05/12.

Sé que no te escribo hace 5 meses, que no has sabido nada de mí y que tal vez ya me olvidaste.

Pero hoy cumples 26 años y no podría sentirme más feliz por ti. Ya eres todo un hombre, aunque eso ya lo sabías y, después de todo, lo eres hace bastante tiempo.

Creo que nunca te dije mencioné mi cumpleaños. Nací un día veintitrés de marzo, el mismo día en que me embarqué y luego te conocí.

Pero no es lo importante. Actualmente me encuentro en una ciudad llamada Ushuaia, la ciudad más al sur del mundo, en Argentina. No tengo idea cómo he logrado comunicarme con las personas, pero supongo que muchos saben hablar inglés.

Ya pasé por toda Europa, hice una rápida visita a Egipto y viajé a Japón. Me embarcaré mañana en dirección Inglaterra. Espero verte pronto.

Lamento que esta carta parezca tan fría. En serio lo hago, pero siento que si me abro, lloraré, lloraré como una niña. Y eso solo dará rienda suelta a mis emociones, y llevo demasiado tiempo escondiéndolas como para sentirlas todas de golpe. Lo siento Chris, realmente lo hago.

Porque últimamente lo único que siento es tristeza. Y mucha, mucha añoranza.

Tuya,
Emery.

Leída el día 12/12.
***

13/12.

Ver su letra otra vez, sentir sus palabras, recordarla, ha sido un duro golpe. Sentirla tan lejos y a la vez tan cerca.

No diré que la había superado, pero creía que ya me había olvidado. Lo único que me quedan de ella son recuerdos borrosos.

Pero siento que haya perdido aquella aparente confianza que desarrolló conmigo. Aquella facilidad de mostrar sus sentimientos.

Y me imagino sus ojos, con aquel mar tormentoso completamente congelado, escondiendo sus secretos bajo frialdad, escudándose para que no duela.

Es justamente lo contrario a lo que yo he hecho. Logré contarle mis más grandes demonios a Alexa, y ella me apoyó. No lo he superado, sigo despertándome en las noches mientras grito los nombres de mi familia, necesitándolos como nunca, pero ya no duele tanto y las pesadillas han disminuido. De todos modos, sigue siendo mi culpa.

Alexa aún es mi mejor amiga, descubrí que tenía un gusto dulce por las chicas y eso solo afianzó la relación. No planeo tener nada con ella, ni ella conmigo.

Y hace dos semanas mandé una carta a mi familia, a mis abuelos y tíos. La respuesta llegó ayer y goteaba añoranza. Me rogaron que fuera a visitarlos y planeo hacerlo, tal vez tomaré un barco mañana para llegar antes de Navidad.

Al final mi único problema reside en aquel vacío en mi pecho, ese que solo ella logró llenar. Ese que arde como el infierno y duele como una herida abierta; pero no sangra.

No sangra y no cierra, sólo está ahí, recordándome sus ojos de oro.