Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

|| Capítulo 16 ||

16- CAPÍTULO
"SALIDA"

Este maratón va a estar largooo, así que espero que no se me aburran :"D

Maratón 1/2

🌳🪄| Blair Myers.

—Ya verás lo que te vas a encontrar —me asegura Aedus, mientras nuestra brujita agarra nuestras manos y nos las une.

Ya es un nuevo día, por un milagro extraño al parecer Aedus y yo pudimos despertar realizando una charla sin querer arrancarnos los ojos mutuamente. La brujita que no nos quiso decir su nombre porque no habla, según nuestra psicóloga Harper, las brujas de agua llegan a ser tímidas, y una cualidad de ellas es que no hablan cuando están secuestradas hasta perder el miedo. Ni las obligues, no lo hacen.

Que raro.

Cuando me enteré eso mismo dije.

Aunque creo que sí habla, porque lo acaba de hacer justo ahora:

—Manos unidas, por favor.

—¿Hablas? —pregunté sorprendida agarrándole la mano a Aedus.

Me tientas a responderte un comentario sarcástico.

Si no le miro la mano las ganas de vomitar se bajan.

Exagerada.

Es algo de mí, no te quejes.

—Se supone que acaba de hablar...

—Por estas razones me merezco una medalla de oro por romper el récord mundial de instalar una charla con Aedus Hall sin arrancarle los sesos —murmuré en voz baja, haciendo que la brujita jadeara más sorprendida que yo.

—¡Humanos raros! —exclamó ella. Aedus no pudo evitarlo por un momento y suelta una risita en voz baja mirando hacia otro lado.

—Sí, belleza, soy una humana ¿y tú nombre? —una sonrisa humilde se me escapa, fascinada por la inocencia de esta bruja.

Me pone triste decirle bruja.

—Aline.

—¡Hermoso nombre! Blair, ahora llámame Elina, hasta que acabe tú hechizo, tómatela como mi segunda personalidad.

Me di cuenta ahora que nuestros nombres son casi iguales.

Aedus se me queda mirando con una ceja enarcada, como no sabía que era lo que quería, mejor dejo a la brujita hacer su trabajo si es ese es el problema.

Ya es hora de realizar el hechizo, los labios rojizos de Aline llamaron bastante la atención desde que se dibuja una sonrisa en su rostro cuando estaba lista para el hechizo.

Al agarrar una rama, esta cambia de color pareciendo algo cristalino y a la vez... gelatinoso. Como si fuese una vara solida que cubre agua.. o cosa de brujos.

Creo dejar por hecho en conclusión de que era una varita mágica de hielo, ya que se derritió al tocar suelo.

No se desliza, se queda en el suelo sin desmoronar lo que sea que ella haya escrito en el. Es increíble, ¿así es la magia de las brujas de agua?

Aedus me mira con esa sonrisita de «Te lo dije» que me hace rodear los ojos de forma cansina, Aline nos sonríe sosteniendo nuestro agarre de manos y lo entra en el agua.

Sí, no sé como, al parecer esas palabras escritas empiezan a formar algo parecido a un mini lago mágico que se reflejaba perfectamente como sería mi apariencia. Traté de no mirar mucho pero tengo la piel clara, vaya spoiler.

Ihre Identität wird dabei nicht erkannt —alejé mi mano de golpe porque empezó a arderme.

Aedus hizo lo mismo así que compartimos mirada, no entendí para nada lo que dijo y eso me asustó un poco, solo entendí "identidad" pensaré que eso tiene que ver con unas palabritas mágicas y ya está.

Las venas de mi brazo el cuál toqué resaltan por completo en un azul brillante, mi piel se vuelve más clara, y el agua del suelo se va secando poco a poco.

Miré ambos brazos, que también están cambiando de color, de pronto me vino a la mente el porqué me cambian el color de piel si mi color es hermoso.

Me coloco de pie de inmediato para verme en el espejo, mis labios se entreabren de inmediato con la sorpresa, mi curiosidad al ver a Aedus se desvanece al fijarme en él.

No cambió mucho.

Solo un poco más bronceado, y su cabello en vez de ser negro, es castaño claro.

—Te ves horrible —fue mi opinión sincera al fijarme en él, haciendo que la brujita Aline rodee los ojos.

—Tú gustar de él —hasta la bruja comenzó con el cuento este.

—No —aclaré de inmediato, yo sola, me sorprende que Aedus no haya dicho nada sobre ello.

Solo agarró una mochila rara y se la colgó en el hombro como si no le hubiesen comentado nada. Me llamó bastante la atención su falta de respuesta, pero lo descarté de inmediato con una posible cosa de que pensó que se refiera a mi solamente.

—Los dos, su cambio no es extremo pero podrá ser no reconocible para gente, tratar de comportarse diferente. Nosotros brujos no ser idiotas —vaya idioma cavernícola. Esboce una sonrisa muriéndome de ternura por su forma de hablar—. Tienen mi magia guardada en collares, pero no utilizarla mucho, por favor, la fuerza que utiliza tú y tú afectarme a mí.

Usó su dedo índice para señalar, le presté atención, pero en verdad no fue solo prestarle atención sino que:

—Listo listo, no necesito la opinión de una ex recién puberta —exclamó Aedus interrumpiendo mis pensamientos de entendimiento hacia la bruja, cierro los ojos irritada.

Se frustró al parecer con lo anterior, y a mi me estaba irritando un poco, ya comenzaba a tener sospechas de una actitud rara continua de su parte.

—Claro, ya veo como las lágrimas se te derraman como gotas de sangre —empecé a molestarlo, saliendo del dormitorio.

Le gesticulé con ayuda de mi boca a Aline un «Gracias» su reacción más cómica fue fruncir el ceño sin entender y retirarse.

Aedus y yo caminamos juntos hasta la salida con ya nuestras cosas, listos para ser el mago y el malabarista del entretenimiento en el circo nombrado Ainstream. Pero Adam aparece por arte de magia silbándome.

—Tantos frenos y yo sin curva, nena —evité no reírme por lo tan trágica forma de coquetear que acaba de utilizar.

—Es "Tantas curvas y yo sin frenos"  idiota —espetó su primo haciéndome enarcar una ceja lentamente.

Cerré la mochilita y me la cuelgo en el hombro, con unas notitas de Arthur, y armas escondidas en defensa por supuesto.

—¡Celoso a la vista! —molesta Adam. Miro de pronto a Aedus, como un enemigo a la vista, este nos enarca una ceja a ambos fingiendo ser el incomprendido.

—No estoy celoso.

—Ya, y Blair tampoco.

Ambos me miran a mi, eso me tienta a hacerme más chiquita en este rincón o moverme para que cuatro miradas no me ataquen.

—Ustedes necesitan revisarse la cabeza, ¿no creen? —concluí el tema, saliendo de casa.

Que buena forma de espantar un tema.

Durante el camino por el bosque, Aedus se encargó de ser mi guiador, por suerte me despedí de Zuri y de Adele, que se levantaron tarde. Por si acaso nos arrebatan nuestra existencia o llega a ver un momento en el que nos tendremos que quedar hasta para poder volver.

El camino no me sorprendió para nada, es lo mismo, árboles, de todos los tamaños, hasta encontrarnos con unos más pequeños que nos daban señal de que estábamos lejos de las costas de Ainstream.

En algún momento le preguntaré a Aedus que le sucede esta mañana conmigo que está medio... celoso. Si es que no son ilusiones mías, claro.

—¿Cómo no se dan cuenta las brujas que esto es un hechizo? —hablé en medio del silencio de quince minutos que se formó.

—Si es fuera de la central, solo con magia se darían cuenta. Pero mis encantos los harán olvidar de que soy un humilde humano.

Hasta tus encantos me entretienen, créeme.

—Bien. ¿A dónde iremos primero?

—¿Ya vas a empezar a hacer preguntas? —la suya sonaba más agotada.

—¿No me vas a responder mi pregunta?

—¿Puedes dejar de hablar como si estás preguntando a cada rato?

—¿Tú puedes dejar de preguntarme entonces y mejor responderme?

—¿Acaso no puedes cerrar el pico? —empieza a hartarse de las preguntas.

—¿Y por qué no lo cierras tú?

—Es a propósito, ¿cierto? ¿O es que a eso te vas a dedicar?

—Cállate.

—No, cállate tú.

Escuchamos un dulce silbido por esta área, Aedus me jala del brazo de golpe casi amenazando con arrancármelo. Terminamos los dos detrás de un árbol, y de repente se me llega un deja vú de aquella vez en el supermercado.

Solo que peor, o más extraño, no sé. Mi mano estaba en su pecho y no me atrevía a mirarlo, estaba demasiado pegada y no podía apartarme con tal de que la persona que estaba avanzando se fuera.

Él se pega más al árbol, obligándome a que haga lo mismo, y no me quedó de otra que hacerlo, me remojé los labios mirando a todos los lados que pueda excepto a él. Parecía una idiota a esta poca distancia de él, sus respiraciones pequeñas y agitadas por la rapidez al alcanzar este árbol eran un eco para mis oídos y me sentía nerviosa.

Ya dejó de pasar quién sea que estaba ahí, pero aún así teníamos que asegurarnos. Ratos después es que me pude separar con asco de este individuo al que tengo que tener de compañero.

No te entiendo la verdad.

####

Ya llegamos a una parte más complicada del plan; tener la aprobación de los guardias para entrar.

La entrada al central estaba cubierta por una gran barrera que lo transparente no se notaba, tenía un verde que casi alcanzaba lo transparente, pero solo eso.

—Buenos días, solicitamos poder acceder a la central. Somos visitantes —aclara quien ahora por lo que veo es... Zane.

Me agarró la mano con un poco de aceleración, dando señales de que ya es hora de comenzar a pretender.

Los guardias parecían de caricaturas, con un símbolo  y todo, acomodé mi cabello detrás de los hombros por el estorbo que llegaba a ser por momentos. Y el guardia nos explica en lo que caminábamos a la área de exámenes.

—Vuestra sangre se conecta con la barrera, y cuando esta la detecte ahí confirmaremos si ustedes son brujos o no.

Oh, cierto, que nuestro cambio físico también hace engañar a los guardias y a la barrera para poder pasar.

El hechizo de la barrera puede parecer sensible y cero fuera de seguridad, pero la verdad es qué hay veces que las pruebas hay que hacerlas de nuevo cuando se sospecha de algo, porque cuando se realiza un hechizo para engañar la barrera, hay veces que lo sospechan y piden realizar la prueba de nuevo.

Todo depende de que no tengamos que hacerla otra vez y solo una.

El guardia abre una gran puerta roja y nos permite pasar, la sala huele a puro hospital, hay una camilla y las paredes están cubiertas repletas de neveras con sustancias, todas de dos colores diferentes.

Y como el techo es súper amplio, los refrigeradores son más y más. También hay escaleras para alcanzar las que están fuera de distancia.

Dejo de mirar todo mi alrededor, y veo como Aedus se levanta la manga de su suéter dejando ver su brazo bronceado, entra una chica de un cabello muy rubio y hermoso que nos dedica una sonrisa dulce.

—Hola, mucho gusto. Soy Lina, les atenderé el día de hoy para las pruebas, ¿vas primero? Toma asiento —le pide a Aedus, este obedece en lo que se acomoda su manga.

—Gracias —murmuré devolviéndole la sonrisa, disimulando mis nervios.

—No dolerá, es un chip que entrará detrás de tu oreja para absorber una cantidad exacta y pequeña de tú sangre y luego lo colocaremos en el portal de la barrera de entrada. ¿Estás listo?

Aedus asintió, con paciencia, se veía relajado a cambio de mí.

No sé si soy yo, pero las miradas que Lina le dedica a mi según... novio, son un tanto sospechosas. Me le acerqué a Aedus, solo para observar con curiosidad todo lo del chip.

—¿Cuál es su especie?

—Brujo.

Ella agarra como una cápsula donde se guarda el chip en un líquido verde, al destaparlo, este salió automáticamente.

—¿Qué es lo verde?

—Oh amor, sin duda que si no hay una que otra pregunta tuya, no eres tú —bromeó Aedus con un tono insoportable, por dentro quería burlarme de las palabras que utiliza. Tragué saliva con una sonrisa fingida la cual al parecer él también utiliza extendiendo sus comisuras—. Discúlpela, es muy curiosa.

—Esa es una de las cosas que más te gustan de mí —comenté sonando sarcástica. Aedus fingió una sonrisa mostrando sus perfectos dientes sin problema.

Que sarcástica se volvió esta charla.

Lina nos sonrió, y con sus cejas alzadas, mientras preparaba la pistolita con la que iba a clavarle el chip a Aedus, creo que tenía esas ganas de preguntar.

—Por lo que veo son novios, ¿no?

—Sí.

—No —dije yo por impulso al mismo tiempo, perdón.

No entiendo, tú lo que tienes que hacer es besuquearte ese hombre, porque lo miras de una forma linda pero le hablas feo.

Para mí que mi corazón te está pagando para decirme estas cosas.

Lina ladeó su cabeza sin comprender mucho, cierro los ojos por un segundo maldiciéndome a mi misma en mi cabecita. Iba a explicarle pero ya Aedus con su perfecta forma de disimular, ya estaba explicando:

—Discúlpenos, de hecho sí estamos juntos. Comprometidos, eso era lo que quería decir mi chica.

Que lindo habla, ojalá Zane se quedara para siempre.

Lina me mira con una ceja levantada, yo asentí.

—El anillo se me cayó durante el camino —sonreí, bajando mis cejas para evitar una risita nerviosa.

—Oh no —se rió creyéndoselo—, siempre pasa, tranquila. Aquí hay de las mejores sortijas de compromiso, aprovechen.

Ambos sonreímos, mirándonos uno al otro, solo que Aed... digo, Zane, o no sé. Comenzó a cambiar su mirada, su sonrisa se fue borrando aún manteniendo su vista fija en mí.

Me aclaré la garganta incómoda, rompiendo el contacto visual.

— ...Tortolitos, es hora de comenzar con la prueba —y era por este motivo, se nos olvidó que hay una prueba ahora mismo.

—Perdón —pude murmura yo, alejándome un poco de él para permitir que Lina pueda hacer de su trabajo.

Aed... Zane —o como sea que se llame—, giró su cabeza haciendo que Lina pueda clavarle la pistola con más facilidad. Nunca se quejó, solo hizo una mueca de dolor que desapareció poco a poco.

—Esperemos un minuto —dijo recargando la pistola supongo que con el chip mío. Me señala con esta— ¿Cuál es su especie señorita?

—Bruja también.

Ella recarga la pistola con otra cápsula, al colocarla, tomé asiento al lado de Aed... Zane, comenzó a desinfectar el área con alcohol al igual que con Zane y acercó la pistola a mi oreja.

Al sentir como el chip se dispara por detrás de mi oreja me hace jadear en voz baja del dolor, pero fue súper corto. Ya me empezaba a dar comezón el tener este chip, se sentía incómodo.

Como yo apenas iniciaba, ya era hora de que Zane —al fin dije su nombre bien— se sacara el chip y ver que sucedía.

De vez en cuando balanceaba mis pies de un lado a otro un poco nerviosa de que resulte o no. Solo, tengo que confiar en la magia de Alina, ya hasta se me olvida su nombre.

Cuando retira su chip, la herida se cura de a poco, me sorprendió como se iba curando sin hacer nada, quizás algún efecto de la pistola causó aquello. Por un segundo pude sentir ese característico olor metálico de la sangre llegar a mis fosas nasales.

Su sangre se extrae por completo del chip y pasa a la barrera, de pronto una voz robótica hace un sonido de aprobación que hace que mi mirada se suavice del alivio.

—Bien, técnicamente ya pueden entrar, pero no activaré el botón porque tenemos que probar la sangre tuya querida.

Asentimos ambos, pensé que Aedus —es estúpido decirle Zane, lo siento—, me esperaría en la salida pero en cambio se quedó conmigo en todo momento.

Pasé mi lengua por mi labio inferior, nerviosa. Ya era hora de retirarme el chip, otra vez ese olor metálico de la sangre y como lentamente se curaba la herida abierta detrás de mi oreja.

Ahora solo me da comezón.

Cuando el chip entra por un hueco de un tubo, se extrae toda mi sangre del chip y viaja hasta el detector de la barrera el cuál hace un sonido de aprobación igualmente.

Aedus le dedica a Lina una de esas sonrisas orgullosas, ella se le quedó mirando casi a punto de reírse, pero al fijarse por un momento en cómo yo estaba. No sé por qué pero de inmediato se fue a dejar la pistola a un lado.

—Bienvenidos —se acerca nuevamente, Aedus extiende su brazo con un poco de vaguedad al igual que yo y esta nos coloca al mismo tiempo unos brazaletes—. Así se identifican, son protectores los brazaletes, si se pierden... si quieren contactarse, también les notifica de las nuevas noticias. Y un mapa.

—De acuerdo, muchas gracias —Aedus otra vez me agarra la mano y entrelaza sus dedos con esta. Le dediqué una sonrisa forzada de agradecimiento a la chica y nos retiramos.

—Buena suerte.

Al salir del área con el guardia, este nos guió hasta la barrera a pesar de ser fácil de encontrar.

Pasamos la barrera, le sonreí al guardia que hizo un casual gesto de despedida. Pero mi vista se pierde por completo en la cantidad de brujos y licántropos qué hay en este bosque.

Son demasiados, muchos estilos de vestimenta bastantes diferentes en la tierra, todo es tranquilo, no hay muchas charlas en la calle, no hay coches...

—¿Esto no parece algo del siglo XIX? —inquirí con mucha curiosidad caminando más rápido que Aedus.

Este rodea los ojos con cansancio.

—Blair, es un bosque mágico, los coches no existen aquí, para eso las brujas usan magia y los licántropos siendo humanos o no pueden correr hasta que se les plazca —me explica Aedus, observando a su alrededor con sus brazos en jarras. Entreabrí mis labios igual en su mismo estado.

El gran grupo de gente cruzando de un lado a otro se disminuyó dejándome ver más a detalle qué hay en este pueblo, y al parecer son mercados, puestos de eventos... y desde lejos puedo ver casas en montañas las cuales las neblinas no me permiten verlas con claridad.

También los castillos, claro. Y al que más debemos de tener lejos es al de Alicia, claro, si tenemos que pisar ese lugar en algún momento tenemos que actuar normal.

O quizás, Alicia pueda saber de inmediato nuestra verdadera identidad, no he hablado eso con el altote que tengo a mi lado.

Le agarré la mano, preparada mentalmente para esto, y con mi entusiasmo andamos hacia los mercados.

Al parecer Gabriel tenía razón, hay personas que viven en madrigueras como animalitos, no sé cómo aguantan, pero por otro lado quiero creer que es algo divertido lo de vivir en una madriguera.

—Las madrigueras según son hogares para personas sin una tierra propia —comenta Aedus de repente, al notar mi acercamiento a un agujero.

Tenía un vestido medio medieval, era lo único que tenía formal para ponerme, es de color menta que le da un toque primaveral que me gusta. Me acomodé una manga ya que como de escote está ancho, de vez en cuando las mangas se me caen.

Mi curiosidad hizo que cayera en el maldito agujero este por un niño que me empujó, Aedus como estaba cerca mío pudo alcanzar mi mano y evitar irme por el vacío o dentro de una... casa y enfadar al habitante.

Suspiré aliviada y en susurro le agradecí. Sin embargo me ignoró, el niño estaba jugando con una pelota, por lo cual no se fijó que estaba ahí y vino a disculparme.

—De verás lo siento señorita... —volvió a repetirme, sonreí con ternura y sacudí mi cabeza.

—No pasa nada —soy rencorosa, por lo cuál aún mi susto por haberme caído no lo había superado. Pero no puedo ser tan dura, soy nueva aquí—, en serio. Los accidentes pasan.

Aedus se me quedó mirando, pensé que algo malo pasaba y quería preguntarle, pero sus señales al apartar la mirada de repente me dejaban en claro que no era nada.

—De acuerdo, ¿es usted nueva? —preguntó el niño lentamente con curiosidad. Asentí y le agarré nuevamente la mano a quién ahora pasó de ser novio a próximamente "mi esposo".

Por yo decir torpemente un no.

—Sí, él es mi prometido, Zane.

Aedus enarca una ceja, señalándome al niño con la mirada.

Ya unos minutos después de aguantar preguntas un poco raras del niño, estábamos los dos caminando a uno de los mercados, teníamos casi todo lo necesario, pero necesitamos mantas, linternas y encendedoras mágicas, que tengo por entendido que sirven para cocinar y calentar sin necesidad de una estufa, fogatas o algo así.

—Veo que te lo tomas muy en serio lo de que somos parejita, ¿no? —siempre hace preguntas repentinas.

De hecho, es así como se basan nuestros diálogos ahora, preguntas repentinas y un silencio de más de quince minutos para de nuevo más preguntas.

—Sí. Y yo veo que ahora el que no para de preguntar eres t...

—Porque es un poco raro que lo hagas.

—Tú fuiste el que te ofreciste, idiota —dije entredientes con una sonrisa disimulada porque habían personas que nos miraban por momentos, entendible porque nunca nos habían visto—. Incluso le dijiste a la científica esa que éramos prometidos.

—Porque tú respondiste que no y tenía que improvisar con lo primero que se me viniera a la mente.

—¿Se te venía a la mente a una Elina casada?

—Deja tú maldita exageración, Elina —remarca mi nombre insinuando sus grandes ganas de decir mi verdadero nombre, dejé de agarrarle la mano con brusquedad por su tono—, estamos comprometidos y ya está, los matrimonios hasta duran un año para realizarse, y sabes a que me refiero con eso —susurró lo último y agarró mi mano de malas ganas, yo la solté terminando de colocarme la mochila—. Agarra mi mano, no nos pueden ver peleando.

—¿Las parejas no pelean o qué? —inquirí, luego de soltar una risita con sorna.

—No me puedo creer que me pongan contigo a estas cosas.

—¡Tú eres el que actúa raro! ¡Esta mañana andabas con unos celos! Y no me digas que no porque cada vez que Adam hablaba yo veía tus caras —lo apunté con el dedo y lo hundí en su pecho, sus labios se entreabren, confundido.

Se está haciendo el que nunca hizo nada, cuando yo sé perfectamente de sus caras, y Adam puede ser mi testigo en esto.

Aedus sonríe, con sorna y aparta la mirada avanzando más delante que yo. Mis labios forman una pequeña "O" de la indignación.

¡Pensó dejarme sola con esto! ¡Que maldito, aún no entenderé por qué a Arthur le pareció la mejor idea del mundo dejarme con este imbécil!

Avancé sin planear en ningún momento estar a su distancia, se estaba por oscurecer, y ya teníamos todo lo que necesitábamos comprar.

Tenía que despedirme por un momento de este lindo pueblo hasta la otra semana, y al voltearme para ver por última vez su belleza, muchas luces de muchos colores se alumbraban en la oscuridad.

Eran sus collares, tenían collares, como Zuri.

Sonreí fascinada, mirando como brillaba el mío, y suspiré agarrándolo, aunque sea una magia compartida con la de Aline, se sentía bonito.

Al voltearme de regreso, Aedus ya iba caminando, corrí intentando alcanzarlo porque ya era hora de ir por el camino oscuro y un poco tenebroso para llegar a casa, y no me lo sabía de memoria, solo él.

Sentí la fuerza del portal al yo haberme salido corriendo, cuando lo alcancé respiré agitada.

—¿Piensas huir, es eso? ¿En vez de... admitir que te estás comportando raro? —intenté decir, tenía la respiración agitada y estaba agotada de caminar.

El muy idiota me ignora con sus cosas colgando en su hombro. Decidí simplemente no seguir insistiendo porque no vale la pena buscar pases, después de todo terminamos peleando.

Estaba tan enfadada, que no quería verlo a la cara, solo me adelanté para ni siquiera ver su maldita espalda y su cabello y su trasero de mierda.

Cálmate niña, estás bien enfadada.

Es un completo idiota, es más, creo que más inmaduro que yo, porque lo de él es solo eso. Hacer las cosas a propósito, me ignora a propósito.

Tú también te niegas que sientes algo por él.

Me quiero librar de sentir algo por ese completo inmaduro, no me estoy creyendo la más madura en este punto, pero si tengo que elegir entre yo y él, quien es más inmaduro, sin duda gana Aedus Hall.

En mi cabeza nada más sonaba esa opinión como un mantra, y creo que eso obtuvo de resultados que mi enojo se apodere en todo y en hacer una decisión estúpida que era seguir caminando sin una guía como él.

Juraba que me sabía el camino de memoria, no me había dado cuenta que me alejé tan rápido hasta perderme así como el primer día. Creo que me graduaré con la especialidad de perderme fácilmente hasta con el GPS más inteligente del mundo.

—¡Zane! —grité su nombre, asustada, porque definitivamente no hay un poste de luz el cual reconozco que es la señal de que llegamos.

Me detuve, girándome a todos los lados, llamándolo cada segundo, desesperada. Y no hay respuestas, hasta que veo una linterna que se enciende y se apagaba en el cielo.

Es él.

Descarte por un momento lo de que es idiota ¿Vale? Porque su idea de encender una linterna en vez de gritar mi nombre equivalía lo mismo a poder encontrarlo.

Suspiré aliviada y comencé a correr, escuchando más claro cómo me llamaba. Hasta que la luz se apagó sin yo haber llegado, sabía que difracción tenía que correr, pero no sabía exactamente donde estaba.

Pensé en gritar que encendiera la linterna, pero creo qué pasó algo mejor que gritar; me tropecé con alguien y ambos caímos al suelo.

—¿Eres tú? —él se estaba quejando del dolor por la caída.

Yo estaba encima suyo, y mi primer instinto era tocarlo a todos lados porque estaba oscuro, y quería asegurarme que al tocarlo tuviera la misma vestimenta con la que sabía que era la de Zane.

—Elina, soy yo —susurra este, finalmente, estaba con una mueca de sorpresa, pero no se dará cuenta.

¿Por qué se quedó callado en vez de evitar mis tactos con decirme que era él?

Dejé de actuar con paranoia y solo me coloco de pie de inmediato alejándome de él.

—Debes de dejar de perderte menos, ¿no crees? —recomienda colocándose de pie. En lo que nos sacudimos, pensé en que decirle.

—Estaba enfadada, pero en parte tienes culpa.

—No, no la tengo, porque cuando me enojo aún sigo pensando en mi vida, tú en cambio pensaste quizás en no verme a la cara y te pareció bonita idea huir de mí.

—No, no huí de ti... —corregí de inmediato, pero él me interrumpe.

—Perdón, por mi conducta. No volverá a ocurrir, y te pido disculpas también porque ahora nos perdimos por completo y el cristal de la linterna se despegó, no veo para pegarlo.

—¿Y lo de los celos? —ignoré el tema actual y fui al anterior.

Exhaló, mirándome fijamente, o eso creo, y avanzó intentando arreglar la linterna.

—No fue nada, estaba de mal humor por algo que nada que ver contigo.

Asentí una vez con la cabeza, y tragué saliva apartando la mirada.

—Pues descartemos eso —fue mi conclusión, la cuál él aceptó.

De la mochila con mucho trabajo logré sacar la linterna, y ahora que él tiene luz, puede ajustar la linterna suya y arreglarla con éxito.

Después de que ya es de madrugada ya se pudo llegar a casa, costó mucho llegar, pero lo logramos.

Arthur suspira de alivio abrazándonos, su abrazo era cálido como si estuviese cargando toda la preocupación que tenía. Y era en serio, quería llorar en sus brazos por lo lindo que se sentía que se preocupara así.

Después me tocaba abrazar a Zuri, Harper solo nos miró a todos abrazarnos como con penita, rodeé los ojos y la abracé por igual dándole palmitas delicadas en su hombro.

—¿Y la comida? —fue su saludo al separarnos. Alcé las cejas casi olvidándolo y señalo la mochila.

—Está a salvo, no te preocupes.

—¿Qué les pasó? ¿Por qué se tardaron? —inquirió Arthur de pronto echándonos una mirada sospechosa a su hermano y a mí.

Abrí la boca intentando decir algo resumido en todo lo qué pasó en este día, pero Aedus se encargó de pensar más rápido que yo y dijo:

—Nos perdimos en una, pero ya está.

Entrando a casa todos, al fin pude separarme de los hermanos Hall y ahora me encuentro con mi mejor amiga que puede resumirme que ha estado pasando en todos estos ratos.

Ya le estaba contando como me fue, y esta vez sin filtro, nada de «Todo bien» porque estaba claro que mis dudas con Aedus no se iban a ir de la noche a la mañana.

Zuri no tuvo ningún inconveniente en escucharme en lo que organizábamos las cosas de cuarto y baño, los demás se estaban encargando de las cosas de comida.

—Yo la verdad, Blair, opino que mi hermano está en unos episodios eróticos contigo —Adele se dedicó a ser mi psicóloga en esta ocasión apareciendo como si fuese la bendición que más he pedido en toda mi vida.

No, nunca pedí que viniera a unirse, porque seguro se atrevería a decírselo, pero ahora que lo sabe, supongo que tendré unas mejores psicólogas.

Mis mejillas creo que se sonrojaron tratando de no imaginar eso y guardé un grupo de ropa que compré para Zuri y yo, eran como diez piezas, camisetas, dos suéteres de lana que parecían al cardigan de Taylor Swift en su canción, y pantalones de algodón.

—¿Qué? —Zuri frunció el ceño, les encantaría ver su cara, parecía como la de una madre que acabó de ver a su hijo embarrarse tierra por completo.

—Vale, perdón, estaba escuchando ¿Vale? Es que están ustedes dos al lado mío, ¿qué creen? ¿Qué es difícil no oírlas?

Rodeé los ojos, irritada, tras haber soltado un suspiro para buscar calma y mejor dejar de culparme  por no cerrar la puerta para que nadie escuche. Mejor aproveché de tener a alguien que conoce más que yo a Aedus Hall.

—Explica —le pido a Adele, ella esboza una sonrisa traviesa.

—Creo que le gustas, actúa de ese modo de evitar cosas obvias.

—¿Y de ese modo se enamora él? Que... creativo —murmura Zuri rascándose la cabeza.

—Tesoro, ya quisieras verlo tartamudear ¡Es lo más tierno que verías en tú maldita vida! ¡Y no me lo puedo creer! ¡Al fin mi hermano tierno y cute volverá! —mi cara de horror ya deja mucho que decir.

No, es obvio que no le puedo gustar ¿a él? Está demente esta chica, Aedus es el típico idiota emo ¿Le va a gustar una chica como yo?

—Creo que te confundes, Adele, o quizás te ilusionas. Él solo andaba frustrado creo...

—¿Y qué? ¿Te vas a creer eso? Oh por Dios, que inocente —susurró para ella misma rodeando los ojos, y se sale del cuarto para ir directo al suyo.

Zuri y yo compartimos la misma expresión de horror, sería demasiado loco ver a un chico como él según enamorado. Simplemente no.

Por fuera ustedes la ven así, pero ella por dentro está nerviosa.

Los nervios nunca los niego, y esto era verdad, estaba nerviosa en ese entonces, porque no era su prima lejana que lo decía. Era su hermana, la que nació junto con él, la que estuvo junto con él hasta salir de ese vientre potente que tuvo la mamá de ellos.

Quizás no estaba equivocada y él anda así, y no es solo eso lo que me tiene nerviosa, lo que me tiene nerviosa es que yo también me llegue a enamorar. No somos para nada compatibles, somos como polos opuestos, no, mentira, los polos opuestos se atraen.

Por supuesto que son polos opuestos.

Me mordí el labio inferior, concentrada en mis pensamientos, y me tiro en la cama sin dejar de observar un punto fijo que me ayuda a perderme en mis pensamientos.

—Blair —repite Zuri mi nombre por tercera vez haciéndome despegar a la realidad—, no saques esa conclusión tan temprano solo por sus celos, esperemos a que haya otra señal.

—Sí —asentí rápido—, ¿y qué ha pasado aquí?

—Pude hablar con Aline como me dijiste —sí, le había avisado que Aline habla, claro, le aconsejé que fuera suave y que no se alterara o podría asustarla a Aline.

De hecho, Aline está dormida ahora por si acaso, en el sótano con un colchón.

»Aline me dijo sobre mi hermana, le enseñé esa foto del cuadro, y se negó a decirme de Lee, te lo juro. Le supliqué que esa era mi hermana y ella simplemente no quería hablarme de ella porque estaba "prohibido".

Analicé por un momento lo último, confundida, algo grande tenía que haberle hecho Lee a ella como para que no quisiera hablar de ella con Zuri, no es justo.

—Pues la próxima solo pídele cómo contactarte con ella, tienes el Amsterán, no será muy difícil.

—Tendré que hacerlo —me asegura colocándose de pie.

Supongo que en este día no hay mucho avance, me decepciona un poco.

Posiblemente no salgamos ahora del pueblo, y ni siquiera aceptaba que se me cruzara por la cabeza alguna desgracia, mejor terminaba asustándome por un buen rato, y hoy necesitaba dormir bien.

Nos fuimos a cenar, y el día terminó de ir bien. Era una sopa de letras riquísima que en la lista Arthur había como recomendación.

Como todas las noches, la mesa en esta casa no era callada, uno de los siete hablábamos, y este caso el escenario les tocaba a Arthur, Adam y Adele la emocionada de tener una cuñada.

De vez en cuando le echaba miradas a Aedus mientras comía, él estaba callado mirando su plato y comiendo tranquilo.

Y así fue como terminó la noche, había comido bien por suerte, y por suerte mis ansias de poder haber dormido bien se cumplieron con éxito.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro