Kirus y la luna...
KIRUS Y LA LUNA
Érase una hermosa noche de primavera.
La luna llena volcaba todo su esplendor en el bosque, brindándole un aire misterioso y seductor.
El silencio se escuchaba a gritos...
De pronto, ese silencio fue quebrado... el crujir de algunas hojas, el murmullo de otras, dieron al bosque un aliento saltarín y juguetón, que duró unos pocos minutos.
El silencio reinó otra vez, pero ya no era el mismo. Se olía miedo... se escuchó un gemido saliendo de una garganta que luchaba para no gritar...
La luna se asomó entre los árboles y lo vio... era Kirus.
Se encontraba solo... con el rabito entre las patas y las orejas caídas, sus redondos ojos miraban a uno y otro lado, como buscando algo...
La luna sonrió. Kirus resultaba un perrito simpático... era chiquito, peludito, blanco y con manchas negras alrededor de su hocico, y olfateaba el aire con timidez. Temblaba...
Todo él invitaba a ser acariciado, a ser mimado...
La luna misma se sintió atraída por lo que extendió dos largos y delicados rayos hacia el desvalido perrito, y lo envolvió en un cálido abrazo. Kirus siguió temblando, gimiendo, hasta que decidió abandonarse y dejarse abrazar. Se sintió seguro y nuevamente querido.
Y el aire del bosque volvió a cambiar... ya no había miedos... volvieron el misterio y la seducción, a los que se agregó la complicidad...
De pronto, un aleteo y la brisa colándose entre las ramas, rompió nuevamente el silencio, mas Kirus no sintió miedo... su amiga era la reina de la noche... ¿Qué podía temer???
Sin embargo comenzó a temblar cuando se vio frente a una pareja... sus amos... Los que lo habían abandonado estaban allí...
Haciendo caso omiso de la luna, se precipitaron con alegría hacia Kirus, colmándolo de besos y abrazos.
¡Qué bien se sentía Kirus!!!
Mas no quería alejarse de su nueva amiga y menos por aquellos que lo habían abandonado...
La luna, que todo lo ve, que todo lo sabe pero que todo lo calla, le recordó su aventura: Estaba la pareja en la sala iluminada apenas por la tenue luz de la luna, que entraba por la ventana. Se miraban a los ojos y revivían los felices momentos compartidos.
Kirus jugueteaba con una mariposita de la luz... la perseguía... Y cuando ella voló hacia afuera, él la persiguió, saliendo por la rendija de la puerta... Quería atraparla...
Fue así que al seguir un juego que parecía divertido... se perdió...
Kirus entendió y volvió feliz con sus amos, pero cada noche iba al encuentro con la luna, quien muy coqueta, lo esperaba con diferentes vestidos y hasta desaparecía por algunos días, para volver a aparecer de a poquito, más brillante y más grande cada día, hasta convertirse en la espléndida luna que Kirus conoció aquella noche.
Desde entonces Kirus y la luna se encuentran cada noche, disfrutando de la amistad que surgió a partir de una travesura...
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