47.- ¿Qué tanto estás dispuesto a sacrificar?
Ángelo.
Me hubiese gustado decir que el par de semanas siguientes fueron tranquilas, que fue una recuperación sin pendientes y sin problemas ajenos, pero la verdad es que no fue así. El hecho que tuviera que declarar en contra de Russell y Renata me tuvo más ocupado de lo que pensé, y luego la solicitud para tener a Jacob conmigo fue más complicada de lo esperado.
Pero al parecer, el hecho de que el juez que atendió el caso de abuso en mi contra dictaminara que yo podría solicitar la tutela y custodia, me dio más ventaja de la pensada. No podía viajar a San Francisco, así que todos los tramites se hacían a distancia, lo que complicaba un poco el asunto.
Pero la buena noticia es que mientras todo se dictaminaba, Jacob podía estar bajo mi cuidado. Y él parecía encantado por eso, tan feliz de convivir con Bella que sus peleas se habían vuelto casi nulas.
Lía crecía cada vez más y el hecho de que estuviera tan cerca de cumplir los dos años, me ponía nostálgico.
—Bonita férula —bromea Franco cuando ingresa a la habitación, elevo la mirada quitándome las gafas al mismo tiempo y lo observo—. No sabía que te gustaba el rosa.
—Obra de Bella —murmuro—. No pude hacer nada en contra de que tomaran la férula como lienzo.
Él ríe.
—Tengo buenas y malas noticias —dice mirando las carpetas—. ¿Cuál deseas que te de primero?
—Las malas —respondo dejando a un lado los últimos reportes sobre el estado de los casinos.
—Bueno, la mala es que no puedo seguir posponiendo la fecha de la audiencia para que solicites la tutela y custodia de Jacob, y como sabrás, es estadounidense, nunca tramitaste su nacionalidad italiana, y al no ser tu hijo de sangre ahora es un poco más complicado —dice con una mueca—. Puedo sacar fecha del juicio para dos semanas, pero sus abuelos paternos quieren pelearla.
Echo la cabeza hacia atrás.
—Puedo objetar que seguirá en contacto con Russell y Renata y eso sería perjudicial para él, y también se toma en cuenta los deseos del menor, si Jacob quiere estar aquí, tal vez debas permitir que hable con el juez.
—Es demasiado pequeño —musito.
—Estaré con él todo el tiempo —promete—. Va a ayudarlo a quedarse a tu lado, no tendrá que ver ni a Russell ni a su madre, serán los abogados, el juez y la trabajadora social.
—Lo pensaré —sentencio en un suspiro—. ¿Ahora cuál es la buena?
—No volverás a declarar —dice— tu testimonio anterior será suficiente, y se dictará sentencia en tres días. Las acusaciones vienen de la fiscalía, así que no es necesario que estés presente, pero si lo deseas...
—Claro que deseo estar presente —mascullo—. Quiero ver en primera fila cuando esos dos caigan y obtengan lo que se merecen.
Franco sonríe.
—Vas a disfrutarlo, ¿cierto?
Mis labios se tensan en una sonrisa.
—Como nunca antes.
—Bueno, entonces te mantengo al tanto —dice asintiendo—. Te llamaré si hay algún cambio.
—De acuerdo.
Cuando mi amigo sale de la habitación, tomo una corta inhalación y me apoyo contra la almohada.
Daphne estaba en el trabajo y yo, aunque quería volver al casino, las indicaciones del médico no lo permitían aún, así que Daphne se aseguró de que me quedara en casa, diciendo que, si se me ocurría ir a los casinos, ella misma sería capaz de ir a buscarme.
Y no quise averiguar si es capaz de cumplir su palabra. Así que me quedé en casa, Antonella y Bella estaban en la escuela y aunque quise que Jacob asistiera al preescolar, la falta de documentación me lo impidió.
—Papá —mis pensamientos parecen atraerlo hacia mi habitación, empuja la puerta y asoma la cabeza por la abertura que se forma—. ¿Puedo entrar?
—Claro que sí —respondo mirándolo—. ¿Qué hay? ¿Te has aburrido ya?
Asiente, sorpresivamente no se lanza a la cama como viene haciéndolo en días anteriores, sino que escala el colchón hasta conseguir subir, y se acomoda cruzando las piernas.
—¿Puedo preguntarte algo?
—Lo que sea, puedes preguntarme lo que quieras.
—¿Voy a volver a ver a mamá? —sus ojos se entornan hacia mí, sus cejas se fruncen levemente mientras me mira como si la respuesta que fuera a darle, dictaminara absolutamente todo.
—Ven aquí —palmeo mi costado de la cama, él avanza hasta el sitio que he señalado y cuando lo tengo lo suficientemente cerca, cruzo el brazo libre por detrás de su espalda—. ¿Quieres ver a tu madre?
Parece pensárselo, pero termina negando.
—Ella me da miedo —dice en un hilo de voz—. Es buena conmigo, y me quiere, pero me da miedo cuando quiere hacerte daño.
