Part 2. Flammegens
Junto a los piratas, nos habíamos alejado considerablemente de la zona en la que fuimos atacados. Nadie de mi equipo parecía satisfecho con mi decisión de mantener a los exiliados en "libertad", era evidente que su compañía no era grata para ningún elfo, pero solo unos pocos se daban la libertad de demostrarlo mediante expresiones, y cuando decía unos pocos me refería en exclusiva a Milenka y Azriel, quienes estaban al final de los dúos de fila improvisada que manteníamos al avanzar, Seth tampoco estaba tan satisfecho, solo que él ya se había tomado el tiempo de darme sus sermones de los porqué era pésima idea hacer trato con criminale.
Conocía a la perfección las consecuencias, pero no dejaría escapar a los piratas, tampoco los mataría, me sería de más utilidad de lo que ellos creían, serían mi doble premio.
—Creo que tus amiguitos me cortarán el cuello en cuanto caiga el sol —Thea hizo un gesto con su redonda nariz.
—¿Tienes tanto miedo de morir? —pregunté, clavando mi atención al pequeño zorro que mecía entre sus brazos. La bola con pelos y alas había aparecido mágicamente antes de que nos marcháramos del campamento improvisado como si no hubiera desaparecido y abandonado a su dueña a su suerte.
—Morir en manos de elfos en esta situación sería decepcionante —Se encogió de hombros, antes de añadir; —Además, es evidente que no les soy de agrado.
—No te preocupes por ellos, yo decido quién se queda o se va.
—Creo que sí debería, ser su príncipe no te da el poder de cambiar lo que sienten o piensan... El rencor de un grupo cuya opinión fue rechazada siempre será un problema.
Lo que dijo no estaba alejado de la realidad. Sabía que Milenka no cruzaría su línea aunque estallara cuantas veces quisiera, pero nada me aseguraba de que Azriel hiciera lo mismo. Voltee a verlo, estaba junto a Emory y Khaz, no se veía muy a gusto, podía suponer que se trataba de la explosiva personalidad de la elfa violeta y su cotorreo, pero cuando nuestras miradas cruzaron me percaté de la poca estima que desplegaba su expresión.
—Soy partidaria de evitar los problemas —dijo, volví mi atención a ella y bufé.
—Si ese fuera el caso, no me habrías tendido una trama y convertido en tu rehén solo por placer.
—Nadie en su sano juicio dejaría pasar una oportunidad como esa, así que no puedes juzgarme —expresó con un breve movimiento de hombros —, eras solo un elfo extraño vistiendo con la gabardina típica de la guardia élfica en medio de la noche; o actuaba yo o tú lo hacías. Pero si te consuela, no supe que eras un Morthe hasta después de haberte colgado y por tu cabello azul, para mi eras solo uno de los enemigos de mi pueblo y nada más.
—¿Por qué querrías capturar a un desconocido? ese extraño elfo podría no estar relacionado con tus enemigos.
—La verdadera pregunta es, ¿por qué no? ustedes lo hacen todo el tiempo con los míos, además, ningún guardian elfico me dejaría huir.
—No puedes saberlo, lo que no te hace muy diferente a nosotros —recalqué —, actúas por odio al igual que el resto.
Thea me ojeó, audaz.
—Algo que he aprendido es que no se puede ser altruista en Freevalburgo, si eres demasiado bondadoso te aplastaran como a una mosca, pero si eres malo solo te odiaran y temerán —expresó —, yo decidí no huir de los que odio ni permitir que me destruyan, siempre enfrentaré de alguna u otra forma.
—¿Entonces te consideras bondadosa?
Sonrió y negó.
—Jamás dije eso.
Deslicé mis dedos por los anillos que decoraban mis manos, jugueteando con ellos mientras me planteaba mentalmente mi próxima pregunta.
—¿Crees que si hubieras sabido que soy un Morthe habría cambiado algo en tus acciones pasadas? —cuestioné, interesado. Ella se quedó quieta unos segundos, pensativa y dudosa, incluso sonrió, como si los debates en sus pensamientos le causaran gracia, pero al final su respuesta fue un simple encogimiento de hombros, demasiado banal para mi gusto —¿Eso qué significa?
Ella hizo caso omiso sin dar respuesta. De pronto me percibí ansioso por saber lo que pasaba por su cabeza fuese malo o bueno. Seguí tras ella sin hablar, intentando descifrar lo que acababa de ocurrir —que en realidad era demasiado poco para sacar alguna conclusión o teoría—, y Thea, acariciaba a su mascota, taciturna.
Bajo mis pies, el crujir de las ramas secas resonaba mientras la selva empezaba a revelar la claridad entre su densa vegetación. Era como si transitáramos de una primavera sin flores a un otoño árido tras cada paso, además del súbito viento cálido que se filtraba en el ambiente. El mapa indicaba que si tomábamos la dirección equivocada terminaríamos en un inmenso desierto repleto de enormes insectos que se habían colado del mundo humano mediante uno de los quiebres del muro de los tres mundos, algo que según los mejores hechiceros de Freevalburgo, fueron hazañas dirigidas por piratas por razones desconocidas.
Si rompía mi trato con la media humana que tenía a mi lado podría llevarla al hipogeo, torturarla un poco hasta que revelara los motivos por los que su gente intentó atravesar la fortaleza, y por supuesto, su captura representaría un gran quiebre en el grupo de exiliados, ella era una capitada después de todo, era importante y debía saber cosas importantes. Thea podía ser la clave para acabar con la invasión pirata. Sería un ganar ganar para mí, excepto que perdería un poco de poder por romper un pacto formal.
Carraspee, llamando su atención.
—Ya que no piensas responder mi pregunta anterior, al menos dime cuál es la identidad del reo al que quieres que libere.
—¿No te parece que haces demasiadas preguntas? —indagó, levantó su pequeño rostro para mantener contacto visual.
—Su nombre me daría una idea del riesgo que correré al liberarlo —repliqué ladeando la cabeza.
—Da igual. Corras o no riesgo tendrás que cumplir tu palabra, te lo diré cuando salgamos de aquí.
—No estaría de más saberlo ahora —insistí, pero no lo suficiente para que cediera —, de todas formas vas a decirme, ¿Cual es el misterio, Thea?
—Bien, ya que estás tan empecinado, su nombre es Vaclav.
—¿El asesino del príncipe menor de los Gartha? —entrecerré los ojos.
—No lo mató, solo lo atacó —corrigió.
—Si no lo hubieran atrapado en el acto habría logrado su cometido.
—Pues se lo merecía, es un mimado más de la realeza, un engreído y narcisista —La piel de su frente se arrugó y su voz se tornó tosca.
Miré tras de mí para asegurarme de que la atención no estuviera sobre nosotros.
—No es el ser más agradable del mundo, pero ambos sabemos que esa no era la razón por la que Vaclav lo atacó, además, es solo un niño.
Thea mordió su labio inferior hasta perder el color.
—¿Un niño? —dijo con un dejo de ironía e incredulidad —Ese niño dio la orden para que ejecutaran a un grupo de piratas que también eran niños, y que a diferencia no le causaban daño a nadie, ¿No te parece suficiente o necesitas validar que las actitudes de un genocida solo porque es de tu raza?
—¿Qué?
Me quedé inamovible y desconcertado, incapaz de detener los pasos cortos, pero rápidos de Thea.
Lo que ella acababa de revelar no era de mi conocimiento, lo poco que escuché al respecto fue de parte del consejo cuando aún asistía a sus asambleas, Vaclav había robado oro y papiros con información clasificada del reino gaeleano, y Sasha, el hermano de Milenka, lo había atrapado en el acto e intentó someterlo, pero el exiliado no se dejó y le dio varias estocadas que casi lo llevan a la muerte.
Una incertidumbre asaltó mi cuerpo, si las palabras de Thea eran reales, solo revelaban mi inutilidad, incluso cuando estaba en el castillo, nunca le di tanta importancia a mi título como para enterarme de situaciones como esa, claro que eso no cambiaría la sentencia de Vaclav; atacar a alguien de la realeza era un delito mayor para el consejo, pero asesinar a niños me parecía algo mucho peor. No estaba seguro de que mi conocimiento habría resuelto algo y eso causó una punzada intensiva en mi interior.
