Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

48.- En navidad.

Daphne

El sonido de la música alegre nos envuelve mientras observo a los niños correr por todo el jardín. Las decoraciones de princesas se dejan ver en la mayoría de los arboles del jardín, globos rosas y dorados se encuentran en largas tiras decorando la distancia entre los árboles, y un ambiente cálido y acogedor se apodera del ambiente.

Hoy es el cumpleaños de Lía, hoy la menor de nuestros desastres cumple dos añitos.

—¡Mamá! —sonrío cuando Lía extiende los brazos hacia mí y corre, la bonita falda de su vestido rosa se mueve con sus apresurados pasos y sus risos, cada vez más definidos, rebotan ante al movimiento.

—Ven aquí, mi niña —la recibo en brazos, dejando un sonoro beso en su mejilla que ocasiona una risa por su parte, así que lo repito.

—¡Piñata! —señala la piñata que cuelga del centro.

—Así es, pero aún no es hora de que la rompas con esos pequeños puños— hago el ademán de un puño con la mano y ella lo imita—. Eres tan linda.

—¡Ahí está la preciosa cumpleañera! —sonrío cuando mi madre aparece con una enorme bolsa de regalo—. ¿Cómo está la niña consentida de esta casa?

—¡Yo soy la consentida! —el reclamo de Bella se deja escuchar y ambas reímos—. ¿Verdad Daphne?

Mi madre toma a Lía en brazos, lo que me permite ponerme en cuclillas para estar a la altura de nuestro segundo desastre.

—Todas son las niñas consentidas —aseguro besando su mejilla—. Y Jacob nuestro hombrecito consentido, claramente —aclaro antes de poder obtener un reclamo del pequeño.

—Así es mia ragazza —Bella voltea cuando escucha la voz de su tío —no me digas que no lo sabías.

Ella sonríe mientras niega.

—Si lo sabía —dice en un gesto de suficiencia que resulta adorable. Luego toma la mano de su primo y ambos corren de vuelta al área de juegos que se había instalado como medio de entretenimiento.

Un mes había trascurrido desde el juicio de sentencia, y luego, un par de semanas después se nos otorgó la custodia de Jacob, Ángelo consiguió que sus apellidos volvieran a colocarse en Jacob, pero no solo eso, también el mío.

Sus padres perdieron los derechos sobre él, siendo considerados un riesgo para su desarrollo y luego de una pequeña y corta batalla legal con los abuelos, Ángelo consiguió la "adopción" de Jacob.

Fue un proceso rápido, y luego de eso realmente esperábamos que pasara tiempo antes de volver a presentarnos delante de un tribunal.

Mi madre y Ángelo intercambian algunas palabras y luego ella lleva a Lía hacia donde los demás niños se encuentran.

—No sabía que tenías tantos amigos con niños —murmuro mirando alrededor—. Con Bella fueron sus amigos del colegio, pero ¿Lía?

—Bueno, varios socios del casino tienen hijos pequeños, y los nietos de las amigas de Beatrice, por mucho que me moleste, sigue siendo su abuela —sonríe y se encoge de hombros—. Es una fiesta infantil después de todo, ¿no es cierto?

El día parecía ser soleado, no tan caluroso, pero no había necesidad de portar abrigos. Ángelo porta sus habituales trajes elegantes, es raro verlo sin ellos, pero luce tan apuesto que no puedo mostrar ninguna queja o reclamo.

Antes de que pueda darle una respuesta, una joven pareja entrando al jardín me hace sonreír.

—Oh, y ahí viene Leo —señalo con la cabeza. Ángelo voltea con rapidez que temo que pueda haberse torcido el cuello y me carcajeo ante el pensamiento—. Por Dios, oculta un poco tu faceta de tío celoso.

—No me acostumbro —dice con las cejas fruncidas mirando hacia su sobrina.

—Es un buen chico.

—Lo sé, sus padres son dueños de una institución financiera, es hijo único y los Bianchi parecen ser una familia respetada.

—No es cierto —me alejo un par de pasos—. ¿Realmente investigaste al chico? —ahogo un grito y él resopla.

—Mi ex esposa me secuestró, Daph. No quiero arriesgarme a que alguien intenté llevarse a Antonella, podrá ser un chico muy educado en la gala, pero quise prevenir. Ya sabes, asegurarme de que es bueno.

—Él no piensa secuestrarla —lo defiendo—. ¡Míralo! Es tan adorable.

Ángelo refunfuña y les da la espalda.

—Por eso lo investigué.

—Dios mío, ¿qué va a pasar cuando Bella o Lía decidan salir con alguien? —un gesto horrorizado se apodera de su rostro lo que me hace reír con muchísima más fuerza que antes—. Santo cielo, eres tan gracioso celoso.

—No juegues con eso —advierte—. Cuando alguien quiera salir con Bella me convertiré en detective y cuando Lía quiera... pues espero no estar lo suficientemente viejo o me va a dar un infarto.

—¿Y si tenemos hijas?

—Mujer, deja de torturarme con eso —se queja echando la cabeza hacia atrás—. Por lo que más quieras.

Vuelvo a reír, y esta vez las comisuras de sus labios se tensan formando una sonrisa que intenta retener.

Se acerca, una de sus manos se posiciona en la parte baja de mi espalda y me atrae hacia su cuerpo, la zona de mi espalda que toca parece experimentar un cosquilleo, se inclina con ligereza hacia mí y sus labios atrapan los míos.

Coloco las manos contra su pecho sintiendo la firmeza del mismo y por un par de segundos, me olvido que estamos en una fiesta infantil.

—Pero podría soportar la tortura, porque significaría que serían nuestras hijas —dice contra mis labios—Tuyas, y mías. Parte de los dos. Y nos saldrían preciosas.

Una nueva risa me invade mientras dejo un golpecito contra su pecho.

—¿Nuestras hijas serán igual de preciosas e inteligentes que su madre?

—Ángelo...—mi voz brota en un susurro de adoración.

—No tengo duda de que sí —dice con una sonrisa que iguala el brillo de la luna y un mar de emociones en la mirada.

Me pierdo en él, en la manera tan dulce que me mira, caigo ante su agarre firme contra mi cuerpo, ante la forma tan segura en que me hace sentir.

Dicen que solo se ama con intensidad una vez en la vida, dicen que no se vuelve a amar igual, y aquí, frente al hombre que me sujeta de la cintura y me mira con tanto amor, lo sé.

Solo conseguiré amarlo así a él, solo seré capaz de sentir este amor por el imponente Ángelo Lombardi.

Por mi novio, futuro esposo, por el hombre que deseo que sea mi compañero, por el resto de mi vida.

—¡Hora del pastel! —el grito de Antonella nos saca de la burbuja que habíamos entrado. Ángelo se inclina, dejando un beso en mi frente que me hace cerrar los ojos.

—Hora del pastel —repite entrelazando nuestras manos—. Debemos ir.

Asiento, lo sigo por el jardín y cuando llegamos a la mesa, sonrío ante la manera en la que abraza a Lía, escabulléndose entre las personas alrededor de la mesa para conseguir llegar detrás del pastel.

Yo hago lo mismo, posicionándome al otro lado y nuestros niños se acomodan a nuestros costados. Entonces la canción comienza, Antonella enciende la vela y Lía mira con adoración el fuego que brota de la bengala.

—¡Feliz cumpleaños! —el grito unísono se deja oír, cruzo la mano por la espalda de Ángelo apegándome a su cuerpo y sonrío cuando Lía me mira.

—Feliz cumpleaños, mi niña —pronuncio.

—Mamá —dice, pero esta vez no me mira a mí, sino a un punto del jardín.

Sigo su mirada y la mano extendida, los globos revolotean en el sentido contrario al viento, nadie parece haberse dado cuenta de eso, los invitados se dispersan, pero lo que sea que Lía ve, es seguro que es Jenna.

Nunca he creído en cosas paranormales, siempre necesito pruebas para creer, para decir que algo existe, pero ahora, mirando a Lía sonreír, solo puedo decir:

—Si, mi niña, es mamá.

Al final del día estamos agotados, terminamos de guardar todos los regalos que las niñas habían querido abrir y bostezo extendiendo los brazos hacia arriba, los músculos de mi espalda se sienten aliviados ante el movimiento y me permito soltar una exclamación aliviada.

—Hemos terminado —Ángelo guarda la ultima bolsa de regalo y me tiende la mano para levantarme de la suave alfombra.

—Aún quedan restos de papel —señalo mirando los envoltorios rasgados. Estoy por inclinarme para terminar de limpiar la sala cuando su mano se envuelve alrededor de mi muñeca, impidiéndome avanzar.

—Deja eso, la agencia de limpieza puede encargarse —lo miro curiosa.

—¿Sigues contratando a la agencia de limpieza? —inquiero.

—Claro —responde como si fuese lo más normal—. Aunque no vienen tantas personas como solían, solo un par y es común que vengan cuando estás en el trabajo, la señora Wilson se encarga de recibirlos.

—Bueno, me vengo enterando de eso —murmuro—. ¿Algo más que necesite saber?

Niega mientras una sonrisa se forma en sus labios. Acepto la mano que me ofrece y entrelaza nuestros dedos mientras avanzamos, el silencio de la casa nos envuelve conforme avanzamos, las niñas se han dormido al igual que Jacob, y parece ser el único momento en el que la casa queda en un silencio tranquilizador.

Voy hacia el baño mientras Ángelo se quita la camiseta, suelto un suspiro cansado mientras tomo un pequeño algodón y lo humedezco con el desmaquillante.

Son cerca de las once de la noche y mi cuerpo comienza a experimentar el cansancio a un grado que apenas y soporto, pasar todo el día rodeado de niños corriendo, juegos y atendiendo a los invitados -aún cuando Ángelo dijo que había meseros para eso- me ha agotado todas las energías.

No demoro mucho tiempo, cuando termino de limpiarme la cara, tomo una ducha rápida y cerca de diez minutos después, me encuentro de vuelta en el dormitorio. Ángelo se encuentra sobre la cama, con el torso flexionado apoyando la espalda contra la pared, y a pesar de la pose relajada, los músculos de su abdomen aún consiguen ser firmes.

No lo miro pasar demasiado tiempo en el gimnasio de la casa, aunque Antonella dice que a veces va, así que me sorprende el hecho de que tenga un cuerpo tan bien trabajado.

Me escabullo bajo las sábanas, la calidez me envuelve mientras me acomodo a su costado y él deja el celular a un lado para mirarme.

—Debemos ir por un árbol de navidad —dice de pronto—. Y ver las decoraciones navideñas.

—¿Así que no eres un Grinch? —lo molesto, el entorna los ojos hacia mí y frunce los labios.

—Me gusta la navidad, mia regina —objeta—. Bueno, no en sí la navidad, lo que significa.

—¿Y qué significa?

—Tiempo en familia, un ambiente relajado en donde parece no haber preocupaciones —sus comisuras se curvan hacia arriba mientras gira el cuerpo para quedar frente a mí, apoya el lado izquierdo de su torso sobre la almohada y sostiene su cabeza con una mano, apoyando el codo en el colchón —parece ser la época en donde todos son felices.

—Tienes razón —concuerdo—. Los villancicos, las películas navideñas, el chocolate caliente, armar el árbol de navidad en familia...—el ríe cuando comienzo a enumerar las cosas.

—Mañana es tu día libre, ¿no es cierto? —cuestiona—. Puedo tomarme el día en el casino, y llevar a los desastres a buscar un bonito árbol de navidad.

—Estoy de acuerdo con eso —sonrío acercándome a él.

Se acomoda, elevando uno de sus brazos para permitirme acomodarme contra su pecho. Cierro los ojos cuando la sensación cálida me envuelve, su pecho sube y baja con lentitud, mostrando el ritmo relajado de su respiración.

—Será nuestra primera navidad en familia —susurro.

—La primera de muchas, mia regina —dice con voz suave—. La primera de muchas.

Sonrío, removiéndome un poco contra él mientras cierro los ojos sintiendo el cansancio envolverme por completo.

—La primera de muchas —repito antes de tomar una corta inhalación, y dejarme llevar por el sueño.

A la mañana siguiente, tal y como Ángelo lo prometió, estamos en medio de una hermosa villa en donde hay cientos de pinos para poder elegir.

—¿Cómo se supone que elegiremos uno? —inquiere Antonella mientras se ajusta el abrigo.

Le acomodo el gorro a Lía, el cambio drástico de temperatura nos ha obligado a desempolvar los abrigos y gorros para no sufrir el frío hasta en los huesos.

Jacob y Bella juegan en la nieve a unos pasos de distancia, y Ángelo mira algo en el celular.

—Su sobrina le ha hecho una pregunta, señor Lombardi —reprendo. Ángelo eleva la vista y sonríe.

—Lo lamento, es solo que esto...—enseña la pantalla de su celular— dice que debería al menos dos cultivos de pinos, además de este.

—Creo que hay demasiados pinos para poder escoger —señalo empujando el carrito de Lía tanto como la nieve lo permite.

Les doy una rápida mirada a los dos primos que se entretienen ahora lanzándose pequeñas bolas de nieve, y luego vuelvo la atención a Ángelo. Él guarda el celular en el interior de su bolsillo y se acomoda los guantes.

—Bien, entonces comencemos con la búsqueda —dice mientras sonríe en nuestra dirección.

—Bella, Jacob —ambos voltean—. Hora de elegir el árbol.

—¡Sí!

Ángelo y yo reímos ante el entusiasmo de los pequeños quienes corren entre los árboles intentando hallar uno adecuado.

—¿Podemos elegir el más grande? —inquiere Bella—. Nuestra casa es muy grande, tío. Necesitamos un árbol así de grande —eleva las manos y da un brinco que nos hace sonreír.

—Bella tiene razón —señala Antonella—. Necesitamos uno así de grande.

Señala uno de los pinos más altos, probablemente mide poco más de dos metros, es lo suficientemente grande como para colocarlo en la sala sin problemas, caminamos hacia el sitio en donde se encuentra y Ángelo parece inspeccionarlo con detenimiento.

—¿Qué les parece? —inquiere hacia el grupo.

—¡Sí! —Bella y Jacob exclaman al unísono—. ¿Compraremos esferas también?

—Por supuesto, un árbol de navidad no puede serlo sin esferas ni estrellas —dice Ángelo—. Pero primero, tomemos este árbol.

El cultivo en el que nos encontramos permite a los visitantes cortar el tronco de los árboles que han elegido, así que uno de los empleados le entrega un hacha a mi prometido y unos minutos más tarde, el pino cae sobre la nieve salpicándonos.

Jacob y Bella parecen emocionados, tanto que le contagian su entusiasmo a Lía quien pide bajar del carrito unos momentos después. Es realmente adorable verla caminar sobre la nieve y dar algunos traspiés cuando sus pequeños pies se pierden entre las montañas creadas sobre la tierra.

El par de guardias que ahora andan siempre con nosotros ayudan a sujetar el árbol sobre la camioneta que gracias a Dios es lo suficientemente grande como para que podamos ir seguros.

Cuando el árbol ya está sobre la camioneta y hemos pagado, los guardias de seguridad esperan en el sitio en el que hemos dejado el auto mientras nosotros avanzamos por la calle decorada con cientos de luces.

Piazza Castello, la plaza central de Milán desde los primeros días de diciembre comienza con las decoraciones, villancicos, y todo el espíritu navideño que se puede esperar en estas fechas.

Pasamos el día ingresando a los negocios de decoraciones, comprando cintas y juguetes para los niños, los guardias tienen que venir a ir llevando las bolsas a la camioneta cuando las compras sobrepasan nuestra capacidad de cargarlas.

—Creo que ha sido suficiente —pronuncio soltando un suspiro cuando tomamos asiento en el sitio de un pequeño establecimiento donde servían chocolate caliente con malvavisco.

—Sí —Antonella echa la cabeza hacia atrás —ha sido la salida de compras más grande que he hecho en mi vida.

—¿En serio? ¿Te quejas? —la molesta Ángelo—. Creí que esto de salir de compras te fascinaba.

Anto sonríe mientras asiente, toma la taza de chocolate y le da un sorbo.

—Sí, pero hemos estado aquí desde la mañana —señala—. Y aún debemos llegar y armar el árbol.

—En eso tienes razón —concuerdo—. Tal vez debemos suspender las compras navideñas por ahora, tenemos más que suficiente para decorar.

Cuando todos parecemos estar de acuerdo con eso, terminamos nuestro chocolate y pagamos la cuenta, Ángelo tiene a Bella y a Jacob tomados a uno en cada una de sus manos, mientras yo empujo el carrito de Lía, quien se ha dormido luego de correr detrás de su hermana gran parte del tiempo.

