Parte II: La cuarta carta, una historia que contar
22/04
Querido Christian:
He decidido ayer, mientras miraba las estrellas, que tal vez sería bueno contarte mi historia, dejarte ver qué tan rota estoy. Así que esto es. Nada muy especial, algo que le ocurre a la mayor parte de la gente.
Todo comenzó hace años. En un principio era un demonio controlable, encadenado dentro de mi mente bajo tantas llaves que ni siquiera afectaba mis pensamientos, protegidos tras una gruesa barrera impenetrable.
Pero la gracia de las cosas impenetrables es lograr derrumbarlas. Y él creció. Nadie lo notó realmente, las garras afilándose hasta volverse letales; los colmillos creciendo y convirtiéndose en mortales. Desarrolló alas, veneno y murmullos que conseguían convencer hasta al más fuerte.
Un año después, comenzaron a aparecer más. Demonios, diablos, que crecieron en mi mente y se apropiaron de ella. Yo apenas lo notaba. Cambios leves en mi humor que evolucionaron hasta una constante rabieta, una nube negra de pesimismo.
La depresión que esos demonios provocaron en mí era de las más fuertes que mi psicólogo vio en años de carrera. Intentó de todo, pero ellos eran demasiado resistentes. De cierta forma, el cinismo presente en mi entorno de creer que todo estaba bien fue lo que evitó el descubrimiento previo de ellos, de aquellas voces que susurraban seductoras palabras llenas de maldad.
Tenía que alejarme de ellos. Mi familia vive aún en Sídney. Sé que han intentado contactarme pero no me interesa. Es su culpa, pero los lazos que existen entre familiares son demasiado fuertes como para que en algún momento de mi vida yo llegue a odiarlos. Los amo. Los amo tanto que duele, porque sé lo mucho que me han herido a pesar de ello.
Hasta que no me alejé no noté el martirio que para mí era el convivir día a día con ellos. Me sentía sola estando rodeada de gente. Lo había hecho toda mi vida, pero sabía que estaba mal y lo cubrí cuando era pequeña, con pensamientos falsos. Algo que me consumió poco a poco.
Y no era solo eso. Necesitaba libertad, sin la opinión de nadie más que la propia. Por ello escapé. Guardé dinero durante un año en un frasco escondido entre mi ropa vieja mientras estudiaba ingeniería en una prestigiosa universidad que no era menos cínica que mi familia. Luego me subí a un barco que zarpaba a las tres de la madrugada mientras las lágrimas corrían por mi rostro y los demonios me susurraban que me quedase. Me enorgullezco de haber sido más fuerte que ellos.
Y aquí estoy hoy Christian. Camino a Portugal, con una hoja sobre un viejo libro de botánica apoyada en la barandilla que me separa de una enorme caída al océano. Espero que estés bien, realmente lo hago.
Tú me salvaste Chris. Tú derrotaste a esos demonios, o por lo menos a la mayor parte de ellos, sin siquiera notarlo. Y ahora temo enormemente que ellos vuelvan ante tu ausencia. Que sus garras se vuelvan más afiladas. Sus colmillos más puntiagudos. Y tú no estés mientras me corroen lentamente.
Pero has de saber que lucharé. Lo haré por ti. Porque aún te debo esas palabras.
Te extraña, Emery.
***
23/04
Nota desesperada:
Oh querida Emery. Cuánto lo siento.
Se suponía que me enlistaría en dirección a Londres, para encontrarte allí. Pero ha habido un cambio de planes y ruego a los cielos que esto solo me lleve más cerca de ti.
No quedaban lugares en el barco hacia Londres. El puerto más cercano es el de Portugal y demoraré cerca de diez a doce días en llegar. Por favor, encuéntrame allí.
Siempre tuyo, Christian.
PD: Sé que no recibirás esta carta hasta que nos veamos, pero tómalo como un pedido a los cielos. A quién sea que esté allá arriba rigiendo este doloroso presente, ayúdame a llegar hasta ella. Ayúdame a llegar hasta el amor de mi vida.
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Que conste que normalmente no hago esto, pero este capítulo va dedicado a mi querido amigo DanielTGrey que hoy está de cumpleaños, ¡¡¡Muy feliz cumpleaños Danielita!!! ¡Te queremos!
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