Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

* 7 *

Dante estaba parado frente a la puerta de la casa de Priscila, la chica le había enviado un mensaje de texto dándole la dirección y diciéndole que lo esperaba a las cuatro, para empezar el trabajo.

Se sentía nervioso, pero recreaba en su mente lo que había hablado con Trini y se la imaginaba a su lado dándole ánimos.

Priscila le abrió la puerta y le regaló una sonrisa de bienvenida. Era la primera vez que interactuaban cuando estaban cerca.

—Pasa, Dante —dijo la muchacha.

Dante ingresó a la casa, Priscila era una joven de clase media, cabellos castaños y estatura mediana. Tenía un par de ojos verdes que a Dante le parecían hermosos, no era delgada ni tampoco obesa, más bien parecía estar en su peso justo.

—¡Dante! —dijo una voz chillona desde la sala—. ¿Dante? —inquirió de nuevo.

Ambos voltearon a ver.

—¿Matías? —inquirió Priscila sin entender.

—¡Es Dante! ¿Qué hace Dante en nuestra casa? —preguntó el niño dando unos brincos de emoción. Dante lo entendió de inmediato, ese niño seguía su canal.

—¿Es mi compañero? ¿De dónde lo conoces? —quiso saber la muchacha confundida ante la eufórica reacción de su hermanito.

—¡Es famoso! —explotó el chico acercándose—. ¿Puedes firmarme un autógrafo, Dante? —quiso saber—. Cuando se lo cuente a Julián y a Alberto no me lo van a creer —dijo mirando a su hermana mayor.

—Sí... claro —susurró Dante algo nervioso. Como si no fuera suficiente tener a Priscila enfrente.

Dante tenía muchos seguidores en su canal, en su mayoría niños y adolescentes fanáticos de los juegos, pero no solía topárselos en las calles porque siempre evitaba andar por lugares públicos, así que no se acostumbraba a esas reacciones.

—¡Tómanos una foto, Pris! —pidió su hermano dándole el celular.

Ella lo hizo, sin acabar de comprender lo que estaba sucediendo.

Cuando el niño salió corriendo y alborotado con su celular y el autógrafo de Dante, Priscila lo miró con asombro.

—¿Y eso? —preguntó.

—Tengo un canal de videojuegos —explicó Dante.

—¿Gamer? —inquirió la muchacha y Dante asintió—. ¿En serio eres famoso?

—Bueno, eso depende... —respondió Dante.

—Mira, no me lo imaginaba ni por asomo —comentó ella y sonrió—. Bueno, compañero famoso, ¿qué tal si nos ponemos a trabajar?

Dante sonrió y la siguió. Al parecer, no iba a ser tan difícil.

Priscila sacó los apuntes, algunos libros y el trabajo comenzó. Él se sentía nervioso por el solo hecho de tenerla cerca, su aroma, el calor de su piel, su cabello cayéndole sobre el rostro, sus ojos verdes perdidos en la concentración de aquello que estudiaban. Se veía hermosa.

—Creo que esto nos llevará tiempo —dijo Priscila—. ¿Quieres algo de comer? —preguntó, pero Dante negó con la cabeza. No iba a comer delante de la chica—. Pues yo sí, aguárdame.

Pirscila salió de la sala de estudios donde estaban y él se quedó solo. Pensó que le hubiera gustado tener el número de teléfono de Trini para poder contarle que las cosas iban bien y que no había sucedido nada de aquello que temía. Quizá porque no había tenido tiempo de pensar en ponerse nervioso, gracias a la intervención del hermanito de Priscila.

La muchacha regresó con un sándwich y siguieron trabajando por un par de horas más.

—Ya no doy más, Dante —dijo Priscila al tiempo que cerró de golpe su libro—. Gracias por explicarme esos puntos que no entendía, ahora lo tengo más claro. ¿Por qué no habíamos estudiado juntos antes? —inquirió y él solo sonrió—. ¡Eres un genio!

—Gracias... —susurró él.

—¿Quieres que continuemos pasado mañana? —preguntó y él asintió.

Se despidió de ella y salió con una sonrisa enorme pintada en el rostro. Después de todo, Trini parecía haber tenido razón.

Fue a su casa, se bañó y se preparó para ir a ver a su amiga, estaba ansioso por contarle todo lo que había sucedido en su tarde.

***

Trini, por su parte, no tuvo un buen día. Había dado un examen y no le fue tan bien, su abuela se había enfermado de gripe, por lo que había pasado muchas horas con ella y no pudo estudiar como debía.

El profesor Pereira, la llamó esa mañana al término de su clase.

—No te fue bien en el examen —dijo y ella bajó la vista—. ¿Has podido estudiar? —inquirió.

—No... no mucho —respondió la muchacha con vergüenza.

—Es por... ¿tu trabajo? —quiso saber el hombre.

—No... yo... nunca dejo que eso influya en mis notas —explicó la muchacha—. Mi abuela está enferma y... pues he tenido que quedarme con ella unas horas.

—Lo entiendo...

El profesor Pereira se levantó de su despacho y dio unas vueltas por la clase, parecía querer decirle algo, pero no lo hacía. Trini se sintió nerviosa.

—Yo... bueno... Le agradezco su preocupación, prometo prepararme mejor para el siguiente parcial.

—Es importante que obtengas buenos promedios este semestre, así conseguirás un buen lugar para hacer tu pasantía —argumentó.

Ella lo sabía, pero no entendía la preocupación del maestro.

—Lo sé... prometo que mejoraré.

—Voy a darte otra oportunidad, Catrina —dijo el hombre con voz decidida—. Te volveré a tomar el examen en una semana. ¿Crees que tendrás tiempo para estudiar?

—No tiene por qué hacerlo —dijo ella levantándose nerviosa. Para Trini, esa clase de beneficios de la mano de un cliente, siempre venían con algo que pagar luego—. Yo... no quiero beneficios —explicó.

Lulú y las demás chicas, siempre recibían regalos y beneficios de los clientes, lo disfrutaban y aprovechaban esas situaciones, pero a ella no le agradaba. No quería deberle nada a nadie y mucho menos a un cliente, que luego le cobraría de otra manera.

—Escucha... —dijo Pereira acercándose a la muchacha. Trini sintió miedo—. No es lo que piensas —aclaró—. Solo... quiero ayudarte...

—No necesito su ayuda —dijo Trini algo molesta—. Prometo estudiar y prepararme mejor para el siguiente examen. Se lo agradezco, profesor, pero... no es necesario.

El hombre negó con la cabeza y ella salió de la clase. Se sentía sucia, molesta, inquieta. Samuel quiso saber qué quería el profesor, pero ella no le respondió. Siguió de largo y fue hasta el baño de mujeres, para tomarse unos minutos a solas.

Dejó derramar algunas lágrimas. ¿Acaso su vida sería siempre así? ¿Nadie podría verla como alguien diferente?

No ingresó a ninguna de las siguientes clases, y decidió ir a su casa, darse una ducha, dormir un rato y luego ir junto a su abuela.

Esa noche, acostumbrada ya a esperar la llegada de Dante. Lo recibió con los brazos abiertos, sin palabras de por medio y con lágrimas en los ojos.

—¿Qué sucedió? —quiso saber Dante y ella le relató lo acontecido.

—Es un profesor, el que te había contado... es un cliente de aquí. Me fue mal en el examen y quiso darme otra oportunidad. Eso no se hace con nadie, ¿lo entiendes? Seguro iba a cobrarme por ello... Es horrible que las personas asuman esas cosas, Dante. Me siento tan... ¿puta? ¡Y eso es lo que soy!

—Calla, Trini... No digas eso de ti —dijo el chico y la abrazó. Trini lloró en su pecho—. Pero... ¿estás segura que tenía otras intenciones? —preguntó Dante.

—¿Por qué otro motivo un profesor reemplazante querría ayudarme? ¿Por qué solo a mí?

Dante no dijo nada, ella tenía razón.

—Oye, yo diría que estudies esa materia más de lo que acostumbras, así le demuestras que no necesitas de su ayuda...

Trini aceptó, se secó las lágrimas y lo miró.

—¿Cómo te fue a ti? —quiso saber.

La sonrisa de Dante apareció en su rostro y ella supo que las cosas habían salido bien. Dante le contó sobre la reunión con Priscila y cómo nada de lo que había temido había sucedido.

—¿Has visto? Te dije que solo tenías que ser tú, Dante... —dijo ella con una sonrisa.

—Pues... gracias a ti —respondió él.

—Cuéntame cómo es esa chica —pidió la muchacha.

—Es... bonita —susurró Dante sonrojado—. Tiene los ojos verdes más hermosos que haya visto jamás —añadió—, parece simpática y agradable.

—Suenas tan enamorado —susurró Trini.

—Bueno... enamorado no lo sé, pero me gusta desde hace mucho tiempo.

—¿Te imaginas con ella? —quiso saber Trini.

—¿Imaginarme cómo?

—Pues... no lo sé, siendo pareja, casándose, planeando un futuro...

—No he llegado tan lejos —murmuró—. Ni siquiera podía imaginarnos hablando —añadió y comenzó a reír. Trini lo siguió.

—¿Crees en el amor? —quiso saber la muchacha.

—Supongo que sí —respondió—. Nunca me he enamorado, no sé lo que significa amar a alguien de la manera en la que nos muestran las películas.

—¿Ahora no estás enamorado?

—Bueno... me gusta Priscila, me gusta mucho...

—Es un inicio —dijo Trini asintiendo—. Además, has venido hasta aquí y has hecho cosas solo para hablar con ella, creo que es un buen inicio...

—Sí, en eso tienes razón —admitió Dante—. ¿Tú?

—Yo no sé. Por un lado quiero creer que existe, mi abuela y mi abuelo se amaron por muchos año, son mi ejemplo. Pero... esto es todo lo contrario al amor —dijo señalando su entorno.

—El sexo y el amor deberían ir de la mano, ¿no? —admitió Dante—. Al menos eso es lo que nos venden.

—Yo creo que el sexo destruye el amor —admitió Trini—. Es una teoría que tengo —afirmó—, nunca se lo dije a nadie, pero... pienso que es así.

—¿Por qué?

—Pues... no lo sé. Todos estos hombres que vienen aquí, muchos casados, muchos con novia. ¿Qué clase de amor es ese? ¿Por qué buscan en otro lado? ¿Acaso lo que tienen no les es suficiente?

—Comprendo...

—¿Crees que podría existir una relación de amor sin sexo? —inquirió.

—No lo sé. No sé mucho de amor, Trini —aclaró Dante—. Y nada de sexo —añadió con una sonrisa que a ambos les causó gracia—. A veces me siento como un adolescente confundido, se supone que a esta edad ya debí haber aprendido más cosas sobre la vida.

—No hay reglas en el proceso de vivir, cada quién descubre las verdades o mentiras de la vida en su propio tiempo. Algunos mueren sin descubrirlas —añadió.

—Puede ser...

—¿Sabes? Te contaré un secreto —dijo Trini. Ambos estaban acostados uno al lado del otro, pero entonces la muchacha se sentó y colocó sus brazos sobre el estómago de Dante, para poder mirarlo a la cara—. No te rías.

—No lo haré —prometió Dante divertido por la forma en que ella se había colocado sobre él, de una manera tan natural.

—A veces fantaseo con encontrar el amor, alguien que me ame como soy. No quiero mentirle, quiero que sepa quién soy y qué he hecho durante este tiempo, que me perdone por ello y que... me dé una oportunidad. Alguien con quien huir a mi lugar seguro, que se quede a mi lado y me respete. Alguien que pueda ver... a Trini, no a Elsa...

—¿Por qué crees que no lo puedes conseguir? —preguntó Dante.

—Tengo un amigo, Samuel. Ha estado enamorado de mí por años y me lo ha hecho saber. Al inicio me gustaba, pero me di cuenta que no podría ser. Nunca podría contarle lo que hago, se desilusionaría de mí. ¿Cómo podrías iniciar una relación con alguien desde la desilusión? —preguntó ella encogiéndose de hombros.

—Aun así, pienso que esa persona está allí, en algún lugar —aseguró Dante.

—Isa dice que el amor no existe para nosotras, que siempre seremos la otra, el relleno, la amante...

—No creas todo lo que dice Isa, la gente habla desde su experiencia...

—Cuando fantaseo con ese amor adolescente, me pregunto si mi pareja aceptaría no tener sexo...

—¿Una relación platónica? —quiso saber Dante y luego se echó a reír.

Trini lo siguió con las risas.

—Algo así —admitió luego—, sé que no tiene sentido, pero creo que me sentiría más segura. Me da miedo que estando con alguien que amo, en la cama, volviera a aparecer Elsa. ¿Me explico? Yo... nunca he hecho el amor, Dante.

—Lo entiendo... Pero el otro día me dijiste que cuando estaba Elsa no estaba Trini, y viceversa. Dijiste que cuando Elsa trabajaba, mandabas a Trini a su lugar seguro. Cuando estés con alguien que ames y que te ame, Trini tomará el control de tu cuerpo, no necesitarás ir a ningún lugar seguro porque estarás en uno, no necesitarás huir. Podrás ser tú con esa persona —prometió Dante.

—Suena hermoso...

Dante la miró con ternura, ella sonreía y se veía como una chica soñadora. Le gustaba verla así, era como si en ese instante Elsa desapareciera.

En el corto tiempo que la conocía, él ya podía diferenciar a Elsa de Trini, y le agradaba Trini, su inocencia, sus sueños, sus esperanzas.

—Alguien un día se enamorará tanto de ti, que hará locuras por conquistar tu corazón. Y ese chico será afortunado —añadió.

—Prirscila es afortunada —dijo Trini con una sonrisa.

Dante sintió que se sonrojaba.

Hola, espero hayan visto el regalo que les preparé y les haya gustado. Los quiero :) 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro