El respeto por los muertos es algo que su madre le inculcó, No molestes a los muertos Clark, ellos ya fueron juzgados por Dios, si los molestas, te irá mal, bueno, su madre estaría muy decepcionada a decir verdad, pero nadie puede culpar lo, las personas hacen estupideces por amor, como atrapar el espíritu de su esposo muerto en su anillo de bodas.

-Cariño, creo que no deberías comer eso, a Alfred le dará un infarto- se quejo Bruce sentándose en la mesa

-Alfred no dirá nada- respondió- te regañara a ti por estar en la mesa

-Literalmente no puedo ensuciar la mesa, no puedo ensuciar nada- se defendió, aunque aun así terminó por bajar de la mesa

Clark liberó una pequeña risa viendo a su esposo desaparecer, por supuesto, ante el mundo, Clark Wayne es un Alfa viudo, heredero de una gran fortuna, y en pocas palabras, el nuevo soltero cotizado de Gotham y Metrópolis, pero detrás de las puertas de la mansión, sigue siendo el esposo de Bruce Wayne, no puede decir que es sencillo porque no lo es, quisiera gritarle al mundo que su esposo está con él y que aun después de la muerte se siguen amando, pero no es posible, una de las primeras reglas que le dieron durante el ritual es El muñeco no puede salir de la casa, si lo hace entonces solo será un muñeco, debe quedarse donde la esencia de Bruce exista, es lo que le dará vida, tenía razón, Clark alguna vez intenté sacarlo pero en cuanto Bruce puso un pie fuera de la casa se desvaneció, se convirtió en un muñeco de trapo que golpeó el suelo, era cierto, su vida ahora estaba confinada a cuatro paredes.

-Señor Wayne- lamentablemente no todos los miembros de la familia comprenden esto- es momento de recargar el muñeco

-Alfy, ¿aun no aceptas que soy yo?- la voz inquieta de Bruce vino desde el regazo de Clark, donde se acurruca besando el cuello de su pareja

-No puedo aceptar algo que no es verdad- antes de su muerte, Alfred siempre merodeaba por la mansión, con una sonrisa en los labios, cafe o te en su bandeja, era amable con todos, contaba historias e incluso le dirijia la palabra, ahora es diferente planea regresar a Inglaterra, aun no lo expresa verbalmente pero Bruce lo ha visto preparar sus maletas, sus boletos incluso, prepararlo todo para su viaje, ya no es el mismo, su brillo murió junto a su hijo, pero el mayordomo tiene sus razones para sospechar, para comenzar este Bruce tiene una mirada diferente, es como si viera tu alma, deambula por la mansión durante las noches en silencio, no de esa forma adorable en la que su hijo solía hacerlo, sino de una forma que te hace erizar los vellos, la manera en que besa a su esposo parece que desea devorarlo, y quizá lo está haciendo ha perdido mucho peso aun cuando come toneladas, duerme demasiado y tiene dolores de cabeza, para recargarse necesita ser encerrado en un ataud del sótano, con sangre de dudosa procedencia y justo debajo del esqueleto reconstruido de su hijo, no se parece a él, es un cuerpo sin vida y se supone que crea que es de esa cosa monstruosa de donde su hijo retoma fuerzas, no es natural, no es correcto, no puede simplemente fingir que esto es normal, sin embarlo la moral no le permite abandonar a su familia de esta manera.

-Alfred, soy yo, solo mírame, soy yo- aseguro al bajar del regazo de Clark

-Iré a preparar la cena

Bruce simplemente formó un puchero, uno que no pasó desapercibido por su pareja, por supuesto el Alfa camino a este para abrazarlo de la cadera y beso sus labios en busca de hacer que se sienta mejor, claro Bruce le regaló una sonrisa y se abrazó a su hombre.

-Tranquilo ya se adaptara- murmuró besando sus labios

-Espero que sí, pero puede ser incómodo

-Bruce lo incomodamos cientos de veces cuando nos descubria teniendo sexo, supongo que es el carma

Esto hizo al ojiazul reír y golpear su pecho, realmente ama a este hombre, por supuesto su esposo terminó por cargarlo y ambos bajaron a la cueva, el sitio donde ahora se encuentra su ataúd, necesita recargarse aunque esto es solo temporal, eventualmente ya no necesitará ser cargado, su muñeco tendrá suficiente de su energía como para subsistir sin esta necesidad.

-No me gusta estar aquí- se quejo cuando este lo acomodo en el ataúd

-Es temporal y estaré a tu lado- aseguró tomando su mano

-Lo sé, te amo por eso

Recargar es un momento de vulnerabilidad, así que no lo dejaría solo, pues cuando esto comienza Bruce desaparece y el muñeco que su alma utiliza como nuevo cuerpo aparece, Clark aún no comprende cómo es que esto funciona o a dónde es que su alma va cuando el muñeco aparece, quizá solo se oculta en su interior o regresa al cielo, su madre dice que las almas están en el cielo, pero no sabe si es que les dan el permiso de ir o venir, tampoco puede preguntar, es curioso como incluso si Alfred se niega a verlo como su hijo, sigue colocando un plato en la mesa para él, sigue preparando sus platillos favoritos y su café en las mañanas, aunque ultimamente a estado un poco más gruñón que de costumbre, sin embargo ninguno esperaba que realmente enloqueciera.

-Alfred, crei que hacias la cena- estaba confundido en especial por el extintor en sus manos

-Lo lamento amo Wayne, pero esto es por su bien- señaló segundos antes de usar el extintor contra él para inmovilizarlo y en cuestión de segundos, Alfred cargo el muñeco y se echó a correr

-¡ALFRED ESPERA!- alarmado se levantó para correr tras él- ¡ALFRED, DEVUELVELO!- pero no lo hizo, solo siguió corriendo para alejarse de lo más posible de él

-Es por su bien, debe ver que esto es solo un muñeco, no es Bruce, no es mi hijo..

-Alfred, no lo hagas- pero no escucho y cruzó la puerta de entrada.

Las puertas de la mansión fueron abiertas de golpe y dos muñecos cayeron al suelo, uno de ellos vestido con un traje clásico Britanico y el otro con un traje casual color azul, Clark se quedó en silencio paralizado, viendo a ambos muñecos en el suelo, hace algunos años atrás Alfred sufrió un infarto, dos días después Bruce apareció en la casa con un muñeco de tamaño real y una bruja o chamana, aún no sabe qué es, y dos días después Alfred estaba preparando el desayuno como cada mañana, con un suspiro Clark camino para levantar ambos muñecos, besar la mejilla de Bruce y regresar a la casa, subió al ático y recostó a Alfred en su ataúd, antes de bajar a dejar a Bruce, siguió su camino hasta la sala de estar, encendió el televisor y se dispuso a descansar, media hora después los pasos del mayordomo se escucharon caminando por las escaleras.

-La cena está lista- informo segundos antes de escuchar la voz de Bruce

-En ese caso vamos a cenar

-Por supuesto chicos, es momento de cenar- cualquiera diría que lo que hace esta mal, pero no importa, su familia está unida, su familia está viva y ciertamente el comer cada noche junto a dos muñecos de trapo rellenos de especias y sangre, no es algo que le moleste, no es algo que lo haga amarlos menos, después de todo el amor es incluso más fuerte que la muerte.