La duda sobre si Renata en realidad era buena con él se esfuma, al menos tengo la tranquilidad de que antes de toda la locura, ella jamás lo dañó. Al menos no con un daño irreparable.
—Escucha, campeón, Russell y tu mami hicieron cosas malas, hicieron cosas que pudieron lastimarnos, no solo a mí, sino a ti, a tu prima Lía, a todos nosotros. Y cuando haces cosas malas como esa, hay una consecuencia.
—¿Hay un castigo?
—Sí, algo así.
—¿Cuál va a ser el castigo de mamá?
—Ella tendrá que pasar muchos años en un lugar, no podrá salir de ahí porque si sale, puede hacer daño otra vez. —sus cejas vuelven a fruncirse en un gesto que denota confusión—. Mientras tanto, por todos esos años, si tú quieres, puedes estar aquí, conmigo.
Mi corazón da un vuelco furioso tan pronto como reconozco la mirada emocionada. Sus ojos adquieren un brillo mientras sonríe.
—¿Voy a vivir contigo? ¿Aquí con Daphne y Bella? —sonrío, asintiendo.
—Tus abuelos también quieren que vayas con ellos —le informo—. ¿Ellos te tratan bien?
Asiente.
—¿Pero puedo elegir quedarme aquí?
—Por supuesto, solo que hay personas que quieren asegurarse de que tú realmente quieres estar conmigo, y que eso es lo mejor para ti. Así que es probable que tengas que hablar con ellos, pero no te preocupes, Franco estará contigo.
—¿El tío Franco? —arqueo una de mis cejas, ¿qué ahora todo el mundo era "tío"?
—¿Tío Franco?
—Sí —sacude la cabeza—. Dijo muchas veces que él sería el tío Franco porque es como tu hermano, aunque el tío Antoni dijo que no es cierto. Frunce las cejas y sonrío—. ¿Si es el tío Franco?
—Sí, lo es —aclaro porque Franco me odiaría si lo contradigo, y por todo lo que ha hecho por mí, por ellos, todo su apoyo para ganar los casos, creo que se merece el título.
Permanece en silencio, pero es como si estuviese pensando algo.
—¿Ahora que piensas?
—Si tú eres mi papá, y Daphne tiene ese anillo tan bonito, y tío Antoni dice que se van a casar, ¿ella es mi mamá?
Una risa me invade, a mi pobre chica le daría un colapso de la emoción con tantos pequeños llamándola mamá.
—Sí, es decir, ella cuidará de ti, de todos ustedes.
—¿También cuida de ti?
—Todo el tiempo —admito—. ¿Tienes más preguntas?
Niega en el momento justo en el que dos toques se dejan en la puerta, y la voz de Sally al otro lado se deja oír.
—¿Está Jacob con usted? —inquiere abriendo la puerta, en cuanto mira a mi hijo su mirada se alivia—. Lamento molestar, es que consiguió escabullirse mientras atendía a Lía.
—¿Eso es cierto?
—Solo quería hablar contigo —sonríe inocente y extiendo la mano para sacudir su cabello.
—La próxima vez, avisa a Sally —indico.
Creo que va a quedarse, sin embargo, unos momentos después se baja del colchón y corre hacia donde su niñera se encuentra. Los miro salir y luego la puerta ser cerrada, un suspiro de alivio brota de mis labios cuando me quedo solo.
Él realmente quería quedarse aquí. A pesar de todo, nada ha cambiado.
Así que lucharía por él, como lo he hecho por mis desastres. Y no descansaría hasta garantizar, que él también pudiese quedarse a mi lado para siempre.
—Estoy bien —Daphne entorna los ojos hacia mí mientras avanzamos hacia el interior del juzgado.
—¿No te duele? —inquiere mirando mi pierna.
—No —respondo—. Solo molesta, pero estaré bien, Daph. Puedo caminar.
Ella no insiste más, entrelaza nuestras manos mientras avanzamos por los pasillos recién pulidos hacia el sitio en donde se llevará a cabo el juicio. La embajada estadounidense había querido intervenir por ellos, tratando de que el juicio se llevara a cabo en Estados Unidos, pero el hecho de que el daño fue ocasionado a residentes italianos, incluyendo a una menor de edad, lo impidió.
Y agradecía que hubiese sido así, porque de haberse llevado fuera de Italia, la condena hubiese sido menor, tal vez incluso hasta hubiesen conseguido libertad bajo fianza o condicional.
El agarre de Daphne en mi mano se vuelve un poco más fuerte cuando ingresamos a la sala, nos abrimos paso hacia los lugares que deseamos tomar, y nos posicionamos en una de las filas medias. Franco y Antoni se colocan detrás, al parecer ninguno había querido arriesgarse a dejarme venir solo.
La férula del brazo ha desaparecido, pero aún necesito un cabestrillo de tela, para mantener el brazo sin demasiado esfuerzo. Desearía que desapareciera, pero al parecer no cuento con tanta suerte como me gustaría.
Mi cuerpo está rígido cuando ambos ingresan, cometieron el mismo crimen así que el juicio sería uno solo, en vez de dos diferentes. Cuando el juez entra, mi cuerpo parece entrar en tensión, tomo una inhalación reteniendo el aire por varios segundos antes de soltarlo de a poco.
—Tranquilo —Daphne se inclina con ligereza hacia mi cuerpo, su voz se cuela por mis oídos mientras dirijo la mirada hacia ella. El conjunto negro que porta la hace lucir formal, tan formal como no la he visto y sus ojos, a pesar de tener una cierta preocupación, siguen siendo cálidos.
—Estoy bien —he perdido la cuenta de las veces que he dicho eso en las últimas tres horas, tanto que no sabía si lo decía para convencer a los demás, o para convencerme a mí.
El juicio comienza, mi cuerpo se mantiene en tensión en todo momento mientras escucho la intervención del juez, el juicio es solo para dictaminar sentencia así que, tras unos treinta minutos aproximadamente de intervenciones, el momento llega.
Ahora soy yo quien toma la mano de Daphne con fuerza, mi respiración se vuelve pesada mientras el juez comienza a hablar y pronto ansío escuchar la sentencia.
—Señor Hall —el juez se dirige a Russell primero, ya que según lo explicado serían sentencias distintas, a pesar de que el juicio fue el mismo—. Con las pruebas presentadas, este jurado lo encuentra culpable de secuestro e intento de extorsión, condenándolo a veintitrés años de cárcel, sin posibilidad de libertad condicional.
Suelto un respiro aliviado, la sala se llena de murmullos y reclamos, no resisto la tentación de mirar a Russell quien tiene el rostro contraído y las manos apretadas.
—Señora Davies, con las pruebas presentadas en su contra, los testimonios y la confesión, este jurado la encuentra culpable de secuestro, intento de extorsión e intento de homicidio premeditado, por lo cual se le condena a treinta años de prisión, sin posibilidad de libertad condicional.
Una nueva ola de murmullos llena la sala, no sé si en realidad sea correcto hacerlo, pero sonrío, lo hago en el momento justo en el que ambos voltean porque posiblemente saben que me encuentro aquí.
Elevo el mentón, sintiéndome tan malditamente feliz de que ambos al final hayan obtenido lo que merecen, de que pueda tenerlos tan lejos de mi familia, de las personas que me importan.
Me siento de la manera en la que he ansiado por tanto tiempo, lejos de la pesadilla, de las mentiras, de toda la farsa y el dolor.
Me siento...libre.
No hay motivo para permanecer en la sala, así que Daphne y yo compartimos una mirada y es suficiente para saber que es hora de marcharnos. Salimos esquivando a las personas y experimentando una nueva sensación cuando estamos fuera del enorme edificio de los juzgados.
La temporada decembrina se acerca, así que el clima frío se apodera de la ciudad. El cielo gris nos cubre mientras la brisa helada nos golpea, haciéndonos aferrarnos a los abrigos que portamos.
Pero a pesar de que podría considerarse un clima deprimente, no se siente así en lo absoluto. Mientras avanzamos hacia el coche en donde Joey nos espera, todo en conjunto se siente...liberador.
Como si hubiese sido el paso final para estar completamente bien, para entender que esta vez, realmente todo acabó.
—Se acabó —susurro cuando estamos en el interior del coche.
—Se acabó —repite Daph sonriendo de una manera tan radiante que me contagia—. Realmente lo hizo, amore.
Cinco años atrás, no hubiese podido imaginar que estaría experimentando esto otra vez.
Cinco años atrás, en la barra de ese bar de mala fama, rodeado del olor a alcohol y cigarrillo, ese viejo y destrozado Ángelo no hubiese sido capaz de considerar, ni por un segundo, todo lo bueno que la vida le tenía preparado entonces.
Y si tuviese que atravesar lo mismo, si tuviera que experimentar el mismo dolor para poder llegar a este punto, para sostener la mano de la chica a mi lado, para tener a los desastres, para poder cuidar de Jacob, lo haría, sin dudar.
Porque son mi familia, y ellos siempre van a ser mi primera elección.
¿Ángelo, que tanto estas dispuesto a sacrificar por la familia?
La respuesta es sencilla, no hay opciones, no hay dudas.
La respuesta es: Todo. Absolutamente todo.
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¡Hola, Hola!
No puedo creer que la historia ha llegado a 100K de lecturas, ¡Mil gracias!
¡Nos leemos mañana sábado a las 4:30 pm!
Ahora sí, el total de esta historia será de 50 capítulos + un epílogo, y tal vez un extra.
Estoy tan encariñada con esta historia rosita en su mayoría, que no quiero soltarla T-T, pero disfrutaré mucho escribiendo lo que falta, espero que ustedes también disfruten leyendo <3
P.D: No se olviden de votar y comentar, significa mucho para mí.
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