Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5

Tras la reunión se marcharon a casa, y yo llamé a mi amiga Willow, la que dirigía la farmacéutica clandestina.

- Han aceptado. - fue lo primero que dije.

- Perfecto, la semana que viene empezaremos. Ten todo preparado. - ordenó.

Yo asentí, a sabiendas de que ella no me podía ver, y colgué. Justo después, un empleado entró en mi despacho requiriendo mis servicios, y a ese le siguió otro y otro y otro y así todo el día.

Al terminar estaba agotado: había sido de todo menos un día agradable. Pero conseguí hacer acopio de las fuerzas suficientes para parar en una tienda de animales antes de llegar a casa. Sabía que el Rottweiler seguiría allí, mi hermano era así y nunca me escuchaba, así que le compré un bozal, una correa metálica, un collar normal y un collar estrangulador. Por lo menos ahora me sentiría un poco más seguro.

Al entrar por la puerta dejé la bolsa en el suelo y me tiré sobre el sofá sin ningún cuidado. Fuera, ya se había hecho de noche.

- Hola. - me dijo mi hermano, muy sorprendido.

Lo había pillado a punto de esnifar "azúcar" (como me decía cuando era un niño) y no supo cómo reaccionar.

- En mi casa no. - le dije a Elliot.

- Alice está dormida.

- Pero yo estoy despierto.

Tenía los ojos cerrados, agotado por el esfuerzo del día. Mi hermano, en cambio, parecía que no había hecho nada en toda la jornada más que dar un paseíto.

- Alice tuvo que coger un taxi. - protestó.

- Yo llegué tarde a la reunión. - contesté.

Él no me hizo caso y esnifó la droga. En la encimera todavía quedaban restos.

- ¿Qué hay en la bolsa? - preguntó.

- Cosas de perros. También hay champú. Ya puedes lavarlo, que da asco verlo.

- Joker está bien, no le hace falta que lo bañe. - se rio.

El perro, que hasta entonces dormitaba en la alfombra, levantó la cabeza al escuchar su nombre.

- Me voy con mi mujer. - dijo él.

Elliot subió las escaleras y yo abrí los ojos para mirar al perro. Me levanté y le cambié aquella cuerda asquerosa que llevaba por collar por el que le había comprado, uno metálico y elegante. El perro no hizo nada, es más, parecía contento de que alguien le prestara atención. Lo miré a los ojos. Parecía que me iba a tocar bañarlo a mí.

Pensé en meterlo en la bañera, pero la idea me pareció repugnante, así que lo llevé al pequeño jardín de atrás y lo bañé con la manguera. El agua estaba helada, pero el perro ni se inmutó.

Lo sequé con una toalla de playa y él sacó la lengua contento.

- Ala, ahora eres tolerable. - le dije.

Entré en casa con la intención de encerrarlo en el jardín, pero me miró con carita de pena y le dejé entrar. Total, la alfombra blanca ya estaba hecha un asco.

***

Me desperté en el sofá, por el sonido de cazuelas en la cocina. Me senté y miré asustado mi reloj.

- Tranquilo, es domingo. - dijo Alice desde la cocina - Deberías relajarte, no es bueno ir con prisas a todas partes.

Me froté los ojos. De todas formas hubiera deseado haberme despertado antes.

Me levanté y vi que tenía todo el traje arrugado. Ella se dio cuenta de que estaba pensando en eso.

- Podrías llevar ropa normal, no sería el fin del mundo, ¿sabes? - dijo.

- Me gusta ir elegante.

- Te gusta presumir. - rio.

- Las dos cosas.

Estaba subiendo las escaleras para cambiarme de ropa cuando ella me detuvo.

- Ha llamado tu madre.

Yo la miré muy sorprendido.

- ¿De verdad?

- Sí. Bueno, en realidad quería hablar con Elliot, pero me dijo que te dijese que cuidases de él.

Puse una mueca de enfado.

- ¿Qué ocurre? - preguntó, sorprendida.

- Nada. - gruñí.

Subí dos peldaños más. Ella me volvió a detener.

- En un rato estará lista la comida.

- No tengo hambre. - contesté.

- Ayer ni desayunaste ni cenaste, y me imagino que tampoco comerías. ¿Cuánto tiempo llevas sin pegar bocado? - preguntó preocupada.

- Creo que el jueves desayuné un café y dos galletas.

Ella no podía creerlo.

- Así estás, débil y agotado. ¡Tienes que comer! ¡Ahora mismo! Por eso estás tan delgado. ¡No es sano!

- No tengo hambre. - repetí.

- Pues te sientas a hacerme compañía.

- ¿Qué pasa con Elliot? ¿No te puede acompañar él?

- Ha salido y dijo que no volvería hasta por la noche.

No contesté y me fui a vestir.

Me miré en el espejo de mi baño. Estaba delgado, pero tampoco tanto, o por lo menos eso me pareció. También necesitaba un corte de pelo.

De pequeño solía llevar el pelo a lo Jim Morrison, pero ahora, que era mayor y tenía un empleo serio, necesitaba otra imagen si quería triunfar, así que me lo cortaba mucho.

Me afeité, me vestí y me eché colonia. Sonreí. Sí, era un poco presumido.

Después volví a bajar las escaleras y me senté a la mesa a hacer compañía a Alice. Ella había hecho tallarines con salsa de tomate y salchichas. El olor hizo que la boca me empezara a salivar y se me abrió de nuevo el apetito. Las tripas me rugian.

- Sabía que tenías hambre. Y hambre de calorías, y no esas lechugas y tomates y demás porquerías.

Me puso un plato delante y me sirvió sin que yo dijera nada. Sonreí.

- Mi tía solía hacer así la pasta. - dije.

- Hombre, por fin un familiar al que no odias. - rio - Deberías sonreír más a menudo, te sienta bien.

Yo comí en silencio.

- No los odio. - dije después de un rato.

- ¿Um? - Alice tenía la boca llena.

- A mis padres, no los odio.

- ¿Entonces? - dijo al tragar - ¿Por qué pusiste esa cara cuando te dije que tu madre había llamado?

- Ella no me llama a mí. Bueno, lo hace, pero solo dos veces al año: por Navidad y por mi cumpleaños. El año pasado ni eso. Y hoy llama, pero preguntando por Elliot. Pero siempre ha sido así, ya estoy acostumbrado. - enrosqué más tallarines en mi tenedor.

- ¿Tienes celos? - se rio.

- No, tú no lo entiendes. No son celos... son... No sé qué es la verdad. - bebí - Para ellos sólo existe un hijo: Elliot Peeters.

- Sigo creyendo que son celos.

- Ellos siempre se han preocupado más por Elliot que por mí. Él siempre estaba jodiéndolo todo, y mis padres detrás de él. Pero a pesar de eso, lo querían y lo siguen queriendo mucho más que a mí. - dije - Te pondré un ejemplo: yo fui campeón de natación de la región de Valonia y quedé de segundo en el nacional. Al salir de la piscina, tras quedar segundo no había nadie para darme la enhorabuena. ¿Sabes dónde estaban? Pagando la fianza de Elliot porque lo habían pillado conduciendo borracho y bajo el efecto de las drogas a 170 km por hora.

- ¿Tú nadas? - preguntó sin creerlo.

- Ya no. No quise volver. ¿Y cuando me rompí el brazo trepando a un árbol o cuando descubrí que era alérgico al látex sabes quién me tuvo que llevar al hospital?

- ¿Eres alérgico al látex? - se rio.

- No te pienso contar cómo lo descubrí. - me reí y sonrojé un poco - Mi tía, porque mis padres estaban hablando con el director, cuando fue lo del brazo, y acompañándolo a un centro de rehabilitación cuando fue lo del látex. Nunca me dijeron que estaban orgullosos de mí por lo que había logrado ni me felicitaron cuando conseguí el premio al emprendedor del año. Ni siquiera intentaron detenerme cuando les anuncié que me venía al Reino Unido. Simplemente les soy indiferente.

Terminé de comer, y vi que Alice me miraba con pena.

- ¿Es por eso que odias a Elliot?

- Entre otras cosas. Pero de eso culpo más a mis padres. Es difícil de comprender para un niño que sus padres no le quieren.

- Tienes tomate en la nariz.

Ella intentó limpiarme pero yo me aparté y lo hice por mi mismo. Ella no pareció enfadarse.

Después me levanté y recogí los platos.

- ¿Tomamos postre? - pregunté.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro