|| Capítulo 3 ||
3- CAPÍTULO:
"LA SALIDA"
Maratón 1/2
🏕️| Blair Myers.
Era un nuevo día.
O bueno, eso pensé verdaderamente.
De repente el sueño tan extraño que tenia me abandonaba de mi mente y ahora que reacciono veo negro. No me costó tanto como anoche abrir mis ojos, pero si que me sentía como toda perezosa.
Me estire en la cama y me enrollé con mis sábanas como si yo fuera un rollo de canela.
Adoro estirarme y acurrucarme ya que la cama está muy cálida, hace bastante frío. Y hay mucha niebla por la mañana.
Y de repente recuerdo que ni siquiera me he tomado una ducha desde ayer. Debí de apestar terrible.
Santa madre de Jesucristo.
Abro los ojos como plato ignorando el hecho de que la luz de la ventana me da directo en la cara y corro hasta llegar al baño para asegurarme que mi nuevo problema no sea alguna alergia —me pica la cara— o mi cabello todo enredado.
Y bueno, al menos agradezco que la segunda opción fue la respuesta.
Suspiré para luego pasarme la lengua por las comisuras de mis labios, estaban un poco embarradas de saliva seca, hice una mueca de asco y mejor me fui a dar una ducha.
Y ni siquiera se les dió el deber a estos chicos de decirme que estaba toda sucia.
No sabía que son tus padres.
Empecé con todo el valor a sacarme lentamente de la cara la gasa que tenía, estaba con sangre y por el sudor —ya que el único aire que entraba al cuarto era de las ventanas— estaba toda desgastada...
Al finalizar, la tiré a la basura ya que ni iba a servir y puse una mueca al ver mi herida.
Parecía un chichón con pus y toda esa asquerosidad de las heridas pero ahora está un poco feo.
—¿Holaaa...? —escuché que canturreaba alguien extrañado de quizás no verme.
Debe de ser Harper o Adele.
Por el respingo, me relajo y abro la puerta.
Adele lo primero que ve es la herida con las cejas alzadas.
—Venía traerte ropa mía a pesar de que te seguro te quede un poquito grande. Pero si quieres te puedo ayudar con esa cosa.
—No —sonreí amablemente sacudiendo mi cabeza—. No es necesa...
Y ni me dejó terminar, me agarró de la muñeca y se fue como si nada a buscar el botiquín jalándome del brazo.
—Pero... pero...
—No sabes el riesgo que corres dejarte esa herida sin una gasa o alcohol por lo menos antes de irte —enarca una ceja y vuelve de regreso con el botiquín.
Y unos minutos después —terminé de bañarme como valiente al fin—, ya estaba haciendo muecas horribles y conteniéndome de pegar una queja de dolor por este maldito alcohol. Que es mi única salvación pero me duele demasiado.
Al ella finalizar de curarme, ya me ardía un poco menos la herida, suspiré toda alistada y la miré.
—¿Qué opinan ustedes sobre mí? —empiezo con el cuestionario sentándome en la cama.
Otra vez con las preguntas...
Sé que agobia, pero con toda mi experiencia de ayer, no sé ni qué decir, es sorprendente que en un lugar como Texas haya encontrado gente que me haya echado la mano.
Pero no sé... ahora siento como si me he olvidado de algo, no sé de qué será. Solo recuerdo haber venido a dormir, pero es lo que me tiene un poco extrañada desde que me levanté.
Adele se queda observándome con un toque de curiosidad, me tardé en darme cuenta que su ceja está un poco levantada.
—Bueno. Todos opinan que preguntas mucho primero que nada cosa que quizás puedo comprender porque ni nos conocías, pareces un poco terca, que cocinas rico y solo te extrañaré para que le des una patada a Arthur con la comida todos los días —me da una palmadita en el hombro al mismo tiempo en el que se coloca de pie.
—Mhm. Vale, no me respondes ninguna pregunta —entrecierro mis ojos lentamente mirándola de arriba abajo. Y como un gato me le tiré encima y comienzo a tirar una bomba de preguntas— ¿Te gusta mi sangre? ¿Alguno de ustedes quiere matarme? ¿Por qué tanto interés en ayudarme si me podían haber dejado tirada? ¿Me van a separar mis órganos?
Ayúdenme, se me salió de control la muchacha.
Adele quedó completamente perpleja como una estatua con los brazos abiertos, ya que yo con mis manos aplastaba sus muñecas.
Parpadea dos veces y empieza a titubear.
—¿No lo... sé..? —su respuesta no llena mis dudas.
—¡¿Qué significa eso?! —dije en medio de respiraciones entrecortadas por haber chillado demasiado.
—Aedus, ven a ayudarme que estoy en mi momen... —llama de inmediato Adele al posible responsable, pero yo de inmediato le tapé la boca frunciendo el ceño.
No sé por qué me dió por actuar así, sentí unas sospechas extrañas de algo de ayer cuando fingí quedarme dormida, no comprendo.
Pero lo que sí sé es que estaba algo cabreada y con desconfianza.
—¿Por qué lo llamas, eh? —pero justo entró el aludido a dañar todo.
—Vaya, que buena jugada. Si te dieras cuenta... —comienza a mascullar cargándome y empecé a patalear— Que no debes de atacar a personas fuera del contexto, quizás hubiera sido mucho mejor que buena.
Lo fulminé con la mirada mientras intentaba forcejear con patadas y sacudidas de brazo, pero su fuerza también es más mayor que la mía.
¿Acaso estos chicos tienen la fuerza de la roca?
Parece.
—¡Suéltame! —mascullo con brusquedad, no valió la pena ya que me ignoró.
—¡Tú contrólate!
—¡Ustedes de seguro me quieren muerta! —fruncí el ceño y le pateé sin haberme dado cuenta entre sus piernas.
Por donde no le da el sol.
—¿Qué pasa Blair? —Adele escupió una risa en medio de la pregunta en lo que se levantaba y vuelve a ponerse seria—. ¡Tú me ayudaste, y es de lo qué estoy agradecida!
Ahora ambos, me dejaron caer al suelo, Aedus cruzó mis brazos hasta que estos se estiraran, no valía la pena seguir forcejeando porque ya él tenía más fuerza que yo.
—¡Ya, está bien! No voy a hacerles nada.
—Conozco ese método —enarca una ceja.
—¡Pero hablo en se...
Shhh, no pierdas la paciencia.
Mis labios se entreabrieron en cuanto su mirada quedó fija en mi, lo único que tenía obligada a ver eran sus ojos azules, sus pupilas se dilataban y relajaban como un corazón latiendo.
Era extraño verlo así... como si se tratara de una hipnosis que me dejaba embelesada por completo con sus ojos dilatándose como un corazón humano latiendo.
Y lo peor vino en cuanto tuve una visión súper rápida de un monstruo parecido a un humano con colmillos grandes.. afilados... y tenía ojos brillantes negros y rojos.
De repente parpadeé rápido siendo consciente de todo lo que acabo de hacer, y al parecer me obligué a mi misma a no apartar de mi cabeza aquella rápida visión.
—Pero.. ¿Qué?
—¿Ya te sientes mejor? —susurra sin dejar de mirarme, sus pupilas están más relajadas que antes.
—Yo... creo que... sí —contesté de inmediato para disimular lo extraño que fue esto, los miré todavía perdida.
Adele me observa de arriba abajo con mueca extraña —aunque sé que significa su mirada— y yo no podía evitar dejar de mirarlos tratando de recordar que fue lo que me arrebataron de mi mente.
Al final, giré mi cabeza de inmediato en dirección a la puerta y corrí con toda mi velocidad a salir de ahí.
Estar en esa casa terminaría en peligro, necesitaba ir con mis amigos antes de que se preocuparan.
Al sentir pasos seguirme, no me costó tanto adivinar qué se trataba del altote raro, así que trato de hacer lo posible de alcanzar la salida.
Llegué, la puerta estaba cerrada con seguro así que por toda la casa le eché una rápida vista. Hasta que no tenía tiempo y no me quedaba de otra que buscar algo con que romper esa puerta.
—¡¿Qué le hiciste?! ¡La dejaste loca! —masculla Adele para Aedus y camina apresuradamente hacia mi, agarré un palo de cortina y le arranqué las cortinas dejándolas caer al suelo.
—Suelta, creo que cometí un pequeño error ayer en la noche —susurró el aludido, no pude entender por completo a qué se refería pero mi cerebro no tuvo tiempo de querer pensar que quería decir. Tenía que correr y salir de aquí.
Giré el palo como si fuera un perfecto tubo con que pelear, por cada paso hacia mi que daba Aedus, yo daba pasos hacia atrás.
—¡Aléjense de mí! ¡¡No voy a dejar que me encierren aquí!! —estaba enloqueciendo un poquito hay que admitir. Pero ese muchacho algo tiene que me advirtió como un milagro.
—Blaire. Tranquila —Adele levanta sus manos en el aire en señal de paz—. ¡Solo queremos ayudarte!
Explicó lentamente intentando dejármelo en claro. Yo tardé en dudar en si confiar o no en sus palabras.
Es como si me dejaran loca...
—¿Qué me hiciste? —miré a Aedus sacudiendo mi cabeza lentamente, acto seguido fruncí el ceño— Me.. me mirabas con esos ojos casi.. ¡Negros! Y... y, ¡me asusté! ¡Yo vi algo!
—¿Qué fue lo que viste?
—No te importa, déjame en paz —mascullé con firmeza aún alejándome a pasos cortos.
Su hermana con tan solo mirarle ya parece que quiere lanzarle cuchillas a los ojos.
Aedus de repente me quita el tubo de la mano y acerca su mano por debajo de mi mejilla, la aparté de inmediato alejándome como si se tratara de quitar una hormiga de la cara.
Él de la nada me vuelve a agarrar de ese mismo lugar y subió mi mano para poder comenzar a susurrarme algo que automáticamente olvidé, junto a mis demás recuerdos de ayer y esta mañana.
«Solo sé que ellos me habían traído por aquel golpe en la cabeza que me dejó inconsciente».
Fruncí el ceño lentamente observando cómo se aparta, parpadeo dos veces luego de un buen rato sin siquiera haberlo hecho.
—A ver si ahora de paso nos va a matar —intentó bromear Adele suspirando.
—No —susurra Aedus como si mi presencia fuera inexistente, y se aleja.
—Debo irme de aquí —les dejé en claro como conclusión y abro la puerta lista para retirarme.
Aedus se quedó en silencio contemplándome.
—Iré contigo por si acaso te pasa algo —Adele ofreció apretando los labios. Mi respuesta fue solo ignorarla y salir de la casa con las manos en mis bolsillos.
Llevaba mi misma ropa de ayer, solo que lavada. No sé quién se ofreció en lavármela, pero al menos no andaré con ropa de desconocidos como de recuerdo.
Adele cierra la puerta y trata de alcanzarme.
—¡Deja de caminar tan rápido que soy muy lenta! —decía suspirando con irritación y al final, optó por correr y en un segundo alcanzarme.
—Si te ves tan irritada ¿Es que verdaderamente no quieres acompañarme? Porque no la necesito, sé el camino de aquí allá.
—Corrección, estoy irritada desde lo que acaba de pasar hace unos minutos —aclara apuntándome su dedo índice.
—Ok.
Ella por igual se lleva sus manos a los bolsillos en medio del silencio.
Prefiero este silencio.
Digo lo mismo.
Durante la caminata no había nada nuevo o interesante, solo que Adele escuchó un lobo desde muy lejos andando —cosa que yo no así que prácticamente era la única que escuchó eso— y andábamos en alerta.
Ya de ahí teníamos conversaciones cortas que no duraban más de cinco minutos, caminamos y caminamos hasta llegar a lo que recuerdo que era el lugar donde tenía las ramas, escucho voces lejanas. Algo me dice que estamos cerca.
Las voces de las aves me brindaron paz, me sentía más relajada.
Al llegar contemplé todo con cierta curiosidad y rareza, a pesar de qué lo único que cambió en esta área es qué hay una fogata, también hay un oficial y para agrandar más el caso, lo que resaltaba demasiado era un collar de una piedra verde que brillaba demasiado que estaba en una colcha pequeña de Zuri.
Me acordé como si fuese ahora que nos dijo que la traería ya que en las carpas aveces hace frío de noche o hay mosquitos. Yo igual detesto dormir en ellas así, por eso tengo muchísimo protector solar, un spray para los mosquitos y hasta botiquines de primeros auxilios para un siglo.
Concluyendo con el tema, busco con la mirada a Adele para agradecerle por acompañarme, pero ya ella no estaba. Literal.
Mis cejas se arrugan poco a poco, y acto seguido me volteo a todos los lados y nada «¿Cómo pudo desaparecerse así?»
De repente escucho la voz de mis amigos hablar con el oficial.
—¡Déjelo, déjelo! ¡Es ella! —oí la voz aliviada y preocupante de Zuri venir hacia mí.
Ella me abraza fuertemente como si lleváramos mucho tiempo sin vernos, por igual le correspondí el abrazo con una sonrisa de alivio.
Al abrir mis ojos, quién estaba en frente mío era Max y el oficial o detective atrás queriendo acercarse.
—¡De verás no sabes lo preocupados nos tenías! —Asegura Max igual ahogándome en un abrazo fuerte.
Cuando ya se nos acabó nuestro momentillo, el detective se aclaró la garganta dejando ver que él existe, ya con eso me caía un poquito mal ¿No se podía esperar o qué? Estaban preocupados.
—Blair, él era el detective que estaba investigando de tu desaparición. Estaba en medio del bosque cuando intentábamos buscarte en la madrugada y... bueno-
—Espera ¿Andaban allí en la madrugada? —pregunté lentamente sin creérmelo.
—Blair... —ya empezó Max.
—Chicos, ¡¿Y si les hubiera pasado algo?! —comencé a alterarme, preocupada.
—¡Eso mismo pensábamos de ti! —replica Zuri en el mismo tono que yo.
—¿A quién demonios se le ocurre alejarse de la tienda de acampar? —Definitivamente la mirada de Max es el verdadero significado de la palabra juzgar.
De repente como si hubieran coordinado, había un silencio preocupante, yo hice una mueca dejando a entender que quiero saber que sucede. Y ahí fue cuando Zuri volvió a hablar:
—¿Y esa herida?
—Ah, me golpeé contra un árbol y me desmayé.
El detective enarca una ceja llamándole la atención, se le veía con poca sorpresa, pero aún así por primera vez habló:
—Señorita Myers, me gustaría hablar con usted y hacerle unas preguntas sobre que le había pasado durante su desaparición.
—Yo también —asintió Max, apoyándolo.
—¿Acaso tú eres detective o qué? —enarqué una ceja fingiendo indignación.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro