Querida Emery:

Sé que no volverás. Ha pasado un año y medio desde tu última carta. Y sé que debo darme por vencido.

No quiere decir que te haya superado. Mi corazón está hecho trizas, pero no te culpo. Después de todo fue mi culpa por caer por alguien como tu.

Pero es que eras tan... preciosa. Tan escasa. Como un tesoro. Recuerdo haber pensado eso la primera vez que te vi. Para entonces obviamente no sabía que acabaría así, totalmente perdido por una chica a la que quise ayudar.

Es amargo, ¿sabes? Quise ayudarte porque tú estabas perdida. Debí ocuparme de mí primero. Debí haberme dado cuenta de que tu solo me harías caer con más fuerza.

Tal vez es porque soy humano. Nos gusta cuidar de otros, sentirnos útiles, sentirnos necesarios para otros. Tal vez fue ese el sentimiento que me llevó a tí. 

No me di cuenta de cuándo te volviste necesaria para mí también. Y es horrible el hecho de que he perdido a quién necesito para continuar respirando.

He conocido a alguien Em. Su nombre es Coraline. 

Es totalmente opuesta a tí. Y aunque se siente incorrecto compararla contigo, no puedo evitarlo. Pero ella lo entiende.

Le he contado sobre tí, Em. Y quiere ayudarme. Y sé que si lo logra se volverá tan necesaria como tu lo hiciste.

Pero tengo el sentimiento de que ella... de que ella no se irá.

Me gustaría verte una última vez, Em. Me gustaría saber cómo estás. Me gustaría saber que no me has olvidado, que no necesito a Coraline.

Sé que no va a pasar. No sé dónde estás como para enviarte esta carta. Al final terminé perdiéndote al igual que perdí a mi familia y todo lo bueno que alguna vez he tenido. Te extraño tanto preciosa.

Quiero que sepas que, a pesar de todo, te sigo amando. Y creo que jamás dejaré de hacerlo.

Siempre tuyo,

Christian.