3 - El encuentro
Mientras tanto, en la casa de los Rokin, Peter, un chico de pelo rubio rizado y con muchas pecas, está comiendo pollo con su prima Soraya, una chica gorda, amistosa y con gafas, y su abuela Rosa.
-Mmmm... el pollo está... mmm... buenísimo- dijo Peter
-Pues aprovecha, porque te vas a tener que aguantar sin comerlo hasta que pase la "vigilia"- anunció Soraya, que esta vez se estaba comiendo el sobre muslo.
-Y... ¿Qué es la vigui... vigi... giva... como sea?- preguntó Peter.
-Es una especie de norma, pero me parece que no vamos a cumplirla porque estaremos en Inglaterra, y allí no se hace esto- explicó Rosa.
-Bueno, mientras que no llegue, voy a comerme todo el pollo que pueda... Por cierto... voy a por un plátano- dijo Peter.
-Me he puesto las botas, ¡Nunca he comido un pollo tan delicioso!- exclamó Soraya.
-Anda Soraya límpiame los platos por favor, es que hoy estoy un poco cansada- explico Rosa
-Vale, abuelita, por lo menos no soy como otros que lo único que quieren es salir a la calle- gruñó Soraya
-¡Me voy a la calle!- gritó Peter.
-Lo ves- dijo Soraya.
-Déjalo... sólo es un niño, Soraya, mañana cumple 12 años, tú eras igual de pequeña y ahora, mírate, hecha una mujer, tienes 18 años, compréndelo- explico Rosa.
-Sí, tienes razón, será mejor que lo deje que disfrute, porque luego, en el colegio no podrá hacer nada- dijo Soraya.
Salió de la casa de su abuela sin ningún rumbo, vagabundeando por el pueblo de un lado al otro. No había nadie; era por la tarde y todos se estaban echando la siesta. El calor abrumaba el ambiente, aunque la noche anterior hubiera hecho mucho frío. Se dirigió hacia el bosque, intentando perderse en el acogedor silencio de aquel lugar; los pájaros dejaban en el aire melodías encantadoras, por lo que el estrés en este lugar, era cosa del pasado. Peter caminaba por la tierra húmeda hasta llegar al río Tajanín, allí se descalzó y metió los dos pies en el agua, dibujando surcos y ondas sin forma alguna. De repente, una acción que hizo que Peter se diera un susto tremendo, una piedra cayo en el agua, salpicándole en la cara. Cuando por fin se incorporó, la voz de un chico resonó en la zona:
-Soy Michael, pero me puedes llamar Mike. ¿Cómo te llamas?
-Peter. Que forma más rara de presentarte tienes. ¿A todos tus amigos los asustas así?- preguntó Peter.
-No tengo amigos- contestó.
-No me extraña, pero yo tampoco los tengo. ¿Quieres ser tú mi amigo?.
Mike asintió, pero no fue él quien dijo: sí. Por detrás de ellos había una chica.
-Me llamo Micki. ¿Puedo ser vuestra amiga?. Yo tampoco tengo amigos.
Todos se rieron, y es que, el asunto tiene gracia; han pasado de no tener amigos a ser tres de un tirón. Pura coincidencia, aunque esa no era la única.
-Hoy es mi cumpleaños- dijo Micki.
-¡Y mañana el mío!- continuó Peter
-¡Y el mío es pasado mañana!. Qué raro es esto, tenemos en común un montón de cosas. ¿Por qué no damos una vuelta por el río?- preguntó Mike.
Estuvieron andando entre los matorrales por la orilla del río. Caminaron hasta llegar a una roca gigante, en la que se tumbaron hasta llegar a una roca gigante, en la que se tumbaron al sol. Oyeron el canto de los pájaros; las perdices siguiendo a su madre sin saber dónde dirigirse; a una hilera de hormigas, cada una con la comida encima; los peces saltando en el río. A juzgar por las caras que ponían, aquello les encantaba.
Mike tarareaba una canción, y de repente, como si eso los fuera a reanimar, gritó:
-¡Vamos a darnos un chapuzón!
Y así fue, Mike y Peter se metieron en la intranquila y perturbadora agua del río, pero Micki no se atrevía, estaba colorada y tímida.
-Es que... me da vergüenza- dijo poco a poco, vocalizando las palabras una por una.
-No temas; mira yo, estoy con el pantalón, y ahora está... – hizo una breve pausa para pensarse la palabra que iba a utilizar- ¿Súper empapados?.
Finalmente, Micki se metió, y estuvieron chapoteando horas en el agua del río. Al principio corrían y saltaban, después empezaron a nadar y por último, se sentaron en la orilla, intentando secarse y con los pies aún metidos en el agua. Contemplaban el atardecer que caía ante sus pies en aquellos momentos, era bellísima la gama de colores cálidos que se distinguían en el cielo; sin dejar de mirar al cielo, se levantaron y se fueron a sus casas. El camino era largo, difícil y montañoso; anduvieron sin encontrar su destino al pueblo, y ya estaba anocheciendo. Todavía con esperanzas de encontrar el pueblo, siguieron andando, pero ya no se veía nada. Era de noche.
-¡Ya está!. La hemos liado. Justamente el día de mi duodécimo cumpleaños, es el peor de mi vida- gruñó Micki- y como no encontremos una solución, también va a ser vuestro peor cumpleaños. Ya es de noche, por lo menos serán las 10 ó las 11, las 10:30 para ser exactos.
-¡Auh!- gritó Mike- ¿Qué es esto?. ¡Ese estúpido mono!, pero... ¡Si es una llave!. ¡No servirá de nada!, pero... ¿Y si sirve?. Me la que daré por si acaso. ¡Auh!. ¡Ahora me ha tirado una piedra!.¡A POR ÉL!.
Mike corrió tras el mono, Micki lo siguió, y Peter, por el dolor que tenía de piernas, iba cojeando, y hacía lo posible por ir al ritmo de los otros dos.
Mike iba por delante de Micki y Peter, y Micki ayudaba a Peter a correr más aprisa
-¡Corred!. ¡Venid!- gritó Mike, que jadeaba tan bruscamente que parecía que se ahogaba- ¡Aquí... está... el pueblo!. ¡Por lo visto el mono... nos ha guiado!
Mike,Peter y Micki bajaron de la montaña y se dirigieron directamente al pueblo.Cuando llegaron, se despidieron, y cada uno tomó un camino distinto para irhacia sus casas.
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