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|| Capítulo 4 ||

4- CAPÍTULO:
"INESPERADAMENTE..."

Maratón 2/2

| Blair Myers.

Ya era hora de que comenzaran a interrogarme.

Me quiero ir a casa.

Antes de haberme ido con el detective, fruncí el ceño desde que comenzó a llamarme la atención un collar en la tienda de acampar de nosotros.

Su luz verde pestañeaba como un corazón latiendo, hipnotizaría a cualquiera.

Hasta que luego me acabé de dar cuenta que no soy la única que solo lo ve, también Zuri, solo que ella veía más bien con preocupación.

—¿Ven... eso..? —pregunté en voz baja aún con el ceño fruncido.

—¿De qué habla? —igual el detective pregunta.

—¡Esa luz! —la señalo con obviedad.

—Señorita Myers, no tenemos todo el día.

Apreté los labios lentamente y avancé hasta llegar al coche de policía del detective. Y acto seguido apoyé mi espada en una esquina del coche.

Sentí una vibra y un frío extraño, es como si algo hicieran esos raritos como para sentirme de esa manera...

—Bien... ¿Podría identificarme quiénes fueron los que la ayudaron a usted?

Me atrasé un momento para contestar su respuesta, ya que estaba distraída en otros pensamientos.

—Ehh... eran dos. Gemelos, pelinegros, grandulones, aunque bueno.. el segundo era menos grandulón —me aclaré la garganta con intención de cortar este tema de grandulones y continuar—. Eran muy... pálidos.

—¿Muy pálidos? —repitió confundido luego de haber fruncido el ceño por completo.

—Bueno, eh, creo que estoy exagerando, eran pálidos solamente.

Mientras anotaba él alzó las cejas, fácilmente se me llega a la mente que piensa de esto con aquel gesto.

—De acuerdo —suspira cansado colocando sus dedos en las sienes de su cabeza—. ¿Me puede explicar lo que recuerda cuando la pasó con esos chicos?

—¿Puedo yo hacerle una pregunta? —hago una mueca confusa.

—Si es una sola. Adelante.

—Estoy en buenas condiciones y no me ha pasado nada grave ¿Qué quiere investigar?

El detective se me quedó observándome a los ojos aguantándose las ganas de querer tirarme la mejor pelea del mundo hasta contarme del mal del que seguro me pueda morir. Algunas de sus expresiones faciales y sus ojos me daban miedo.

Sí, lo sé, soy cobardilla.

—¿En buenas condiciones? —repite señalando con la mirada mi herida en la frente. Como yo me había quedado callada, él continuó— Señorita Myers, queremos asegurarnos de que en el bosque no le haya pasado nada grave. Han habido muchos casos de desaparecidos e incluso personas que terminan heridas en este bosque, por lo cuál se me hace de locos que usted y sus amigos acampen aquí.

—Yo... no... —y de repente memoricé aquel momento en el que tenía en mis manos ese periódico de Mainstream y lo había leído en casa de mi abuela.

—No me contradiga y mejor respóndame las preguntas —interrumpe apretando los labios en un intento de hacer una sonrisa encantadora.

—De acuerdo.

—Explíqueme lo que recuerda cuando la pasó con esos chicos.

Me tomé unos segundos para abrir la boca y decir algo, hay algunas cosas que por alguna extraña razón no recuerdo para nada. Así que tomé por decisión el tiempo de repasar y resumir todos los recuerdos recientes que tengo en mi mente...

—Desperté en una cama, ellos, me habían ayuda...

Fruncí el ceño como un paño arrugado cuando el detective por alguna razón de repente comenzaba a quedarse sin aire. Se estaba asfixiando.

Los chicos me miraron y se acercaron de inmediato, yo estaba en shock, solo miraba a mis amigos y luego al detective.

—¿De... detective? —busqué señales de reacción hasta que me lo encontré estúpido de mi parte ya que no habla, se está asfixiando. Pero no había comido nada para que pase algo.

—Mierda —masculló Max desde lejos, se acercó junto a Zuri.

Yo entreabrí mis labios totalmente perpleja, mis ojos acababan de captar cómo sangre empieza a caer alrededor de su cuello en una herida larga, como si alguien invisible le estuviera cortándole la cabeza.

—¡Ayuda! —comencé a gritarle a los guardias y a la compañera del detective, la mayoría vienen de inmediato hacia acá.

No sabía para nada que hacer, no entendí ni que estaba pasando.

El detective cayó al suelo comenzando a desangrarse, y la detective compañera de inmediato con su walkie-talkie empezaba a llamar a una patrulla de 911 cercana.

Aún con los labios entreabiertos me alejé para ir directo hacia mis amigos, pero ya sé hacia tarde debido a que me estaban apuntando con una pistola.

Tenía por obligación quedarme quieta con las manos arriba, en lo que me apuntaban, ya la compañera del recién fallecido detective me había esposado, estaba cerca de la escena, la detective ni me había visto cuando sucedió el incidente y como estaba hablando yo con él, querrá pensar que fue mi culpa ahora.

Me llevaron al coche como si llevaran a un animal arrastro. Zuri y Max para nada se quedaron de brazos cruzados y hasta intentaron hablar con la detective.

—¡No! Espe... —intentó explicarle Max, pero ya era tarde, yo estaba en el coche con la cabeza hacia abajo, y la detective ya se iba a subir a su respectivo asiento.

Mis ojos mostraban decepción y un poco de esperanzas en que quizás en algún momento la detective tendría compasión y entendería que yo no hice nada.

Y cuando el coche arrancó, mis amigos tocaron la ventana con desesperación para asegurarme que resolverán esto en cuanto antes.

Este si que es un día de mierda. Y todo por haber sido tan cabeza hueca y perderme en ese bosque.

En el paso de unos largos minutos, estaba rodeada en cuatro paredes grises, un suelo blanco, una mesa y un asiento frente a mi.

Tengo esposas todavía, y me duelen las muñecas, mi estado emocional ahora es: paralizada.

Apenas podía parpadear o mirar hacia algún lado en específico. Jamás he estado aquí, y jamás he pisado una comisaría en mi vida.

Texas te dió la oportunidad.

Y de repente entra la misma detective, lo que cambiaba en su apariencia era que en sus ojos, noté que ya había llorado.

Nadie la juzgaría, su compañero está muerto, y según soy la culpable.

—Le haré nuevas preguntas sobre este nuevo asesinato en el que usted es la principal sospechosa.

Silencio.

Tragué saliva lentamente para luego negar con mi cabeza con la misma velocidad.

—Usted estaba ahí, debería de pensar mejor en que sería muy estúpido que me...

—¿Que mate a un detective cerca de su compañera y cinco patrullas de policía? —intentó adivinar, aunque, lo logró—. Usted volvió de un bosque problemático para la comisaría. Nos deja mucho que pensar o que tener en teoría con usted.

Mi cejas se arrugan cada vez que va avanzando con sus argumentos. Finalmente, negué con mi cabeza.

—No... ¡No lo mataría! ¿Con que arma? ¿Acaso me revisaron a mi o a mis amigos?

—Encontramos hace recientemente en el equipaje de uno de sus amigos una navaja.

—¡¿Y está ensangrentada o qué?!

—Cálmese —replica lentamente la detective—. Aunque la navaja esté o no ensangrentada, haremos muestras con la sangre de... mi ex-compañero y la de tu navaja para saber si coinciden —suspiré un poco aliviada, eso a ella no le gustó cuando se puso de pie y me miró con el ceño un poco fruncido—. Pero de todos modos, se quedará aquí encerrada hasta que haya una prueba más clara de que usted no fue la causa del accidente del detective Sloan.

Entreabrí mis labios lentamente, mis ojos seguían a la detective salir de la sala con atención.

—Dentro de una hora, estarán disponibles las visitas —esas fueron sus palabras de despedida, pero justo antes de cerrar la puerta me asomé y vi que había una chica de ropa formal informándole de algo que no puedo oír.

La detective cerró los ojos con desprecio y los abrió en cuanto su cabeza se dirigió hacia mí.

—Levante el teléfono que tiene al lado y marque el botón blanco. Quieren hablar con usted.

Lo hice de inmediato, pero antes de presionar el botón, llamé a la detective.

—¡Espere! —ella al oírme, se detuvo— ¿Quién es?

—Su madre.

Alcé las cejas con mis labios entreabiertos desde hace rato, me los remojé y con algo de complicación intenté presionar el botón.

La detective cerró la puerta con seguro supongo que para que no me escape y las esposas las abrochó de la silla a mi muñeca izquierda.

Se retiró y dejó a dos policías a cargo de vigilarme.

Apreté los labios en una dura línea recta, preparada para algún regaño de mi madre y contesté la llamada.

—¡Cariño! ¡¿En qué estación estás?! Estoy en Oklahoma llegando allá a Texas —habló de inmediato, no sabía cómo describir su tono de voz en una sola palabra, pero era preocupante, gritón y rápido.

—Mamá... yo... no, no lo sé solo estoy en una que está cerca del bosque Mainstre...

—Ok. Ya sé cuál es—suspiró y le indicó la dirección a lo que supuse que era su chofer o... a papá.

—¿Vendrás solo tú?

—Sí. Tú papá está en México.

El más presente de todos.

—Ok —eso fue lo único que tenía por decir.

—No me puedo creer esto... —susurró para ella misma y soltó un largo suspiro— ¿Qué fue lo qué pasó, Blair? Me enteré de esto por Zuri —ahora su tono suena más como lastimoso.

—Me había quedado atrapada en un bosque... y unos niños raros me ayudaron. Después, los chicos se preocuparon y llamaron a la policía para que me encontraran.

—¿Qué? No, no —Mamá me interrumpe de inmediato negando— ¿Cómo es esto? ¿Cómo que fuiste a ese bosque y sin decírmelo?

—¡Abuela me había dejado! —ese fue mi primero y mejor argumento que podía utilizar.

—¡A ella la voy a matar también! —chilla mamá como loca y le pide al chofer que avance.

Rodeé los ojos mientras gruñía.

—¿Y qué con ese bosque? Ni que estuviera pie grande listo para pisarnos —intenté bromear en el peor momento, mi madre no estaba de buen humor ya que no se lo tomó bien.

Peor, seguía exagerando.

—¡Tú abuela no debió de llevarte a ese maldito bosque! No sabes lo peligroso que está Texas hoy en día, ¡cuando te saquen de aquí vendrás para casa! —decretó gesticulando las palabras tan rápido que solo pude entender lo último.

—¡Ella me dijo que le pareció cool que fuera y que tuviera cuenta!

—Claro. Porque le encanta andar contigo sin reglas, por eso te gusta ir allá, ¿eh? —y aún seguía enfadada. No me dejó terminar y concluyó con la llamada— Voy a buscar a Zuri y a Max y te sacaremos de ahí. Me está entrando una llamada de ella así que nos vemos.

Y colgó de inmediato, me dejó congelada en el asiento.

Lentamente con mi mirada hacia la nada puse el teléfono en su puesto de mala gana como pude y dejé que me volvieran a esposar las dos muñecas.

Mi trasero definitivamente debe de estar lleno de calambres. Porque llevo dos malditas horas mirando el mismo lugar de siempre o observando personas que trabajan en la comisaría pasar de un lado a otro.

Algunos eran personas esposadas, y cada quien que pasaba me inventaba una historia de cómo llegaron acá. Y vaya que el juego al menos era un poco entretenido.

Hasta que, al seguir con la mirada a una mujer alta vestida como si fuera para una gala con unas joyas que resaltan su brillo desde aquí... no cabía duda de que esa era mi mamá.

Y sí, lo confirmé de inmediato por su cabello corto hasta la mandíbula y su perfil, su nariz es igual de un poco ancha que la mía. Según mamá, nuestras narices como son iguales, para la gente... son como atractivas.

Y yo que de pequeña te decía que te operarás la nariz.

Dejando atrás el anterior tema, cuando ya pasaron unos cinco minutos de repente ya están los tres adentro, solo ellos. El chofer de mamá tenía que quedarse desde afuera supervisando.

Aunque lo dejaran entrar, ese señor solo estaría parado como una vela mirando la cara de pena que tengo.

—¡Blair! —suspiró mamá preocupadamente dándome un fuerte abrazo a pesar de que no se lo pueda seguir— Está bien, ¿sí? Te vamos a sacar de aquí.

—¿Cómo lo harán? —murmuré en un tono más... deprimente.

Tranquilos, está fingiendo dar pena.

—Por alguna extraña razón un mini abanico recargable era de seguridad y traía una cámara. Y como la tienda estaba abierta, se ve cuando no mataste al... detective ese. ¡Y están chequeando el video!

Mientras iba contando, una pequeña sonrisa de alivio se formaba en mis labios, y luego suspiré.

—¡Pensé que estaré en prisión por cien años! —dramaticé intentando llevarme una mano al pecho, pero es obvio que era... demasiado difícil con estas esposas

—De tal palo tal astilla —murmura mi mamá recordando a mi papá, que es igual de dramático.

Luego de un rato mientras hablábamos brevemente de cómo fue mis divertidas horas encerrada con esposas, ya la alegría de la sala aburrida y tenebrosa había llegado, mis amigos, obvio.

—Bueno, iremos a comprar algo en la máquina esa —murmuró Zuri con dulzura sin dejar de imaginarse toda la comida qué hay en aquella máquina.

—Es lo único bueno qué hay en esta comisaría —comentó Max apretando los labios.

—Ustedes solo piensan en comida, por eso me tienen a mi hija toda cachetona —Mamá me miró con pena apretujándome los cachetes y acto seguido, me acaricia la cabecita.

—La comida es la mejor bendición que pudo existir señora Myers —replicó Zuri acercándose hacia mí— ¿Te traigo a escondidas?

—Tráenos a ambas —respondió mamá por mi.

—Muy hipócrita de tú parte mamá —me dedicó una sonrisa leve.

Algo que, a Max lo ofendió, ya que mientras salía de la sala negaba con la cabeza murmurando un «Sin til piri cuil».

Lo que me pareció extraño, era que también no había pasado ni quince minutos y ya a mamá también la habían llamado la detective para una breve reunión.

Y en cuestión de solo minutos ya me he quedado sola.

Desde que me quedé sola, ya era extraño... sentí que todo andaba con lentitud, y que mi vista se hacía borrosa y después, tuve de sorpresa un pitido fuerte y torturado en mi oído como si me hubieran golpeado en la cabeza.

Aprieto mis dientes conteniéndome del dolor, quería patear, hacer cualquier cosa —en vano— para que el dolor se detenga.

Y como había dicho en paréntesis, fue absurdo patear y moverme, ya que el dolor seguía siendo una molestia dolorosa para mí.

Agradecí mentalmente que se haya detenido todo luego de unos cinco minutos, incluso, mi vista mejoró de golpe.

Entreabrí mis labios con perplejidad al ver perfectamente al Ardus, o como sea que se llame. El chico raro que se supone que no puede estar aquí o los policías le torturarían hasta los vellos del cu...

—Vaya vocabulario, no pensé que serías desagradablemente grosera.

—¿Q-qué haces... aquí? —pregunté todavía sorprendida ¿Por qué vendría aquí y como supo que pensaba eso?

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