72
—Lo siento —dijo Pat al cabo de un rato cuando mi hermana lloraba en silencio—. No quise ponerte así, fue mala idea —No sólo se lo decía a ella—. Lo siento, creo que mejor me voy.
—¡Aguarda! —lo detuvo mi hermana extendiendo un brazo, se veía desesperada, como si le aterrara que Pat se fuera para siempre—. Creo que voy a fingir que te creo, por lo que dijiste al principio.
—¿De verdad?
—Sí, sea o no verdad, quise a mi hermano y fingir que tenemos un mensajero es mejor que toda la otra terapia.
—Pero es verdad, Mindy, no tienes por qué fingir —agregó Pat sentándose a su lado y tomándole las manos.
Ella siguió el movimiento con cautela y escepticismo. Había miedo en sus ojos como si estuviera descubriendo cosas que no fuera capaz de entender. Ella se puso de pie y se apartó.
—¿Crees que puedas verlo otra vez?
—S-sí.
—Dile a Clay que estoy bien, sólo lo extraño y supongo que lo haré siempre. Supongo que extrañar es lo único que se puede hacer cuando se quiere a algo que no existe. Pero estoy bien, sobre todo si me está viendo como el metiche cotilla que solía ser —Largó una risilla y comenzó a retroceder hacia su casa—. Dile que lamentó pedir su habitación cuando murió, mi psicólogo dice que estaba en shock, de todos modos, lo lamento, su habitación sigue igual, jamás la tocaré. A mamá le aconsejaron desmantelarla y lo hará, pero guardaré sus cosas en el ático, lo prometo. Y... y mi madre me llamó, dijo que fue a visitar la tumba de Clay y que sintió el repentino deseo de disculparse con Ángel y quedar como amigos. Me gustaría pensar que fue él.
—¡FUI YO! —grité a todo pulmón abrazando en victoria a mis amigos y saltando con felicidad—. ¡Acabó de descubrir una decimoséptima regla!
Regla decimoséptima: puedes darles ideas a las personas vivas si las gritas o las susurras durante mucho tiempo. Pero mi nueva intuición me dijo que tampoco podía darle la idea de que se convierta en asesino en masa, tenían que ser cosas que la persona ya haya pensado con anterioridad.
Pat nos observó con una media sonrisa y luego regresó a Mindy para aparentar naturalidad. Ella ya estaba cerca del porche, el cielo oscuro ya se desplomaba y la penumbra engullía toda luz y alimentada cada sombra.
—Ahora se están reconciliando, mi mamá acaba de llamarme para decirme que planean hacer un viaje juntos en invierno. Sólo nosotros —Se acomodó el cabello detrás del rostro—. Ahora vienen por mí, cenaremos en la casa de Ángel porque es el segundo cumpleaños de Clay en donde no está él. No queremos quedarnos en casa... ya sabes.
—¡Le agradará saberlo!
—¡Me agrada saberlo!
—Adiós y... gracias, supongo.
—¡De nada!
—¡DE NADA MINDY, TE AMO, JODER ERES SENSACIONAL Y TIENES EL COLOR MÁS JODIDADMENTE GENIAL QUE ALGUIEN PUEDA TENER! ¡ERES ENORME, TE EXTRAÑARÉ. PERO NO IMPORTA PORQUE TE AMO! ¡TE AMO MINDY DINDY! —aullé a todo pulmón como si me desinflara.
Mis amigos reían, pero no porque le resultara chistoso si no porque estaban felices, igual de felices que yo.
Mi hermana se quedó con la puerta abierta como si pensara en algo, tardó en reaccionar a mis gritos, finalmente cerró la puerta, pero en el último centímetro pude ver que sonreía con ternura como si pensara algo agradable.
Me quedé con su sonrisa para siempre.
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