23.- Eres increíble.
Ángelo.
Alek Chavanov, el famoso empresario dueño de "Icarus Tecnology" parece en verdad entusiasmado de estar en los casinos Maximous.
—Todo está adecuado para que pasen una velada increíble —hablo hacia él. Su acompañante y mano derecha, según como presentó al hombre que lo acompañaba, se había retirado hacia la barra de bebidas.
—No me ha decepcionado, es tan majestuoso como prometía —un dejo de orgullo me invade cuando habla mirando alrededor—. Tu padre y yo éramos buenos amigos, me invitó en más de una ocasión, pero no había tenido la oportunidad de llegar a Italia, hasta ahora.
—Sé que le hubiese encantado verlo aquí.
—Has hecho un buen trabajo con el imperio, Ángelo —sonrío con orgullo y satisfacción.
—Espero que...
—¿Qué esperan? ¡Saquen a esta mujer de aquí! —el revuelo proveniente de la barra capta mi atención. Distingo a Pietro Costa, la mano derecha del señor Alek discutir con alguien.
—Si me disculpa, iré a ver qué sucede. Disfrute la noche
Le dedico una sonrisa educada y me abro paso hasta la barra. Un par de hombres de su propio equipo de seguridad están a los costados y uno más enfrente. Pietro tiene gran parte del traje manchado con un líquido rosa y maldigo.
Pietro Costa es un reconocido asesor financiero, no tuve la oportunidad de trabajar con él, pero parece ser que fue a Rusia hace un par de años para probar suerte, y vaya que le fue bien.
—¿Qué ocurre? —la atención del hombre pasa hacia mí—. ¿Hay algún problema?
—No deberían permitirle la entrada a alguien tan vulgar —dice con molestia, toma el paño que el chico de la barra le ofrece y luego me mira.
—¿Qué quiere...?
—Esta mujer se ha comportado de la manera más grosera, deberían cuidar la imagen del casino y no permitir que cualquier mujerzuela ingrese.
—Ángelo...—la voz temerosa de Daphne se cuela en mis oídos. Solo en ese punto me percato de que Pietro Costa, está hablando de Daphne.
De mí Daphne.
—Suéltala ahora —exijo hacia el hombre que mantiene sujeto uno de los brazos de Daph—. ¿No me has oído?
—Señor Lombardi...
—¡Suelta el brazo de mi novia ahora mismo! —bramo con la ira recorriéndome las venas.
El guardia palidece, suelta a Daphne en un movimiento rápido y ella se tambalea. Su rostro refleja la angustia, así que no dudo en acercarme y pasar uno de mis brazos detrás de su espalda.
—¿Es tu...tú novia? —Pietro inquiere con incredulidad.
—Señor Costa, nunca tuvimos el privilegio de trabajar juntos, pero por respeto al señor Chevanov, no haré que lo echen de mi casino por haberle faltado el respeto a la señorita Lennox.
Giro hacia ella, olvidándome de la molestia y llevo una de mis manos hacia el costado de su rostro.
—¿Estás bien, nena? —asiente algo aturdida.
—Deberías de cuidar entonces, a la clase de mujer que eliges —tenso la mandíbula, repitiéndome que este es un evento importante y el idiota frente a mí es uno de los invitados.
—Pietro —hablo olvidando las formalidades—. Estás hablando con el dueño del casino, y esta mujer, es mi acompañante e invitada. Si le faltas el respeto a ella, me lo faltas a mí también y creo que no debo decir que no tolero ninguna clase de insulto.
El cuerpo de Daphne se tensa a mi costado.
—Ahora, no voy a armar un escándalo en mi propio casino así que más vale que te mantengas alejado de mi novia y de mí, por lo que queda de la noche. Si te veo cerca de ella otra vez, haré que mi equipo de seguridad te eche.
Contrae el semblante con rabia, le dedica una mirada a Daphne que solo me hace querer golpearlo con más fuerza y luego se marcha, con el par de guardias detrás de él.
Cuando dejamos de ser el centro de atención, volteo hacia Daphne.
—Hey, ¿qué ocurrió?
—Él...—la palidez en su rostro me alarma.
—¿Daphne? ¿Estás bien? —la sostengo por la cintura cuando se tambalea, ella se apoya en mi pecho y cierra los ojos.
Y es en ese instante, que se desvanece por completo.
Jodi se encuentra a lado de su amiga, colocando al algodón con alcohol cerca de su nariz para hacer que despierte.
—¿Quién es ese hombre? —inquiero hacia la mejor amiga de Daphne—. ¿Por qué se desmayó al verlo?
—Es una larga historia, Ángelo —dice con pesar—. Realmente no me compete a mi contarla.
—Bueno, pues tu amiga está inconsciente a tu lado y yo tengo que volver a la fiesta, y si no sé quién es ese hijo de perra, no podré contener las ganas de salir y romperle la cara.
Daphne se había desvanecido justo en mis brazos, contábamos con un par de paramédicos para emergencias, quienes dijeron que estaría bien. Pero eso no me basta, necesito saber que significa Pietro Costa en la vida de Daphne, y si va a ser justificable el puñetazo que quiero darle.
—Me temo que, si te dijera la verdad, querrías golpearlo aún más —antes de que pueda decir algo, Daphne se remueve en el sillón.
Me acerco con prisa, Jodi se aparta y me coloco al constado de Daph. Extiendo una de mis manos hacia su rostro, acariciándolo con suavidad.
—Hey —sonrío cuando abre los ojos. Intenta incorporarse y se lo impido—. Aún no, apenas despiertas.
—¿Qué pasó? —inquiere.
—Eso mismo me gustaría saber —admito—. Te desmayaste en mis brazos, sé que soy impresionante, pero me asustas.
Pese a que mantiene los ojos cerrados, ríe un poco y eso me basta. Mantiene la sonrisa un poco más antes de hacer una mueca.
—¿Te sientes bien? ¿Quieres que llame a los paramédicos otra vez? Puedo...
—Estoy bien —dice apoyando los codos para incorporarse levemente.
Me aparto para permitirle incorporarse, se queda sentada en el sillón y es en ese momento en el que repara en Jodi.
—Pietro está aquí —dice la castaña hacia su amiga. Por la mirada que comparten sé que hay mucho más de lo cual no estoy enterado, y me siento fuera de lugar.
—¿Y ese quién es? —inquiero—. Aparte de ser la mano derecha de Alek Chevanov.
Daphne suspira, observa a su amiga por un poco más de tiempo y parece querer decirle algo, algo que Jodi entiende perfectamente con la mirada.
—Bueno, estaré de nuevo afuera —dice señalando la puerta—. Daph, si necesitas algo solo dime.
Mi chica asiente, observa salir a su amiga de la oficina y luego me mira.
—Lamento el escándalo que causé —dice porque parece haber recordado lo sucedido—. No quise...
—No te disculpes, no tienes por qué hacerlo —musito tomando una de sus manos—. Si le lanzaste esa bebida, por algo fue. Es un idiota, eso ya me quedó claro.
Permanece en silencio por un par de minutos. Parece demasiado apesadumbrada y eso me inquieta.
—Pietro Costa es mi ex novio.
Nunca me he considerado como alguien celoso, en realidad, creo que nunca lo he sido en la antes. Hasta ahora.
Aprieto los puños sobre la tela del pantalón, la molestia de saber que el idiota se ha expresado de la forma en la que lo hizo de Daphne, hace que encuentre las ganas de partirle la cara completamente justificable.
—Terminamos hace dos años, justo antes de que se fuera a Rusia —cierra los ojos al hablar—. Y mi relación con él, fue por mucho el peor de los infiernos. Nunca llegó a golpearme, pero de haber seguido con él, estoy completamente segura de que lo hubiese hecho.
La molestia se intensifica, convirtiéndose en una ira constante que me llena por completo.
—Abuso psicológico fue lo que hizo, según mi terapeuta.
—Daph...
—No fui la chica que conoces ahora, Ángelo. Estar con él me destrozó completamente, me hizo perderme a mí misma y estuve cerca de no volver a encontrarme jamás. Tuve que llegar al fondo para darme cuenta de lo que él estaba haciendo conmigo. Me estaba destrozando, me estaba rompiendo en miles de pedazos y yo no hacía nada por evitarlo.
Su mirada se cristaliza y toda la fortaleza en ella se esfuma. Ya no es la chica fuerte que conozco, no es la mujer de palabras sarcásticas y carácter retador, luce tan malditamente vulnerable que lo único que hago, es abrazarla con fuerza.
La apego a mí, envolviéndola con fuerza, haciéndole saber que no permitiré que ningún hijo de perra vuelva a hacerla sentir de ese modo.
—Verlo aquí fue tan repentino —dice con voz temblorosa aún contra mi pecho—. Y cuando dijo que me había convertido en una caza fortunas, dejé de razonar. Nunca quise causar problemas, él es alguien importante ahora y...
—Y tú ahora eres mi pareja —la interrumpo—. Justo ahora eres la compañera del dueño de este casino y nadie puede pasar sobre ti. Y aunque no fuera así, aunque tú y yo no nos conociéramos, aunque no sintiera nada de esto, eres mucho mejor persona que ese imbécil, Daph. Él podrá ser el hombre más importante, pero es un hijo de perra, tú...tú en cambio eres maravillosa.
Su barbilla tiembla, la fragilidad la envuelve y me obligo a continuar, porque necesito que sepa todo lo que ella significa.
—Daph, tú te has convertido en una mujer fuerte, en alguien valiente que no teme enfrentarse a su propio jefe para decir cuando algo no le parece, que dice la verdad aun cuando incomoda, y lo dice fuerte, que cuida a tres niñas con el mayor de los cariños aun cuando son unos completos desastres, eres una persona maravillosa, eres completamente increíble, y no debes dudar de eso nunca más.
Tomo sus manos, llevándolas hacia mis labios y dejando un beso sobre sus nudillos.
—Tú también eres importante, mia regina... eres más importante de lo que crees. Y me aseguraré, que de ahora en adelante, no lo dudes nunca más.
Una lagrima desciende por su mejilla, Daphne me mira con un brillo en los ojos, y luego solo me envuelve con sus brazos.
—Gracias —susurra—. Eres maravilloso, Ángelo.
Permanece contra mi cuerpo un corto tiempo más y luego se aparta otra vez, acaricio el costado de su rostro y no dudo en besarla.
Es una caricia suave, como un pequeño recordatorio de lo mucho que significaba ahora para mí.
—¿Quieres volver? Sino podemos quedarnos aquí, o volver a casa.
Niega, se limpia las lágrimas y sonríe.
—Creo que debemos volver, y disfrutar de la noche —dice con seguridad.
La fortaleza vuelve a envolverla, vuelve a apoderarse de ella y regresa a ser la Daphne que conozco.
Me incorporo, extendiendo mi mano hacia ella y no duda en tomarla.
—Así que...¿soy tu novia?
—Haré una propuesta más formal, lo juro —respondo abriendo la puerta de la oficina—. Solo dame tiempo.
—Todo el que necesites —me acerco para dejar un beso en su mejilla y afianzo el agarre en nuestras manos
—No volverá a molestarte.
—Lo sé —responde con seguridad—. ¿Quien se atrevería con Ángelo Lombardi de mi lado?
Sonrío hacie ella, conduciendola de nuevo hacia el evento y en cuanto aparecemos y la atención se fija en nosotros, Daphne no se esconde.
Sonríe de la manera más radiante que hay, siento el agarre en nuestras manos volverse más fuerte y la miro.
Ella también lo hace, nos basta una mirada para saberlo, para asegurarnos que ya nada arruinaría esta noche.
Nuestra noche.
Daphne
Ver al hombre que me hizo pasar un infierno por casi tres años, fue más de lo que pude tolerar.
No estaba preparada para hacerle frente, las marcas de lo que había hecho en mí parecían curadas, pero aún quedaban cicatrices.
Sin embargo, tener a Ángelo a mi costado me hace sentir segura, fuerte. Me hace sentir que soy jodidamente invencible. No ha soltado mi mano en ningún momento desde que salimos de la oficina, y aunque sé que es probable que no se aparte solo porque Pietro está aquí, no deja de sentirse maravilloso.
—Eres muy afortunada —una mujer se dirige a mí con una sonrisa—. Es la primera vez que Ángelo se refiere a una mujer como su novia formal.
Sé que no está tratando de ser educada, más bien quiere molestarme.
—Lo sé, soy increíblemente afortunada —aseguro.
La mujer sonríe otra vez, aunque el gesto está lejos de ser sincero.
—Ven, quiero presentarte a alguien —dice Ángelo en un susurro mientras tira de mi cuerpo. Asiento levemente y lo sigo a través de las personas que hay en el casino.
En cuanto noto al sitio en donde nos dirigimos, me detengo.
—No —él voltea—. No planeo hablar con él.
—Daph, todo va a salir bien, confía en mí —insiste tirando otra vez. Resoplo resignada a que probablemente tenga que entablar una conversación con Pietro, aunque eso era lo último que deseaba en el mundo.
—Señor Chevanov —Ángelo emplea un tono formal y firme al hablar—. Espero que esté disfrutando de la noche.
—Como nunca antes —es un señor de mediana edad, probablemente unos cuarenta o cincuenta años, tal vez un poco más—. Los casinos no decepcionan a nadie.
Cuando su mirada se posa en mí, Ángelo rompe el agarre en nuestras manos y cruza su brazo por detrás de mí cintura, apegándome a su cuerpo.
—Le presento a mí novia, Daphne Lennox —Soy consciente de como el rostro de Pietro se endurece y sonrío con suficiencia.
—Una belleza de mujer —dice el señor Chevanov—. ¿No lo crees, Pietro?
—Completamente —responde él.
—Es un placer conocerlo —respondo con una sonrisa educada.
—El placer es todo nuestro al estar aquí —responde.
—Bueno, los dejo para que sigan disfrutando, la noche es joven señores —Ángelo se despide con un asentimiento y luego solo nos alejamos.
Me siento aliviada cuando atravesamos la sala, hasta el sitio en donde las mesas de póquer se encuentran.
—¿Eres buen jugador? —inquiero.
—Más que bueno, aprendí de mi padre. Él era un maestro en los juegos de azar.
—Oh, que modestia posees.
—Si soy bueno en algo, creo que debo hacerlo saber, ¿no lo crees?
Los hombres que se encuentran sentados alrededor de la mesa, al notar la presencia de Ángelo lo invitan a sentarse.
—Bueno pues estaré encantada de comprobar esas habilidades —reto.
Ángelo se desabrocha el traje, aceptando la invitación de los hombres en la mesa y yo me coloco detrás, observando el juego.
Mirarlo poner un semblante serio mientras observa las cartas, causan una sensación extraña en mi interior.
¿Realmente estaba saliendo con Ángelo Lombardi?
Aparto la mirada del juego tan solo un poco para mirar el lugar, y arqueo una de mis cejas cuando observo a mi mejor amiga coquetear con Franco.
—No es cierto —susurro con diversión.
Él parece completamente eclipsado por Jodi, y no es para menos, el impresionante vestido negro que mi amiga porta es suficiente para captar la atención.
Cuando vuelvo la atención a la mesa de juego, me sorprende ver que Ángelo parece haber ganado la partida.
—¿Satisfecha?
Ni siquiera sé cómo ganó, pero lo hizo.
—No volveré a dudar de nada de lo que digas —aseguro.
Pasamos el resto de la noche entre bebidas y bocadillos, en cierto punto Franco se reúne con nosotros y Jodi viene con él, parece que incluso se llevan mejor de lo que pensé.
Pasamos largas horas en el casino, eso es seguro. Y no nos retiramos hasta que el importante Alek Chevanov lo hace, y junto con él Pietro.
—Realmente tuve que hacer un esfuerzo por no golpearlo —dice Ángelo mientras subimos a nuestro auto.
—No es lo suficientemente importante como para que lo hicieras, mucho menos en un evento tan importante para ti.
—Cualquier idiota que se atreva a insultarte, es lo suficientemente importante como para romperle la cara —asegura.
Extiendo la mano para tomar una de sus manos, entrelazando nuestros dedos.
—Gracias, en verdad. Ha sido una noche increíble, me la pasé muy bien.
—Me alegra saberlo, ese era mi propósito al invitarte a venir —asegura—. Me alegra que lo hayas disfrutado, Daph.
Tomo una corta inhalación, apoyando mi cabeza en su hombro. Él se acomoda, permitiéndome adoptar una postura más relajada, el cansancio se apodera de mi cuerpo así que cierro los ojos.
El sueño comienza a pesarme y sospecho que puedo quedarme dormida aquí mismo, cuando creo que el sueño va a ser inevitable, Ángelo dice algo, algo que me hace retener la respiración y apartarme con brusquedad.
—Te quiero, Daph —susurra casi tan bajo que parece un sonido inaudible—. Es una locura, ¿no? Quererte en tan poco tiempo.
—No es una locura —musito con la emoción explotando en mi pecho—. Y si lo es, entonces somos unos dementes.
—¿Lo somos?
—Claramente, porque yo también te quiero, Ángelo.
Justo en ese momento, su mirada se ilumina, brilla de una manera en la que no lo he visto antes. De una manera en la que siempre he esperado que alguien me mire.
Y él lo está haciendo, lo está haciendo justo ahora.
Coloca las manos a los costados de mi rostro y solo me besa, y me pierdo en él, me pierdo en la sensación cálida que nos envuelve, en la explosión de sensaciones intensas porque, sin duda alguna, es una locura.
Ambos hemos caído ante el otro, las armaduras se esfuman y los misterios desaparecen.
Solo somos nosotros, perdiendo completamente la cabeza el uno por el otro.
__________________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro