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16

Físicamente, Aletzander estaba en la sala del trono pero su mente se encontraba en otro lugar.

Era un niño de nueve años cuando su madre se despidió de él, tan pequeño y él ya lo sabía, la perdería y no podía evitar culparse a sí mismo.

"Lo siento por ser un monstruo"
"Lo siento por no poder salvarte"
"Lo siento, mamá"

El pequeño Aletzander era muy distinto entonces, pero ahí había empezado todo. El gran cambio.

Él no supo, nunca entendió el por qué del que ella hubiese accedido a aquel vil trato con el demonio, no lo supo hasta que Cinthya le explicó, después de todo, ella había sido su única amiga e inclusive luego de su muerte, había continuado con sus cuidados hacia Aletzander, como le había prometido. Él no la odiaba, realmente no lo hacía, simplemente no confiaba, para él, confiar era un lujo que podría costarle muy caro.

Su madre había sido demasiado inocente, había caído en un engaño, un engaño que más tarde acabaría en su muerte. Tenía sentido, él pensó, nadie le vendería su alma al mal estando consciente, ella simplemente había estado desesperada, demasiado desesperada y había tomado la primera oportunidad que le habían ofrecido.

Aletzander no era normal, para nada.

Desde que supo, dejó de culparse tanto a sí mismo, su odio por su progenitor creció. Fue por él y su ambición que ella había caído en la desesperación, fue por él y su deseo irrefrenable de poder, a él realmente no había llegado a importarle lo que sucediera con ella, su reina, la mujer a la que supuestamente amaba.

En Edere, los herederos no ascendían al trono hasta que trajeran al mundo un primogénito, asegurando así la siguiente línea de sucesión. Su madre había tenido varias pérdidas, había quedado destrozada tras la muerte de su primer hijo, el primero que había logrado sobrevivir más allá de los siete meses, pero había nacido demasiado débil, demasiado, no logró vivir más allá de las tres semanas de nacido.

Entonces allí estaba Aletzander, el niño maldito, por él su padre había logrado ascender, por él había muerto también. Él se había hecho con el poder, se convirtió en una excepción y aquella había sido su pequeña venganza, pero el precio a pagar fue demasiado caro.

Oyó las puertas del salón abrirse, dando paso a su gran invitado del día, era momento de iniciar con el interrogatorio.

No había ninguna luz que pudiese colarse a través de las ventanas, sus sombras se esparcían de nuevo por el reino. Tenían algo que buscar, una misión que cumplir.

Frente a él, Arem se sumía en una reverencia. Habían sido amigos en un pasado que parecía ya muy lejano, habían sido amigos en su anterior vida, antes de convertirse en lo que era ahora. Pero las cosas habían cambiado, ya ninguno de los dos eran las mismas personas, habían dejado de ser inocentes hace tiempo, mucho tiempo.

Con su mano derecha, despachó a los otros guardias, quedando solos los dos, en el silencio de aquel enorme salón.

—¿Me ha llamado? Mi Rey —habló Arem, sumido en una reverencia. Aletzander pudo notar un poco de tensión en su voz, no parecía ser miedo, sino más bien incomodidad. El monarca profirió un sonido parecido al de una risa, parecido, porque no llegaba a serlo, no del todo.

—No es necesario fingir que me guardas algún respeto —respondió sarcástico —. Levantate, Arem. —dijo con tono imperativo.

Arem hizo lo que se le ordenó, Aletzander se sintió complacido al notar que sus palabras habían picado en él, por supuesto que aquello le había molestado.

—Siempre tan obediente —sonrió.

—No he cambiado nada —Arem respondió pícaro.

—Cuando eras pequeño no solías decir mentiras —Aletzander arremetió automáticamente, la mirada de Arem se había oscurecido, había dado con algo pero no sabía con qué. Él esperaba descubrirlo pronto —. ¿Realmente has estado en Kerar?

—Por supuesto que sí, su Majestad —no dudó en responder —. ¿He hecho algo para despertar sus sospechas? -en su rostro se reflejaba el enojo, más bien, algo parecido a la molestia de ser visto como un mentiroso.

—No lo sé... —Aletzander dijo frívolamente —Prefiero que tú mismo te lo cuestiones. Si no es mentira, entonces dime por qué tu viaje no ha sido documentado.

El rey pudo ver a Arem apretando la mandíbula, sin dudas, aquella pregunta le había resultado inesperada, Aletzander por su parte, siempre lo había encontrado sospechoso.

—Perdí los documentos —dijo finalmente —, pero viajé con un compañero de la guardia, él es suficiente testigo —Aletzander rió forzosamente.

—No confío en las palabras —arremetió —. En un mundo en el que todo es posible...

—Basta Aletzander—Arem no contuvo el filo de su voz —. ¿Es por eso que tu sirviente ha estado espiándome?

Aletzander lo miró con burla.

—Para nada, estás subestimándote —respondió sarcástico —. Ella está loca por ti —se levantó del trono y se dirigió a las puertas, pero antes, se detuvo junto a Arem —, pero ten cuidado, es demasiado buena con la daga.

Dicho esto, se retiró, dejándolo solo. Aletzander realmente había querido sacarle más, pero no sabía si era el momento, más preguntas hubiesen revelado más de lo que él hubiese querido. Subió las escaleras y se encaminó al despacho, deseoso de no ser interrumpido en su soledad.

Adara salía de la cocina cuando se topó con Arem saliendo de la sala del trono, se acercó a él instantáneamente, movida por la curiosidad.

—¿Te ha dicho algo? —preguntó.

—Probablemente tú sepas más que yo —ella frunció el entrecejo, había interpretado aquello de muy mala forma.

—Si en verdad lo crees, realmente no lo conoces —respondió bruscamente y se alejó, pero antes de dar tres pasos, Arem la detuvo del brazo.

—No quise decirlo de ese modo, disculpa —en su mirada se reflejaba la sinceridad —. En realidad, hay algo de lo que quiero hablar contigo —se relamió los labios —. Es sobre esa muchacha, ni siquiera recuerdo su nombre —pero Adara ya sabía que se refería a la muchacha que habían salvado—. Sé que mi madre siente que está haciendo lo correcto, pero quería pedirte que...

—Lo sé —ella lo interrumpió, consciente de que le pediría que la observara —. He estado haciéndolo. —dio media vuelta y se fue, aún ofendida.

Había entendido aquellas palabras. Entonces Arem también creía que era la amante del rey, a sus ojos se había vendido. Se sorprendió a sí misma de lo mucho que le importaba aquello, no debería.

Subió las escaleras con cuidado, teniendo en cuenta que llevaba consigo la bandeja del té. Abrió la puerta del despacho, afortunadamente no había nadie vigilándolo, pero se topó con un rey bastante malhumorado.

—¿Qué quieres?

—Su té —ella dijo fríamente.

—Déjalo aquí y vete —señaló el escritorio. Adara hizo caso a lo primero e intentó marcharse pero por algún motivo, su mano se detuvo en la perilla de la puerta. Oyó una risa ronca a sus espaldas.

—¿Hay algo más que te llame la atención en esta habitación? —dijo Aletzander, su voz sonaba sarcástica de nuevo.

Adara decidió que el silencio era la mejor respuesta, antes de plantearse decir algo abrió la puerta y salió.

Luego lo callaría, haría que se tragase cada burla, ella estaba segura de que lo lograría aunque no sabía cómo. Finalmente se libraría de él.

Se topó con un alboroto abajo, en medio del camino, su corazón latió con fuerza al ver a Lord Estrevea allí junto a Celestine, tres guardias que no parecían tan contentos siguiéndolos. Adara volvió a la segunda planta y tontamente (porque había sido lo primero que se le ocurrió) se resguardó tras una de las cortinas.

Esperó varios minutos allí, casi no pudo oír nada pues la distancia no se lo permitía del todo, sin embargo pudo notar la insistencia del señor y la negativa continua de los guardias. Cuando creyó no oír nada, salió de su escondite y su alivio fue enorme al no ver a sus antiguos empleadores allí abajo. Bajó con prisa, aún un poco temblorosa, se paralizó de nuevo al escuchar que alguien la llamaba a sus espaldas.

—Oye, tú —dijo uno de los guardias. Adara lo ignoró y siguió su camino.

En la cocina, se encontró con la muchacha a la que Arem y ella habían salvado. Ya casi se había acostumbrado a su presencia, sin embargo su carácter silencioso la perturbaba de cierta manera. Ella estaba allí, amasando el pan y a decir verdad, parecía disfrutar de la labor.

Cinthya entró al lugar, se veía algo tensa, llevaba un sobre dorado en las manos.

—Vaya, lo han solucionado rápido. —dijo, sin dirigirse a nadie en especial.

—¿A qué te refieres? —preguntó Adara.

—Los Estrevea —la miró a los ojos brevemente. Su relación había mejorado pero no habían vuelto a hablar como antes, continuó mientras tomaba ciertos ingredientes de la alacena —, su hija se casará con un rico mercader.

Adara se sintió paralizada de nuevo.

—¿Cuál mercader? —inquirió Adara.

—¿Cuál había sido el problema? —preguntó la otra muchacha al mismo tiempo. Era la primera vez que Adara la oía hablar.

—Supongo que les urgía cubrir el escándalo con algo —respondió Cinthya con el ceño fruncido de duda —. Después de todo, son aristócratas y en circunstancias normales le hubiesen llovido candidatos pero lastimosamente pasó aquello —Adara contuvo su molestia ante aquel comentario —. Se casará en dos días, con Castor Bringfield —dijo y se acercó a la joven frente para juzgar su trabajo con la masa de pan.

Adara salió y se dirigió rápidamente a su habitación. Imaginar a Celestine comprometida con alguien a quien no amaba le dolía, sobre todo porque era consciente del sufrimiento que le traería. No era algo que le deseaba a su amiga.

Buscó en su armario algún conjunto de ropa cómoda para aquella noche, se zambulliría e iría a ver a su amiga aunque fuese la última vez en mucho tiempo, porque no estaba dispuesta a dejarla así nada más. Si en algún punto tuviese la oportunidad, se acercaría de nuevo. Si alguna vez tuviese la oportunidad de librarla de sus ataduras, lo haría.

Sería un secreto, a aquellas alturas, Adara guardaba ya varios, uno más no sería molestia. El rey era demasiado soberbio para notarlo, demasiado confiado para dudar de su propia voluntad. Ella aprovecharía aquella debilidad, lo quebraría.

Cuando lo había visto tan atormentado aquella vez en su despacho, había supuesto que se debía al asesinato de aquel niño, pero no, era su propia vida la que le preocupaba. Ella descubrió que estaba atemorizado, le temía a la muerte. El rey de Edere no era el ser más valiente, aunque a decir verdad, siempre lo había sospechado. Su armadura comenzaba a caer de a poco y ella se burlaba internamente porque prefería aquello antes que verlo como humano. Ella también temería en su posición y de hecho, admitía comprenderlo aunque no lo veía merecedor de empatía alguna.

Pero a menudo se preguntaba lo que ocurriría si aquel demonio tomaba la corona. Sin embargo ella estaba segura, cien por ciento segura; cuando eso ocurriera ella ya estaría muerta. Y Aletzander también.

Apenas debían ser las dos de la tarde, afuera estaba oscuro y hacía frío, aunque no tanto como en otras ocasiones. Se preguntó si aquello era correcto, se preguntó si valía la pena correr el riesgo.

————————————————

Más tarde, el rey la había llamado.

Agazapado en el sofá, en medio de su habitación, parecía embriagado pero apenas eran las cinco de la tarde.

El horario de trabajo de Adara ya había terminado.

—¿Me has llamado? — tras aquella noche había optado por tratarlo de manera más personal, como muestra del respeto que nunca le había guardado en realidad.

Él ladeó la cabeza y la miró de reojo. Algunos mechones de su cabello rubio se colaban en su frente, dándole un aspecto más desordenado. Se veía demasiado relajado, prácticamente desinteresado, su camisa roja estaba desembotonada de tal modo que dejaba ver su clavícula. Frente a él, sobre una mesita, se encontraba una pila de libros. Aunque no eran más de cinco, algunos de ellos tenían un gran volumen.

—Llévatelos —dijo él con desánimo.

—¿Hay alguna intención oculta tras esto?

—Por supuesto —él sonrió y tomó el pequeño vaso junto a los libros. Estaba bebiendo aunque Adara no sabía bien qué —, son para que los leas —dijo tras tragar — y aprendas.

Las cortinas estaban cerradas, sin embargo la iluminación era demasiado buena, nada parecido a las lamparitas que utilizaba en su recámara. Así que Adara se acercó y pudo observar los títulos, dudó. En realidad dudaba de todo lo que provenía de él.

Por los títulos podía adivinar que trataban temas como la magia antigua, prohibida. Libros de historia. Había uno que se titulaba exactamente “Brujería". Un título poco original y a la vez muy poco visto.

Adara hizo ademán de tomarlos, pero antes observó a su alrededor. Nunca se había dado cuenta de que esta habitación, no parecía encajar con él. Todo allí daba la impresión de ser delicado, suave. No parecía pertenecer al rey, no realmente. Lo miró un momento, él tenía los ojos cerrados y ambos brazos a los lados del respaldo del sofá. Parecía tan... Exhausto, casi frágil, de nuevo.

—¿Estás planeando matarme? —lo oyó decir.

—Aún no —ella respondió luego de unos segundos. Él rió, Adara casi se había acostumbrado a aquel sonido tan extraño, todo era extraño si provenía de él.

—Entonces podré dormir tranquilo —sonrió—. Por ahora —abrió los ojos y la miró con algo parecido a la curiosidad.

Ella frunció el entrecejo, tomó los libros y se marchó rápidamente.

Adara realmente no era muy buena con las palabras, casi siempre se quedaba sin saber qué decir. Ella prefería la acción, prefería la venganza de las cuchillas y el ardor de la sangre, podía sonar brutal, lo era pero ciertamente se le daba mejor. Algún día, tal vez no pronto, ella misma le enterraría su daga.

Sin nada que hacer, se enfrascó en la lectura. De todas formas tendría que esperar hasta bien entrada la noche.

Leyó sobre cosas que ya sabía, como que Sverra había sido dividida en siete reinos y cada uno había sido entregado a un valiente guerrero libertador, habían sido siete en total, entre los que no solo se encontraban inmortales sino también humanos. Y por supuesto, también descubrió información nueva, como que Kerar solo había tenido un rey desde el nacimiento del reino, un mismo rey que no era considerado un ser inmortal pero tampoco un humano. Ella ni siquiera comprendía, pero al parecer había sido producto de una maldición.

Así, estuvo pendiente de su lectura, disfrutando aquel momento de tranquilidad, aunque había comenzado a sentirse ansiosa. Media hora antes de lo que había acordado, comenzó a prepararse.

Había conseguido un pantalón negro, un tanto ajustado aunque supuso que cómodo. Optó por la camisa que había utilizado hace días cuando acompañó a Aletzander, las mismas zapatillas de cuero que utilizaba diariamente. Pero lo infaltable era su capa negra, tan negra que podrían confundirla con la noche. Se hizo un rodete improvisado y se subió la capucha. Su reflejo no le interesaba.

Probablemente eran más de las diez de la noche pero no importaba, llevaba consigo su daga y no temía.

Aquella noche la hacía sentir nostálgica, se sentía pequeña y a la vez valiente.

Estaba lejos de ser la Adara de hace cuatro años. Estaba lejos de ser la Adara de hace un mes, pero sin importar el ser en el que se convertiría pronto, sus sentimientos hacia su amiga nunca habían cambiado, se dijo a sí misma que aquella sería una despedida.

Miró al palacio una última vez antes de emprender su camino.












                         💖

Hey, siento un poco de vergüenza de regresar después de más de una semana pero me sentía muy extraña xD

El plan inicial era hacer otra cosa con este capítulo pero después me di cuenta de que solo sería relleno y era mejor agregarlo como “recuerdos" o cosas por el estilo. Ciertamente extrañaba a Zander y a Adara.

Muchas gracias a las personas que han llegado hasta acá. ¡Gracias por leer esta historia!
El 08 de mayo cumplió un mes de haber sido publicada y yo espero ansiosamente seguir publicando para demostrarles todo lo que ocurrirá, que tal vez el desarrollo les parezca algo lento pero en lo personal, es el ritmo perfecto porque lo que ocurrirá y no planeo soltarles todo como un baldazo de agua fría, tengan paciencia :')

En cada capítulo quisiera mostrarles alguna cosa relacionada a esta historia, así que hoy les daré una curiosidad.

En principio Aletzander no se llamaba Aletzander sino solo Zander lol
Pero me pareció cool agregarle el Alet ya que Aleksander/Alexander es muy común y me parecía una variación un poco original, además tenía en mente llamarlo Zander de todas formas jajajajsjs (mucho jajauaudusygkgihj)
En realidad esta historia está inspirada en algo que se me ocurrió hace un año pero que nunca me animé a escribir, bueno bueno, creo que aún no era el momento.

Pero en aquel tiempo había decidido que Zander y Aureen serían la pareja principal, aunque terminé cambiando Aureen por Adara :)

Hey, no tiene nada que ver pero últimamente he estado leyendo Una Magia más Oscura, no está en Wattpad :( pero ciertamente ME TIENE FASCINADA. De repente me enamoré de Kell y De Lila, últimamente ya casi no me fijaba en personajes literarios y llegaron ambos😭😭💖
Sorry, necesito fangirlear.

¡Hasta la próxima actualización!
Espero ser puntual y no tardar tanto como esta vez :D

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