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CAPÍTULO 14

Mi padre era igual de estúpido

Fortaleza de Redgold - Reino Thérgian.
Septiembre 22, 1621.

Al amanecer, encerrados en una celda debajo del castillo estaban Eitriz, Diago y Thai. Mientras la luz del sol comenzaba a filtrarse por las pequeñas ventanas de la celda, Eitriz tomó la palabra y rompió el silencio que reinaba en el pequeño espacio.

─Amigos, no puedo seguir ocultando mi verdadera identidad.

─¿Eres un espía de los Ackerley? ─preguntó Diago siendo sarcástico, pero Eitriz solo se echó a reír.

─No, soy un simple campesino capturado por los soldados del rey, fui encarcelado por mis enemigos ─confesó Eitriz, mirando fijamente a Diago y Thai con determinación en sus ojos─. No soy nuevo aquí, llevo ya un par de semanas, pero creen que soy muy revolucionario y me cambiaron con ustedes.

Diago y Thai se miraron sorprendidos, sin saber cómo reaccionar ante la revelación de su compañero de celda. Sin embargo, antes de que pudieran articular palabra, Eitriz continuó hablando.

─He estado observando a nuestros guardias y creo que ha llegado el momento perfecto para poner en marcha nuestro plan de fuga. Esta noche, durante el cambio de guardia, nos uniremos a un grupo de prisioneros rebeldes que también buscan escapar ─explicó Eitriz, infundiendo esperanza en sus camaradas.

Diago y Thai asintieron, impresionados por la determinación y habilidades de Eitriz.

Sovarie yagrie treiztria cratria hies azaes? (¿Confías en lo que dijo?) ─le preguntó Diago a Thai, pero lo hizo en un idioma que Eitriz no conocía.

Boil taizies naitria, vheitria kirs naitria draiendaries trovarie tridlei hes. Yagrie azaidleison dleztrin trovarie hes (Claro que no, pero no voy a decírselo. Tú deberías hacerle caso) ─le respondió Thaizin a Diago.

Yaies tazerais? (¿Estás loco?) ─le dijo Diago un poco sorprendido.

Novarie, dritria boitria boil hies karns lendaries Vanya (No, sal de aquí y busca a Vanya) ─le contestó Thai.

Boikaies, kirdlei azies cratria kir cran sovarie trovarie dritria yagrie boitria boil hies (Está bien, veré qué hago para sacarte de aquí) ─prometió Diago.

─Hey, ustedes allá. ─Drake comenzó a tocar la puerta de la celda con fuertes golpes─. Está prohibido hablar en Aryano, así que no lo hablen.

─¿Y qué vas a hacer? ¿Arrestarnos? ─inquirió Diago, Thai solo sonrió a lo que dijo su amigo, Drake solo se mostró molesto y se fue─. ¡Kirsetria! (Idiota) ─le dijo Diago después que se fue.

Eitriz se rio de Diago por hablar en Aryano. Diago, molesto, le reclamó a Eitriz por burlarse de él.

─¿Por qué te ríes? ─preguntó Diago. Eitriz, con una sonrisa en el rostro, respondió.

─No hablo Aryano, pero entendí lo que significa Kirsetria. ─Diago frunció el ceño, confundido.

─¿Cómo sabes lo que significa si no hablas Aryano? ─Eitriz se encogió de hombros.

─Lo oía mucho de pequeño. Me parece extraño que hables Aryano, solo los descendientes del clan Corner saben ese idioma. ─Diago se sorprendió.

─¿Cómo sabes que no soy un descendiente del Clan Corner?

─Diago es un nombre muy común, mientras que los nombres de los Corner están en Aryano. ¿Cómo aprendiste el idioma? ─Diago se rascó la cabeza, pensando en cómo responder.

─Me lo enseñó Thai ─dijo finalmente. Eitriz se volvió hacia Thai.

─¿Cómo sabes hablar Aryano? ─Thai, con una mirada misteriosa en sus ojos verdes, respondió.

─¡Pertenezco al Clan Corner! A diferencia de ti, puedes tener un nombre en Aryano, pero no eres un Corner.

─¿Cómo lo sabes?

─No entendiste ni la mitad de lo que dijimos hace rato, así que tengo curiosidad, ¿Cómo es que alguien que no habla Aryano tiene un nombre en ese idioma?

─Es por mi padre, él sí pertenecía al clan Corner, pero nunca me enseñó el idioma, yo era su hijo, pero no era su hijo biológico así que él pensó que no tenía derecho a saber el idioma.

─Es cierto ─confirmó Thai─. Mi padre era igual de estúpido, pensaba que solo un Corner debía saber Aryano, era una forma de reconocer a los suyos.

─¿Y cómo es que Diago sabe Aryano?

─Mi madre no es tan estúpida como mi padre, decía que estaba casada con un miembro del clan Corner, pero al no ser una Corner, no debía seguir sus tradiciones.

─No deberías hablar así de tu mamá, al menos ella está viva ─le dijo Eitriz a Thai─. Antes de que yo naciera, mi madre estaba casada con un hombre noble que murió antes de que yo viniera al mundo.

─¿Tu madre pasó su embarazo sola?

─Sí, pasó parte de su embarazo sola, pero luego se enamoró de uno de los hombres que trabajaba para ella, mi padre. Este hombre tenía tres hijos, todos descendientes del clan Corner con el apellido Vhaitria ─explicó Eitriz con los ojos brillosos─. Hace nueve años, la reina Brittan desterró a todos los descendientes del clan Corner del reino. Mis tres hermanos murieron al oponerse a abandonar su hogar y mi madre también falleció en aquel conflicto.

─¡Qué terrible tragedia, Eitriz! ¿Y qué pasó con tu padre?

─Mi padre me ayudó a escapar del reino. Estábamos en un bote cuando vi a mi padre correr a la orilla del mar y presencié cómo los guardias de la reina Brittan le lanzaban flechas hasta matarlo.

─¡Qué horror! ¿Y tú, Eitriz, qué hiciste? ─preguntó Diago.

─Logré escapar y llegué al reino Thérgian. Sin nadie que me cuidara, tuve que robar para poder sobrevivir, ya que la gente en Thérgian apenas tenía para ellos mismos, mucho menos para un joven huérfano como yo.

─Te entiendo muy bien ─expresó Diago─. Mis padres también murieron en Khurádian, mis hermanos y yo vinimos a Thérgian para refugiarnos.

─No pareces alguien con necesidades.

─No, es que encontramos a una mujer que si tenía para ella misma y para otros.

─Tu madre parece ser el tipo de persona que quiero conocer ─le dijo Eitriz a Thai.

─Créeme, no quieres conocerla ─comentó Thai con una sonrisa en el rostro.

Por otro lado, dentro del castillo en el segundo piso. El príncipe Bunta y su esposa Ilena tenían una relación complicada, llena de pasión y desdén. Después de un encuentro íntimo intenso, Bunta salió de la habitación dejando a Ilena con un nudo en la garganta y un vacío en el corazón.

Lys, la criada de Ilena, intentó consolarla y ayudarla a vestirse, pero la furia de Ilena era incontenible. Se desquitó con Lys, culpándola por su infelicidad y su frustración en el matrimonio. Lys, con lágrimas en los ojos, se retiró de la habitación sintiéndose herida y abandonada.

Ilena, sola en su habitación, canalizó su enojo y su tristeza en sus poderes mágicos. Secó las plantas de su habitación con un hechizo, sintiendo una sensación de alivio momentáneo, pero en lo más profundo de su ser, sabía que sus problemas eran mucho más profundos de lo que la magia podía resolver.

Mientras tanto, el príncipe Bunta paseaba por los pasillos del castillo, sintiendo un peso en su conciencia por la forma en que trataba a Ilena. Sabía que su relación estaba dañada y que debía hacer algo al respecto, pero no sabía por dónde empezar.

Lord Norton entró a la habitación de su hermana, la princesa Ilena, con paso firme y una mirada de determinación en sus ojos azules. La encontró sentada en su tocador, rodeada de criadas que la ayudaban a arreglar su cabello y maquillarse.

─¡Ilena! ─exclamó Norton, con voz firme─. Necesitamos hablar. ─Ilena levantó la mirada, sorprendida por la abrupta entrada de su hermano.

─¿De qué se trata, Norton? ─preguntó con tono desinteresado. Norton se acercó a ella, ignorando por completo a las criadas que lo miraban con temor.

─He venido a hablar contigo sobre Lys ─dijo con seriedad. Ilena frunció el ceño, molesta. Lys era su criada personal, una joven humilde que siempre estaba dispuesta a servirla.

─¿Qué tiene que ver Lys en todo esto? Ella es mi criada, no tuya. ─Norton suspiró, intentando controlar su temperamento.

─Ilena, he escuchado que has estado tratando mal a Lys últimamente. No puedes seguir comportándote de esta manera. ─Ilena rodó los ojos, incrédula.

─¿Quién eres tú para regañarme? Eres solo un Lord, mientras que yo soy la princesa de este reino. No tienes autoridad sobre mí. ─Norton apretó los puños, sintiendo la frustración crecer en su interior.

─Soy tu hermano mayor, Ilena. Y como tal, tengo la responsabilidad de asegurarme de que te comportes como una verdadera princesa. Tratar mal a tus criados no es propio de alguien de tu posición. ─Ilena se levantó de su silla, desafiante.

─No me importa lo que pienses, Norton. No permitiré que me regañes como si fueras mi padre. ¡Puedes irte de mi habitación ahora mismo! ─Norton la miró fijamente, sin inmutarse.

─No me iré hasta que entiendas que tu comportamiento afecta a otros. Lys no merece ser maltratada por tus caprichos. ─Ilena bufó de indignación.

─¡No tienes derecho a decirme cómo comportarme! ─Norton avanzó hacia ella, con determinación en sus ojos.

─Escúchame bien, Ilena. No permitiré que sigas tratando mal a Lys o a cualquier otra persona. Tu estatus como princesa no te da derecho a ser cruel. Debes aprender a respetar a los demás, sin importar su posición social. ─Ilena lo miró con furia, sintiendo cómo la rabia la consumía.

─¡Cómo te atreves a hablarme así! ¡Eres un insignificante Lord, y no permitiré que interfieras en mis asuntos! ─Norton la miró con tristeza, lamentando la actitud de su hermana.

─No se trata de mí, Ilena. Se trata de ser una persona decente y justa. Si no puedes entender eso, entonces realmente me temo por el futuro de este reino. ─Ilena lo empujó con fuerza, haciéndolo retroceder unos pasos.

─¡Fuera de aquí, Norton! No quiero verte. ─Norton la miró con pesar, resignándose a la terquedad de su hermana.

─Muy bien, Ilena, pero recuerda mis palabras. Tu comportamiento no quedará impune por siempre.

Con paso pesado, Norton salió de la habitación, dejando a Ilena sola en su desesperación.

Ciudad de Wolfein - Reino Thérgian.

Omar se encontraba perdido y con hambre caminando por las calles de Wolfein. Había llegado a esta ciudad hace tan solo un día y no lograba entender completamente nada. Las calles estaban llenas de gente y los edificios altos y oscuros parecían cerrarse sobre él como si estuvieran tratando de atraparlo.

Mientras caminaba, Omar notó un mercado a lo lejos y decidió acercarse en busca de algo de comida. Sus pasos eran lentos y cansados, y el hambre comenzaba a hacer estragos en su estómago. Al llegar al mercado, se encontró con una mujer de aspecto imponente que se acercó a él con curiosidad.

─¿Estás perdido, joven? ─preguntó la mujer con una voz suave pero firme.

─Sí, estoy perdido y hambriento ─respondió Omar. La mujer sonrió y le tendió la mano.

─Soy Lady Vanya ─se presentó aquella hermosa mujer morena de labios gruesos, rizos impresionantes y un inusual, pero hermoso tono naranja en el color de sus ojos─. Y este es uno de mis criados, Taiki ─añadió señalando a un joven que estaba a su lado. Taiki observó a Omar con interés y de repente una chispa de reconocimiento brilló en sus ojos.

─Te vi ayer en la plaza, ¿No es así? ─preguntó Taiki con una sonrisa. Omar asintió, recordando el día anterior cuando había intentado obtener información sobre el año en que se encontraba.

─Sí, ese era yo, por cierto, me llamo Omar ─confirmó Omar.

Taiki se volvió hacia Lady Vanya y le habló en Aryano pensando que Omar no los iba a entender. Taiki le proponía a Lady Vanya llevar a Omar a casa y averiguar porque traía un atuendo muy diferente al de todos. Lady Vanya asintió y luego se dirigió a Omar.

─¿Te gustaría venir con nosotros a mi mansión? ─preguntó Lady Vanya con amabilidad.

Omar se sorprendió por la oferta, pero no dudó en aceptar. Estaba agradecido de haber encontrado a estas personas amables en medio de la confusión de la ciudad.

Trankoz! (Gracias) ─respondió Omar en Aryano, expresando su gratitud.

Lady Vanya sonrió y respondió en el mismo idioma.

Trai yagrie. ─Era una forma de decir "De nada" en Aryano.

Sin decir más, Lady Vanya se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia su mansión, seguida de cerca por Taiki, Omar los siguió, preguntándose qué le depararía esta nueva experiencia.

La mansión de Lady Vanya era impresionante, con sus altos techos y sus amplias habitaciones decoradas con lujo y elegancia. Omar se sentía un poco abrumado por la opulencia del lugar, pero agradecía la hospitalidad de sus anfitriones.

Lady Vanya se excusó y dejó a Taiki a solas con Omar. Taiki se inclinó hacia adelante y le habló en voz baja.

─Me di cuenta de que eres un viajero perdido en el tiempo ─dijo Taiki en tono conspiratorio─. Pero no te preocupes, estoy aquí para ayudarte.

Omar se sorprendió por las palabras de Taiki y lo miró con curiosidad.

─¿A qué te refieres con perdido en el tiempo? ─preguntó Omar intrigado.

─¡Omar, sé que no perteneces a esta época!

─¿Cómo te diste cuenta?

─Es obvio, tu ropa es completamente diferente a la nuestra, y además hablas el idioma Aryano mejor que yo.

─¿Sabes algo sobre la existencia de la magia?

─Lady Vanya es una bruja o algo así, me ha contado que es real y que puede hacer cualquier cosa.

─Tienes razón, la magia es real. Confieso que vengo del año 2019, pero no sé cómo llegué hasta aquí en 1621.

─No te preocupes, te ayudaré. Toma esta ropa para que te cambies.

─¿Es tuya?

─¡No! Es de mi hermanito, se llama Diago, debe tener la misma complexión que tú.

Trankoz!

Trai yagrie.

Bastión de Tornes - Isla Niebla, Auttenberg.

En Isla Niebla se encontraba el Bastión de Tornes, el castillo más pequeño de todos. A diferencia de los opulentos castillos de la realeza que dominaban el paisaje, este castillo era habitado por el comandante de Isla Niebla.

El Bastión de Tornes era un lugar enigmático, rodeado por altos muros de piedra y torres de vigilancia que se alzaban hacia el cielo. El castillo constaba de 27 habitaciones distribuidas en dos pisos. En el sótano se encontraban los almacenes y las celdas para los prisioneros, un lugar oscuro y lúgubre donde se escuchaban susurros de almas atormentadas.

En la planta baja del castillo se encontraban el salón principal, la cocina, el comedor, la sala de armas y la guardia. El salón principal era un lugar majestuoso, con grandes tapices que adornaban las paredes y una enorme chimenea que crepitaba con fuego. La cocina siempre estaba llena de actividad, con los cocineros preparando deliciosos manjares para el comandante y sus invitados.

En el primer piso del castillo se encontraban las habitaciones privadas, la sala de estar, la biblioteca, los baños y la sala de estudio. Las habitaciones privadas estaban decoradas con muebles antiguos y lujosos tapices, creando un ambiente de confort y elegancia. La biblioteca era un lugar tranquilo y relajante, lleno de libros antiguos y pergaminos misteriosos que guardaban secretos ancestrales.

En el último piso del castillo se encontraba la habitación del comandante de Isla Niebla, un lugar prohibido para la mayoría de los habitantes del castillo. Nadie sabía lo que ocurría detrás de las puertas cerradas de esa habitación; el único que lo sabía era Lord Raimond.

Lord Raimond salió al jardín para ver a Hope, el joven que había llegado en la noche en Haka, su dragón. Raimond podía ver la preocupación en los ojos de Hope cuando se acercó a él.

─¿Has dormido bien, Hope? ─preguntó Raimond con una sonrisa amable.

─Sí, gracias, mi Lord. Solo que no estoy acostumbrado aún clima más cálido de lo normal, y Haka está molesta por ello ─respondió Hope con una mirada preocupante. Raimond asintió comprensivamente.

─Es culpa del clan Corner, ellos dividieron las cuatro estaciones por todo la nación, por lo que cada región tiene su propio clima característico.

Hope asintió, agradecido por la explicación de Raimond. Sin embargo, su rostro se tornó serio cuando señaló a un hombre que se acercaba a la entrada del castillo.

─¿Quién es ese hombre, mi Lord? ─preguntó Hope, frunciendo el ceño.

Raimond frunció el ceño al ver al extraño.

─Ese es Oskar, un mercenario que causó problemas en el pasado. No es bienvenido en mi castillo. Debo echarlo.

Raimond se dirigió hacia Oskar con determinación, pero el mercenario sacó una espada y se abalanzó sobre él. Raimond logró esquivar el primer golpe, pero Oskar era ágil y habilidoso en combate.

Hope, alarmado, trató de intervenir, pero Raimond le hizo una seña para que se mantuviera a salvo. Sabía que debía enfrentar a Oskar solo. Sin embargo, se negaba a usar su espada contra él, pues no quería herirlo gravemente.

Los golpes se sucedían rápidamente, con Oskar ganando terreno poco a poco. Raimond se veía superado, pero se negaba a rendirse. Sabía que debía proteger a Hope de cualquier cosa.

Justo cuando parecía que Oskar ganaría la batalla, Haka rugió con furia y lanzó una llamarada de fuego hacia el mercenario. Oskar gritó de dolor cuando las llamas lo envolvieron, quemándolo vivo hasta reducirlo a cenizas.

Raimond se levantó del suelo, exhausto, pero ileso. Miró a Haka, agradecido por su intervención salvadora. La criatura alada le dedicó una mirada llena de orgullo antes de elevarse en el cielo y desaparecer en la distancia.

Hope se acercó a Raimond con expresión preocupada.

─¿Estás bien? ─Raimond suspiró y asintió.

─Sí, gracias a Haka estamos a salvo. Oskar no volverá a amenazarme, pero ¿Por qué Haka me defendió?

─Digamos que fue su forma de pagar por la hospitalidad, no es la mejor forma, pero... Peor es nada.

Pueblo de Taini - Reino de Althárian.

Baladdar llevaba las cajas de licor con cuidado hacia la taberna de Yoriah, sintiendo el sol del mediodía golpear su rostro mientras caminaba por las calles empedradas del pueblo. A pesar del calor, se sentía satisfecho al ayudar a su amigo con su negocio.

Al llegar a la taberna, Baladdar encontró a Yoriah ocupado detrás de la barra, preparando las bebidas para los clientes que comenzaban a llegar. Con una sonrisa, Baladdar depositó las cajas en el suelo y se acercó a saludarlo.

─Hola Yoriah, ¿En qué puedo ayudarte hoy? ─preguntó Baladdar, listo para comenzar a trabajar.

Yoriah le pidió que descargara las cajas en la bodega. Mientras Baladdar se apresuraba a cumplir con la tarea, escuchó una risa familiar que lo hizo detenerse en seco.

Arya estaba sentada en una mesa cercana, con una mirada de sorpresa al ver a Baladdar. Habían pasado más de tres meses desde la última vez que se habían visto, y Baladdar no sabía cómo iba a reaccionar ella.

Arya Bellerose era una joven de 16 años con un espíritu indomable y una determinación feroz. Con su cabello negro azabache siempre trenzado y sus ojos color miel como bellotas, siempre destacaba en la multitud. Su piel pálida contrastaba con su carácter fuerte y decidido, lo que la hacía aún más fascinante para aquellos que la conocían.

Arya vivía en una pequeña cabaña en las afueras del pueblo, junto a su abuela Sybil, quien la había criado desde que sus padres murieron en un trágico accidente en bote cuando ella era aún una niña. Sybil era una mujer sabia y amorosa, que había inculcado a Arya los valores de la honestidad, la valentía y la compasión.

A pesar de su corta edad, Arya demostraba una madurez y una inteligencia poco comunes en alguien de su edad. Siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás y a luchar por lo que creía justo.

─Hola Baladdar, tanto tiempo sin verte ─saludó Arya, con una sonrisa amistosa en el rostro.

─Hola Arya, ¿Cómo has estado? ─respondió Baladdar, tratando de ocultar la incomodidad que sentía.

Arya había estado enamorada de Baladdar durante mucho tiempo, pero nunca se lo había confesado. Sabía que él había sufrido mucho en el pasado por amor, y no quería causarle más dolor. A pesar de sus sentimientos, decidió actuar con indiferencia para no incomodar a Baladdar.

Mientras Baladdar continuaba descargando las cajas en la bodega, Arya se acercó a él y comenzaron a conversar. Hablaban de cosas triviales, evitando tocar el tema del amor. Baladdar podía sentir la tensión en el aire, pero no sabía cómo abordar el tema.

Finalmente, Baladdar reunió el coraje suficiente para preguntarle a Arya si seguía sintiendo algo por él. Arya lo miró a los ojos con seriedad antes de responder.

─La última vez que te enamoraste, casi mueres ─dijo Arya, con voz suave─. No quiero ser la causa de tu sufrimiento nuevamente.

Baladdar se sintió conmovido por las palabras de Arya. Sabía que ella estaba siendo sincera y que realmente se preocupaba por él. Decidió darle una oportunidad al amor, pero sintió que algo le faltaba en la conversación.

─Arya, entiendo tus preocupaciones, pero ¿Qué pasa si el amor vale la pena? ─preguntó Baladdar, buscando una respuesta sincera.

Arya bajó la mirada, sintiendo el peso de las palabras de Baladdar. Sabía que no podía ocultar sus sentimientos por mucho tiempo, pero tenía miedo de arriesgarse a ser lastimada.

─Prometo no hablar de amor, a menos que tú lo desees ─dijo Arya, con determinación en sus ojos.

Baladdar asintió, sintiendo una mezcla de emociones en su interior. No sabía qué deparaba el futuro, pero estaba dispuesto a darle una oportunidad al amor, junto a Arya.

Mientras continuaban su conversación, la tarde se iba desvaneciendo lentamente en la taberna de Yoriah. El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, dejando paso a la noche. Baladdar y Arya seguían hablando, compartiendo risas y confidencias.

Castillo de Hawkwater - Reino de Althárian.

La princesa Margerie se encontraba en su habitación, mirando por la ventana con tristeza. Castelie entró en la habitación y notó la expresión de preocupación en el rostro de la princesa.

─¿Qué sucede, alteza? ¿Por qué no quiere comer algo antes del baile? ─preguntó Castelie con preocupación.

─No tengo hambre, Castelie. Estoy preocupada por Baladdar. ─Margerie miró a Castelie con tristeza en sus ojos─. Le hice una promesa a Baladdar. Le dije que, si lograba quedarse sentado fuera del palacio durante 100 días, estaría dispuesta a casarme con él. Pero ahora... ahora se ha ido. ─Margerie bajó la mirada, sintiendo un nudo en su estómago─. Baladdar se marchó hace tres días. Se fue sin decir una palabra, dejándome con esta promesa que ahora se ha vuelto vacía.

Castelie se acercó a la princesa y le puso una mano en el hombro.

─Alteza, debe creer en el destino. Si Baladdar se ha ido, tal vez no era el indicado.

Margerie asintió lentamente, pero no lograba apartar la sensación de tristeza que la embargaba.

─Pero... Pero siento que cometí un error. Debería haber esperado más tiempo, debería haber sido más paciente. ─Castelie le sonrió con ternura.

─No puede vivir en el pasado, alteza. Debe mirar hacia adelante y encontrar la felicidad en su futuro.

La princesa Margerie asintió, agradecida por el consejo de Castelie. Se levantó de su silla y se acercó a la ventana, observando las estrellas en el cielo nocturno.

─Gracias, Castelie. Tienes razón. Debo seguir adelante y encontrar mi verdadera felicidad.

Castelie asintió con una sonrisa y se retiró de la habitación, dejando a la princesa a solas con sus pensamientos.

Isla Kokos - Reino de Auttenberg.

Dentro de la taberna de Bosha, un lugar oscuro y lleno de humo, había un hombre llamado Vitem. Este hombre solitario siempre se sentaba en una esquina, observando a los demás con ojos curiosos, pero sin interactuar con nadie.

Mientras bebía su cerveza, escuchó a un grupo de personas hablando en voz baja en una mesa cercana. Hablaban de un joven con una ceja cortada que formaba parte de la tripulación del Paradies.

Vitem se sintió intrigado por la conversación y decidió acercarse al grupo para escuchar más detalles. Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, otro hombre entró corriendo en la taberna, con el rostro lleno de angustia.

Era Kirai, un joven de aspecto apuesto y valiente que se sentó en una de las mesas, con la respiración agitada. Miró a su alrededor con ojos desesperados hasta que su mirada se encontró con la de Vitem. Sin decir una palabra, se levantó de su asiento y salió corriendo hacia el mar, con la determinación brillando en sus ojos.

Vitem lo siguió de cerca, intrigado por la repentina partida de Kirai. Cuando llegaron a la orilla, vieron a Elek, un amigo cercano de Kirai, esperando allí con una expresión preocupada en su rostro.

─¿Qué sucede, Kirai? ¿Por qué pareces tan alterado? ─preguntó Elek, poniendo una mano en el hombro de su amigo. Kirai tomó una profunda bocanada de aire antes de hablar.

─He escuchado algo en la taberna, Elek. Algo que podría cambiarlo todo. Hablan del último Throne, y creo que sé cómo encontrarlo. ─Elek frunció el ceño, sorprendido por las palabras de su amigo.

─¿El último Throne? ¿Eso es cierto? ¿Y tú sabes dónde está?

Kirai asintió solemnemente.

─Sé que suena increíble, pero creo que he descubierto una pista. Necesito tu ayuda, Elek, juntos podemos lograrlo.

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