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7

Las únicas ocasiones en las que Adara se había sentido poderosa fueron cuando tenía una daga en la mano. Recordó a Dionysius enseñándole pacientemente, él había aprendido de otro ratero también, los años en las calles lo habían pulido como maleante. A pesar de que Dionysius se sentía orgulloso por su gran habilidad para el robo, Adara se sentía culpable, realmente culpable. Pero era distinto cuando sus víctimas eran grandes señores, robaba y reía, después de todo ellos no estaban perdiendo nada que no les sobrara.

En una ocasión vio como uno de los lores insultaba a uno de los vendedores en Bonmouth, el pobre hombre ni siquiera se atrevía a alzar la mirada, Adara sintió compasión, tanta compasión que no dudó en ir tras aquel sujeto estirado, lo siguió sin que él siquiera se diera cuenta.

Aún no había oscurecido del todo cuando ella lo retuvo, detrás de un callejón y le colocó la daga en la garganta, el hombre estaba tan sorprendido que ni siquiera supo cómo reaccionar.

—Tu dinero —dijo, su voz sonando imperativa. El hombre intentó forcejear pero entonces ella apretó el filo de la daga, para fortuna de ella, aquel sujeto era menudo, de modo que no hizo esfuerzos en alcanzar su yugular, hizo un pequeño corte en modo de advertencia, cuando habló, lo hizo con voz temblorosa.

—Ppor favor... Solo déjeme ir —dijo suplicante. Por supuesto que ella lo soltó, después de haberle sacado los billetes y un reloj de oro.

—Cuide sus palabras la próxima vez, mi lord — dijo ella antes de clavarle la daga en el muslo. El hombre gimió y ella aprovechó ese momento de debilidad para huir. Adara eligió esa zona porque sabía que no resultaría en una herida mortal, de hecho, ni siquiera fue una estocada profunda.

Carosso se había molestado tanto, recordó que habían estado encerrados durante casi dos semanas, todo para evitar llamar la atención de los guardias, quienes la estaba buscando. Dionysius y Elise se quedaron junto a ella también, pero no parecían molestos.

Adara se acurrucó en la cama, la soledad le agradaba antes porque sabía que al despertar, encontraría a alguien más, pero ahora, se había quedado sin nadie.

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Contó: llevaba tres días encerrada en aquella habitación. Había intentado rememorar lo sucedido momentos antes de haber caído inconsciente, habían guardias, lucían paralizados pero no recordaba el resto y a decir verdad, le costaba creer que ella había hecho eso.

Tras retirarse de la sala del trono, un guardia la condujo a través de varios pasillos hasta llegar a aquella recámara, tuvo los ojos vendados durante todo el trayecto, para evitar que memorizara el camino, supuso, no querían que escapara. Seguía siendo una prisionera.

Se sorprendió cuando aquel primer día halló su abrigo tendido en la cama. Revisó los bolsillos, encontró el viejo tomo que estaba leyendo antes de salir de su hogar, halló también la daga que Elise le había regalado, la embargó la tristeza, se sintió así durante horas hasta que finalmente se cansó de ello, cada vez que ocurría eso se sumía en su lectura o imaginaba cosas que no pasarían jamás. También le habían entregado ropa, los vestidos parecían estar limpios aunque viejos.

Había una pequeña ventana en lo alto de una de las paredes, la luz que se colaba por allí era tenue pues una vez más, el cielo se veía oscurecido como si estuviese preparándose para una tormenta. Tan grande era el poder del rey que era capaz de hundir a un reino entero en la oscuridad, este pensamiento estremeció a Adara ¿De qué otras cosas sería capaz? Sin importar la respuesta, ella sintió que no quería tener nada que ver con aquel hombre.

Un guardia le dejaba una lámpara cuando le traía la cena, no la apagaba ni siquiera mientras intentaba dormir. Una segunda puerta en la habitación conducía al baño, se quedaba en el agua por más de media hora, el cuerpo dejaba de dolerle allí.

Adara intentaba despertar de nuevo aquella “habilidad" pero simplemente no podía. Aprovechaba las ocasiones en los que algún guardia se acercaba y se concentraba en obligarlo a hacer algo: levantar una mano, caminar en alguna dirección, en una ocasión estuvo tentada a obligar a uno a golpearse a sí mismo, no pudo lograrlo, inclusive le dejaba dolor de cabeza. Lo sospechaba pero en aquel punto, estaba casi segura de que todo había sido un mal entendido.

Para ella, esos tres días se resumían en: pensar, llorar, leer y comer. Apenas pudo dormir, inclusive antes de la muerte de Elise, eran pocas las ocasiones en las que conciliaba un sueño tranquilo.

El cuarto se sentía vacío. Las sábanas eran demasiado finas y daban poco abrigo por las noches. Los guardias le dejaban comida tres veces por día, a pesar de su apetito ella apenas probaba bocado.

Llegó a pensar que se quedaría allí por un largo rato pero al tercer día, los guardias volvieron a cubrir sus ojos con vendas. La tomaron de los brazos y una vez más, la condujeron a un destino desconocido.

El recorrido pareció durar casi media hora, Adara sintió que la llevaban por los mismos pasillos pero hubo un cambio, estaba subiendo escalones, los guardias la aferraban con fuerza, oyó el crujir de unas puertas al abrirse, entonces le quitaron las vendas.

Frente a ella, con un vaso de cristal en una de las manos, se encontraba el rey Aletzander. No estaban en la sala del trono, la habitación parecía funcionar como un despacho. Junto a ella, los guardias se fundían en pronunciadas reverencias, a pesar de su aversión hacia aquel hombre, realizó una breve reverencia y notó que el monarca parecía satisfecho.

—Pueden retirarse —habló el rey, dirigiéndose a los guardias, estos se retiraron inmediatamente.

Las pequeñas lámparas en las paredes servían como única iluminación, las cortinas estaban totalmente cerradas. Tal vez moriría aquel día, pensó.

El rey se apoyó en el escritorio, se veía tan relajado y a la vez algo en él te alertaba de que no era alguien en quien confiar. Su piel pálida contrastando con la chaqueta negra que llevaba, cadenas doradas colgando horizontalmente de esta, vestía totalmente de negro y esto le daba un aspecto aun más intimidante.

—¿Has tomado una decisión ya? —habló, su voz sonaba con aspereza, como si no hubiese despertado hace mucho.

—No puedo tomar una decisión sin conocer las consecuencias —dijo Adara, no bajó la mirada en ningún momento.

—Bien —respondió Aletzander, pausadamente. Dejó el vaso sobre el escritorio y volvió su mirada hacia Adara, parecía evaluarla, como si ya hubiese esperado una respuesta parecida. Transcurrieron varios segundos antes de que volviera a hablar, el corazón de Adara latía temeroso de lo que pudiera decir—. Pero debes saber que una vez que lo sepas, no habrá vuelta atrás. Por ahora, puedes decir sí o no.

—¿Qué pasará si digo que no?

—No tendría sentido mantenerte con vida —respondió, sus ojos carecían de emoción alguna.

—Entonces está muy confiado de mi respuesta —dijo ella, sin dejarse intimidar. Aletzander alzó la mirada, tras un trago a su bebida, decidió ser directo.

—Quiero que descubras los secretos de mis enemigos, quiero que me ayudes a destruirlos. A cambio tendrás poder, te daré la oportunidad de obtener venganza y un lugar entre mis consejeros.

El tono con el que lo había dicho, como si no fuese algo que necesitara en realidad, alertó a Adara. Sabía que con tanto misterio, el rey podría ganarse a mucha gente en su contra pero no esperaba que aquello le importase, supuso que era demasiado orgulloso para preocuparse por ello, había estado equivocada. Pero allí, en aquel momento, temió. Él era demasiado inteligente, podría fácilmente sacar provecho de ella, tal vez planeaba utilizarla como un cebo.

— ¿No terminaría eso en mi muerte también? La única diferencia es que tendría que esperar más.

Él no lo negó. El silencio se había vuelto un arma de doble filo, el rey parecía repentinamente excitado con el tono desafiante de Adara, pero para ella no era ningún juego, ella era consciente de que él podría engañarla, él estaba aprovechándose de su debilidad, ofreciéndole venganza cuando sabía perfectamente que aquello era lo que más deseaba. El rey dio unos pasos más hacia ella, la rodeó como había hecho en días anteriores, no quería admitir que aquel hombre la intimidaba, se detuvo a su espaldas, se estaba tomando el tiempo para atormentarla, un escalofrío la recorrió, lo tenía demasiado cerca, sintió su aliento contra su cuello cuando le susurró:

—¿Cuál es el motivo por el que deseas seguir viva? —preguntó—
Ahora, sientes que ya no tienes nada, vives y solo sientes pena, ya no sabes si hay algo por lo que valga la pena seguir —Adara cerró los ojos— Dejame responder a la pregunta, deseas venganza. ¿O no?

¿Podía ser que la entendía? Aquel hombre parecía conocer la debilidad de todo el mundo, ella sabía que intentaba manipularla y sin embargo, tenía tanta razón. Aquel era su único motivo. Si su destino era morir, entonces moriría por una causa. Pero no pensaba aceptar tan fácilmente.

—¿Aceptarás entonces? —presionó el rey. Sus pasos resonaron en el silencio cuando este se colocó frente a Adara. La distancia entre ambos era mínima, él la rebasaba en estatura, la miró expectante de su respuesta, parecía levemente divertido, como si se tratara de un juego.

—Antes debe responder a una pregunta —habló ella— ¿Cuáles son sus enemigos? —Aletzander profirió un suspiro molesto.

—Lo sabrás en su momento.

—Debo saber contra quiénes podría enfrentarme.

—Traidores... Monstruos, tal vez —dijo, como si le quitara importancia al asunto— Pero debes saber que si me traicionas, morirás —su mirada se oscureció. Adara creyó que lo de los monstruos era broma.

Ambos guardaron silencio, en aquel instante Adara pudo confirmar, él la necesitaba, no a ella, necesitaba su “supuesto poder". Supuso que querría mantenerla controlada. La expectativa del poder se tornaba tentadora y no podía negarlo.

—Solo aceptaré con las siguientes condiciones —respondió ella tras un largo silencio, la molestia era perceptible en su voz— Sé que usted solo planea usarme.

—No estás equivocada —respondió él rápidamente, con los ojos cerrados como si estuviera cansado.

—Pero no me trate como si fuese un objeto de su colección, no seré sumisa —respondió ella—. Si me está dejando vivir es porque me necesita, está realmente desesperado —el placer brilló en sus ojos al darse cuenta de que Aletzander parecía ofuscado— Aceptaré si a cambio me deja ser quien acabe con el asesino —hizo una pausa— También me tratará como a su igual, al menos cuando estemos solos —siguió con tranquilidad —No espere que lo obedezca en todo lo que ordene.

Él se tomó el tiempo para pensarlo, ninguno de los dos apartó la mirada, en el interior de Adara, algo quemaba con ansiedad.

—Dame tu daga —dijo él, suavemente. Ella no supo cómo la había descubierto, de todas formas no pensaba utilizarla pero ¿Y si creía que había ido a intentar matarlo? Ella no respondió así que él hurgó en los bolsillos de su vestido, la daga lucía más peligrosa en sus manos.

Tomó la mano derecha de Adara, su piel morena contrastando con la piel pálida del monarca. Tan repentino que no tuvo tiempo de predecirlo, el rey apretaba el filo de la daga contra la palma de su mano, un dolor profundo la sacudió. No evitó el grito ahogado que brotó de su garganta. El rey sonrió tenuemente para sí mismo, ella notó que también tenía un corte en la mano, parecía inmune al dolor.

Se alejó de Adara y se acercó a su escritorio, hurgó en uno de los cajones y tomó un pañuelo con el que se secó la sangre, no le ofreció uno a Adara, quien seguía sosteniendo su mano adolorida, controlando las lágrimas.

—Hemos hecho un pacto de sangre —dijo como si le restara gravedad al asunto—, desde ahora estás obligada a guardar el secreto de nuestro trato, si no cumples, morirás —su mirada se oscureció al pronunciar aquella última palabra—. Te espero mañana.

Sus miradas se cruzaron una última vez antes de que ella comprendiera y se marchara, preguntándose en qué se había metido.

Ni siquiera habían transcurrido unos minutos y ya quería deshacer aquel trato.
















¡Hola!
Espero que estén disfrutando de esta historia tanto como yo disfruto escribirla. ¿Qué les parece hasta el momento? Por supuesto que pueden dejarme sus opiniones en comentarios o al dm. En lo personal, estoy muy ansiosa por escribir todo lo que pasará jsjshs pero no quiero apurarme y mucho menos dar spoilers :/

Hey hey, agradecería mucho si recomendaran esta historia con algún amigo/a al que crean que podría llegarle a gustar, muchas gracias💖

Sientan confianza de interactuar conmigo cuando quieran. ¡Gracias!💖💖

(Muchos corazones jsjsjs)

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