Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7.- Horas extra.


Daphne

Jodi me observa con curiosidad mientras lleva un puñado de palomitas a su boca.

—Así que solamente amenazó con despedirte, ¿hizo algo más? —inquiere.

—Ignorar mi presencia el resto del día y a la mañana siguiente también —me encojo de hombros.

—¿Crees que ese asunto de la custodia esté relacionado con las niñas?

—¿Con quienes más sino? El señor Lombardi no tiene hijos, o al menos, no que se sepa —expreso pensativa—. ¿Crees que tenga un hijo por ahí?

Mi mejor amiga ríe.

—No lo sé, todo se puede esperar con esos sexis hombres millonarios —dice elevando las cejas varias veces en un gesto que me resulta demasiado gracioso.

—Es demasiado misterioso. No tiene redes sociales, y las que tiene, son relacionadas con los casinos. ¿A caso no tiene vida social o algo?

—¿Intentaste buscarlo en las redes?

Tomo el celular que descansa sobre mi regazo, entro a Instagram y escribo el nombre de Ángelo, un perfil ejecutivo es todo lo que obtengo. Jodi parece igual de decepcionada.

—Oh, y esa chica que mencionaste, su novia. ¿No crees que lo tenga en algún sitio?

—No tengo la menor idea —admito.

—¿Cómo dices que se llama?

—Isabela —pronuncio recordando el nombre de la novia de Ángelo, o la que creo que lo es.

Jodi me arrebata el celular de las manos y se concentra en mirar la pantalla.

—Si yo estuviese con un hombre tan apuesto como Ángelo Lombardi, no me quedaría con las ganas de presumírselo al mundo —musita—. Tiene que haber una foto por aquí.

Me acomodo sobre el colchón, observando a mi amiga hacer la función de FBI. Hoy era mi día libre, lo que significaba no cuidar de las pequeñas y debido a que mi madre se encontraba fuera, había pasado el día con Jodi, mi mejor amiga desde la preparatoria.

—¡Lo tengo! —exclama—. Bueno, parece que Ángelo Lombardi tiene buen gusto.

Gira el teléfono, permitiéndome mirar la imagen.

—¿Cómo la encontraste? —tomo el artefacto entre mis manos para mirar las fotografías—. Aquí no parece haber indicios de un hijo.

—¿Quién dijo que tenía que ser con ella?

Elevo la mira. Jodi parece demasiado divertida con lo que sucede. Deslizo por el perfil de Isabela Ruso, hay varias fotografías con Ángelo, en eventos de lujo, en playas, en aviones, parece ser que eran amantes de la vida excéntrica.

—Bueno tal vez la custodia se refería a sus sobrinas —me encojo de hombros dejando el celular a un lado—. De cualquier manera, no me interesa.

Jodi arquea una de sus cejas.

—Daph, no me dirás que no encuentras atractivo a tu jefe —me mira curiosa—. Es joven, apuestísimo y millonario. ¿De verdad no te has sentido atraída?

—Parece ser que uno de los principales requisitos para obtener el puesto y conseguir la simpatía de las niñas, es ignorar al tío —expreso—. Y eso es lo que hago, o lo intento. Necesito el empleo.

Un gesto comprensivo se cuela por su rostro.

—Realmente espero que puedan cubrir los pendientes pronto. Sé cuánto esperabas ejercer —elevo uno de mis hombros, intentando restarle importancia.

—Es temporal —pero lo cierto es que no tenía la seguridad de que eso fuese cierto. Los intereses de las deudas se habían elevado bastante, y la hipoteca en la casa (de la cual recién nos enteramos), había sobrepasado el límite. Ni con los dos empleos de mi madre, y el mío parecía ser suficiente.

Pero no digo aquello, sabía que Jodi se preocupaba demasiado, y no quería involucrarla en mis problemas financieros. Además de que me daba vergüenza admitir lo mal que estábamos económicamente.

—Si necesitas algo, aquí estoy —responde.

Asiento levemente, el sonido del celular interrumpe mis intentos de dar una respuesta, y extrañada miro el celular en donde el nombre de Ángelo se deja leer.

—Hablando del rey de Roma...—Jodi se incorpora, dedicándome una mirada traviesa y se marcha, llevándose las palomitas con ella.

Cuando me quedo sola en la habitación, deslizo la pantalla para poder responder.

—Ángelo, buenas noches.

Los gritos y llantos de fondo se dejan oír.

Escucha, Daphne, sé que es tu día libre pero realmente necesito que vengas —pide—. O voy a volverme loco.

—¿Todo en orden?

—¡No! —exclama y me sobresalto.

Reconozco los gritos de Bella, característicos de un berrinche. Y parece que Lía también llora, aunque no estoy segura.

—Necesito que vengas —repite.

—¿Vas a pagarme horas extra? —inquiero con diversión—. Porque he cumplido con mis horas...

—¡Daphne! —reclama—. Te pago todas las malditas horas extra que quieras, pero necesito que vengas porque estos desastres van a acabar conmigo.

Retengo la risa divertida ante lo desesperado que suena. ¿Cómo es que tres niñas podían más que un hombre adulto?

—Estaré ahí en veinte.

Que sean diez —ordena.

—¡Oye! Que no manejo un auto de carreras. Llegaré en veinte, tal vez quince.

Cuelgo la llamada antes de que pueda reprochar, y me incorporo. Recojo el bolso que está a un costado y me calzo las zapatillas.

—¿Te vas? —inquiere Jodi—. Planeaba una noche de películas.

—El imponente señor Lombardi requiere ayuda con sus sobrinas —informo—. Y a mí no me vendría mal ganar un poco más por las horas extra.

—Entiendo, recuerda enviarme mensajes para saber qué sigues con vida —sonríe acerándose, la envuelvo en un abrazo cuando está lo suficientemente cerca, y luego me marcho.

La casa de Jodi no estaba tan lejos de la residencia de Ángelo, si tomaba la avenida y no me topaba con demasiado tráfico, perfectamente podría llegar en menos de veinte minutos.

Conduzco con la música alta, disfrutando de la sensación del viento golpearme de frente, no me preocupo porque mi cabello se desordene, simplemente disfruto del corto trayecto.

No solía venir en auto, tomaba el autobús cuando venía y el chofer de Ángelo me regresaba a casa. No tengo la necesidad de hablar por el intercomunicador, las rejas se abren casi de inmediato permitiéndome el acceso.

Estaciono el auto en un lugar apropiado, y bajo.

Los gritos son reconocibles apenas empujo la puerta de la entrada. Y la escena que se desarrolla frente a mí, me causa gracia y ternura al mismo tiempo.

Ángelo sostiene a Lía con uno de sus brazos, y con el otro intenta arrebatarle a Bella una caja con contenido dudoso. Anto se encuentra justo en el sillón de enfrente, sin la disposición de ayudar.

—Hola —la atención de todos pasa a mí.

—¡Daphne! —Bella suelta la caja, lo que hace que por la fuerza que Ángelo ejercía, de algunos tras pies hacia atrás.

Me coloco en cuclillas para recibir a la pequeña en brazos, su risa me envuelve mientras enrosca las manos alrededor de mi cuello y se aferra a mí.

—Hola princesa, ¿me echaron de menos?

—Vaya que tu presencia es necesaria —expresa Antonella mirándome con una sonrisa—. No te vuelvas a ir o mi tío se volverá loco.

Cuando dice aquello, dirijo la atención a Ángelo. El alivio está inmerso en su rostro, acomoda mejor a la pequeña Lía entre sus brazos y luego con uno de ellos ordena su cabello.

—Me alegra que vinieras.

—Lo hice por las horas extra —admito.

Sonríe levemente y la conversación que mantuve con Jodi vuelve a mi mente. Ángelo es increíblemente atractivo, tal vez me estaba engañando a mí misma al decir que no le había prestado atención, porque vaya que lo había hecho.

—La señora Wilson me pidió el día ayer por la mañana, y olvidé por completo que tú no vendrías —su voz me regresa a la realidad—. Así que pasé todo el día con ellas.

—Se nota —bromeo mirando el desastre que su ropa es.

Coloco a Bella en el piso, y me acerco para tomar a Lía quien se lanza gustosa a mis brazos.

—Ya puedes arreglar tu imagen —expreso acomodando a la bebé entre mis brazos—. Me haré cargo.

Parece aliviado, me dedica una sonrisa antes de apartarse. Tomo la mano de Bella y me encamino hacia las escaleras, cuando estamos a la mitad, él llama.

—Daphne.

—¿Si?

—Gracias por venir —dice con suavidad.

No tendría por qué agradecerme, después de todo, era solo trabajo, sin embargo, sonrío un poco más y me encojo de hombros.

—Fue por las horas extra —niega, pero no aparta la sonrisa de los labios, yo tampoco lo hago y después de eso, termino de subir las escaleras encaminada a la habitación.

Ángelo.

Mi cuerpo se siente aliviado luego de la necesaria ducha. Pero ahora pide a gritos un poco de café, así que retengo mis ganas de lanzarme a la cama a dormir, y solo bajo a la cocina.

Parece ser costumbre, porque Daphne está ahí, sirviéndose un poco de café.

—¿Se han dormido? —mira sobre su hombro, son cerca de las once de la noche y hasta hace poco, las voces de mis sobrinas aún podían escucharse.

—Lo hicieron, las tres —informa—. ¿Quieres un poco de café?

—Por favor —me acomodo sobre uno de los taburetes y apoyo los codos sobre las losas—. Lamento haberte llamado en tu día de descanso, puedes reponerlo por otro si deseas, o sino aumentaré el cheque.

—Las horas extra están bien —responde dejando frente a mí una humeante taza de café.

—Bien, así será entonces.

Toma asiento frente a mí. No he olvidado que ella recibió el citatorio para el juzgado, no quería aumentar las sospechas y especulación así que Franco era el encargado de recibir todos los citatorios, se limitaba a informarme y lo resolvíamos.

Pero cuando lo llamé esa noche, él tampoco tenía idea del porque se presentaron en mi hogar.

—¿Todo en orden? —inquiere de pronto.

—Todo en orden —repito—. ¿Por qué?

—Pareces perdido —le da un sorbo a su café antes de centrar por completo la atención en mí.

Daphne es bonita, los ojos de color azul claro eran probablemente lo más atractivo de ella. Poseía una figura esbelta, lo suficiente como para desatar imaginarios nada decentes en mi cabeza si no se tratase de la niñera de mis sobrinas.

Era un descarado, pero no tanto.

El cabello entre rubio y castaño le cae sobre los hombros. No lleva maquillaje y aun así luce...radiante.

—Solo tengo algunos asuntos en la cabeza—. Y vaya que los tenía.

—E imagino que pasar el día con tus sobrinas no ayudó.

—Las quiero, pero son demasiadas para mí —expreso—. Creo que me detestan.

—No te detestan —asegura—. Solo no has aprendido a tratar con ellas.

—Bueno, las conoces de apenas unas semanas y pareces congeniar mejor con ellas que yo —plasmo una mueca—. Realmente no sé cómo es que funcionará esto.

Ríe levemente, el sonido de su risa es alegre, divertido.

—Solo dale tiempo para acoplarte a ellas. Es todo.

Un silencio se instala entre nosotros, parece tener la intención de preguntar algo, pero se contiene, así que deduzco que se trata sobre el asunto del citatorio. Es seguro que ella no lo ha olvidado.

—Lamento si fui demasiado borde el otro día —me disculpo—. Con lo del citatorio.

—Oh, no. No importa. Son temas importantes, lo entiendo.

—No es sobre las niñas, ellas estarán bien. Y seguirán conmigo tal y como mi hermano quiso.

—Me alegra escuchar eso, ellas parecen estar cómodas aquí —se remueve en su asiento—. Y no debe preocuparse, que de mí no saldrá nada.

—No es que pensara que puedes decir algo, solo...tengo una reputación que cuidar.

—Y eso me queda claro.

Volvemos a quedar en silencio. Una parte de mí quiere aclararle el punto, pero la otra me repite que no tengo necesidad. Después de todo, ella solo es la niñera.

¿Qué rayos ocurre conmigo?

—Si tienes un hijo y no quieres que sepa...—lo dice de pronto y parece darse cuenta de eso—. Demonios, yo no quise...

Un color rojo se apodera de sus mejillas.

—No es de mi incumbencia, yo no...

—Tengo un hijo —deja de hablar en ese punto—. Y efectivamente, no quiero que nadie lo sepa. Aunque su madre no opina lo mismo.

Parpadea un par de veces, como si intentara comprender lo que acabo de decir.

—Hablando de eso, tengo que viajar a San Francisco en dos días para el citatorio que recibiste. Te quedarás con las niñas en ese tiempo y cualquier cosa que necesites, sabes que puedes llamarme.

Ella no dice nada, permanece estática simplemente observándome.

—¿No quieres que nadie sepa que tienes un hijo?

—Es complicado.

—¿Qué hay de complicado en...?

—Daphne, no es de tu incumbencia —musito con molestia—. Tenías una duda, la aclaré.

—Y me dejaste con diez más —reprocha cruzándose de brazos.

Sonrío a pesar de la molestia que me produce el mencionar el tema. No entiendo siquiera porque es que se lo he dicho.

Un hijo, un citatorio en San Francisco, se suponía que nadie debía saberlo. Esa fue la principal advertencia.

¿Por qué entonces le estaba diciendo esto?

—Buenas noches, Daphne —dejo la taza a un lado, dándole la espalda con el propósito de marcharme.

—Descansa, Ángelo.

Cuando me encuentro en mi cama, parece ser que todo deseo de dormir se ha esfumado. La conversación con Daphne había dejado un sabor amargo en mi boca, y una punzada molesta en el pecho.

Los recuerdos eran tan frescos, a pesar de los años, parecía que todo había pasado ayer. El dolor, el sentimiento de decepción, las palabras de mi padre, el rechazo, todo vuelve de manera tan repentina y rápida que me abruma.

Cierro los ojos con fuerza, el saber que tendría que presentarme a un maldito juzgado en S.F y el hecho de volver a mirarla, me resultaba tan insoportable. No tenía idea de cómo lo conseguiría.

Pero lo haría. Lo había hecho por años, esta no será la excepción. 

______________________________________________________________________________

Antes que nada...¡Feliz navidad adelantado! Deseo que se la pasen super super bien en compañía de sus seres queridos.

Por motivos claros no podré darles capítulo mañana, pero podrán leerlo el domingo. 

¡Gracias por todo el apoyo!

No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro