"Parte V; De pensamientos mudos y flores secas."

18/06

El apartamento es luminoso, tranquilo y queda cerca del centro de Boston. Trabajaré como mesero, aunque pienso terminar de escribir aquella novela que comencé hace un par de años, para lograr publicarla y, tal vez, dedicarme a ello.

He intentado por todos los medios posibles mantenerla alejada de mi mente. Yo siempre supe que ella era dañina, pero no imaginaba hasta que punto.

Tanto estar con ella, como no hacerlo, son tan dolorosos como poner las manos sobre el fuego.

Siento como lentamente, su recuerdo visual comienza a desaparecer de mi mente.

De pronto no recuerdo demasiado bien el color exacto de su cabello; al día siguiente la forma de sus manos se ha ido y hoy solo me quedan un par de ojos de oro.

Pero da igual, porque de cualquier forma no la veré en varios meses, tal vez años. Su recuerdo solo vuelve el tiempo más doloroso.

03/07

Han pasado ya tres semanas. El recuerdo de sus orbes dorados es lo único que queda en mi memoria, junto a los vagos esbozos de su cuerpo moviéndose en mis recuerdos.

Luego de amoblar completamente el departamento, salgo a conocer la ciudad.

Edificios, edificios y uno que otro parque. Calles bordeadas por árboles frondosos.

Hace muchísimo calor, después de todo es julio. Pero comienzo a notar cómo dentro de dos meses llegará el otoño. Y con ello, mis recuerdos de ella se volverán más intensos.

Porque ella es como el otoño. Excepto sus ojos, sus ojos no tenían estación.