Personajes
1. Descripción.
Por favor, no más «me levanté de la cama y me miré en el espejo». Hay miles de formas de introducir la descripción física de un personaje, pero esa no es la correcta. El truco está en ir poco a poco y reiterándolo varias veces (aunque sin ser cansino). Por ejemplo, tu personaje se puede comparar con otros que acaba de conocer o de los que siente envidia. También puede tener un rasgo que no le guste de sí mismo y no pare de criticarlo. La descripción puede venir del exterior, como cuando una madre le dice a su hijo que sus ojos verdes son iguales a los de su padre. Experimenta con todas las posibilidades, no te quedes en el cliché.
2. Pasado.
Todos tenemos un pasado que nos ha condicionado. Nuestras vivencias nos hacen ser lo que somos. Es importante determinar a grandes rasgos como ha sido la infancia y la adolescencia de un personaje incluso si esta no es mencionada en la historia. Nos ayudará entender mejor su forma de ser y a explicársela a los lectores. Esto no quiere decir que su pasado tenga que estar lleno de traumas (aunque a veces es bastante tentador jejeje). Las infancias felices también pueden dar lugar a grandes personajes.
3. Moral y creencias.
El que más y el que menos nos regimos por una serie de valores. Muchas veces nos los inculcan desde pequeños; otras, los adquirimos en nuestra vida adulta; y algunas, los perdemos. Es parte de nuestra naturaleza humana guiarnos por nuestras creencias, que pueden o no ser aceptadas por el resto de la sociedad. Estas creencias no solo se refieren a la religión, sino también a la política, la moral y muchos otros aspectos. Tu personaje debe actuar acorde a su propia forma de ver el mundo.
4. Relaciones.
Dice mucho de una persona su forma de relacionarse con los demás. ¿Cómo trata tu protagonista a sus padres? ¿Y a sus mascotas? ¿Cuántos amigos tiene? ¿Qué tal le va en su vida amorosa? Son puntos que debes desarrollar y que es importante que estén bien entrelazados. Si alguien es extrovertido y se le da bien hacer amigos, no es lógico que vaya a una fiesta y se quede sentado en silencio (a no ser que esté pasando un mal momento, claro). También es interesante mostrar sus relaciones familiares. Es muy común hacer al protagonista huérfano, pero hay muchos tipos de familias interesantes que podrían dar mucho juego a una historia.
5. Defectos.
Nadie es perfecto. Todos tenemos defectos, y nuestros personajes no deben escapar de esa norma. Muchas veces pecamos de querer crear seres impolutos, pero lo cierto es que las imperfecciones nos hacen más humanos, y por tanto, un personaje que comete errores hará que los lectores lo sientan más cercano e incluso lleguen a sentir empatía por él. ¿Qué defectos puede tener? Todos los que quieras: hablar gritando, ser incapaz de mirar a los ojos a la gente, decir demasiadas palabrotas, caminar con torpeza, contradecirse constantemente, escupir por la calle, ser demasiado ingenuo... Hay infinitas opciones.
6. Miedos.
Igual que todos tenemos defectos, también tenemos miedos. El miedo nos ayuda a sobrevivir ya que es la percepción de una amenaza. Sin embargo, los miedos no siempre son racionales. Muchas veces tenemos reacciones desproporcionadas ante estímulos que realmente no suponen una gran amenaza. Un ejemplo podría ser la aracnofobia (a no ser que te encuentres una tarántula, por supuesto). Tus personajes pueden tener fobia a las alturas, la soledad, los espacios pequeños, hablar en público, las palomas... Esto no quiere decir que sean débiles. Recordemos a El Perro (de Juego de Tronos) y su miedo al fuego o a Ron Weasley y su miedo a las arañas.
7. Detalles.
Personalmente, crear personajes siempre ha sido mi parte favorita de escribir. Me encanta darles vida y sentir que, en cierto modo, podrían ser reales. Una de las cosas con las que más disfruto es detallando cada personaje. Manías, gustos, rechazos... Todas esas cosas ayudan a caracterizar a tus creaciones y a hacerlas inigualables, y por tanto, memorables. Tampoco hay que ser excesivo y crear puro relleno. Deben tener un sentido en la trama. Hay que saber encontrar el punto de equilibrio.
8. Signos.
Podéis reiros porque realmente suena un poco estúpido, pero prometo que es un buen punto de partida. A la hora de crear un personaje, puedes valerte de los signos del zodiaco. Cada uno tiene unos rasgos marcados que puedes aplicar a tus escritos. Por ejemplo, alguien basado en virgo, será perfeccionista, paciente, observador, lógico... Esto también se puede hacer con las casas de Hogwarts, los grupos de la saga Divergente, las razas de El señor de los anillos... A los humanos nos encanta encasillarnos y sentirnos parte de un grupo. Prueba a hacer un test poniéndote en la piel de tu personaje. Te aseguro que te ayudará.
9. Descontrol.
A veces es inevitable. Tus personajes cobran vida y notas como poco a poco empiezan a desobedecerte. ¡Déjalos actuar libremente! Te llevarán a lugares y situaciones mucho mejores que los que tenías pensados anteriormente en las que plasmarán toda su esencia. Que tomen sus propias decisiones y sean ellos los que te guían es una buena noticia. ¡Enhorabuena!
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