* 8 *
Isa vio partir a Dante aquella madrugada y esperó que las chicas salieran, Lulú y Elsa iban a irse ya cuando esta las detuvo.
—Lulú, vete sola por hoy —pidió—. Necesito hablar con Elsa.
Trini se veía más contenta que de costumbre, y no podía parar de pensar en como Dante había logrado que su ánimo cambiara por completo. Sin embargo, no pudo evitar sorprenderse ante aquel pedido. Isa cerró el burdel y la llevó consigo hasta su despacho, lugar al que no mucha gente accedía.
Allí Isa no era Isa, era otra persona, con otro nombre, uno que Trini no conocía. Porque allí nadie conocía a la persona tras el personaje de Isa.
La mujer se sentó, se aflojó el cabello y se sacó los tacos.
—¿Qué hay con Dante? —preguntó.
—Nada... ¿por? —quiso saber Trini.
—Ha acaparado todo tu tiempo, Elsa. Viene todos los días a primera hora y se va al cerrar. Tengo a varios clientes enfadados por eso, sobre todo a Ramón. Ya no se conforma con Lulú, te quiere a ti...
—Sí, pero... Dante también es un cliente, ¿no? Paga lo que debe pagar y todo eso —dijo la muchacha con frialdad. Sabía que ese momento llegaría.
—Sí, lo hace. Pero no me conviene tener clientes insatisfechos, Elsa. Y menos a Ramón, es una persona importante, tienes que hacer un espacio al menos para él.
—Está bien... ¿Eso es todo? —preguntó la muchacha.
—Cuidado con enamorarte —dijo Isa viéndola a los ojos—. Te dije que Dante era un buen candidato para eso y no me lo creíste. Si te enamoras, acabarás con tu vida, Elsa.
—No estoy enamorada de Dante —afirmó Trini—. Es solo... un buen amigo.
—Uno no se acuesta con los buenos amigos, Elsa —dijo Isa levantándose y caminando por la habitación.
—Me acuesto con él porque es un cliente —dijo Trini mintiendo.
—No te relaciones con los clientes fuera de la cama, Elsa. Te estoy diciendo esto porque te tengo mucho aprecio. Sé que todas a tu edad sueñan con que llegará el príncipe azul que las rescatará de esta vida. Lo sé, porque yo también estuve allí —afirmó—. Pero es muy doloroso cuando te das cuenta que no es así, cuando caes en cuenta de que nadie se jugará por ti, nadie te elegirá, al menos no para ser la oficial. ¿Me explico?
—Lo entiendo...
—Siempre te he dicho que nosotras no estamos hechas para ser más que la amante o la otra. Lo sé, Dante fingirá estar enamorado de ti, vendrá a verte todos los días como ya lo está haciendo, pronto empezará a pensar que tiene derechos sobre ti, se pondrá celoso cuando sepa que estás con otros clientes. Te querrá solo para él, y te hará creer que eso es por amor, porque no te quiere compartir. Luego, tú esperarás que él se decida, que él te saque de aquí o te regale un anillo, pero él nunca lo hará ¿lo entiendes? Y es muy probable que fuera de aquí ya tenga una novia o una prometida, puede que incluso ya esté casado. Cuando tú descubras eso, él tratará de prometerte que todo cambiará, que dejará a la mujer por ti, pero eso nunca será así, ¿lo comprendes? ¡Nadie quiere a mujeres como nosotras para pareja! ¿Cómo crees que te presentará a su madre o a su abuela? ¿Cómo crees que te presentará a su padre o a sus hermanos? ¡Entiéndelo! Lo hago por tu bien, si no te das cuenta a tiempo sufrirás...
—Lo entiendo, de verdad —dijo Trini al percibir la tristeza en las palabras de Isa. Hizo un silencio y las palabras de Dante retumbaron en su mente, cada quién habla por su propia experiencia. ¿Acaso Isa había vivido aquello?
—Bien, sé que eres una chica inteligente —dijo la mujer.
—Pero en serio, Dante no es más que un amigo —afirmó Trini para darle tranquilidad—, y para que estés tranquila, lo estoy ayudando a relacionarse con la chica que le gusta.
