Me senté a hacer mis deberes. El móvil comenzó a vibrar. Lo miré. Había recibido un mensaje de un número desconocido: tres emoticonos de cañas de pescar. Me reí.

"Azuleima: Hola, giganta.

Ishtar: Hola, enanita.

Azuleima: ¿Ocurre algo?

Ishtar: No, sólo que no tenías mi número.

Azuleima: Vale, ya lo he guardado.

Ishtar: ¿Y qué haces?

Azuleima: nada importante. Iba a estudiar. Pero seguro que termino dibujando algo. ¿Y tú?

Ishtar envió una foto de un dibujo que estaba haciendo, un león repleto de colores: No termina de convencerme.

Azuleima: Está desproporcionado por la derecha.

Pero a parte de eso es maravilloso.

Ishtar: Deberías venir a mi casa para enseñarme a arreglarlo.

Azuleima: Estoy estudiando.

Ishtar: Pero vas a terminar dibujando tanto allí como aquí.

Azuleima: Quizás otro día.

Ishtar: Está bien.

Azuleima: ¿A qué tanto interés en que vaya?

Ishtar: Ya te lo he dicho.

Azuleima: Ahora mismo nadie me está torturando, puedes descansar tranquila.

Ishtar: Ya, bueno, también está el hecho de que eres hermosa."

Me sonrojé. Qué tía más directa.

"Azuleima: Tú no te andas con rodeos, ¿eh?

Ishtar: En la cárcel de menores debía tener cuidado para que nadie me hiciera daño. Fuera de ella tengo que alejarme de la gente porque me miran con miedo. Tú has sido la primera persona que no me ha mirado así en mucho tiempo.

Azuleima: Me has ayudado.

Ishtar: Aún así...

Bueno, te dejo estudiar, enanita.

Azuleima: Ishtar.

Ishtar: Dime.

Azuleima: ¿Nos vemos mañana?

Ishtar: Vale.

Azuleima: Si te llevas el dibujo te enseño cómo arreglarlo.

Ishtar: Vale. Gracias, enanita.

Azuleima: A ti, giganta"