Todos al final tenían un poco de razón sobre mí, excepto mi hermano, él aún creía en mí incluso cuando le había demostrado lo que era, su fe lo llevó a darme su lugar, quería que fuera rey y que cuidara de su familia, en cambio yo solo quería que él regresara, que me quitara responsabilidades con las que no quería cargar porque era precisamente un inutil.
...
Si queríamos omitir el vasto desierto de Ardida, teníamos que atravesar otro tipo de obstáculos que, en lo que a mi respecta, no era mucho mejor ni peor que el mismo, teníamos el tiempo de recorrido como una de las ventajas de ir por el pantano, pero la exposición al peligro era la misma. Según la línea roja sobre el mapa que Emory sostenía estábamos cerca del nombrado "pantanal de las voces" y a unos diez kilómetros a la derecha estaba el desierto, de hecho, el ambiente también lo avisaba; el calor mezclado con los vientos arenosos, las altas dunas que se veían desde ciertas alturas, que contrarrestaban con la tierra pastosa y la cantidad de moscas alborotadas avisando la presencia de agua.
Anhelaba que lograramos atravesar el pantano hoy, pese a que nuestras provisiones se estaban acabando y ya no quedaba agua, nuestra especie podía soportar el hambre por algunos días, pero si queríamos conservar energías mágicas para enfrentar las criaturas de esta selva teníamos que alimentarnos adecuadamente. Emory dio aviso de que después del pantano encontraríamos un arroyo con agua potable.
—¿Aún falta mucho, Emory? —Milenka se acercó a la aludida.
—No, ya queda muy poco... —respondió tomando la delantera y con los ojos puestos en el mapa —Les sugiero que no levanten la voz, hay sombras aquí.
Las sombras eran exactamente eso, sombras, tenían voz y tacto, pero ninguna forma en específico, eran como manchas marinas que ante el mínimo descuido arrastraban a las profundidades de las aguas hasta ahogar a la víctima y alimentar con ella a su "amo" el Cenegalor, un monstruo marino que solía habitar en aguas turbias y cuyo ente nunca nadie había visto del todo.
Emory nos guió hasta llegar al pantanal, el cual era mucho más oscura que el resto de la selva, a simple vista el agua se notaba profunda y su aspecto verdoso se atenuaba por la falta de luz de la zona, dentro había altos árboles que dibujaban sombras sobre el agua, pero que a pesar de los breves soplidos de viento no se movían ni un centímetro al igual que el agua. Se escuchaban voces muy bajas que podrían pasar desapercibidas de no ser que ya sabíamos que había más que perturbadora tranquilidad allí.
Alrededor estaba cubierto por enormes rocas negras plagadas por musgo y ciprés, sumando el hedor desagradable que exudaba, como si la tierra misma estuviera exhalando un suspiro cargado de descomposición, con notas fatídicas de un agrio y rancio lodo estancado. Todo eso me resultaba repulsivo, siempre había sido sensible a los olores, a veces era bueno porque podía percibir cosas muy lejanas, pero en otras como estas era más que nefasto.
—¿Cual es el plan? —Thea puso sus manos en jarras mientras veía atentamente el agua.
—No hay muchas opciones, no podemos ser muy ruidosos, ni nadar, usar magia llamaría mucho la atención, así que tendremos que ayudarnos con esas rocas de allí —Emory señaló unas gigantescas rocas parcialmente sumergidas en el pantano —y si no tienen buen equilibrio, las lianas de los árboles servirán.
—Hagámoslo —dije.
—No me parece muy seguro —dijo Thea sin apartar la vista del pantano.
—Si tienes una idea mejor eres libre de compartirla —expresó Milenka sin mucha cortesía.
Tras decir eso no hizo ninguna objeción ni nada en particular. Aseguramos bien nuestras cosas e iniciamos con el plan de Emory. Thea tomó la delantera junto a su mascota y yo fui tras ella, los demás fueron siguiéndome poco a poco.
Pasamos por la primera roca comprobando que sí estaba firme, era lo suficientemente ancha como para permitir el paso cómodamente, pero los próximos no tanto, algo que para Thea no parecía ser algo favorable por la forma en la que sus pies tambaleaban, intentaba forcejear con su altura para sostenerse de las lianas sin mucho éxito y emitía quejidos cada que se resbalaba.
—Con calma —susurré, pero en el momento en el que dije eso ella dio el siguiente paso sobre el otro perdiendo el equilibrio.
—No, no, no —balbuceó, trastabillando y al borde de caer en el agua.
Sin pensarlo dos veces crucé más cerca de ella y estiré una de mis manos hasta coger un pedazo de su levita y evitar que cayera, uno de sus zapatos terminó por chambuscarse de aguas estancadas.
Casi al instante y sin enderezarla del todo, las aguas del pantano vibraron ligeramente y los susurros se elevaron sin formar palabras reales, solo imitación de ellas. Tiré de las telas de Thea sin mucho cuidado hasta que estuvo estable y considerablemente cerca de mí, estaba listo para escuchar que dijera algo dada su expresión disgustada, pero no hubo tiempo de quejas; un estridente y penetrante silbido, agudo como una cuchilla, desgarró mis tímpanos provocando un dolor indescriptible que a su vez hizo deslizar un líquido cálido por la zona, por inercia apreté mis oídos con mis puños y gruñí, mis rodillas se sintieron flojas y el corazón me palpitó con una rapidez dolorosa, socavando mi respiración.
—¡Tápense los oídos y avancen! —Thea me tomó del brazo, los sonidos parecían afectarnos a todos menos a ella y a su grupo.
Intentó guiarme, pero el sonido era tan agudo que no podía concentrarme más que en el dolor. Provenía del agua, vibra y resonaba.
—¡No te detengas, debemos seguir! —dijo. Por sus mímicas asumí que estaba gritando, pero yo solo escuchaba su voz como un murmullo lejano.
El silbido bajo unos tonos. El agua verdosa del pantano comenzó a burbujear bajo nuestros pies y las sombras se dejaron ver moviéndose aleatoriamente a nuestro alrededor, era capaz de sentir cada que rozaban mi piel por la filosa sensación que dejaban. Apresuramos el paso intentando sin fuerzas atravesar todas las rocas para llegar al otro lado, pero la presión del agua mojada las rocas dificultando todo, además de unos cráneos que comenzaron a emerger del agua. La impresión nos heló por segundos.
El pitido ensordecía hasta sangrar y éramos atacados por las sombras, miré a mi alrededor, todos estaban comprimiéndose de dolor haciéndolo todo para no caer y los piratas intentaban ayudar.
—¡Va... vamos! —grité para que me siguieran.
Las sombras se aproximaban cada vez más e cortándonos con cada roce, era como navajas atravesando la piel, pero ni siquiera eso me detuvo a incitar a los demás a moverse.
Pasamos a toda la prisa que nos permitían las resbaladizas rocas hasta que la mayoría logró llegar al otro lado en el césped, primero saltando una gran distancia pese a la falta de más piedras. Solo faltaba Khaz, uno de los seguidores de Thea y Seth, quien se había quedado hasta atrás.
Cuando llegó el momento de Khaz para saltar se resistió, se veía incapaz de seguir.
—¡Salta de una maldita vez! —grité impaciente, pero el muchacho no hizo ademán de moverse.
—No puedo hacerlo... Voy a caer —balbuceó al borde de las lágrimas.
—Si te quedas ahí caerás y esas sombras te llevarán al fondo —Le recordé causando mucho más terror en su mirada.
—No estás ayudando —murmuró Milenka e hizo ademán de usar su magia para el muchacho, pero Thea se adelantó apartandonos a ambos del camino, ladeó la cabeza haciéndole señas a su amigo, quien estaba detrás de Khaz.
—No hay tiempo para eso. Escucha, Niño elfo, sé que estás asustado, créeme que lo entiendo, pero te aseguro que no caerás, no permitiré que pase —dijo la pirata mientras su compañero se acercaba por detrás listo para tomar a Khaz —, confía en mí.
El pirata cruzó una roca dispuesto a agarrarlo, pero apenas pudo hacerlo dado a los pitidos desgarradores que volvieron a resonar con fuerza en el ambiente. Hice lo posible para no perder el control, más aún cuando noté que el niño se resbaló y cayó en el agua pantanosa y fue rodeado por las cientas de sombras alborotadas y chillonas.
Hice un puño con mis manos, mi cuarzo se calentó en mi pecho dilatando la magia en mi interior, la sensación tórrida y casi desconocida me envolvió hasta encender mis manos con llamas azules que no tardé en lanzar hacia las sombras, cosa que no las mataba por ser prácticamente intangibles, pero las dispensaba y les cedía tiempo a los demás para actuar. La lumbre en mis manos era capaz de permanecer en el agua sin extinguirse, así que alejar a las sombras era lo mejor que podía hacer, o al menos lo que estaba al alcance de mi conocimiento.
En ese momento no era capaz de recordar la última vez que utilice flamme y eso podía resultar peligroso, pero ya no había vuelta atrás, tenía una extraña necesidad de hacer algo sin importar que conscientemente no fuera positivo para mi.
Jamás fui demasiado apegado al don en especial, había pasado toda mi vida diciéndole al mundo que tenía algo parecido al resto de elfos gens porque por más ilógico que pareciera, decirle a todos que poseía un don inusual resultaba peligroso, además, ya habían pasado dos generaciones desde el último Elfo flammegens, y aunque no lo expresara a viva voz, siempre creí que tener dicho poder significaba algo más y debía respetarlo.
Este era el momento en el hacía útil la bendición o desgracia que heredé.
El amigo de Thea logró atrapar a Khaz, pero no sacarlo del agua, algo lo estaba arrastrando desde abajo dificultado todo. Seth tomó parte y con el viento hizo un remolino en el pantano para tener una mejor visión, así logramos ver los largos tentáculos de la criatura que tiraba del niño. Milenka lanzó diminutas y filosas cuchillas directo hacia él al igual que Emori con sus flechas, pero no lograron mucho.
Khaz estaba comenzando a ahogarse, el agua se filtraba por su boca y nariz, la desesperación se transmitía a través de sus ojos. El agua seguía burbujeando y todos intentabamos sacarlo de allí.
—¡Hay que cortarlo! —grité hacia Seth, era el único que cargaba la espada de los tres que aún seguían sobre el agua, sin embargo, estaba demasiado lejos del pirata y el niño, lo que significaba que uno de nosotros tenía que ir allí.
—Lo haré —dijo Azriel sacando su espada y cruzando de vuelta hacia la fila desorganizada de rocas. El ignisges encendió su arma en vivas llamas rojas y cuando estuvo cerca lo clavó en el tentáculo que sostenía una de las manos del otro elfo partiéndolo en dos y dejando solo las que no eran visibles por las verdosas aguas, las cuales con un poco más de fuerza de parte del pirata logró visualizar y cortar, la cosa soltó tinta como si de un pulpo de trataba manchando a los tres próximos.
No perdieron el tiempo, el amigo de Thea colocó a Khaz sobre su hombro y saltaron sobre las rocas que quedaran a toda prisa, las sombras los rodeaban y rasgaban su piel, yo hacía lo posible para alejarlas hasta que los cuatro atravesaron lo que les quedaba del pantano y todos corrimos lejos de allí.
Algunas ramas se nos atravesaron en el camino y nos golpearan por la velocidad, teníamos que defendernos de las sombras y correr hasta que ellas llegaran su límite a la vez, además los piratas eran algo lentos y solo intentaban seguirnos el paso. Ni siquiera teníamos rumbo exacto, el plan era escapar, lo cual nos llevó a algo imprevisto, una caída que no fuimos capaces de detener.
...
(Wattpad me borró los guiones largos y por eso lo resubi)
New cap, espero que lo hayan disfrutado, aunque sinceramente la edición me salió más largo de lo que tenía previsto :)
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