|| Capítulo 11||
11- CAPÍTULO:
"PERMISO PARA MORIR"
Maratón 1/2
🙄| Blair Myers.
—No.
Fue su conclusión a mi duda. Desde que desperté y me cambié traté de buscarlo en todos lados, y justo el condenado Aedus apareció en su dormitorio.
Le he estado preguntando ya dos veces que me dejara ir a ese estúpido lugar.
—¿Acaso es tan difícil decirle que sí a una pobre adolescente? —murmuro dramáticamente echando para atrás mi hermosa melena.
Que dramática esta tipa.
Eso le da cartas a favor al asunto. Así que Shh.
—No me conviene ser el culpable de haber matado a dos adolescentes —el condenado enarca una ceja volteándose—. Tienes que aprender a defenderte bastante.
Como estábamos cerca, aproveché y para demostrarle que soy buena, inicié con una patada karateka.
Este por impulso me detiene la patada con su mano y me la agarra, comencé a perder el equilibrio y a dar brincos tratando de recuperarlo mientras me reía nerviosa.
—¡Basta! —exclamé, pero no me había rendido.
Aedus me miraba medio burlón y estaba por soltarme ya que relajó el agarre. Aquel momento me sirvió para exactamente para darle un puñete. Este de igual forma lo esquiva.
Todos mis golpes los esquivó, los detenía con la misma velocidad y fuerza en la que él los esquivaba. Y al final, acabé tocándole la cara en la nariz con el puño.
Definitivamente ese golpe estuvo fatal.
Procedo a sacudirme la mano en lo que miraba su cara de sorpresa.
—Supongo que tienes potencial —murmura restándole importancia al golpe, al ver mi cara, sonríe de lado—. Estoy bien, ¿tan preocupada estás por mí?
—Ni siquiera iba a preguntar cómo estabas —murmuré evitando no dar señales de que mentía. Continúo con lo mismo de atacarlo con mis puños.
Pero esta vez, él supo que hacer. Me agarró la mano para frenar el golpe y en un movimiento rápido me la enredó y terminé detrás de él y detenida.
Fruncí el ceño haciendo fuerza para soltarme del agarre, incluso, intenté darle una patada en las bolas. Pero no resultó posible el caso.
Pero...
De repente, fui consciente de que estaba muy pegada a Aedus, y la idea de estar así de cerca y de esa manera con él encendía mi cerebro. Y no estoy para aguantar pensamientos turbios de mi conciencia.
Malpensada.
—Una pregunta para ustedes... ¿Están bien de la cabeza? —Adam entrando hace que de inmediato me aleje de Aedus.
Después soy yo a la que le tildan de loca.
—No, primo mío. Pero gracias por el interés en saber —replicó Aedus luego de quedarse mirándome por un momento. Pensé que lo iba a ignorar, tardó mucho por quedarse mirándome a los ojos.
—¿Qué hacen mis cositas favoritas? —inquirió divertido refiriéndose a nosotros.
Ni cuánto amor.
—Estoy demostrándole a tú primo que sé defenderme.
—¿Cómo el primer día? —sonrió Adam recordándose de aquella vez que desperté en el cuarto de la casa de estos dos.
—¿Y ya todo el mundo lo sabe? —miré a Aedus, no muy contenta con la idea. Si no estoy mal de la cabeza, quienes estaban en el cuarto eran él y Arthur.
—Vaya... mil disculpas —ironizó el individuo limpiándose la nariz. Estaba sangrando.
Me acerqué y opté por ayudarlo, se lo estaba presionando demasiado fuerte el paño ¿Por qué lo hacía?
—Perdón por tomarme muy en serio lo que dijiste —murmuro y cambié de lado el paño—. ¿Eso no cambia que dirás que sí?
Enarqué una ceja con una sonrisa divertida, él se me queda mirando, pensativo, y hasta ahí fue cuando Adam interrumpió su decisión:
—Uyyy ¿Y a donde vamos? ¿Cita de trío, eh? ¿Qué les parece?
—Si quieres romper a Blair en cuatro pues me apunto —murmura Aedus en broma, y me la tomé como si lo dijera en verdad por su tono.
Vaya vaya, ¿así que dos malpensados? Ya me los imagino de novios.
Mi cara se sonroja un poco. Lo sentí, y si no fue así, entonces no sé por qué mis mejillas arden.
De todos modos, no se notará mucho, soy un poco morena.
—No, gracias —remarqué el agradecimiento.
—Vaya que eres una mente-sucia —me dedica una de sus sonrisas burlonas—. No lo decía en ese sentido. Era literalmente.
Ajá, claro, y mi mamá es Britney Spears.
Aedus tira el paño en el basurero de su dormitorio acertando a la primera, y se sienta en el pequeño sofá.
Luego de las carcajadas de Adam por el "inolvidable" chiste de Aedus, este primero nos brinda unos chicles, yo no quería. Llevo todo el día sin comer nada, y no sé que podría ser sinceramente.
Así que sacudí mi cabeza en rechazo para evitar marearme con sabores fuertes, Aedus aceptó y comenzó a comer.
—¿Y...? —volví a insistir con el tema más esperado.
—Vale, venga —este rodea los ojos y suspira. En mi mente estaba por hacer un salto de victoria junto a mi conciencia pero, ir a Ainstream no es ir a Paris o a Dubai.
Definitivamente no.
—Pero tú y tu amiga deben de poner de su parte —me recomienda Adam luego de explotar una burbuja de chicle—. No quiero que una brujita de esas le quiera chupar la sangre o convertirlas en viejitas gruñonas.
Me reí un poco mientras pataleaba mis piernas con algo de ansiedad. No es que la tenga, pero estoy ansiosa y con curiosidad de saber de ese dichoso pueblo.
¿La tienes o no la tienes?
Sino.
—Lo que quiere decir Adam es que, tú y Zuri deben de poner de su parte para aprender —murmura Aedus mirándome fijamente—. Créeme, estar solo por treinta minutos es igual a que te rapten y ahí, será tu fin.
—Y no es que seas mala dando puñetazos —añade el otro—. Ahora mismo creo que me voy a mear del miedo de que me dejes la nariz así como se la dejaste a este —asegura Adam, lo cual me hizo esbozar una sonrisa medio maliciosa—. Peeero..., ya sabes cómo contraatacan las brujas.
—Con magia —asentí con la cabeza rápidamente—. Creo que...
—Te ayudaremos con eso, guapa —entra Adele quitándose una chaqueta, al lado de ella está Zuri—. Fuimos a comprar sacos de sal, le estoy enseñando a Zuri como es el ritual.
¿Es en serio?
¡Adele iba a aceptar hoy, y yo como una tonta había ido a tratar de convencer a Aedus!
—¿Por qué no me dijiste? —le pregunté a ambas cruzando mis brazos, a punto de hacer un refunfuño.
—Veo que te divertías mucho con el galán de ahí atrás —murmura mi amiga algo divertida, la veía emocionada. Seguro se ha divertido mucho—. Es muy interesante el hechizo de las brujas, debiste de venir a ver pero mi celular no tenía pila.
¡Menuda perdedera de tiempo! Hubiera estado allá en el súper viendo como hacen los rituales ¿Los hacen como en las pelis?
Me hice trescientas preguntas en mi cabeza, y finalmente, me pongo de pie y le sonreí a Zuri.
—Adivina quién le dió un puñetazo a un Hall —comenté de repente con diversión observando a Aedus, sueno como una villana, pero el tipo me cae mal de vez en cuando así que no me arrepiento de nada.
Ya era hora de que yo le burlara de él.
—¿Tú? —cuestiona Zuri apoyando sus manos en las caderas—. ¡Omg, mira esa nariz! ¡Se la reventaste!
—Sí, Zuri, se la reventé —contesté divertida por cómo se sorprendió. Como si fuera la gran cosa del mundo, pero aún así, estoy orgullosa de mi misma.
Adele alza las cejas en una mueca divertida.
—¿Tú vives o no? —bromea Adele y se acerca a verle la nariz.
—¡Qué no la toques que duele! ¡No se ha sanado! —se queja él dándole un manotazo a la mano de su hermana. Adam suelta una carcajada.
—Pues obvio que no se va a sanar de la noche a la mañana —bromeé yo, aún celebrando.
—JA, ja, ja.
No es difícil adivinar quien soltó aquella risa sarcástica. El ofendido, claro.
Entre los tres Hall, se quedaron mirándose y luego soltaron unas pequeñas risitas, ni sé qué era lo que se decían.
Yo ya estuve charlando con Zuri sobre lo que debemos planear, y es que somos humanos todos ahí —que yo sepa— y si nos ayudamos entre todos como equipo y cada día aprendemos más tácticas y trucos para sobrevivir allá. Superaremos esto con éxito.
Pero no creo ser muy buena trabajar en equipo con Aedus y Adele, es decir, hoy es que pude formar una charla "decente" con Aedus, y agregué las comillas, porque decentes no fueron mis pensamientos.
Ya son bipolares, es como si por un lado detesto que se burle de mí y de que siga en rencor con su actitud al principio y la pesadilla que tuve sobre él. Pero que por otro lado me fascina.
¡PERO EY! ¡Que yo piense bobadas así no significa que yo quiero a Aedus!
Sí, claro.
Todos nos quedamos en silencio en el dormitorio hasta que entró Arthur como si nada, este enarca una ceja al vernos a todos aquí.
Ya estamos todos del grupo, solo falta Harper, y que de paso se nos una Max en esta vuelta.
—Hola, señoritas —remarca el apodo cerrando la puerta y suspira cansado—. Bien, ¿Qué hacen?
—¡Nos vamos de viaje guapo! —murmura Adam entusiasmado, evité no soltar una carcajada y mejor seguí escuchando a quién me importa mucho en esta sala.
Que lindas son las dos.
—¿De viaje? —Vale, tendré que oír, Zuri se cayó— Pero...
—¡Idiota! Que ya nos cacharon el plan —reprende Adele, Arthur nos mira con esa mueca cuestionable que nos hace arrugar las cejas a ambas—. Son listas.
—Ah, ¿Y qué, te aplaudo o cómo? —cuestiona su hermano, lo cuál para Adele, es una medicina perfecta para llamar la atención a la irritación.
Me mordí los labios discretamente para no reírme. No sé por qué ahora ya amo a Arthur, siento que es el único que me cae bien a parte de Adam.
Seguro se preguntarán: «Tanto que esta chica habla de los Hall pero... ¿Qué pasó con la rubia aquella que no se parecía en nada?»
Pues la rubia apenas está durmiendo, en su dormitorio. Me contó Adam que no despierta hasta las cuatro de la tarde, me pareció raro, pero conozco personas que han logrado despertarse a esa hora.
Zuri y yo estábamos ahora charlando de cosas existenciales no del todo interesantes. Estudios, y así.
Hasta que cambiamos de tema:
—¿Y cómo le diste el puñetazo a tú novio el galán? —me sonríe medio pícara dándome un codazo.
—No es mi novio ni tampoco es un galán —murmuré en voz baja desmintiendo sus apodos ridículos.
—Eso mismo dijiste de mí y mira como terminamos al día siguiente.
—¡No es lo mismo! —chillé ofendida obviamente— Además, no fue al día siguiente.
—Va, claro. Y fingiré que ahora no estás toda roja —bufó quien se supone que es mi mejor amiga. Que traición.
Sacudí mi cabeza lentamente y suspiré. Vale, ¿estoy algo nerviosa? Sí.
Y es por ir a Ainstream.
—¿Y si vamos allá y fue para nada porque no vamos a encontrar a Chris? —ya empezamos con la Blair que sobrepiensa todo.
A cambiarme el tema...
Zuri enarca una ceja lentamente, me miró como si yo estuviera demente en algún punto. No me quedó de otra que quedarme callada porque estoy segura que mi pregunta ofendió.
—¿Disculpa? Yo no creo lo mismo cariño. De hecho, estoy segura de que ese condenado debe de estar detrás de su cola.
Solté una carcajada, porque de repente me acordé de la canción de la serpiente que andaba buscando una parte de su cola.
Pero en verdad no estaba segura, no tenía idea de que Chris y Lee interactuaban, que raro.
Nos despedimos de los chicos al final, y concordamos una fecha, que esa ocasión sería un fin de semana. Ya que es más fácil y tendríamos un largo viaje a Mainstream.
Al entrar a mi dormitorio ya era de noche y había acabado mis deberes, me cambié y me di un eterno baño, y en cuánto salí de este con mi pijama. Me tiré a la cama cansada, y no sabía de que, no he hecho nada en el día que estudiar.
Apagué la luz de la lamparita de la mesa de noche, y no tardé mucho en quedarme totalmente rendida.
Desconocida
Comencé a correr desesperadamente huyendo de todo y de todos, hasta poder salir del centro del pueblo.
Me encontraba en un camino de un bosque en el que me juraba a mi misma de que llegaría o estaba en la salida final, lo que sería un milagro, hay guardianes, y cazadores sobrenaturales —vampiros, y también cazadores de humanos— que no paraban de perseguirme y correr a mi misma velocidad a pesar de la distancia que les llevo.
Quería mirar atrás, pero no podía, porque sentía que mientras más miraba, más me sentía cerca del peligro. Mi corazón latía como loco de tanto que me aferraba a correr y llegar a una distancia lejana a ellos. Pero eran rápidos.
Estaba descalza y con un vestido largo que alcanzaba mis tobillos, lo cuál maldecía por un lado y agradecería por el otro de que no fueran tacones, o un calzado más complicado de manejar.
Me cuelgo el vestido con las manos, pero este me detiene por unas ramas que se me clavaron en el, las suelto con desesperación, sentí que mi cara de horror y de ansiedad por lograr huir lo era todo. Hasta que el vestido se desgarró, y mis pies y posiblemente piernas, portaban cayos y heridas abiertas en su totalidad.
Era casi oscuro, y esta vez me las ingenié y me subí en la cima de un árbol, oculta para que no me encontraran desde aquí, esta vez con solo la enagua teñida de sangre de vestimenta.
Esta no era la mejor opción del mundo como vestimenta, pero estaba conforme con ella.
Creo que me veía algo fatal, no tenía espejo claramente para estar segura de ello, pero el cabello con ramas y hojas, sucia y con un vestido no del todo bien, no estaría muy bien el aspecto.
Moría de hambre, y las heridas de los pies me ardían, tuve que agarrar de las telas de el vestido roto para poder cubrirlas, pero aún así se iban a infectar, me iba a ser más daño todavía, y no sé qué hacer.
Hasta que de repente escucho un licántropo aullar, jadeé algo asustada y sorprendida ¿Acaso estoy cerca de alguna manada de lobos?
Suspiré lentamente apretando mis labios.
Y después, escucho pasos, rápidos, o mejor dicho, como los de un lobo.
Y unos «crack» de lo que posiblemente es ropa rota o unas ramas, pero era imposible que fueran de ramas. Antes de ese pequeño ruido, ya había rugido el animal, lo cual podría significar:
Un licántropo desarrollado, puede controlar cuando y dónde transformarse y volver a ser un humano. Y está muy cerca mío como para oírlo.
Me quedo callada y trato de ocultarme acercando mi espalda al tronco del árbol, sin mover ni un dedo y ni un brazo o pierna.
—Puedo verte, ella, no te escondas —escucho esa voz familiar de este, parpadeé varias veces confundida.
No podía ser él. Era imposible.
Entreabrí mis labios con sorpresa y decidí asomarme observando el suelo, no me quedaba de otra que mirar, ya me está viendo, efectivamente.
Suspiré, era él, lo que me sorprendía era que qué hacía aquí.
Sin ningún esfuerzo, escaló porque se dio cuenta de mis pies vendados, y me ayudó a bajar.
Otra vez, otro suspiro serio de mi parte.
Él se quedó mirándome de arriba abajo y puso una mueca rara que no lograba entender.
Se siente bastante incómodo la sangre por mis pies, cómo está resbalando por mis pies la tierra se está mezclando en ella.
(Su nombre) se fijó de mi herida y alzó las cejas.
—Mierda ella, ¿Acaso te clavaron una bala o qué? —pregunta con el ceño fruncido y yo levanté mi pierna para observar mi herida, creo que se va a infectar.
—Corrí pensando que Alicia me perseguía, pero me equivoqué, y me clavé una rama sin darme cuenta —me rasqué la cabeza y él arrancó más de su camisa dejando ver más su cuerpo.
Y al final para sentirse más cómodo supongo, se terminó de quitar su camisa toda rota, estaba muy sudado.
Ya que como yo antes veía mucho la saga crepúsculo supuse que él apestaría igual que un lobo de esa saga, pero es lo contrario, es que este suda bastante.
Aparté la mirada para no mirar sus abdominales, no pienso incomodarlo observando lugares que no debo.
Él se burló de mi cara con sus ojos brillantes avellana mientras me limpiaba la sangre delicadamente.
—Idiota —susurré acomodando mi cabello detrás de la oreja. Cuando él se levantó, miré su rostro evitando por completo no bajar la mirada.
Él tiene unos centímetros más que yo, y eso que mido 1.67, no entiendo por qué los lobos son muy altos.
El único lobito que conozco que parece un bebé pequeño y lo trato como si fuera mi hijo es Jack, es un amor de chico y eso que tiene 15 años.
Dejo de hablar de lobos y observo que él me dedicó una sonrisa de labios apretados para caminar con su camisa toda rota.
—Vamos, quizás si vienes a la cabaña no te persigue la bruja esa.
—Gracias. Pero no pienso durar mucho en ella —no me quedaba de otra que aceptar, me duelen los pies y no puedo ir de regreso al centro del bosque, Alicia sabrá que estoy allá.
Algo que me agrada de él es que nunca me cuestiona mucho, porque sabe cuales cosas no me gustaría de...
Y justo cuando dices eso pues adivina.
—¿Por qué ella te persigue, ella? —suspiró descansando sus manos en sus caderas.
Esas no son cosas que le incumba.
Primera vez que cuestiona cosas que prefiero evitar.
—Por nada —me rasco la cabeza.
—Te ayudo y mira como me tratas —contesta en tono aburrido como el dramático que es, yo me le adelanto empezando a cojear un poco porque ya me duele la estúpida herida.
Como reacción, solo rodeé los ojos con una pizca de diversión oculta. Él se me quedó mirando completita y no dijo absolutamente nada en el camino en que me ayudó.
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