5 - Las siete pruebas
- ¡Hola muchachos!. ¿Cómo estáis?. Creo que no me he presentado, soy Petincle, digamos... vuestra mascota, me ha costado uniros.
-Conque todo esto ha sido idea tuya ¿eh?
-Sí, pero todavía no soy vuestra mascota, tenéis que superar 7 pruebas antes de entrar, si no lo conseguís, estaréis sometidos a peligros para toda vuestra vida. Las reglas son las reglas. ¡Os veré durante las pruebas!- y tras decir esto se fue por un camino en el que había un cartel "LA PRIMERA PRUEBA".
Pasaron por el pasadizo y se encontraron en un jardín.
-Esta es la primera prueba- dijo Petincle- tenéis que encontrar un avestruz y atraparla. La única dificultad que tenéis es que el avestruz corre mucho, y el suelo es elástico. Os recomiendo que no saltéis, o será fácil que os choquéis con algún pájaro que vuele por ahí. ¡Adiós!, ¡Estaré en la siguiente prueba!.
El suelo empezó a temblar y a rebotar y Peter salió disparado hacia una de las paredes de la prueba.
-Menos mal que las paredes también son blandas- dijo Peter y empezó a rebotar otra vez, al igual que Mike y Micki, que habían caído a la vez en un árbol rebotante.
-Por lo menos no te haces daño- se quejó Micki.
Muy pronto se escuchaban unos "ahhhh" que no cesaban. Mike iba de pared en pared, sin tocar el suelo, Micki. Por el contrario, se chocaba con el suelo y el cielo y Peter se Hundía en una gelatina (que sería el agua del río). El avestruz, iba volando, a causa de los botes, y también cayó en la gelatina (la cual rebotaba). Peter hizo un esfuerzo por agarrarlo, pero a causa del temblor de tierra no podía, hasta que el agua fue tragada por la tierra y Peter lo pudo obtener.
Otro destello dorado apareció y de repente, se encontraron en la entrada, sin pavo y sin nada.
-¡Lo hemos conseguido!, ¡Vamos a la segunda prueba!- gritó Peter.
Y sin más, cogieron el camino a la segunda prueba. Allí, vieron a Petincle, que estaba sentado en un montón de paja, se dirigió a ellos y dijo...
-Alguna vez habréis oído hablar de la expresión... "es como buscar una aguja en un pajar", y... ¿por qué no lo intentáis?. Je, je, je. ¡Adiós!.
-¡Oh no!, esto es una asquerosidad, y encimo con aguaros revolcándose en la paja, ¡qué asco!- chilló Micki, que empezó a buscar sin ganas.
-¡Quítate de aquí y vete a aquella esquina!- le gritó Peter a un cerdo.
-¡Ahhh!, también hay cucarachas, ¡Ay! Y encima se pone a llover. ¡Esto qué es!- guitó Micki.
No era lluvia, era pringue de todos los colores. Con los cerdos, las cucarachas, los gusanos, la paja, el barro y la pringue, era difícil buscar aquella diminuta aguja. Siguieron buscándola. Aunque ya no se podía distinguir entre un cerdo y un niño a causa de la pringue.
-Y pensar que hoy iba a pasar un buen día- gruñó Peter- Espero que el de mañana sea mejor.
-Peter, Micki, la he encontrado; ¡Ay no!, es un gusano. ¡Quita de aquí cerdo colorido!, pero... si es la aguja- dijo Mike cogiéndola del rabo del cerdo.
Otra vez aparecieron en la entrada y el mono traía en la mano unas varitas, Petincle le dio una a cada uno, y otra se la quedó él. Luego se dirigió hacia un rincón, e hizo aparecer una mesa con una lámpara sin enchufe y un poco deteriorada.
-Ahora usaréis las varitas- dijo dándose importancia- aunque no las necesitaréis, porque podéis usar el dedo índice. En primer lugar, apuntad a la lámpara, y concentraos en que está encendedla; en segundo lugar, sacudidla hasta que notéis un destello azul; y en tercer lugar pensad en que está encendida, sólo, que sin varita.
Mike, Micki y Peter tenían el entrecejo fruncido, no entendían nada, se miraron unos a otros y dieron un paso hacia atrás.
-Micki, tú serás la primera, pero antes quiero deciros que las pruebas anteriores fueron para ver si erais capaces de hacerlo. Bueno inténtalo- dijo Petincle.
Micki alzó la varita, hizo lo que Petincle dijo y encendió la lámpara. Peter y Mike ahogaron un grito que Micki no comprendió. Luego intentó apagar la lámpara con la mano y también lo consiguió. Mike y Peter hicieron lo mismo, y cuando terminaron intentaron convertir un gallo en una hormiga. Todos lo consiguieron.
-Ahora, dadme las varitas he intentad convertiros en peces, iréis al mar y estaréis dos horas bajo el agua, si lo conseguís, sólo os quedarán dos pruebas más, pero si no lo conseguís, tendréis que empezar desde la primera prueba, sólo que más difícil. ¡Buena suerte!.
En ese momento se dirigieron al pasillo de la quinta prueba. Cuando llegaron al agua, se convirtieron en peces. Estuvieron aleteando entre los corrales y otros peces. Disfrutaban mucho, lo único que tenían que aguantar eran dos horas, siguieron nadando y disfrutaron de la vida del agua: vieron caballitos de mar y se convirtieron en ellos, de repente Peter se sentía incómodo, pero Mike y Micki no se dieron cuenta, después de un rato nadando, Peter ya estaba colorado como un tomate. No se resistió más y queso hablar, pero lo único que le salía de la baca eran unos "Blu" cada vez más raros. Se decidió a hacer señas: dio media vuelta y señaló a Mike y Micki. Ambos fruncieron el entrecejo y Peter, ya con los nervios exaltados, dijo:
-Ble, blo, bu, bí.- pero Mike y Micki no entendían ninguna palabra.
Peter cogió piedras del suelo y las colocó de forma que se pudo leer algo así como: "Daros la vuelta, tengo que hacer mis necesidades".
Micki y Mike ahogaron un "blaaaa", que significaba que ya habían entendido, se dieron la vuelta y soltaron una carcajada reliada con pompas.
Cuando Peter terminó, se le ocurrió una cosa, llamó a Mike y Micki, y se hizo un conjuro.
-Hola, por fin puedo hablar. Lo único que tenéis que hacer para hablar, es haceros un conjuro para poder hacerlo- explicó Peter.
Mike y Micki hicieron caso de Peter, cuando ya pudieron hablar, estuvieron más felices y salieron corriendo por todas partes.
Pasó una hora y llegaron a un sitio tenue, y muy oscuro, allí, había cristales, pero no se pararon, siguieron nadando hasta llegar a una pared. De pronto, retumbó la pared que había al lado de ellos y de allí salió un tiburón grande y con unos dientes siniestros, tenía apariencia de no haber comido nunca y los ojos rojos aparentaban que estaba furioso.
-¡Corred!- gritó Micki- que hago... piensa, Micki, piensa- dijo mientras corría- ¡Ya sé!.
E hizo aparecer una bomba, que explotó justo cuando el tiburón paraba sobre ella.
-No le ha pasado nada- gruñó Peter- y sí... ¡Claro!
Peter convirtió una roca en una pared, pero no le hizo nada al tiburón, porque éste la rompió. Por fin llegó la esperanza: un túnel con el agujero muy pequeño, en el que no cabía el tiburón; pero ellos sí. Se metieron dentro, y por fin se acabó la prueba.
-¡Yo mato a ese mono!- dijo Mike exaltado.
-¡Chicos!, ¡chicos!- gritó Petincle- por motivos urgentes se han anulado las pruebas, podéis entrar al mundo mágico, solo tenéis que recorrer el 8º pasillo.
-¡Bien!, ¡ya se acabaron las pruebas!- gritó Peter.
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