Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

* 23 *

Cerca de las diez de la mañana, Trini y su abuela bajaron a la playa.

—¿Cómo le está yendo a Dante? —quiso saber la abuela.

—Bien, abu, le está yendo bien —dijo ella.

—¿Y a ti? —inquirió.

—Bien, estoy disfrutando del viaje, y creo que cómo me has dicho, quizás en realidad signifique un cambio...

—Estoy segura que sí, frutillita —mencionó la mujer—. Anoche soñé con tu abuelo. Caminábamos por la playa de la mano y me decía que me extrañaba, pero que ya pronto estaríamos juntos.

—Abu, ese sueño fue porque tú lo estabas pensando.

—Puede ser...

—Cuando me muera, no quiero que estés triste, yo estaré bien, estaré con él —afirmó—. Ya fue muy largo mi camino aquí.

—No digas eso, por favor...

—No lo digo para que te sientas mal, necesito que tú seas fuerte y sigas tu camino, que busques tu felicidad. ¿Lo prometes?

—Lo prometo, abuela —añadió Trini para que dejaran de hablar de eso.

Lo que quedaba de la mañana pasó rápido y luego del almuerzo, la muchacha volvió a salir. No sin antes cerciorarse de que su abuela estaba bien, la sentía un poco melancólica ese día.

Trini caminó por las calles, fue a ver las artesanías y compró un par de recuerditos del lugar. Más tarde, fue al café. Allí estaba Angélica, que la esperaba con una sonrisa, ese día, habían menos personas con gorras amarillas.

—Hola, Catrina —saludó la mujer.

—Hola, Angélica. Puede decirme Trini —añadió.

—Bien, Trini. ¿Trajiste la agenda?

—Así es.

Trini sacó del bolso una agendita con el logo del hotel en el que se hospedaba y la puso sobre la mesa. Allí, Angélica le pidió que escribiera algunas cosas como qué era lo que ya no quería en su vida, qué pasos podía tomar para cambiar, qué cosas le gustaba de ella misma, qué otras cosas podía mejorar y qué cosas convenía que terminara por aceptar.

Ella le dijo que le gustaría mucho poder olvidar a Elsa, pero Angélica le dijo que Elsa era parte de su vida, que era como el ying y el yang, que no podría nunca deshacerse del todo de ella, que siempre quedaría al menos su recuerdo. Que lo mejor sería que la aceptara, que le diera las gracias por haberla cuidado y que la dejara partir, pero no odiándola, no intentando negarla, porque así solo lograría el efecto contrario. Eso tenía sentido, y tenía mucho que ver con las cosas que había hablado con Dante.

Trini le preguntó si creía correspondiente que se alejara de Dante una vez que regresaran, pues era seguro que él comenzaría su relación con Priscila. Angélica le dijo que no tenía una respuesta para eso, que lo mejor sería tomar un poco de distancia, y no porque Dante fuera a estar con Priscila, sino porque le afectaba mucho a ella, y Trini necesitaba estar bien para poder emprender su nuevo camino de cambios.

—Cambiar no es fácil, Trini. Necesitarás de todas tus fuerzas. Tienes que romper el molde, lo que está prestablecido, al principio parece fácil, porque estamos cargados de entusiasmo, queremos los resultados distintos y eso nos impulsa. Pero cuando comienzan las dificultades, los obstáculos, muchas veces pareciera que sería más sencillo rendirse y volver a la vida. A veces cambiar te trae soledad, a veces decidir modificar algo en tu vida te aleja de personas que quieres, porque de alguna manera esas personas te recuerdan o te llevan hacia dónde ya no quieres ir. Tú defines quiénes son esas personas, y tú decides si te alejas o no de ellas, qué tan capaz eres de mantenerte en el nuevo camino que has elegido. Pero tienes que saberlo, habrá días, habrá noches en las que te parecerá que todo es demasiado difícil, no olvides que estás cerca de tu meta, que estás un paso más cerca de tus sueños.

—Gracias, Angélica. Conocerla ha sido una enorme bendición para mi vida. Cuando llegué aquí estaba al borde de la depresión, y esto ha sido como un respiro. Pensaba que ya no tenía salidas y...

—Siempre hay salidas, Trini —dijo Angélica—. ¿Volverás mañana?

—Solo me queda un día para regresar. El jueves y el viernes son los únicos días libres de Dante y haremos algunas excursiones —respondió con un poco de tristeza.

—No te preocupes, me has caído muy bien, ¿sabes? Noto que realmente quieres cambiar y pienso que necesitas todo el apoyo para lograrlo. Déjame un número donde pueda contactarte, me gustaría que no perdamos el contacto —dijo la mujer con una sonrisa dulce.

A Trini, le hubiese gustado saber más sobre la vida de Angélica, pero no podía preguntar, no era su amiga.

—Por supuesto. —Trini anotó su número en una de las hojas en blanco de la agendita y se lo pasó—. ¿Puedo preguntarle algo?

—Claro...

—¿Por qué hace esto? —quiso saber.

—Yo también fui joven, también tuve muchas dificultades en la vida —comentó la mujer—, estudié psicología justo por eso. Una maestra me ayudó mucho, y me enseñó sobre la importancia de ser agradecido, de dar gracias en todo momento, por lo que tenemos, por lo que no tenemos, por lo que deseamos, por lo que no podemos ver. Entonces, con el tiempo, cuando me recibí y comencé a trabajar, lo puse en práctica. Las cosas me fueron muy bien, logré los cambios que necesitaba y, aunque siempre hay cosas por mejorar, me siento plena. Cuando mis hijos crecieron y el tiempo comenzó a sobrar, decidí poner mis conocimientos al servicio de los que lo necesitan. No hago mucho, solo sentarme a escuchar y darles alguna especie de solución rápida. Sé que no existen las soluciones mágicas, pero también sé que en una charla y un café no tengo demasiado tiempo. Hay personas que llegan muy mal, tengo que darles algo para que se atajen de eso... Y me agrada, salgo de aquí con la sensación de haber dejado un granito de arena al mundo.

—Qué bello, Angélica...

—Es una cadena... un día tú también lo harás, estoy segura, porque has ayudado a Dante a superar muchas cosas —sonrió.

—Gracias, de nuevo... A veces no sé cómo agradecer a la gente que me da una mano.

—Es la vida la que te da oportunidades y te pone gente apropiada en el camino. Agradece aprovechando esas oportunidades —añadió.

Trini salió de allí con un calor intenso en el pecho, tenía ganas de correr, de dejar que el viento le golpeara el rostro, de llorar, de reír, de abrazar a cualquiera que se le cruzara en frente. Era la felicidad de saber que tenía una oportunidad, era la dicha de comenzar a creer en sí misma, era la euforia del nuevo camino por descubrir.

Cuando llegó al hotel, su abuela ya descansaba. Eran cerca de las nueve de la noche, y ella deseó salir a caminar por la playa, descalza, sentir la arena, la brisa del mar.

Estuvo allí, caminando sin rumbo por un buen rato, observaba las estrellas, pensaba en el futuro, idealizaba su nueva vida y se proponía salir adelante. Entonces vio a una mujer con una niña de la mano, la estiraba del brazo y le gritaba, la pequeñita lloraba.

Trini se detuvo, un recuerdo surgió de su memoria. Era lejano, muy lejano. Ella lloraba, estaba escondida bajo la cama de una habitación, un pequeño cuarto oscuro y maloliente. Temía a las cucarachas que podrían salirle de las esquinas, se cubría la boca por miedo a hacer ruido y gritar si un bicho de esos se le acercaba. Había un cuerpo sobre la cama, era su madre, no la podía ver, pero ella lo sabía. Un hombre la estaba golpeando, le gritaba groserías y la castigaba.

El recuerdo se desvaneció y Trini vio que la niña y su madre se alejaban. La pequeña seguía llorando, pero la mujer caminaba impertérrita. Trini siguió su camino, confundida, mareada por aquel recuerdo que rescató de su pasado. Recordó las palabras de su abuela, ella le dijo que si no obtenía respuestas, ella se buscara alguna y se quedara feliz con esa.

Su madre era violentada por un hombre, podría haber sido su padre o quizá su padrastro, no importaba. El hombre la lastimaba. Quizá su madre la había abandonado para librarla de eso. Su mente comenzó a idear más hipótesis, quizás ella misma había sido lastimada o abusada de pequeña. No importaba ya, esa era una buena respuesta, le daba paz a su alma y además, explicaba de alguna manera sus comportamientos, su baja autoestima.

Tomó una pequeña piedra del suelo y la arrojó con fuerza al mar, repitió el procedimiento varias veces, hasta que aquella sensación de furia que sintió en su interior, se acalló. Esa noche, en soledad y con la luna y las estrellas de testigo, Trini decidió enterrar ese pasado. Era parte de ella, sí, pero no definiría más su futuro. Tomó varias piedritas, caracoles y palitos que encontró en la arena, e hizo un pozo profundo, metió todo allí y lo tapó.

Entonces, levantó la vista al cielo, sentada sobre el montículo de arena que había realizado y agradeció.

—Donde sea que estés, madre, gracias por haberme abandonado en la casa de Cata, gracias por haber permitido que yo tuviera una buena vida, a pesar de todo —añadió.

Lágrimas comenzaron a caer desde sus ojos cuando comprendió que pudo haber tomado otros caminos varias veces, pero no lo hizo.

—La culpa no nos sirve —se dijo a sí misma—, es hora de tomar el camino correcto. Nunca es tarde —se afirmó—, nunca es tarde —repitió y luego se secó las lágrimas.

Caminó hasta el hotel y vio a Dante sentado en una tumbona, observaba el mar que se confundía con el cielo oscuro.

—¿Qué haces aquí? —inquirió la muchacha.

—La pregunta sería, ¿qué haces tú aquí? —dijo él—. Es tarde, deberías estar descansando.

Ella no dijo nada, se sentó a su lado en otra tumbona y se recostó para mirar las estrellas. Quedaron así, un buen rato, en un silencio profundo y cómodo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro