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|| Capítulo 5 ||

5- CAPÍTULO:
"PESADILLA"

🧸| Blair Myers.

—Supongo que un "Hola" también estaría bien —se acomoda mejor en el asiento.

Es como si tan solo verlo mi mente se bloqueara por completo, simplemente no lo entiendo.

—¡Ya respóndeme, eres como un maldito acertijo! —soy de estas que pierden la paciencia fácilmente, pero no me culpo mucho, llevaba un buen rato observándolo fijamente y no dice nada.

—Me enteré que estabas aquí. Y la verdad... pues que sencillo es saberlo si tú madre también forma parte.

Arrugué mis cejas tratando de entender a que se refiere sobre ello. Supuse que él había entendido perfectamente mi cara perdida, ya que no se molestó en explicarme.

—Pues que es famosa —explica con obviedad, relajé las facciones de mi rostro, y solo apreté los labios. Me había olvidado que mi mamá no es una simple modelo, todo lo que le pasa lo sabe medio mundo.

«Detesto la fama».

—Okey... ¿Y entonces...? ¿Qué buscas? ¿No que me odias? —dejé escapar por accidente una corta risa extraña a lo último.

—Mhm.

Ya poco a poco el bloqueo se fue desvaneciendo, ya puedo pensar con claridad y extrañamente me sentí relajada de qué está aquí.

—Blair... de casualidad ¿Tienes a una amiga llamada Zuri Roberts?

«Genial, vino a interrogar».

Parpadeo lentamente sin dejar de mirarlo, si él piensa que le responderé eso. Pues no.

Alza una ceja lentamente, y con la misma velocidad la relaja y se remoja el labio inferior, no soy muy experta esto, pero puedo leer un poco las expresiones que acabó de hacer.

Es como un "Ah verdad, casi se me olvidaba" mal disimulado, no me costó entenderlo.

—Déjalo. Pasaba para preguntarte esto y para decirte que Adele intentaba encontrarte en algún medio de comunicación, pero que no le aparecías en ningún lado.

Me pegué con la mesa en la frente y al levantar mi cabeza de ahí con lentitud, niego con la misma velocidad.

—¿En serio vienes a por más de diez minutos de camino para decirme esto?

—No necesito gasolina para andar si de eso te quejas —una sonrisa encantadora falsa danza por sus labios—. Y no, no fue por eso pero como no dejas terminar...

—¡Ya, ya dilo! —me desesperé que hasta me puse de pie.

Ahí fue cuando me percaté después de todo este rato que no llevo esposas. Y no hay nadie.

Se siente un ambiente... extraño.

Mis labios se entreabrieron visualizando todo mi alrededor, por estar concentrada solo en ello, cuando mis ojos se cruzan con los ojos profundos del Ardus, lo sentí tan cerca mío... me sentí, intimidada.

Sacudí mi cabeza dejando a un lado todo lo que sentía. Me parecía demasiado ridículo y enojadizo que, me sintiera intimidada por él.

El silencio se rompe con una risotada que explota
él después, se me llegó un pensamiento en la mente.

«¿Esto es un sueño? Esta no es la personalidad de Aedus».

No. No lo es.

Yo ya me di una cachetada hace un buen momento y no he despertado shockeada.

Esto si que me asusta.

—No te asustes, créeme o no. Pero no te asustes —asegura de repente.

—¿Por qué tengo que confiar en ti? —esquivé el hecho de que otra vez leía mi mente.

—Ya verás cuando despiertes a ver si te engañé o no. Concluyo con esto para decirte que Adele quiere entregarte algo que dejaste... Cosas de niñas.

—¿Cosas de chicas? —corregí en voz baja pero a la vez buscaba una explicación— ¿Acaso qué es? ¿Es que no puedes decirlo? —no sé por qué presentí que eso le pasa.

—Nos vemos.

—Oye...

####

Escuché en la mejor parte de mi sueño que me llaman en voz alta provocando que mi hermosa siesta se fuera la mierda.

Lo siento por sonar grosera... es que detesto que me despierten y más en un sueño más interesante que lo que estoy viviendo ahora.

Hasta en mis peores pesadillas tenía que encontrarse él.

—¡Despierta! —Mamá junto a mis amigos estaban emocionados, solo que la emoción de Zuri y la de Max fueron las mejores, ellos brincaban, saltaban y chillaban.

En conclusión, todo lo que Blair haría si se sacara la lotería.

Mi cara perdida y de confusión era más que notoria, ya que se calmaron y se acercaron a mi para contarme todo.

—Le... le envié a la detective las pruebas que pude para que te sacaran de ahí —comienza Zuri sonriendo contenta.

—¡Zuri es una bendición que el señor me regaló! —interrumpe Mamá, le pido que guarde silencio llevando mi dedo índice a mis labios.

—¡Y se pudo! Las verificaron los forenses y los detectives para asegurarse de que no había nada de edición o algo que todavía los dejara con la espinita de que seas una asesina... ¡Quedaste libre! —su sonrisa se aumenta más cuando concluye de explicarme.

Mi momento más entusiasta —que se note la ironía si es así que podemos decir— fue este. Ya que hice un sonido perezoso de agradecimiento para el altísimo, si no fuera por él ya estuviera en prisión. Y me dejé caer la cabeza en la mesa causando un fuerte golpe el cual pude sobrevivir, por si acaso.

El naranja no me queda, simplemente no.

—¿Qué? ¿Acaso quieres quedarte ahí o qué? —se enojó mi madre al ver lo sin ánimos que estaba.

A Max y a Zuri lo que les queda es que hagan un ritual de brujas andando en círculos y agarrados de la mano, no paraban de saltar y celebrar.

—Mamá, apenas me acabo de levantar —intenté estrujarme los dedos pero está claro que está difícil, no puedo.

—¡Sí pero al menos...

—¿Por qué ustedes están celebrando como si dieron bingo en la loteria? —frunzo el ceño negando lentamente.

—Porque ahora no tengo una amiga criminal en prisión ¿No te gusta? —Max inquirió confuso, ya desde que pregunté se había detenido todo.

Creo que pensaron que pregunté seriamente.

—Perdón... —murmuré suspirando. Justo entra la detective, y pide que salgamos para lo que supongo que es de sus charlas.

No estaba concentrada en lo que me decía, solo pensaba en lo que creo que era un sueño ¿Por qué se sentía tan real?

Y justo se había cortado cuando él pretendía irse, es como si tomara el control de mi vida. Y en verdad me asustaba sentir sentir eso.

Le hice caso a lo que sea que dijo la detective asintiendo con mi cabeza rápidamente, ella empieza a sacarme las esposas ya cuando estamos afuera.

Y ya que como estoy libre, la celebración —celebran por todo— fue ir a comer algo en un sitio cercano y luego mamá explotarme de preguntas.

Cuando ya los chicos dijeron que irían a traer bebidas, ella aprovechó que estábamos solas para tocarme el brazo y acariciarlo con preocupación.

Yo desde que llegamos miraba un punto fijo del pequeño restaurante, perdida en mis pensamientos.

—Te noto extraña cariño... ¿Estás bien? ¿Qué soñaste o que te dijo la detective?

—No me acuerdo —mentí y esquivé la última pregunta.

—No me mientas. Sabes que detesto eso —ya su tono de voz era más seco. Como si le hubiera insultado.

Otra vez, volvió a hacer la misma pregunta porque me había quedado callada, levanté la mirada y noté que mis amigos estaban por llegar.

—¡Mamá basta! Porfavor —le imploré observándola fijamente—. ¡Sí estoy así es porque tengo sueño o quizás trato de averiguar qué soñé. No sé!

Mamá negó con la cabeza implorando paciencia, luego aprovechó que mis amigos estaban cerca de venir y terminó la charla de esta forma como si no le cansara de molestarme:

—Ya no vuelves a Texas —fue su conclusión de todo esto.

De inmediato la miro, perdida.

—¿Qué?

—Como oíste.

Estaba entre perpleja... enojada y confundida.

¿Qué va a pasar con mi abuela? Hay demasiadas soluciones, y la de ella simplemente es que no venga para acá ni en sueños. Es que no lo entiendo.

—¿Pero, por qué?

Los chicos estaban de pie con los ojos más abiertos que nunca, lo gracioso de la situación era que llevaban comida en brazos. Y a Max de forma lamentable se le cayó el refresco.

—Ya presiento un futuro desastre... —murmuró Mamá apretando los labios—. Chicos, ¿podrían dejarme un segundo a solas con mi hija? Quiero hablar algo con ella.

—Sí.

—Claro señora Myers —el tono irónico de Max, me dejaba mucho que decir, incluso estaba a punto de soltar una carcajada. Max conoce a mi madre, y al principio le caía bien, pero su actitud después nunca le agradó.

Ellos le hicieron caso a mi madre, mis amigos y yo compartimos una mirada, en lenguaje de miradas, entendí que me deseaban suerte. Les sonreí por un segundo y le presté atención a mi mamá. Ya que si no lo hago se enfada más de lo que no creen ustedes.

—No vuelves aquí porque no permitiré que a ti también las malas vibras de Texas te destruyan. Y eso es lo qué pasa Blair, no creas que es sobreprotección.

—¿También? —repetí confundida, eso me obligó a fruncir el ceño.

—No es tiempo de historias, tus amigos están esperando —sospechaba que se trataba de una mentira o un método para que se me olvide el "también" que ella dejó escapar.

Sentí ganas de inmediato de preguntarle qué quería dejar dicho con esa palabra, quizá no es importante o da igual pero. Mis padres solo me contaban cuando me tuvieron a mí, no sé de su historia ni de cómo se conocieron, jamás quisieron decir algo.

—Texas no tiene malas vibras es solo que ahora...

—¿Desde cuando has sido detenida? ¿eh? —interrumpe enarcando una ceja, y acto seguido, se cruza de brazos.

Esto parece de películas, cuando los adolescentes se meten en peligro a estas edades de diecisiete y dieciocho. Bufé haciendo que un mechón de mi cabello volara y volviera a su mismo puesto a estorbar mi vista.

Le resté importancia, el silencio finaliza con la discusión y mamá trae a los chicos, que estaban discutiendo de un tema que ni idea.

Me llevé a la boca una de mis pechugas de pollo, agarro el frasco de ketchup y lo vacío todo entre las papas, igual hice lo mismo con la mayonesa.

Ahora si que esto se ve apetecible.

Al finalizar de comer, me sentía en un mejor humor a pesar de lo qué pasó hace unos minutos atrás en la mesa.

Ya cuando se había pagado y todo eso, estábamos en el coche, seguía el mismo silencio de siempre entre todos, el chofer de mamá era el único que rompía un poco el silencio ya que silbaba al ritmo de una canción que desconozco.

Zuri y yo compartíamos auriculares y colocábamos las músicas que nos gustaban, en este caso me tocaba a mi así que coloqué puro Taylor Swift.

—Mañana nos iremos, chicos —informa mamá en el coche rompiendo el incómodo silencio que había. Que por suerte la música lo ayudaba.

Ignoré por completo lo que había informado mi madre, ya que estaba ocupada en cantar Blank Space.

Era mi favorita. Exploré en la playlist de canciones famosas que tiene Zuri, y la canción que vi fue a Shake it Off.

Con verla me desbloquea muchos recuerdos míos, como por ejemplo cuando mamá y yo jugábamos y modelábamos esa canción con trajes extravagantes que le robaba a ella.

Fueron momentos lindos, pero si quisiera repetirlos, pues no, ya que ya no me gustan ni los tacones, y ni mucho menos las bufandas y gafas extravagantes.

Sonreí casi riéndome y le pasé el celular a mi amiga.

El chofer de mamá me dejó en casa de abuela. Todos nos desmontamos del coche excepto él, claro. Le tocaba esperar a mi madre.

—Quédense aquí a explorar el patio. Tengo que hablar seriamente con tu abuela, Blair —avisó en tono no muy agradable y caminó. De repente pienso en lo que confiesa papá cuando mamá se enfada con él, disfruta ver a mamá caminar cuando está enojada.

No sé decirles el porqué, pensé en que son cosas de hombres que les gustan las modelos.

Buah.

—Hasta enojada se ve atractiva —murmura Zuri en voz baja, le doy un codazo al mismo tiempo en que mi amigo Max suelta una carcajada.

El chofer escuchaba todo para mi poca mala suerte, y nos juzgaba con la mirada, creo que piensa que estamos locos ¿Pero eso a mi qué? Estamos locos desde siempre.

—Pobre de mi abuela. ¡Mamá seguro le va a hablar mal! —puse una mueca de preocupación, e igual mi tono de voz había cambiado a uno menos gracioso.

La mejor opción y la más recomendable para mis amigos es que en vez de hacerle caso a lo que diga "la Sra. Myers" está más recomendable husmear por una ventana que es lo que mamá quiere hablar con mi abuela.

—Bah, que aburrido, pensé que le iba a gritar —giré de inmediato ofendida mi cabeza en dirección hacia quién había dicho. Era Max—, ya iba a romper una ventana como el FBI.

Niego lentamente apartándome y me alejé, no quería seguir oyendo más, detesto las peleas.

—Mm, bueno. Agarremos frambuesas —intenté distraer a los chicos ya que creo que es lo que necesitamos los tres.

—Creo que eso es mejor que mirar peleas —Zuri entre una pequeña risa nerviosa, había sonreído.

Max también estaba de acuerdo, y todos nos pusimos a recolectar un poco de frambuesas. A mi abuela no le gusta que agarráramos todas sus frutas o vegetales.

Finalmente de la pelea Mamá estaba más que tranquila, igual que mi abuela en el exterior.

—Así que me roban las frambuesas sin permiso? —sonrió mi abuela. Yo me reí abrazándola.

Literalmente soy la favorita de abuela. Mi hermano, Christopher, es un poco más ausente en la familia, cómo él está haciendo un tipo de artes marciales en Alemania y también la universidad, más su pequeño empleo para poder pagar sus necesidades, tiene una vida ocupada.

Pero nos llama cada vez que puede.

—Perdón, señora Myers —se disculpa Zuri, Max en cambio está ocupado lavando una frambuesa para comérsela.

—No importa, hay muchas de so... —se interrumpió por si sola pestañeando varias veces. Al parecer, para ella no hay muchas frambuesas—. El pelo de zanahoria me robó casi todas mis frambuesas...

No querrán imaginarse el tono dramático de mi abuela, no puede soportar ver como duró meses en que sus frambuesas crecieran, como para que venga alguien y se lleve la mayoría.

Así que, Zuri y yo dejamos que mi abuela lo regañara. Ya que le pasa por cabezón.

Luego de aquello, mamá se despidió de nosotros con un abrazo y a mi con un beso en la frente.

—Mañana las pasaré a recoger para llevarte de regreso a casa —informa en murmuro al apartarse y acto seguido, se retira desapareciendo en la limosina de su chofer.

La vi irse desde que el coche arrancó sin decir ni una sola palabra, solo quería ir corriendo a abrazar a mi abuela.

—Te voy a extrañar abu —solté un suspiro no muy contento en el abrazo, y nos separamos.

—No pasa nada cariño, es lo mejor. Y quiero que estés a salvo, pero aquí... —extendió un poco su mano dando por hecho que se refiere con ella al aquí — lamentablemente no lo estarás, con todo esto que está pasando.

—Deberías de venir con nosotros, no quiero que te pase nada malo si estás sola.

Ella bufó haciendo un gesto con sus manos.

—¡Bah! ¡Pero si el lunes vendrá tu padre y se quedará una semana aquí! Luego me llevará a California y me quedaré en su casa con la ogro de tu madre.

Me reí un poco, algo que les puedo asegurar es que mamá y abuela no se llevaban del todo, hay días que se llevan de maravilla y hay otros que se llevan mal.

Y para mí ya es muy de costumbre.

—Bueno está bien, pero que de aquí al lunes prométeme que me llamarás al menos sin el celular ¿okey? —le exigí, ella no sabe manejar los celulares y más por su no tan buena visión tiene que usar lentes. Se le da mejor con los teléfonos de casa, como casi a todos los abuelos.

—Sí, y te aseguraré de que no me cayó un rayo o uno de estos chamacos no me tiró una piedra en la ventana.

Creo que eso fue ironía.

Max y Zuri se rieron de mi cara.

—La amo, señora —confesó Max y le da un fuerte abrazo, no de estos que la ahogan, claro.

—Eso no quita el hecho de que te me robaste todas mis frambuesas, cabeza de zanahoria —murmura indignada, en su mirada siento las ganas de que ella quiere darle con un sartén, al pobre, pero tiene sus razones para no hacerlo.

Zuri sacude su cabeza lentamente con decepción dramatizada, no pensé en juzgarla ya que sin ningún problema haría lo mismo.

Pero me quiero ir.

—Abuela, iremos a casa de Max, ¿se puede?

—¡Pero si tu madre hace un buen rato me acaba de dar el regañón del año! —me recordó sorprendida e indignada.

—Lo sé pero...

—Me va a matar si sabe que te dejé.

—¡Estaré bien! ¡Lo prometo! ¡Déjame porfavor! —le exigí haciendo una de mis caras tiernas que tanto la hacen convencer.

Ella cierra los ojos dramáticamente junto a un suspiro rendido.

—¡Bien! Pero coloca la alarma para que estes aquí a las cinco, así que nada de desvelos —me aseguró colocando su mano en mi hombro.

—Yo me encargo —no hacía falta que le dijera que sí a mi abuela, ya que Zuri llevaba en el celular mío y en el de ella una alarma para las cuatro de la mañana.

Duramos hasta tres horas —si queremos— cambiándonos, así que hace falta poner una alarma a esa hora.

—Gracias, ahora tú te haces responsable —le dedicó una sonrisa encantadora a mi amiga—. Ahora, si no llegan antes de que su madre esté aquí, a las ocho, definitivamente los mutilaré.

Mis amigos abrieron los ojos como plato. Luego pasan a mirar mi reacción, pero yo estaba igual como antes.

En el camino a casa de Max, estábamos charlando sobre que vamos a coordinar para hacer de despedida. Nuestra costumbre es que no importa que pase, siempre se celebra todo.

—No lo dice literal...

—Lo sabemos Blair, pero ¿Acaso alguna vez tu abuela fue asesina? Porque vaya que dió miedo.

Me reí negando con la cabeza ya que para mí el comentario de Max fue todo un chiste, dudo que mi abuela en su juventud hubiera sido una asesina.

Bueno.

—¿Alguien quiere? —Zuri muestra un postre de pastel de queso que se había comprado en el pequeño restaurante, obvio Max tenía que asentir, pero yo tenía poco apetito.

Ya en su casa, de inmediato ya llevaba puesto el pijama y estaba toda cómoda para una pequeñita pijamada, eran las ocho, a mi abuelita le encantaba darme comida cuando salía a pasear, así que me dejó toda una cena completa para mí de galletas con queso.

La iba a compartir junto con lo que se están preparando los chicos, según Max, una receta de su madre de unos panes... de pizza. Y suena rico.

—Sabe rico —le dije que sonaba rico. Y me aseguró corrigiendo mi opinión.

Ya habían colocado los panes de pizza de jamón y maíz en el horno, es el sabor favorito de ambos excepto de Zuri, así que hicimos mitad pepperoni y mitad jamón y queso, como siempre.

Mientras estaban listos, yo usaba mi celular y jugaba con los cojines de este, son de terciopelo, una tela que me fascina. Al igual que la alfombra, Max debería de decorar mi futura casa.

Mi estómago ruge, pero no quiero comer, simplemente ahora no, quizás la pizza me daría más ganas.

Ellos quedaron hablando para coordinar con la comida, y la única vez en la que giré mi cabeza para observar que tal todo, Zuri ya estaba en el
dormitorio de invitados, en el segundo piso.

No tardó mucho en pegar un corto grito del susto, parecía de macho literalmente. Max y yo subimos de inmediato para ver de qué se trataba ya que el grito aunque en otras circunstancias diera risa, suena como algo preocupante.

Sin embargo, al entrar, ella estaba más calmada hablando con una chica. Abro más la puerta para poder ver quién es, y mi cara se congela al ver a nada más y nada menos que Adele.

¿Qué le pasa a estos chicos? ¿Por qué les encanta joder la vida hasta en mis sueños?

—No.. —murmuré en voz baja sin creérmelo.

—¡Hola Blair! ¿Cómo estás? —pregunta Adele con ese entusiasmo que me hace dudar en sí es sincero o no.

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