Piazza Castello no está tan lejos de la casa, un trayecto de veinticinco minutos nos proporciona algo de descanso, cuando llegamos a la casa bajamos todas las bolsas necesarias, y nos ponemos manos a la obra.

Sally nos ayuda con los niños, porque evidentemente parecen creer que las esferas son pelotas y casi le causan un colapso a su tío cuando rompieron uno de los paquetes que apenas abrimos, era gracioso verlo discutir con unos pequeños que eran un tercio de su tamaño, y adorable observar la manera en la que Bella y Jacob asentían ante el regaño de su tío y padre.

Ángelo podía ser demasiado consentidor con su hijo y sobrina, pero la autoridad que emana de él cuando reprende, les deja saber que hay un límite establecido.

Y ese límite ha sido marcado sin necesidad de fuerza extra o gritos.

La noche nos alcanza, y al final de largas horas al fin el precioso árbol se encuentra en nuestra sala, reluciendo de una manera tan bonita que le proporciona a la casa un aspecto más elegante de lo que ya tiene.

—Lo logramos —Ángelo extiende la mano hacia mí y forma un puño, sonrío mientras chocamos los puños y luego hace lo mismo con Jacob y Bella—. Bueno, ahora vayan a tomar un baño que es tarde.

Sorprendentemente ninguno replica, la nieve sigue cayendo y me mantengo observando por los grandes ventanales como la superficie se vuelve cada vez más blanca y de pronto lo sé.

—En navidad —Ángelo voltea cuando escucha mi voz.

—¿Cómo? —enrolla un cable sobrante en su mano mientras me mira con atención.

—Casémonos en navidad.

Se detiene, sus cejas se elevan mientras una mirada algo alarmada se apodera de sus ojos.

—Daph, no quiero matar la emoción, pero navidad es en dos semanas. Y yo podría hacer milagros, pero planear una boda en dos semanas es...—una carcajada fuerte brota de mis labios.

—¡No, tonto! —exclamo entre risas—. En navidad del siguiente año y no precisamente el veinticinco, me refiero a estas fechas, cuando hay nieve y villancicos.

Su rostro se relaja y eso me hace reír un poco más.

—Oh, bueno —deja a un lado del cable y se acerca hasta donde me encuentro—. Entonces en navidad será.

Una sonrisa se apodera de sus labios.

—Estaba ansioso por escucharte decir una fecha —susurra—. Y creo que diciembre es perfecto para una boda.

Extiende una de sus manos y acomoda un mechón detrás de mi oreja, me acaricia el costado del rostro con uno de sus dedos y sonríe un poco más.

—¿Te parece bien entonces? ¿No tienes ninguna objeción? —inquiero—. Porque faltará cerca de un año y....

Se inclina contra mi cuerpo, acallando mis palabras con sus labios. Mi cuerpo se relaja ante el contacto, llevo las manos hasta envolverlas alrededor de su cuello y me coloco en puntillas.

—Esperaré lo que sea necesario —susurra contra mis labios—. Lo que diga usted, futura señora Lombardi.

Sonrío, las luces se reflejan en nosotros dejando pequeños destellos de colores, la nieve continúa cayendo en el exterior y entonces, él dice la fecha exacta.

—Diecinueve de diciembre —susurra.

Mi corazón da un vuelco furioso.

—Diecinueve de diciembre —repito con una sonrisa radiante en el rostro.

Se inclina levemente plantando los labios contra mi frente, cierro los ojos ante el contacto cálido, ante la manera tan segura que su cercanía se siente. Sus labios recorren un camino invisible hasta mi nariz y deja un pequeño beso antes de pasar a mis labios.

Es un contacto lleno de deseo, lleno de promesas por cumplir, un contacto diferente a los anteriores, como una firma mutua para la cuenta regresiva que comenzaba justo ahora.

A partir de hoy, contaría los días hasta que la fecha llegara, hasta el momento en donde pudiera llamar oficialmente a Ángelo Lombardi, mi esposo. 

______________________________________________________________________________

No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí. 

¡Nos leemos el Lunes a las 3:30 pm hora México!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro