Cuando acabó el cumpleaños (en cual abarcaba la hora de la comida y gran parte de la tarde), todos se fueron a la calle, menos las tres chicas, que se quedaron recogiendo: Susan, por ejemplo, recogía los platos rotos del suelo; Micki, los cubiertos y Patricia ponía las mesas y los restantes muebles en su lugar correspondiente.

Mientras tanto Hablaban de lo ocurrido en el pantano (el cual era un buen tema, ya que tenían que resolverlo):

-Pero... ¿Dónde estará Ceferino?, no vamos a estar toda nuestra vida buscándolo- preguntó Susan.

-Y... ¿Qué hace esa seta?, ¿es la que mantiene al pueblo fuera del alcance de las tinieblas o algo parecido?- dijo Micki- sea lo que sea, lo tenemos que hacer pero... ¿Cómo?

Las chicas no paraban de hacerse preguntas y preguntas, aunque no tenían respuestas, hasta que llegaron los chicos. Ellos traían helados para cada uno, aunque un poco derretidos.

Petincle apareció de nuevo, y las chicas se abalanzaron sobre él para preguntarle cosas:

-Está bien, está bien. Ceferino es el mago que os dejo dónde está la entrada, no sé el lugar en el que se encuentra, pero no se ha ido del mundo mágico, eso seguro. La seta es la que hace que el río sea como una ciudad, en la que viven animales de todas clases cono los unicornios, los centauros etc. Por favor, chicos, tenéis que encontrarlo antes de que Palermo destruya, por decirlo de alguna manera, a todos los habitantes del río.

-Vale, saldremos esta misma noche- sugirió Mike.

-No, no, esta noche puede ser muy peligroso; tenéis que iros ya- ordenó Petincle.

Los cinco asintieron, cogieron sus pertenencias más importantes para realizar el viaje sin mucha carga y comenzaron su misterioso pero intrigante viaje.

En la ciudad, encontraron calles estrechas y tortuosas por las que no habían pasado durante su estancia en la casa mono; las casas en ese lugar eran verdosas, con formas de plantas y flores. Algunas, incluso, se contorneaban de tal forma que se podían diferenciar estrellas, cometas, galaxias y planetas.

El suelo de estas calles comenzaba a presentarse húmedo y con césped. En cuestión de minutos, los cinco magos llegaron a lo que parecía ser el final de la ciudad: un puente viejo, formado por tablas y cuerdas, bajo él estaba el pantano.

Saltando las tablillas sueltas del puente pasaron su superficie, de unos 30 metros; luego siguieron paseando por lo que ya sólo era campo, comenzó a oscurecer, la mezcla de colores cálidos invadió el cielo despejado de aquel día. Por suerte, los cinco magos encontraron una cueva deshabitada para poder pasar la noche.

-Mi madre me dijo que no tardara mucho cuando salí a la calle, pero me parece que este viaje nos costará una hora- dijo Susan

-¿Una hora?, ¿tan cerca está Ceferino?- preguntó Peter esperanzado por llegar pronto.

-Recuerda que una hora allí, equivale a un mes aquí, así que no te hagas muchas ilusiones- sugirió Micki, mientras observaba el reloj de Mike para comprobar que sólo había transcurrido un segundo y medio desde que llegaron a ese mundo.

Sacaron de sus mochilas lo que había quedado del cumpleaños y cinco bocadillos de jamón ibérico. Mientras comían se contaban chistes para pasar el rato, también contaron historias de miedo; más tarde se tendieron para dormir.

Aquellanoche soplaba viento, lo cual obligaba a los cinco a arroparse; al principiotodo era hermoso: los sonidos de los animales nocturnos, la majestuosa lunallena que había aquel día, la aurora boreal, los unicornios encantados volandopor el cielo ( como la cueva no tapaba mucho, se veía el exterior con plenaclaridad); pero poco a poco fue empeorando: el viento se hacía molesto, losanimales como murciélagos, reptiles, mosquitos... se acercaban a los chicoscausándoles angustia y terror; se escuchaba el aullar de los lobos cerca, loque ponía tensos a los cinco... Al fin, cuando pasaron unos minutos todosquedaron dormidos y entrados en un profundo sueño.