|| Capítulo 28 ||
28- CAPÍTULO
"SIN ALIVIO"
🩸| Blair Myers.
🗓️: 5 de diciembre del 2023, 4:33 A.M.
Dejé de teclear en mi laptop en cuanto escuché a alguien tocar mi puerta.
Tenía que entregar un proyecto bastante complicado después de haber justificado con la señora Smith mi gran ausencia en la universidad, y ahora que estoy de vuelta. Han pasado muchas cosas aquí de las que me he perdido.
Una de ellas es que Kuri de milagro despertó después de haber creído yo que estaba muerta, cuando salió de mi dormitorio me dijo la secretaria que ha estado buscándome
por todos lados y al enterarse de que Zuri y yo "casualmente" estábamos en coma, no se supo de ella.
Las muertes por suerte pararon al momento en el que nos fuimos, cosa que ahora suplico de que no vuelva a ocurrir mientras siga aquí en mis cuatro años de carrera.
Pase lo que pase después de mi cumpleaños voy a seguir estudiando mi carrera, nunca me he rendido en algo que me importa demasiado. Y esta es una de ellas.
En cuánto coloqué mi mano en el manubrio y abrí la puerta, lo primero que mis ojos captan es a una Adele exhausta, o estresada. No sé cuál de las dos le queda mejor.
Fruncí un poco el ceño extrañada, jamás he visto a Adele con un aspecto físico como si acabara de salir de una pelea con la bully del instituto, me hice a un lado para dejarla pasar.
Ahora que ella está aquí me ha llegado a la mente los demás chicos, Arthur se había retirado de la universidad como si fuese un puesto de trabajo al que puedes entrar y retirarte como si nada. Me enfadé por un momento cuando Adele me lo contó y luego me reí del asunto, me pareció alocado que para venir hacia nosotras había que inscribirse a una universidad.
Harper y Adam se quedaron, al estar en la universidad me contó el segundo que se sentía bien, como si una parte de la humanidad que había perdido ya la había recuperado. Ni siquiera llegué a preguntar qué estaban estudiando, de Harper sé que estudia algo que ver con la literatura.
Y por último...
Aedus.
No puede salirse de mí mente como un mantra, creo que no existe ningún antídoto para poder concentrarme en lo que tengo que hacer y dejar de pensar en él, me parecía
imposible.
Se ha quedado aquí.
Pero yo nunca le hablaba, entre nosotros sólo existía el contacto visual.
Creo que eso fue un "dejemos esto en pausa" sin ni siquiera avisar.
Él al parecer lo respetó, y es algo de lo que me he sentido agradecida, jamás me ha juzgado y ha tratado de apoyarme desde que teníamos algo.
No es que lo odie o no quiera estar con él o algo por el estilo,
es que no me nace de mí misma tener que abrazarlo, besarlo, hablarle...
Porque mi cabeza nada más piensa en que no somos compatibles, seré una cazadora, y en cuanto lo sea, tenía miedo de que en algún momento deje de mirarlo como siempre lo había mirado.
Mi espacio seguro, el único que sin importar lo que sea que me pase no dejará de ocasionar mariposas en mi estómago cada momento y cada segundo que pase con él.
Esa es una de las razones por las que Aedus Hall, no sale de mi mente, y sospecho que por ahora no lo hará. En algún momento me va a preguntar qué sucede, estoy segura de ello.
—Blair Myers, no sé si lo que te tenga tan embobada sea a mi hermano sin prendas. Pero si es así, te imploro que dejes los deseos para cuando se hagan realidad —Adele me aconsejó de forma tan morbosa que no podía evitar sonrojarme del enojo.
—No sé de donde sacaste tal mentira —por poco mi mascullaba con desprecio aquellas palabras, Adele como reacción se ríe de forma desanimada y se sienta en mi cama.
Lo primero que hace es observar la página abierta del buscador de Google, en cuanto vió lo que decía en el buscador y la información que iba apareciendo, soltó un suspiro.
—Oye, pensé que estabas estudiando... —murmuró decepcionada chasqueando la lengua.
Sí, nos engañó a todos.
—Solo quería investigar algo breve —justifiqué frunciendo el ceño, acto seguido quité la página en un solo click—. ¿Tú qué haces a estas horas metiche? Parece que saliste del bosque después de haber peleado a muerte con tres lobos.
—No me cambies el tema ahora Blair, ya te dije que en el internet no vas a encontrar nada, que nosotros te ayudaremos con eso —colocó sus manos en mis hombros poniéndose de pie como apoyo, apreté los labios—. Si buscar sobre Ainstream te fue así de fácil, no querrás descubrir cómo averiguar sobre los cazadores de vampiros.
Un suspiro sale de mi boca comprendiendo para tratar de hacerle caso, pero creo que mi poca paciencia no aguantaría a que alguien llegue con investigaciones con el proceso de desarrollo en alguien con sangre de cazador.
Pero por un lado ella tiene razón, me ha costado encontrar algo, solo encuentro libros, leí uno durante toda la noche y sentí que simplemente estaba perdiendo mi tiempo.
—Está bien —susurré sentándome a su lado.
—Mira, tenemos que comprender tu lado, así que voy a atacar a mi maldito hermano mañana —no podía evitar reírme y ponerme de pie para recoger todo el desastre que tengo de papeles, bolígrafos y mi mochila—. Porque ahora mismo quiero dormir al menos 30 minutos.
—¿Es que dormir para ustedes está sobrevalorado? —pregunté todavía riéndome de lo anterior.
—No te imaginas cuántos minutos duerme Aedus —murmuró Adele acomodando su cabello y se encierra en el baño a darse una ducha.
Estaba mirándola cuando mencionó Aedus, pero cuando desapareció de mi vista encerrándose en el baño había apartado la vista para pensar por un momento en él.
De repente desperté volviendo a la realidad y organicé todo como estaba, ahora qué ya tenía todo acomodado me tocaba ir a dormir las pocas horas que me tocará por madrugar haciendo clases.
Bostecé mientras me estiraba, mi cuerpo cae en la cama finalmente. Eso sin duda me hace soltar un suspiro de relajación, mis manos, mi espalda y mis piernas al fin tienen respiro.
Observé el blanco y aburrido techo por unos minutos, imaginando por mí cabeza, pensando, hasta que mis ojos poco a poco se van cerrando. Escuchaba de fondo a Adele hablándome, pero mi cerebro no hizo caso y caí rendida en el mundo de los sueños.
──── ⋆⋅•⋅⋆ ────
Al otro día, la alarma del celular fue la única que pudo avisarme que ya es un nuevo día y que debo de despertarme.
En cuanto abrí los ojos con mucha pesadez busqué con mi mano el celular, la pantalla se iluminaba con la hora resaltando, fue lo primero que vi. Quería que la tierra me tragara al ver que eran las doce del día.
Esa alarma que sonó es la de la hora de almuerzo en la universidad, me levanté de golpe porque justo tenía que ser el mejor momento para que llamaran a la puerta.
Adele sigue durmiendo, me sorprendió mucho verla ahí roncando con la boca abierta y la pequeña cascada de baba que había en la almohada, próximamente habrá un río en la almohada en el que se podrá nadar incluso.
Sacudí la cabeza mientras alcanzaba la puerta, pasé la punta de mi lengua por las comisuras de mis labios asegurándome que no hay rastros de saliva seca. Lo primero que mis ojos ven son los ojos azules de Aedus fijos en mí.
Me quedé de pie paralizada, me parecía inesperada su llegada obviamente.
—Pensé que estarías en hora de almuerzo.
—Una escapada no te pone multas —murmuró como respuesta después de unos segundos, cada movimiento que hacía yo estaba pendiente de él. Así que me confundí cuando su mirada bajó hasta mi cuerpo.
Abrí los ojos casi como plato al percatarme después de un buen rato que me dormí sin bragas, eso significa que él acababa de verme los muslos y si me volteo, parte de mi trasero podrá ver.
Aunque es diciembre y el clima es frío, estoy cerca de mis días de menstruación, esta es la etapa en la que la temperatura puede estar más fría que nunca pero tengo calor.
Creo que me sonrojé un poco, no vale la pena disimularlo.
—Perdón, recién me levanté.
—¿Estás sola? —trató de ignorar el hecho de que me acaba de ver en bragas y con camiseta.
Esta pregunta la siento un poco celosa, no me agrada del todo.
—¿Qué insinúas?
—Que si está mi hermana —respondió de inmediato con mucha serenidad.
—Igual está durmiendo —tragué saliva incómoda, lo escuché suspirar como reacción y acto seguido entró a la casa—. ¿A qué venías?
—A hablar con ella, pero igual quería saber si me dejas pasar.
Me hice a un lado para darle paso, para que no mirara nada más de mí estando en bragas, mejor dejé que avanzara, así lo tengo de espaldas y no podrá verme.
Qué tonta, ni siquiera sé por qué lo dejé pasar.
Porque sí a todo, menos al divorcio.
Fui directamente al baño que es lo más cercano que tengo para poder cambiarme y busque lo primero que podría cubrirme, mierda.
No tenía ropa aquí, agarré una toalla y me la enrollé por las caderas para que me cubriera, salí directo a mi cama en busca de mis pantalones, los encontré tirados debajo de la almohada, durante la madrugada me los quito.
—¿Podrías voltearte por favor? —le pregunté muy educada intentando acomodar un poco el desastre qué hay en la cama, él obedeció sin problemas y yo de inmediato me puse los pantalones—. Listo, ahora... ¿Qué pasó?
—¿Qué pasó? Blair, llevas días sin hablarme y cuando voy a verte actúas como si no pasó nada —se cruzó de brazos explicando lentamente.
—Ya lo sé —repliqué remarcando cada palabra, él permanece callado, pero me mira con mucha paciencia esperando por una explicación. Se la debo—, no está pasando nada es solo que... no me apetece hablar.
—Podías habérmelo dicho.
—Tú pudiste acercarte a mí y hablarme, no lo hiciste.
—Me ignorabas los mensajes que te mandaba.
Abrí la boca para encontrar otra justificación, pero mi cabeza quedó en blanco.
Eché un suspiro tirándome en la silla de escritorio que tengo, doy vueltas en ella sintiéndome un poco más nerviosa de lo normal. Aedus aún seguía mirándome, y como eso era el causante de mis nervios, cerré los ojos.
—¿Era solo eso? —llevé una mano a la frente y cerré los ojos. Nos quedamos en silencio incómodo por unos segundos.
Escuché un suspiro profundo de su parte el sonido de que tiró algo al escritorio me hizo abrir los ojos para ver que era
—Iba a venir porque estaba preocupado, desde que llegué a las seis a Washington dije que tenía que entregarte esto que busqué desde Alemania, pero creo que ninguna de estas cosas hacían falta —lo miré a los ojos rápidamente tratando de guiarme un poco, no entendía el tono repentino hasta que supe que se enojó—. Buena suerte, Myers.
¿Alemania? ¿Pero qué hacía en la madrugada en Alemania?
—¡Espera! —muy tarde, cerró la puerta. No fue un portazo de estos que retumban toda la habitación como de costumbre hacen, pero me dolió como una bofetada.
No cabe duda que actué un poco idiota.
Observé a Adele, que a pesar de toda esta charla no se despertó en ningún momento, aún está roncando pacíficamente. Otro suspiro, agarré los papeles que me trajo Aedus, parecen unas fotos imprimidas de un libro que se robó, con detalle leí todo.
Se trataba sobre el desarrollo de un primogénito cazador, los que no son de sangre según los matan, eso fue lo único que me dijo Adele que tenía de conocimiento.
Y sus poderes, dicen que pueden superar a los de un vampiro normal.
Eso significa que podría matar a los cinco sangrientos, porque la mayoría tienen una dieta. Borré de inmediato ese pensamiento de mi cabeza y pasé página.
Este pedazo de papel me está diciendo que puedo proyectar síntomas del desarrollo mucho antes de mi cumpleaños número dieciocho. Me alteré al instante y salté un párrafo hasta poder entender un poco, son unas palabras en latín.
Los síntomas que menciona son:
1- Apariciones de mi poder mental en los sueños.
2- Insomnio.
3- Pensamientos de querer asesinar animales o personas.
4- Detectar rápido seres sobrenaturales.
Suspiré apretando los labios dejando las hojas a un lado en el escritorio, me llevé las manos a la cara cubriéndola. Por suerte no estoy proyectando nada, pero vi algo sobre de qué depende mucho también de cuando comencé a desarrollarme físicamente.
En mi caso fue a los doce mi primer periodo menstrual, así que supongo que algo tendrá que ver, o solo estoy delirando.
Ojalá sea la segunda opción.
Me volteé en dirección a las camas, pero de repente Adele se me aparece haciéndome soltar un respingo, me llevé la mano al corazón sintiendo lo rápido que me latía.
—¿Estás bien? Pareces un oso panda —murmuró Adele muy extrañada de mi aspecto.
—¡Sí, sí, y no tengo ojeras! Estoy durmiendo bien —le aclaré agarrando un poco la calma, me iba a alterar con lo que ya leí antes de llevarme tremendo susto.
Adele de inmediato decidió husmear en mi escritorio para saber qué estaba haciendo que según me tenía rara, en cuanto notó que se trataban de las hojas que trajo Aedus, frunció el ceño.
—¿Fue Aedus quien te las consiguió? —inquirió observando todo su alrededor hasta encontrarse con mis ojos cafés.
—¿Por qué lo dic...
—Aún huelo a tres kilos de crema, así que sí, es él —se respondió ella misma olfateando el pasillo de salida como un perro, hasta que se encontró con el baño que está casi cerca de la puerta de salida. Se encerró en él.
Solté otro suspiro de nuevo, esta vez me encontraba impaciente, agarré las hojas de mala gana y las guardé en un lugar cualquiera donde estén lejos de mi maldita vista.
Organicé la cama y fui a hacer todas esas cosas que hago todos los días para estar lista y poder desayunar.
Todo el día me la pasé pensando en las hojas que vi, no sé qué podré investigar ahora qué Aedus no me hablará por estar actuando como una idiota.
Hablando de él, intenté explicarle que me pasaba pero en cuanto me lo encontré en el pasillo saliendo de su dormitorio y fui a hablarle, me ignoró.
Así que según mi consejera interior, mejor esperaré a que se le pase el enojo, mañana o más tarde.
Al llegar a mi dormitorio me encerré temprano, Adele estaba tratando de aprender a usar mi computadora. Se la había prestado, pero verla usarla es como dársela a un bebé de dos años.
Sacudí la cabeza implorando paciencia, al subirme en la cama, agarré sus manos y comienzo a guiarla. Tenía un montón de pestañas abiertas en esta cosa, en cuanto cierro una con su dedo, ella llegó a ver una pestaña con una conversación que tenía con Aedus.
La condenada es tan ágil que pudo leerla durante ese segundo en el que yo la borré.
—Si no quieres a una consejera que conozca a tú novio de pies a cabeza pues vale, haré como si no vi nada.
Me convenció bastante la idea que hasta me quería pegar a mi misma.
¿Por qué no pensé en eso antes?
—¿Me vas a escuchar?
—¡Obvio! Me gusta oír a mi hermano enojado con alguien que le gusta, fui a hablar con él y me mandó a la mierda —lo dice como si fuese súper emocionante, se veía una niña en cuanto dejó sus cosas a un lado. Fruncí el ceño lentamente dejando de agarrarle el dedo con el que eliminaba las pestañas de la laptop.
—¿No estás enojada por lo que sea que le hice a Aedus..? —Es una de las cosas que me tiene extrañada.
—Mientras duermo puedo llegar a oír lo que hablan desde afuera sí quiero, pero nada más oí cuando te dijo todo seco el "Buena suerte, Myers", desde ahí entendí que se trataba de una pelea. Luego me levanté.
—Chismosa —murmuré en voz baja bajando la laptop, acomodé un mechón de mi cabello rizado detrás de la oreja preparándome para lo que tenga que decir—. No hablo con él porque... —Todavía no me sentía lista para confesar esto, tragué saliva cerrando los ojos y al final solté la sopa sin pensarlo más de dos veces—, Estoy asustada de que en algún momento me atreva a querer matarlo, y no quiero encariñarme aún más de él porque si llego a atreverme a hacer eso será lo que más podría llegar a dolerme en toda mi vida.
Adele alzó las cejas por un segundo demostrando un poco de ironía, luego soltó un suspiro bajando la cabeza, puedo leer ese gesto como si quisiera tratar de cubrir a fuerzas el hecho de qué puedo llegar a hacerlo con unas frases de aliento.
Pero la conozco, Adele siempre dice la realidad de lo que es a pesar de que llegue a doler el hecho de que te lo diga.
—No te voy a negar de que las posibilidades son altas, pero podemos evitar que eso pase, pero lo peor qué haces es alejarte de él para no encariñarte más. Ambos deben de apoyarse mutuamente.
»Mi hermano está loco, no cabe duda —eso me hizo soltar una pequeña risa desanimada—, pero cuando se trata de buscarle una solución importante a cosas cómo estas, no le importa si hay que vestirse de payaso y montar un circo en medio de la calle —hace una pausa observando mi cara medio avergonzada porque ella tiene razón—. Así que déjate de hacerte la idiota y le pedirás perdón, hoy.
—Debo de hacerlo —asentí ante su regaño poniéndome de pie—, pero no ahora. Lo iba a hacer ahorita topándome con él en el pasillo y me ignoró haciéndose el de la vista gorda.
Adele suelta un suspiro cansino, de estos que parecen que acabó de ver una de las publicaciones de Instagram de Billie Eilish. A veces no para de hablarme de aquella mujer, siento que tendré que dejar de enseñarle a cantantes o modelos con ojos dormilones, cuerpos sexys y cabello negro con rojo teñido.
Mi casi ex cuñada tenía el cabello acomodado de lado de forma un poco traviesilla, pues esta vuelve a dejárselo como estaba al principio y agarra algo para poder distraerse mientras me dice:
—Es que Aedus es... demasiado sentimental, puede hacerse creer el duro y el fuerte. Qué mal que no conociste su etapa adolescente, era todo un cursi, escribía cartas para una...
Pero de repente se calló, al parecer alguien iba a soltar un secreto muy feo y así meter bien feo la pata.
No cabe duda que tendrá que completar lo que iba a decirme, Aedus me está mintiendo entonces, y ella lo sabe. Me está dando estos consejos cuando él me está...
Detesto eso.
—No te irás de aquí sin decirme que era lo que ibas a decir, Adele —le advertí frunciendo el ceño repentinamente, estaba tan relajada hasta que tiene que saltar con esto.
—Sea lo que sea que pienses, no es con ella, no es con tú mamá. ¿Vale? Me quedé callada porque... no sabía si él te lo había dicho... yo pensaba que pues... ¿sí?
—Pues no me contó nada, y tenía todo el chance del mundo cuando nos íbamos de Ainstream —remarqué cada palabra tratando de controlar mis ganas de querer enfadarme, respiré profundamente y me senté en la cama, Adele estaba titubeando—. Estás nerviosa, así que es algo grave.
—Blair... por favor, no me metas en esto...
—Dímelo, no me voy a enfadar.
—No.
—Adele, dímelo —insistí mascullando, de repente, me percaté que estoy agarrando su muñeca tan fuerte que ella ya está haciendo una mueca de dolor. Eso me hizo quedar extrañada, y asustada... jamás he tenido más fuerza que Adele.
En cuanto solté mi mano, preocupada, veo que tiene una marca roja y una gota de sangre brillando entre toda la marca de mi mano en su piel.
Pero la sangre no era solo de ella.
Era mía.
He lastimado a una vampira, cosa que es difícil, Adele me supera bastante en fuerza, velocidad, agilidad. Sus heridas deberían de curarse rápido o empezar a curarse si se trata de rasguños en la piel, pero no había pasado nada, ella se agarró el área solo para que yo no la viera.
—Blair, solo... habla con él.
La aludida se pone de pie agarrando sus cosas y sale de la habitación dejándome sola sentada en su cama, me quedé paralizada por unos minutos en el mismo lugar sin mover ni un dedo.
Quería pensar que solo era mi impulso que logró hacer eso y no que yo quería lastimarla de verdad, me puse de pie llevándome las manos al cabello y busqué de nuevo el papel para tratar de averiguar qué clase de lugar fue donde él encontró esta información.
Necesito averiguar más si cosas cómo estas vuelven a pasar.
Pasaban las horas, y ya se estaba haciendo de noche, no me apetecía comer nada. Así que desde que terminé de estudiar —que por suerte mañana Lunes podré entregar mis trabajos con éxito—, fui a tirarme a la cama con el pijama puesto.
Empecé a utilizar mi celular, al entrar en el chat de Aedus, me apetecía escribirle y hacerle un montón de preguntas. Pero ya no me atrevía, después de lo qué pasó con Adele no sé si sea una buena idea.
Mejor iré a su dormitorio mañana.
Observé la cama de Adele, está vacía y tristemente ordenada, apagué la lámpara de la mesita de noche y acto seguido, me arropé con las sábanas.
Navegué un poco por el internet, hasta que me llegan unos mensajes de mamá sobre saber cómo estaba y que está preocupada por mí. No la ignoré, pero sí le contesté con respuestas cortantes.
Eran casi las tres de la madrugada mientras me la pasaba navegando o viendo una peli para distraerme, y por suerte pude descansar, mis ojos se cierran poco a poco hasta perderme en el mundo de los sueños.
...
Él no paraba de contemplarme de arriba abajo lentamente, como si me desconociera por completo.
Quería acercarse, me lo presentía. Y cuando mis sospechas fueron ciertas, lo hizo hasta quedar a una distancia decente, me intentó agarrar las manos, pero yo las alejé con brusquedad.
—Ya te dije que no te me acerques, me voy de aquí —le hablé en tono amenazante, al decidir querer irme llena de rabia y tristeza encima, él me detiene colocando sus manos en mis mejillas.
—Blair, no te lleves de los impulsos que manipula tú cerebro. Confía en qué yo te quiero devuelta.
—¿Confiar en ti? Es lo último que haría en mi vida —enfaticé cada palabra a punto de mascullar, sus labios se entreabrieron. Ahí fue cuando decidí bajar la mirada para ni siquiera verlo a los ojos, es un maldito manipulador.
—¿En serio sólo crees que te quería para utilizarte y hacerte sentir mal? ¿Qué jamás te quise? —frunció el ceño bajando sus manos.
—Tú jamás me amaste, Aedus, lo tuyo era perseguir el pasado creyendo que encontrarías lo mismo —él suelta una risa sarcástica a propósito alejándose de mí.
—Te equivocas demasiado, cariño —me explica remarcando cada palabra acercándose a mí de nuevo, sacudí la cabeza cada vez que enfatizaba las palabras.
—Bien, ¿sabes algo? Uno de los motivos por los que yo no te hablaba era porque ya comenzaba a sentir miedo por lo que eres. Un vampiro, jamás se me vino por la cabeza el hecho de que ustedes son unos enfermos mentales con acabar la vida de personas inocentes. Dejé de acostumbrarme, todo lo malo que había en ti para mi nunca existió hasta ahora, y eso es lo puede llegar a hacer el amor, pero ya conmigo se ha consumido tanto que lo único que veo en ti es blanco y negro.
—Blair... —murmuró en voz baja suspirando, comencé a sospechar que tenía un plan para acabar con mis supuestos impulsos y sus comentarios de que tengo problemas emocionales.
—¡Ya te dije que no te me... —el empujón llegó tan lejos que mi mano quedó enterrada en su pecho, escuché algunos huesos haciendo sonidos como un «crack» y el primer movimiento que sale es el cuerpo de Aedus cayendo al suelo.
Él mientras se caía reaccionaba un poco, pero al verlo poco a poco embarrado de sangre, su corazón latiendo en mis manos, no puedo evitar ir tras él reaccionando de inmediato. Intenté colocar su corazón de regreso, pero es de milagros que él reaccione.
Empecé a llorar de repente en silencio mientras hacía todo mi esfuerzo para ayudarlo, me puse de pie y fui corriendo a buscar a alguno de los chicos, nada más se me vino a la mente Zuri.
──── ⋆⋅•⋅⋆ ────
Los gritos y sollozos que podía escuchar todavía en lo que sea que haya soñado me hicieron despertar de golpe, me agarré con fuerza de las sábanas y con prisa agarré el celular.
Mis movimientos con los dedos eran demasiado torpes y rápidos, quería escribirle a Aedus, no sé qué demonios era eso. Pero no lo sentía como un sueño.
Tenía un presentimiento de que era mi habilidad mental que tenía que nacer durante mi desarrollo.
@BlairMyers: ¿Estás despierto? Tenemos que hablar.
No pasaron ni tres minutos, y ya lo miró, tardó demasiado en que me saliera en la pantalla que está escribiendo.
@Ardus ;): Bien.
Todavía lo tenía agregado de esa forma, dejé de hacerle caso y apagué el celular mirando por primera vez la hora.
Son las tres de la madrugada, tampoco se me vino a la mente que hacía despierto, pero no es algo que me sorprenda. Es amante de la noche, me lo ha dicho un sin fin de veces cada madrugada en la que dormíamos juntos.
Antes de irme solamente peiné un poco con las manos las greñas que me cargaba encima, salí sigilosamente. Ahí estaba Adele durmiendo como un bebé.
Le di al botón del tercer nivel en el ascensor, cuando llegué salí y busqué el dormitorio de él. Por poco me olvidaba cuál número era, toqué la puerta con el conocimiento de que solo estaría él dentro, no iba a despertar a nadie.
Abrió la puerta unos segundos después, su aspecto llamaba por completo la atención de mi corazón. Es el único que sigue y seguirá demostrando a su manera el amor que tengo hacia él. Mi cerebro en estos momentos ya es otro tema.
Las puntas de su cabello azabache apuntan a todas las direcciones, está desordenado. Y sin importar qué, siempre me ha gustado, lo más que resaltó en su rostro eran unas ojeras panda no tan marcadas.
Bajé la cabeza un poco avergonzada de haberlo mirado por tanto rato sin decir ni una sola palabra, él se ofreció a invitarme a pasar.
—Ven.
Entré a su dormitorio con la mirada hacia el suelo, la única luz encendida era la de la lámpara de la mesita de noche, no alumbraba mucho.
Observaba cada detalle con miedo de que esta escena se pareciera a la de mi sueño y que no se tratara de una revelación.
Escuché sus pasos acercarse cada vez más a mi, y cuando siento su presencia por detrás de mí, cerré los ojos tratando de no imaginar nada, los llegué a abrir cuando me volteé.
—¿Sabes lo que soñé? —Rompí el silencio que se había formado durante casi un minuto.
—¿Para eso querías que habláramos? —murmuró serio, a pesar de la serenidad y el tono relajado en el que me habló.
—Es una pregunta paréntesis —dije de inmediato frunciendo el ceño después de apartar la mirada.
Él suspira medio incómodo, sentí como sus ojos dejan de posarse en mí y ahora observa todo su alrededor buscando algo más interesante que yo.
—No hay modo ni un por qué de que yo vaya a entrar a tú dormitorio para ver qué sueñas, Blair.
—¿Por qué lo pensaste demasiado antes de solo decirlo? —inquirí desconfiada en él.
—Porque estoy tratando de entender que me quieres dejar dicho, Blair.
Hago una pausa casi apretando los labios, mi voz de repente empezó a quebrarse, porque ahora me estoy arrepintiéndome de venir aquí. No sé cómo vaya a terminar esto, pero no siento que sea de una buena manera.
Me lamentaría demasiado que estemos peleando en el peor momento, cuando se supone que ahora tenemos que estar juntos en esto. Quizá el universo quiere actuar de forma contraria y mientras más alejados estemos, menos llegaré a estar manipulada para matarlo.
—Iba a pedirte disculpas de una manera... diferente, pero luego me enteré que me estás ocultando algo. Y no quieres que lo sepa, porque si sí quisieras. Me lo hubieses contado aquella vez que nos volvimos a besar por segunda vez.
Poco a poco iba avanzando, y ya cuando terminé de explicarle, había terminado de fruncir el ceño por completo como un paño arrugado. Miró a la nada tratando de recordar a qué me refiero.
»¿Utilizarás la misma excusa que usaste la otra vez? Porque si es así...
—No, no... —suspiró llevándose una mano a la cara mientras susurraba una palabrota—. ¿A Adele se le zafó decírtelo?
—¿Qué es lo que me ocultas, Aedus? Ella ni siquiera me quiso decir que era ¡¿Era una maldita verdad lo de que salías con mi madre?! ¿Es eso? —empecé a alterarme acercándome a él, me dejaba mucho que decir el hecho de que su estado de ánimo de un segundo para otro se veía frustrado.
A este punto no entiendo por qué no puedo controlar mis impulsos, se supone que con la revelación que tuve debería de tener en alerta el no alterarme. Pero me era imposible, tanto que mis labios se entreabrieron de la sorpresa en la que me alteré tan repentinamente.
Estaba sentado en una silla, se puso de pie de inmediato agarrándome de las muñecas creyendo que iba a golpearlo.
Él negó con la cabeza de inmediato, por suerte para él no encontré ninguna señal de que me estaba mintiendo, intentaba zafarme de su agarre con brusquedad, pero él con mucha agilidad volvió a agarrarme esta vez más fuerte. Tenía la cara roja.
—No es nada de eso, no quería decírtelo cuando me acordé porque sabía que ibas a huir —me soltó las manos, nunca volvió a parpadear con tal de que no encontrara alguna señal de que estaba mintiendo—. Y yo no quería... dejarte sola después de todo lo que te dijo Alicia.
—¿Qué es? —insistí remarcando cada palabra, hice lo que pude para relajarme un poco.
—Cuando tenía dieciséis, yo... Estaba enamorado de una chica que se parecía a ti, era de Alemania así que no tenía ningún parentesco con tú familia, pero parece que era tú _doppelgänger.
Las facciones de mi rostro se relajaron de forma pausada tratando de comprender qué está pasando, no sé qué término es ese. Pero parece alemán.
—¿Qué es eso? —quedé paralizada observándolo a los ojos con miedo, creo que más de lo que debería de admitir.
—Doble andante, en Alemán. Existía una leyenda de que los cazadores tenían un gemelo malvado, eso más bien iba por la genética familiar. ¿Sabes de la teoría que según es falsa de que cada cien años hay una pandemia en el mundo?
—Sí-sí... —titubeé, ya no me gusta como empieza a explicarme.
—Pues es algo así, solo que es imposible de que ocurra cada cien años. Siempre sucede cada trescientos o quinientos años —me explicó lentamente, se llevó las manos a mis mejillas, porque ya estaba observando a la nada.
Reaccioné de inmediato mientras me levantaba la cabeza en dirección a él, sé que está tratando de que esto lo pueda tomar con calma. Y eso hice, bajé la mirada hasta su pecho donde sin percatarme tenía una mano en ese lugar.
Con miedo y con el recuerdo en mi mente la quité de ahí y me alejé de él acomodando un mechón de mi cabello detrás de la oreja.
—¿No dirás algo...? —murmuró, su voz se escuchaba tan suave que no sé cómo no podía tolerarla del enojo.
—Tengo que irme —pude susurrar agarrando mi celular que estaba encima de su escritorio, tenía un feo nudo en la garganta que me costaba poder decirlo.
Mi vista se me hacía borrosa por las lágrimas que contenía, cerré los ojos por unos segundos, y me quedé de pie esperando a poder calmarme. En cuanto lo logré me volteé para mirarlo por última vez.
—¿Tú de verdad me amabas, Aedus? —salió de mi boca por impulso, el tono era tan suave que no podía creérmelo yo misma que me lo he tomado con algo de serenidad.
Eso no fue una revelación.
¿Estás segura?
—Blair, jamás tuve intenciones sospechosas contigo, nos llevábamos mal.
—¿Entonces por qué fui yo la que terminó en tú casa esa noche en el bosque? ¿Estás seguro que era para que pudieran llegar a Zuri? —arrugué las cejas acercándome cada vez más a él. Aedus aparta la cabeza para concentrarse en cuanto mi respiración acariciaba el inicio del cuello.
En cuánto tuvo la valentía de girarse, esta vez solo observaba el marrón de mis ojos. Quería decirme algo, pero yo tan solo quisiera poder entrar en su mente para poder saber quién es el que de verdad se está engañando.
—En los planes estaba llegar a Zuri —nos mantuvimos en silencio mirándonos fijamente por un largo rato. Los labios de Aedus se entreabren hasta que llega acercarse a mí, me alejé chocando con el escritorio que había frente a su cama—. No me gustan las palabras, prefiero las acciones. Es difícil que me gane una última oportunidad de tú parte pero puedo demostrarte que lo que digo es cierto.
Extiende su mano para que yo la agarre, mi mirada pasa de él a su mano, acepté con tal de matar la curiosidad que se creaba en mí por dentro. Depende de lo que sea que vaya a enseñarme si de verdad merece una oportunidad de mi parte.
Mi mano al tocar la de él hizo crear en mí una sensación familiar en mi estómago, tragué saliva un poco incómoda y lo acompañé.
Agarró las llaves del dormitorio y distraídamente se colocó unos zapatos adecuados para salir afuera. Yo con un pijama ya debería de estar escandalizada, pero mi humor no daba para preocuparme por cómo voy vestida.
—¿A dónde vas a llevarme? —fruncí el ceño en una mueca rara, alcanzamos el coche de él y me subí en el asiento delantero. Desde que me subí lo miré esperando una respuesta.
—A una cueva, está cerca de la playa a unos quince minutos de aquí —arrancó de inmediato, sus ojos azules se concentran en el retrovisor para poder salir del parqueo.
Durante el camino, nos mantuvimos en silencio, él también.
Me vino a la mente el por qué él no prefirió llevarme con su súper velocidad, lo descarté ya que daba igual de qué forma me llevara o no, de todos modos. No me haría sentir bien estar encima de él.
Mi primer vistazo al llegar a nuestro destino era efectivamente una cueva, en cuanto salí del coche lo esperé a él desde afuera, aún se mantenía sereno y con la misma expresión que tenía durante el camino. Dejé de observarlo y mejor me centré en el lugar que estábamos.
—¿Qué hay aquí?
—Enciende la linterna de tú teléfono —obedecí buscando el botón de la linterna en mi celular.
Ya dentro de la cueva, él acercó su mano a la mía. Estaba parada observando todo lo que había en aquella cueva, palabras escritas... otras eran dibujos, y algunas estaban semi borrosas de seguro por los años qué llevará esto escrito.
Sentí su dedo querer enredarse con el mío, es una señal para querer preguntar si puede agarrarme la mano. Me dejé llevar por lo que sea que mi corazón quiera, la respuesta terminó en que ahora estamos agarrados de la mano.
—¿Qué es...? ¿Ella y tú escribieron todo esto? —él asintió, dejé de agarrarle la mano para acercarme más. Él se colocó las suyas en los bolsillos, observándome.
—De vez en cuando dibujábamos y escribíamos cosas aquí, en 1919.
No dije nada al respecto, mis labios se entreabrieron en cuanto toqué una parte de la pared rocosa de la cueva, se abrió una especie de pasadizo secreto.
Fruncí el ceño apartándome un poco, Aedus se me acerca quedando al lado mío asegurándose de que no va a dejarme sola, tragué saliva un poco aliviada de tenerlo ahora a mi lado.
—Iba a mostrarte esto, pero sospeché que ibas a darte cuenta de ello más rápido que yo —menciona entrando primero, lo seguí hasta que el pasadizo se va cerrando poco a poco—. Te voy a enseñar algo.
Empezó a buscar algo, acercó su mano a una esquina del lugar, presionó la roca y de ahí salió una caja en forma de roca con tal de camuflarla entre toda la pared rocosa, de ahí sacó tres cartas, adentro me dejó ver que tenía.
—Nadie sabe de este lugar, ni mis hermanos, aquí escondía mis cosas.
—¿En la cueva, donde están los dibujos de mi doppelgänger?
—No son buenos recuerdos, pero es el lugar más seguro que tengo. Mi mejor amigo dejó esta cueva encantada para que solo quienes yo quiera puedan verla, y entrar, ningún hechizo podrá acabar con el encantamiento. Ni tampoco hay una forma de que Alicia pueda robarse algo de aquí.
—Tú mejor amigo es muy listo —comenté haciendo un intento de sonrisa mientras abría una carta que él me dió para que la leyera. Es de mi doppelgänger.
—Ya no está, murió a principios de este siglo —apretó los labios bajando la cabeza, eso me hizo agachar las cejas, mostrando un poco de mi pésame a ello. Dejé de mirarlo y continué leyendo lo que decía la carta.
"Pronto tendré la sangre de los Hall embarrada en mi ropa".
- Blake.
—¿Se llamaba Blake? —fruncí el ceño pasándole la carta, él asintió con la cabeza.
—Es un poco raro el nombre, pero sí. No voy a mentirte que estaba enamorado de ella en ese entonces —me entrega una foto casi quemada de ella—, las demás cartas las quemé. Esta foto la iba a quemar pero pensé en que de seguro necesitaré esas pocas cartas y esa pequeña foto.
Definitivamente es mi hermana gemela, tiene cada facción de mi rostro, solo que su cabello es liso y más claro... está a blanco y negro así que no sé de qué color sería su cabello. Le entregué la foto y me mordí el labio inferior.
—¿Entonces intentó matarte?
—Cuando ella murió en su mochila estaban esas cartas, éramos... amigos al principio a pesar de lo que sentía por dentro. Pero con el paso del tiempo en el que me enteré de que me quería a mi y a mi familia muerta, perdí el interés. Ahora la considero como una chica cualquiera en mi vida.
—Perdón —dije con esfuerzo de querer encontrar qué decir, no tenía ni idea que decirle al respecto. Él sacudió su cabeza entrando todo.
Lo único que quedaban eran algunos brazaletes antiguos, pensaba que eran de mi madre pero no, ella no hacía ese tipo de brazaletes. Había una inicial en cada uno, una "W" y uno con la letra "A", no me pareció complicado entender que se trataba de su mejor amigo.
De forma innecesaria colocó su mano debajo de la mía, ahí estaban los brazaletes, se los entregué rechazando el roce de su mano con la mía.
—Tú y Blake son dos cosas distintas —volvió a hacer eso de acercarse a mí poco a poco. Me fui alejando conforme cada paso que daba. Al chocar con la pared, mi corazón amansaba con querer salir de mi pecho—. Dejé de tener interés en ella en cuanto vi que era un peligro para mis seres queridos.
—Te creo —admití en voz baja observando de nuevo toda la cueva, Aedus extendió su mano más arriba de mí, guardó todo en la caja.
En cuanto dejó de estirarse y volvió a la posición anterior, aún estaba cerca mío. Pensaba que estaba paralizado observándome, pero al mirar sus manos, noté que no dejaba de abrirlas y cerrarlas de forma pausada.
—No existe ninguna forma en la que no pueda demostrar lo mucho que me importas. No tengo más que ocultarte y no volveré a hacerlo.
—¿Estás seguro? —susurré bajando la mirada hasta su pecho, no me atrevía mirarlo a los ojos siendo consciente de la distancia en la que estamos.
Tengo frío, tenerlo de cerca es una buena ayuda en ese sentido.
Sí, ya entendimos.
—Demasiado —me asegura en voz baja, de mi hombro sacude con delicadeza un poco de polvo que me había caído encima.
De acuerdo, todavía no entiendo qué estaba pasando conmigo misma.
Mi corazón comenzó a latir muy rápido, amenazaba con querer salir de mi pecho. Pensé que se trataba por una de esas frases cursis que él a veces me susurraba y me hacía sentir de ese modo. Pero tenía una desesperación seria por agarrarlo de las mejillas y besarlo.
Él permaneció de pie, sabía lo que significaba aquella mirada que me dedicó, estaba esperando a que yo quisiera hacerlo. Y no, él no dió el primer paso ya sea porque no lo deseaba, estaba esperando a que yo de verdad quisiera besarlo.
Lo agarré de las mejillas y sin pensarlo estampé mis labios contra los suyos en un beso intenso, sentí como la desesperación fue desapareciendo hasta hacerme expulsar de la boca un suspiro de alivio entre las respiraciones agitadas.
Aún sentía sus labios acariciando los míos, si su cabello estaba desordenado antes. Pues desde que lo besé ya es todo un desastre.
Se acercó tan de repente a besarme que no sabía de qué agarrarme primero, mi primer instinto fue acariciar la parte baja de su abdomen, con mucha torpeza subí comprendiendo tan pronto como pude que pude estar cerca de poner mi mano un lugar más... fuera de los besos.
Cuidadito eh, que lo estás tentando.
—¿Me explicas tus indirectas? Porque no estás siendo muy clara, Blair —él se separó tan sólo un poco sin dejar de mirar mis labios.
Hacer algo más de adultos en una cueva no creo que sea una buena idea, que al parecer quiera hacerlo aquí me deja en claro que quizás no le importa mucho los recuerdos que tenga aquí.
Me quedé con la boca cerrada, mientras tanto, miré la mano que todavía permanecía en el pecho de Aedus, su corazón está latiendo demasiado rápido. La bajé lentamente hasta alcanzar el borde del pantalón, en el centro está el nudo que aprieta un poco el pantalón a su cintura, mi mente perversa tenía la grandiosa idea de desatar ese nudo, pero no me atrevía.
Aedus coloca una de sus manos en mi mentón haciéndome levantar la cabeza, para que luego nuestros labios se unan en un beso más suave y tranquilo. Me separé solo para quitarme el suéter que tenía puesto matando la ola de calor que tenía encima, debajo tenía una franela blanca así que no me preocupé tanto.
En cuanto nos volvimos a besar para casi dejarlo sin la camiseta del pijama, solo me quedaba un botón para desabrochar. Pero mí celular empezó a sonar, o no sé, era el de Aedus.
Este chasqueó la lengua y frunció el ceño conforme no paraba de sonar, ahora que el celular sonó fue como una cachetada para mi corazón y mis hormonas, reaccioné de inmediato y me separé frunciendo el ceño por igual.
Estaba extrañada, muy extrañada.
Me remojé los labios, aún sintiendo su boca devorando la mía, las manos en mi cintura... demasiado calor para mí. Agarré la chaqueta de inmediato apartando la mirada en él, su mirada fija en mí me tenía un poco incómoda.
—Esto... no... —traté de decir pero me interrumpí a mi misma esperando una reacción de él.
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