—Tranquilízate, ¿vale? —dijo tirando de mí con fuerza—. Habla con él. Cuéntale qué te está pasando y deja que él te ayude. Deja que te enamore.

Suspiré abrazando a mi amiga durante unos minutos más. Y después de aquello, salimos cogidas de la mano hasta el aparcamiento donde el BMW de mi padre me esperaba.

—¡No me jodas! ¡Es el favorito de George! —grité al descubrir que alguien había destrozado uno de los faros. «Mi padre me iba a matar». 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro