58
Eso era sensacionalmente triste, me sentía rebosante de gozo y desdichado, y feliz y enojado. Un mezcla extraña y homogénea. Pero sobre todo me sentía feliz, Alicia confiaba en él, ahora no estaba sola, tenía un amigo. No me importaba que no fuera yo, lo que importaba era ella y que disfrutara de toda la vida que le quedara.
—Invítala a salir —sugerí poniéndome de pie.
Mindy Dindy estaba sentada sin hacer nada, algo extraño, más tarde la revisaría para comprobar si se encontraba bien. Por otro lado, Rocky hacía lo que Rocky sabía hacer: permanecía de brazos cruzados en su puesto.
—No querrá...
—¡Ya vuelvo, chicos! —les grité a mis vecinos y comencé a dar una caminata con Pat—. Mira, ella se siente enojada con el mundo, lo hará si la vas a buscar a media noche a su casa, cuando esté dormida para que se fuguen a la última función. Le parecerá poético y arriesgado, lo hará.
—¿Qué? ¿De noche? ¿Qué vaya a su casa sin avisar de noche?
—¿Le tienes miedo a la noche?
Pat negó con la cabeza.
—No, sólo es que nunca fui con una chica al cine, ni con un amigo, mucho menos de noche.
—¡Entones no pierdas tu oportunidad! —dije palmeándolo, agarrándolo del hombro y sacudiéndolo levemente—. ¡Ve al...al!
—Al cine.
—A donde sea, sólo ve, muévete, respira y vive. No hay más secretos para disfrutar de la vida. Anda, es tu último año, gózalo, Pat.
Él asintió, decidido.
—Lo haré.
—Genial, avísanos así vamos a darte apoyo moral y algunos consejos.
—No iría sin ustedes. Oye, mañana aparécete en el colegio, necesito que estés ahí, ya me acostumbré a estar con ustedes. Es cada vez que sale el sol.
—Lo intentaré.
El vigilante le informó que ya cerraba el lugar, Pat fingió ver la tumba de un desconocido con aire compungido y ausente, esperó a que él se fuera y agregó mientras lo acompañaba a la salida.
—Adiós, Clay, gracias.
—Adiós, Pat, gracias.
—Adiós.
Agité mi mano y vino el conocido vacío de tristeza que ya se había mudado a mi pecho, esa melancolía parecía decidida a quedarse, a no olvidarme.
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