Isa no respondió y se quedó en silencio por un buen rato.
—Le dirás a Dante que deje de venir al menos una vez a la semana. Necesito que estés con Ramón y con algunos clientes que piden por ti.
—Lo haré —susurró Trini sintiendo el sabor amargo correr por su garganta. Se sentía feliz desde que Dante la venía a ver todas las noches.
Salió del burdel sin poder evitar pensar que sus estados de ánimo parecían una bandera en un día de viento, ondeaban de un lado para el otro y la llevaban de aquí para allá. Suspiró y caminó por la calle oscura y silenciosa. Hacía frío, eran las cuatro de la mañana y ella no tenía sueño. Al día siguiente tenía día libre, lo había pedido porque necesitaba descansar y estudiar, prepararse para el próximo examen para que no le sucediera lo mismo que con Pereira.
A lo lejos ya se escuchaban los primeros sonidos de las aves anunciando el amanecer, sin embargo, todavía estaba oscuro. Caminó más lento que de costumbre, sumida en sus pensamientos, como si la vida se le pusiera en cámara lenta. Pensó en el profesor, en qué sería lo que le pediría a cambio si hubiera aceptado el trato. Imaginó a Dante estudiando con Priscila, se preguntó si la chica sería capaz de ver la hermosa persona que descansaba tras ese montículo de grasa, deseó que así fuera, él se merecía ser amado y feliz. Pensó en Isa, en cuál sería su historia y ese dolor tan grande que había percibido en su pecho.
Y entonces sintió una mano en su hombro. Se detuvo en seco, estaba a solo cinco cuadras del burdel, pero había tomado un camino distinto ya que Lulú se había marchado y a ella le daba miedo atravesar sola ciertas partes de la ciudad.
—Qué gusto verte al fin —susurró Ramón en su oído, su hedor a alcohol era inconfundible—. Me tienes abandonado, bebé —añadió.
—Ahora ya me estoy yendo a descansar —dijo ella con firmeza—, pero puedes venir mañana y estaré para ti —añadió.
—Me ha contado un pajarito que tienes un cliente fiel que nos ha robado tu atención —murmuró el hombre besando su cuello, Trini tuvo ganas de vomitar.
—Pasado mañana estaré libre para ti, lo prometo —aseguró.
Una cosa era atenderlo en el burdel, donde tenía la protección de Isa, otra muy distinta era enfrentarse sola a aquel hombre en plena madrugada.
—¿Estás segura o solo quieres librarte de mí? —inquirió el hombre pegando sus caderas al trasero de Trini—. Te necesito —jadeó.
—Y me tendrás... pasado mañana —prometió sin perder la calma. Isa les había enseñado a manejar esa clase de situaciones.
El hombre pasó con lujuria sus manos por su cuerpo, y ella lo dejó hacer mientras buscaba algún sitio al cual escapar si no podía deshacerse de él enseguida.
—Estoy pensando si dejarte ir o llevarte conmigo...
—No soy de tu propiedad, no puedes llevarme si no quiero —añadió alejándose.
—¿A que sí? —dijo él con una sonrisa autosuficiente.
—Si te acercas a mí, me pondré a gritar —amenazó Trini alejándose un poco más—. Estoy segura que alguien me escuchará —añadió la muchacha y pateó una piedra para que golpeara un tacho de basura de hierro que estaba cerca.
—Me encantas cuando te pones arisca —dijo el hombre con burla acercándose a ella.
Los perros del vecindario empezaron a ladrar tras aquel sonido metálico, y una ventana se abrió.
—¡Aléjate! —gritó Trini.
—¿Qué sucede allí? —La voz gruesa de un hombre tras una cortina trasparente se sintió.
—Vete o le diré que llame a la policía —advirtió Trini con firmeza.
—Ya nos veremos, bebé —dijo Ramón antes de marcharse.
Su tono sonó agresivo y amenazante hizo que le temblaran las entrañas. Él era agresivo y posesivo en el sexo, pero respetaba las normas de Isa. ¿Estaría a salvo con él?
El hombre salió de la casa vestido en una bata.
—¿Estás bien? —inquirió desde su casa.
—Sí... estoy bien —admitió la muchacha—. Muchas gracias...
—¿Necesitas que llame a alguien para ir a casa? —preguntó el hombre. Había escuchado una pelea que pensó que era de pareja, pero la muchacha parecía asustada y el hombre que estaba con ella, se veía amenazante.
—¿Trini? —la voz de Dante y su figura corpulenta surgieron tras el hombre parado en el umbral.
—¿La conoces? —inquirió su padre.
—Sí... —dijo Dante y salió a la calle—. ¿Estás bien? ¿Qué sucedió? —preguntó.
—Dante —suspiró ella y lo abrazó—, era... un cliente... yo...
Y se echó a llorar.
—¿Por qué no pasan? —preguntó el hombre—. Dante, hazle un café o algo y cuando se sienta mejor acompáñala hasta su casa —dijo el hombre haciendo gestos.
—¿Quieres pasar? —quiso saber Dante—. No te ves nada bien...
Trini asintió, de pronto lo único que quería era estar en los brazos de Dante y llorar. ¿Era así de patética? Pensó para sí misma, pero no sabía de otro sitio donde se sintiera protegida.
El hombre la saludó y se presentó como Carlos, el padre de Dante. Luego, se despidió de ellos dejándolos solos en la cocina, dijo que dormiría un par de horas más.
Dante le sirvió a Trini un té de tilo, para que se calmara y se calentara el cuerpo. La muchacha temblaba, aunque no sabía si de frío o de miedo.
—Cuéntame qué sucedió —pidió el muchacho cuando ella al fin se tranquilizó.
Trini le contó lo sucedido y le comentó que gracias a su papá, Ramón se había marchado. Aprovechó y le dijo también que Isa quería que un día se encargara de sus otros clientes. Dante cerró un puño y golpeó la mesa al oír aquello, ya no quería ni podía imaginar a su dulce ángel pasando por aquel calvario.
—Tienes que hacerlo, Dante... si no tendré problemas... —suplicó.
—Yo... yendo allí y comprándote las noches, puedo protegerte, alejarte de Elsa... —musitó Dante.
—Lo sé, lo valoro... pero no es justo para ti, estás pagando por algo que no recibes y... yo no quiero hacer enojar a Isa —admitió.
—Yo pago por tu libertad —dijo Dante con seguridad—, tú mereces eso y mucho más, deja de decir que pago por algo que no recibo —añadió—. Me molesta que los hombres te vean como un objeto de su propiedad, me molesta que te usen y te tiren, que nadie se percate de tus luchas, Trini... Me molesta que un tipo te pueda violar en plena calle porque se cree con derechos sobre ti, me molesta que Isa no lo entienda...
—Tú mismo me has dicho que cada quién vive su realidad, ella cree que estoy enamorándome de ti —admitió—, y que eso me traerá problemas. Ya te lo dije, no cree en nada de eso...
—Pero... eso no es cierto, solo somos amigos —añadió el chico—. No hacemos mal a nadie...
—No, pero esta es la vida que me tocó, Dante... y si quieres ser mi amigo tendrás que aceptarlo —murmuró más con un tono de dolor que de amenaza.
El muchacho se acercó a ella y la tomó de la mano.
—Perdona si has entendido que me alejaría por tu estilo de vida. No te rechazo por ello y lo sabes, pero tú misma me has dejado saber que no estás a gusto con lo que eres, es por eso, que como amigo, yo quiero ayudar...
—Y te lo agradezco, pero por ahora, esta será la mejor manera de hacerlo... Solo un día, dame un día para cumplir con los clientes —pidió.
—Está bien, Trini, si tú así lo deseas...
—No lo deseo, pero ahora es lo que necesito —susurró.
Dante la besó en la frente, nunca lo había hecho, pero sintió la necesidad en ese instante. Trini sintió el calor de sus labios como un bálsamo sanador. Sus lágrimas comenzaron a caer de nuevo, aunque no sabía bien por qué, por miedo, por agradecimiento, por tristeza o alegría, por estar a su lado, por sentirse segura, por tener un amigo, por sentir que alguien en el mundo se preocupaba por ella.
—Ya no llores, eres un ángel, el más bello, no debes llorar —dijo el chico con una sonrisa.
—Un ángel caído —susurró Trini con tristeza.
—Un ángel al fin —murmuró Dante—. ¿Quieres dormir? ¿Quieres que te lleve a casa? ¿Quieres quedarte aquí?
—¿Aquí? ¿Qué diría tu padre?
—Nada, nunca dice nada —añadió encogiéndose de hombros—. Y tampoco me importa...
—Pero...
—Mi cama es grande, dormiremos, descansarás como te mereces —prometió.
—¿Y mañana?
—Mañana será otro día, haremos lo que quieras. Puedo acompañarte a tu casa a la hora que gustes o... quizás ir al cine o a comer algo...
Dante no supo por qué dijo eso, nunca iba al cine ni salía a comer en público, pero haría lo que fuera por hacerla sentir a gusto, por llevarla a un mundo diferente al que acostumbraba a vivir.
—¿No tienes nada que hacer mañana?
—Puedo tomarme el día para pasarlo con mi mejor y única amiga —dijo el chico guiñándole un ojo.
Trini sonrió. ¿Por qué no? ¿Por qué no regalarse un día diferente?
Entonces asintió.
—Me gusta la idea...
—Vamos, vamos a descansar ahora —dijo Dante y la guio a su cuarto.
La habitación era enorme, casi del tamaño de su departamento. La cama era amplia y tenía frazadas y sábanas tan blancas y mullidas que Trini pensó que estaba en un hotel de cinco estrellas.
—¿Podría darme un baño antes de dormir? —inquirió la muchacha—. Ramón... estuvo tocándome un poco y...
—Por supuesto que sí, ve por allá, te traeré una ropa para dormir y puedes usar las toallas que están en el segundo cajón de la derecha —añadió.
Trini ingresó al baño y pensó que eso más bien parecía una sala de estar. Era grande, lujoso, limpio y con aroma a lavanda. Se desvistió y se metió bajo una ducha que parecía masajearle el cuerpo y la piel. Sonrió, el agua tibia sonrojaba su piel y ella se sentía a gusto. Acabó de bañarse, se envolvió con la toalla que más bien le parecía un toallón de playa y salió a la habitación. Dante le pasó una camiseta de color blanco.
—Era mía, cuando pesaba unos cuantos kilos menos, pero aun así te quedará enorme —prometió—, está limpia y te servirá para dormir.
Trini volvió a ingresar al baño y se colocó la camiseta. Le llegaba casi hasta las rodillas y le sobraba mucha tela a los costados, pero se sentía cálida, con aroma a Dante mezclado con lavanda, aspiró entonces sin darse cuenta que aquel perfume le agradaba más de la cuenta, le sabía a seguridad, a calma, a cariño, a protección.
Salió entonces y Dante la observó. Era un ángel bello, más cubierta de lo que la había visto siempre, pero aún más hermosa. Envuelta en esa tela blanca que hacía juego con el color de su piel y su alma.
—Ven, vamos a dormir —dijo Dante haciéndole un espacio en la cama.
Ella se acostó a su lado sin dudar, y aunque él se dio vuelta como para darle la espalda, ella envolvió sus brazos y sus piernas por su cuerpo. Dante sonrió, se sentía bien, cómodo, a gusto.
Ambos hicieron silencio, era casi de día y el sol se colaba por la ventana intentando atravesar la pesada tela de la cortina. Ninguno de los dos se durmió enseguida pues cada uno por su cuenta saboreaba el olor del otro, el sabor de la calma, la quietud de la paz, y la temperatura de sus cuerpos unidos en un extraño y enredado abrazo.
Esa noche Trini soñó con su libertad, y Dante, emocionado por haber cumplido la fantasía de regalarle una noche de sueños serenos y limpios en un local alejado del burdel, durmió en paz.
Hola, se me descompuso el Photoshop por eso no puedo hacer las imágenes del principio, espero que les guste el cap :)
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