CAPÍTULO 12
Hay un hombre en mi habitación
Dragon Step - Reino de Pheltílian.
Septiembre 21, 1621.
Adem e Eden habían estado buscando a Vangelis durante dos días en las montañas. Estaban agotados y desanimados, pero seguían adelante con la esperanza de encontrar al misterioso hombre que, según los rumores, era el único capaz de encontrar al capitán del Meg.
Finalmente, mientras caminaban por un sendero empinado, vieron a un hombre alto, fuerte, de pelo rubio corto y con rizos cargando dos pesadas cubetas de agua que acababa de sacar de un pozo. Se acercaron a él con cautela, preguntando si conocía a Vangelis. El hombre los miró con curiosidad y les dijo que él podía llevarlos hasta él.
Con esfuerzo, Adem e Eden siguieron al hombre por el sendero, subiendo cada vez más alto en las montañas. Finalmente, llegaron a una pequeña cabaña de madera donde vieron a una joven mujer cocinando en la cocina. El hombre presentó a Meri como su novia y les dijo que Vangelis estaba dentro de la cabaña.
Adem e Eden sintieron una mezcla de emoción y nerviosismo al entrar en la cabaña. Fue entonces cuando Meri se acercó a ellos y les confesó en voz baja que el hombre de las cubetas de agua era en realidad Vangelis.
Adem e Eden apenas podían creerlo. Habían estado buscando a Vangelis todo este tiempo, sin darse cuenta de que lo tenían justo delante de sus ojos. Vangelis les explicó que a veces era necesario ocultar su identidad para protegerse de aquellos que buscaban su sabiduría para fines oscuros.
Vangelis les habló de los misterios de las montañas, de la importancia de vivir en armonía con la naturaleza y de escuchar la voz de sus corazones. Les dijo que estaban destinados a encontrarlo y que él les ayudaría en su búsqueda de la verdad.
Meri se despidió de Vangelis con un beso en la mejilla y se marchó a su casa, dejando a Adem e Eden a solas con él. Vangelis les ofreció un té caliente y les pidió que se sentaran a su lado junto al fuego crepitante para que pudieran descansar después de su travesía.
Isla Niebla - Reino de Auttenberg.
Treyson finalmente llegó a Isla Niebla después de varios meses de ausencia. Txarles, estaba trabajando en la herrería cuando Treyson llegó y lo saludó.
Txarles se dio la vuelta al escuchar su nombre y sus ojos se iluminaron al ver a su hermano. Corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, emocionado por su regreso.
─¡Treyson! ¡Me alegra tanto verte de nuevo! ─exclamó Txarles emocionado.
─También me alegra verte, hermanito. Te he extrañado mucho ─respondió Treyson con una sonrisa.
Los dos hermanos se dirigieron juntos a la casa donde fueron recibidos por Joyce. Joyce los abrazó con cariño y les sirvió un delicioso almuerzo que ella misma había preparado.
─¡Qué sorpresa tan agradable, Treyson! ─dijo Joyce emocionada.
─Extrañaba este lugar y a mi querida familia ─respondió Treyson agradecido.
Durante el almuerzo, los hermanos compartieron historias sobre sus experiencias y aventuras desde la última vez que se habían visto. Txarles contó emocionado sobre su trabajo en la herrería y los nuevos proyectos en los que estaba trabajando para el nuevo comandante de Isla Niebla.
─Estoy orgulloso de ti, hermano. Siempre has sido tan talentoso en tu oficio ─elogió Treyson a Txarles.
─¡Gracias, Trey! Pero me gustaría saber más sobre tus viajes y todo lo que has visto y vivido ─respondió Txarles curioso.
Treyson contó sobre sus viajes por Althárian y de como Margerie lo rechazó, también les contó sobre Eden y su obsesión con el Meg, y las experiencias que lo habían marcado en su camino.
─Es increíble lo mucho que has crecido y madurado en este tiempo, Trey. Estoy segura de que has vivido muchas cosas en tus viajes ─comentó Joyce admirada.
La tarde avanzaba y los hermanos seguían disfrutando de la compañía y el cariño de su familia. Sin embargo, algo empezó a sentirse extraño en el ambiente. Un silencio incómodo se apoderó de la habitación, como si algo estuviera a punto de suceder.
De repente, se escucharon pasos pesados aproximándose a la casa. Los tres hermanos se miraron entre sí con preocupación, sin saber qué esperar. Joyce se levantó de la mesa y se acercó a la puerta para ver quién estaba afuera.
Al abrir la puerta, Joyce se encontró con una figura misteriosa envuelta en sombras. La persona se acercó lentamente y reveló su rostro, era un hombre alto y fornido con una mirada fría y amenazante.
─¿Quién eres y qué quieres aquí? ─preguntó Joyce con valentía.
─¡Disculpa por llegar sin avisar! Mi nombre es Raimond Ingenthron, soy el nuevo comandante de Isla Niebla.
─¡Adelante, pase! ─Joyce le ofreció algo de comer a Raimond y ahora con Treyson de regreso, todos se pusieron al corriente de sus asuntos.
Pueblo de Taini - Reino de Althárian.
Sermiony llegó a la taberna de Yoriah y lo vio con un semblante serio y preocupado. Había algo que necesitaba discutir con su amigo y sabía que encontraría consuelo y sabiduría en sus palabras. Mientras tanto, afuera de la taberna, Baladdar esperaba pacientemente, observando a la gente pasar por la animada calle.
Un niño se acercó a Baladdar, intrigado por su presencia.
─¡Hola, Joven! ¿Por qué no te casaste con la princesa Margerie? ─preguntó el niño, con los ojos brillando de curiosidad. Baladdar sonrió tristemente y respondió.
─Si la princesa no pudo mostrarme un acto de misericordia al evitar que me sentara allí por 100 días, entonces no merecía mi corazón. ─El niño asintió, impresionado por la respuesta de Baladdar, y continuó su camino.
Mientras tanto, en el interior de la taberna, Sermiony y Yoriah estaban inmersos en una conversación profunda y significativa. Hablaban sobre los conflictos que Sermiony enfrentaba en su vida y las decisiones difíciles que tendría que tomar en el futuro para proteger a sus hijos. Yoriah escuchaba atentamente, ofreciendo palabras de aliento y sabiduría a su amiga.
De repente, la puerta se abrió y Yoriah salió de la taberna, encontrándose con Baladdar en la calle. Sin dudarlo, Yoriah lo abrazó, sintiendo la tristeza y la determinación en su mirada.
─¿Qué sucede, Baladdar? ─preguntó Yoriah, preocupado por el estado emocional del joven.
Baladdar titubeó por un momento, sintiendo la emoción abrumadora en su pecho. Finalmente, decidió compartir sus pensamientos con Yoriah.
─Hoy me han preguntado por qué no me casé con Margerie, y recordé el día en que tuve que regresar a Taini.
─Hablas cómo si eso hubiera pasado hace un año, sucedió hace dos días.
─Se siente como si hubiera pasado hace un año. Me di cuenta de que merezco más, pensé en buscar alguna mujer en el pueblo, una que pueda ver la bondad en mi corazón.
Yoriah asintió con comprensión, sintiendo la tristeza y la determinación en las palabras de Baladdar. Sabía que el joven había pasado por momentos difíciles y que ahora estaba buscando su propio camino en la vida. Con un gesto de apoyo, Yoriah colocó una mano en el hombro de Baladdar y le dijo.
─Confía en tu corazón, Baladdar. El destino te guiará hacia donde perteneces.
Castillo de Hawkwater - Reino de Althárian.
La princesa Margerie aguardaba con anhelo la llegada del príncipe Teryan. Sin embargo, la visita de Teryan traía consigo una sorprendente revelación.
Al llegar al majestuoso castillo de Hawkwater, Teryan se arrodilló ante Margerie y le comunicó que Baladdar había roto su juramento de amor. Ante tal traición, Teryan anunció con determinación que sería él quien desposaría a Margerie, cumpliendo así con la promesa rota de Baladdar.
La princesa Margerie, atónita por la inesperada noticia, miró a los ojos del apuesto príncipe Teryan y vio en ellos un destello de sinceridad y valentía. Y si bien ella no quería casarse con él, ya le había dado su palabra.
Justo en el pasillo del castillo, la princesa Margerie caminaba hacia su habitación, sumida en pensamientos oscuros sobre el misterioso joven que conoció durante su paseo en Heberle. Ellery, se acercó a ella con una mirada de preocupación en su rostro.
─Princesa Margerie, debo hablarte sobre algo importante ─dijo Ellery con urgencia─. He investigado a ese joven que me pidió, su nombre es Johan y temo que pueda traer problemas a nuestro reino.
La princesa se detuvo y miro fijamente a Ellery, tomando nota del tono grave en su voz. Castelie, su leal criada, se quedó a su lado, observando la escena con atención.
─¿Qué descubriste sobre Johan, Ellery? ─preguntó Margerie con curiosidad y un deje de inquietud en su voz.
─Johan es más peligroso de lo que parece. Ha estado involucrado en varios incidentes en otros reinos y su pasado es sombrío, proviene de Dratókian, venía huyendo, supongo. No debes confiar en él, princesa.
Margerie asintió, absorbiendo la información con seriedad. Sin embargo, algo en ella se negaba a creer que Johan sea totalmente malvado. Decidió investigar por su cuenta y averiguar la verdad detrás de aquel enigmático joven.
Luego de eso, Castelie, se apresuraba por los pasillos de piedra para cumplir con su deber de preparar la cena del príncipe Melion. Con manos hábiles, entró en la cocina y comenzó a elaborar un exquisito festín digno de la realeza.
Al llegar a la habitación del príncipe Melion, Castelie golpeó suavemente la puerta y entró con delicadeza. Sin embargo, lo que vio la dejó boquiabierta. Vio al príncipe Melion con aspecto imponente y ojos penetrantes, estaba sumergido en una tina de mármol, completamente desnudo. El agua brillaba a la luz de las velas, resaltando la musculatura de su cuerpo.
Melion se levantó con elegancia de la tina, revelando su figura esculpida, y con una sonrisa traviesa invitó a Castelie a acercarse. Castelie, ruborizada y sorprendida, mantuvo la compostura mientras admiraba al príncipe, cuya mirada reflejaba una chispa de complicidad.
Mientras tanto, en los pasillos del castillo, Lady Jade, una dama de alta alcurnia con vestimenta elegante y cabello dorado como el sol, esperaba pacientemente a que su padre terminara su reunión con el rey. Observando a lo lejos, vio a Castelie salir de la habitación del príncipe Melion con una expresión desconcertada en su rostro. Lady Jade no dijo nada y se quedó callada, sintiendo alivio por haber rechazado al príncipe Melion creyendo que éste tenía algo que ver con Castelie.
Fortaleza de Redgold - Reino Thérgian.
El príncipe Blaze se encontraba en una encrucijada. Debía cumplir con un compromiso matrimonial entre su hermano menor, el príncipe Baldric, y la princesa Nerea del reino de Eberwein. Sin embargo, el destino tenía otros planes, ya que Baldric se había casado en secreto con Blume, rompiendo así la promesa de matrimonio.
Ante esta situación, Blaze decidió tomar cartas en el asunto. Confiando en su valentía y determinación, decidió hablar personalmente con la princesa Nerea. Cruzó los límites entre los reinos y se adentró en la habitación de la princesa, donde la encontró contemplando el jardín con gesto melancólico.
Nerea alzó la mirada sorprendida al ver a Blaze frente a ella. Sus ojos se encontraron y en ese instante supo que algo estaba a punto de cambiar. Blaze, con voz serena y sincera, le explicó la situación y le prometió arreglarlo todo. Prometió honrar la promesa de matrimonio, pero no de la manera convencional. Su corazón le indicaba que él era el indicado para estar a su lado.
A medida que compartían confidencias y emociones, una conexión especial empezó a florecer entre ellos desde que estaban en Eberwein, pero Blaze no dijo nada porque sería inapropiado enamorarse de la mujer que debía estar con su hermano. Ambos descubrieron que tenían mucho en común y que sus corazones latían al unísono, así que, juntos idearon un plan para enfrentar a las convenciones y seguir sus corazones.
El príncipe Blaze se dirigió al salón del trono y vio que el rey no estaba allí, entonces se dirigió al gran salón, pero tampoco estaba allí, fue entonces que se dirigió a la biblioteca, sabía que su padre odiaba leer, pero le gustaba estar en un lugar tranquilo y por fin lo encontró.
─Padre, tenemos que hablar sobre lo que hizo Baldric. Su impulsividad podría costarnos mucho. ─El rey Bayron suspiró con profundidad.
─Blaze, la juventud a menudo trae decisiones precipitadas, pero no podemos dejar que eso arruine su futuro. ¿Qué propones?
─Sé que estuvo mal lo que hizo, y que premiarlo por ello sería lo último que pensarías en hacer, pero ¿Y si fuera lo primero?
─¿Cómo?
─Él nunca ha querido esta vida, démosle lo que siempre ha querido.
─Eberwein te cambió.
─Un poco.
─¡Hazlo!
Blaze se fue a la habitación de Baldric, éste lo vio y se sorprendió mucho de ver a su hermano allí, aún más porque no tenía un semblante agresivo como de costumbre. Blaze le mostró una gran sonrisa y con voz entusiasta le dijo.
─¡Baldric! ¡Tengo una noticia increíble para ti! ─Baldric se le quedó mirando con curiosidad.
─¿Qué pasa, Blaze? ¿Has visto a padre?
─Sí, tomamos una decisión, bueno, yo tomé una decisión, decidí que te convertirás en el capitán del Sonicgloom. ¡Es tu oportunidad de ver el mundo! ─Baldric tenía los ojos brillando de felicidad.
─¿De verdad? ¡Siempre soñé con eso, Blaze! ¡No puedo creerlo!
─Lo mereces, hermanito. Ahora, ¡Prepárate para la aventura! Haz de cuenta que es tu castigo.
Baldric abrazó a Blaze, no sabía que le había pasado en Eberwein, pero le agradaba más la versión que estaba viendo ahora, luego salió de su habitación, no pensó en despedirse de todos sus hermanos, pero había uno en particular que sí quería ver, a Barton.
─Barton, voy a zarpar pronto, hermano. ¿Te gustaría acompañarme en mi primer viaje? ─Barton mirando a Baldric con una mezcla de preocupación y admiración, luego dijo.
─¿De qué carajos estás hablando?
─Fui nombrado el nuevo capitán del Sonicgloom, ¿Y qué dices?
─No seré capaz de ir, pero prometo seguir cada paso de tu travesía. Envía todas las cartas que quieras, las leeré, lo prometo. Cuida de ti mismo.
─Prometido. ─Barton lo abrazó rápidamente y luego Baldric se marchó, había otra persona que quería ver antes de irse.
Baldric caminó por los pasillos del palacio hasta llegar a su habitación, tocó la puerta hasta que por fin salió, era ella, Blume.
─Blume, tengo que decirte algo importante.
─Baldric, ¿Qué ocurre? Pareces emocionado. ─Baldric se acercó y tomó su mano.
─¡He sido nombrado capitán del Sonicgloom! ¡Voy a navegar! Y... tú serás la nueva Jefe Timonel del reino. ─Blume quedó boquiabierta, sus ojos se agrandaron como platos.
─¿Yo? Pero... ─Baldric la interrumpió mientras le acaricia la mejilla.
─Lo harás increíble. Eres fuerte y capaz. Estoy seguro de que el reino estará en buenas manos contigo. ─Baldric se acercó a Blume y le dio un suave beso en los labios, sorprendiéndola de nuevo, pero sonrió con comprensión─. Me habría gustado que funcionara.
─¡Que el viento sople a tu favor, Baldric!
─Volveré para compartir mis historias. ¡Cuida de todo aquí!
Baldric se fue por los pasillos hasta llegar a la escalera y bajar por ella para poder salir del castillo y dirigirse al muelle donde estaría esperándolo el barco que siempre había querido junto a la tripulación que siempre quiso comandar, pero antes dio un último vistazo al jardín donde vio a Mabel observando las flores.
─Mabel, antes de partir debo hablar contigo.
─¿Qué deseas, Baldric? Ya ha sido suficiente el daño que me has causado con tus mentiras y engaños.
─Lo sé y por eso vengo a pedirte perdón. Fui un cobarde al no enfrentar mis responsabilidades y permitir que cargaras con mis errores.
─Tus disculpas llegan tarde, pero las acepto. Aunque duele saber que tu verdadero deber era casarte con la princesa Nerea y no con Blume.
─Te aseguro que luché contra mis propios sentimientos, pero el corazón es difícil de controlar.
─¿Cuáles sentimientos? Tú no sientes nada por Blume. No es excusa, Baldric, pero ya no puedo cambiar el pasado.
─En serio lo lamento, pero ahora debo irme, el rey me hizo capitán del Sonicgloom, ahora puedo viajar por el mundo como siempre quise. Prométeme que cuidarás de Blume en mi ausencia, a pesar de todo, ella no tiene la culpa de mis errores.
─Buen viaje, Baldric. Que encuentres la redención en tus acciones futuras.
─Gracias, Mabel. Ojalá algún día pueda compensar tus sufrimientos.
El príncipe Baldric se despidió de la reina Mabel, llevando consigo el peso de sus errores y la determinación de hacer lo correcto en el futuro. El misterio de sus decisiones pasadas y el camino hacia la redención lo acompañarían en su viaje, guiándolo hacia un destino incierto pero lleno de posibilidades de redención.
Ciudad de Wolfein - Reino Thérgian.
Rosmery llegó a la mansión ostentosa de Lady Vanya con una sensación de urgencia que le hacía palpitar el corazón con fuerza. No era común que visitara la casa de la adinerada dama, pero en ese momento sentía que no tenía otra opción.
─¡Diago! ¡Diago! ─llamó Ros mientras golpeaba la puerta con fuerza. Esperó unos segundos antes de que Elder, el mayordomo, abriera la puerta, mirándola con expresión de sorpresa─. ¿Puede decirle a Diago que necesito hablar con él de inmediato? Es una cuestión de vida o muerte.
Elder frunció el ceño, pero asintió y fue a buscar a Diago. Mientras tanto, Ros caminaba de un lado a otro en el elegante recibidor, nerviosa por la noticia que tenía que darle a su amigo. Finalmente, Diago apareció en lo alto de la escalera, con una expresión de confusión en su rostro.
─Ros, ¿Qué haces aquí? ¿Qué pasa?, ─preguntó Diago mientras descendía las escaleras con rapidez.
─Diago, es Thai. El príncipe Barton lo ha arrestado ─dijo Ros en un susurro, evitando mirar a los ojos de su amigo.
Diago sintió que un fuego ardiente se encendía en su pecho al escuchar las palabras de Ros. Thai era su mejor amigo, su hermano de corazón. No podía creer que el príncipe se hubiera atrevido a arrestarlo, aún más porque Diago sabía la razón por que Barton le tenía rabia a Thai.
─¡Maldito sea el príncipe Barton! ¿Cómo se atreve a tocar a Thai? ¡Voy a destrozarlo! ─exclamó Diago con furia, haciendo que Ros diera un paso hacia atrás, sorprendida por la intensidad de sus palabras.
─Diago, cálmate. No podemos hacer nada si te dejas llevar por la ira. Tenemos que actuar con inteligencia ─dijo Ros, tratando de contener a su amigo.
Pero Diago estaba decidido. No podía quedarse de brazos cruzados mientras su amigo estaba en peligro. Tomó a Ros del brazo y la arrastró fuera de la mansión, dirigiéndose hacia la taberna donde sabía que el príncipe solía frecuentar.
Al llegar a la taberna, Diago buscó con la mirada al príncipe Barton, encontrándolo sentado en una mesa al fondo del local con un grupo de guardias a su alrededor. Sin pensarlo dos veces, Diago se acercó a él con paso firme, ignorando las miradas de sorpresa y temor que le lanzaban los otros clientes.
─¡Barton! ¿Cómo te atreves a arrestar a Thai solo porque se acuesta con Eliza? ¡Es injusto!
─¡Cállate, insolente! Eliza me pertenece y no permitiré que un simple campesino como Thai se interponga en nuestro amor.
─¿Crees que Eliza te amará alguna vez? Ella solo te utiliza por tu posición y riqueza. En cambio, con Thai hay amor verdadero.
─¡Cállate, infame! No permitiré que insultes mi honor de esta manera. Eres un desvergonzado.
─¿Desvergonzado? ¡Eso lo dices tú, que arrestas a alguien por puro capricho! Thai no ha hecho nada malo.
─¡Basta! ¡No toleraré más tus insolencias!
─Sabes que tengo razón. Eliza nunca te amará como a Thai, y lo sabes. En el fondo, eso es lo que te duele, ¿verdad?
─¡Guardias, llevad a este insolente a la cárcel! ¡Que se pudra allí por el resto de sus días! ─Pero a pesar de la orden de Barton ninguno de los guardias hizo nada en contra de Diago.
─No importa lo que hagas, Barton. El amor siempre triunfará sobre la injusticia. Y Thai y Eliza lo demostrarán. ─El Príncipe Barton y Diago se quedaron mirándose fijamente, fue entonces cuando el príncipe Barton escupió a Diago en el rostro.
Diago sintió que la sangre hervía en sus venas. Sin decir una palabra más, lanzó un puñetazo directo al rostro del príncipe, haciendo que cayera al suelo con un gemido de dolor. Los guardias se abalanzaron sobre Diago, esposándolo y arrastrándolo fuera de la taberna.
─¡Te arrepentirás de haberte atrevido a tocarme, plebeyo insolente! ─gritó el príncipe Barton mientras veía cómo se llevaban a Diago, con una mirada llena de rencor y odio.
Rosmery observaba la escena desde la puerta de la taberna, con los ojos llenos de preocupación por su amigo. Sabía que Diago había actuado por impulso, pero ahora estaba en grave peligro al haber agredido al príncipe.
Mientras tanto, en la prisión del castillo, Thai se encontraba encerrado en una celda oscura y fría, preguntándose qué tan tonto era el príncipe Barton solo para arrestarlo por amor a una mujer que no sentía lo mismo por él. En eso Thai ve como algunos guardias llegan a las celdas trayendo a Diago con ellos.
─Diago, ¿Qué haces aquí? ¿Te aburriste de tu vida tranquila?
─Claro que no, fui a la taberna donde estaba el estúpido de Barton Ackerley a reclamarle tu arresto, me escupió en el rostro así que lo golpeé y me arrestó por defenderte, ¡Y aquí estoy! ─Thai solo se reía por la situación.
─¡Eso es muy estúpido! Pero te lo agradezco, hermano.
─¡No hay de qué! ¿Cómo estás llevando la vida en la cárcel?
─No tan mal, solo va un día, al menos hay comida gratis, pero extraño la libertad.
─¡Vamos a escapar juntos! ¡Será una gran aventura!
─¿En serio? ¡Eres un loco, Diago! ─Ambos se rieron, compartiendo momentos de risa en medio de la difícil situación.
Por otro lado, Robin caminaba por las calles empedradas del pueblo, llevando consigo una bandeja llena de deliciosos pasteles caseros que su mamá había preparado para la señora Heimaey, una mujer viuda que vivía al otro lado del pueblo. Al llegar a la casa de la señora Heimaey, tocó la puerta, pero nadie respondió. Robin decidió esperar un poco más, ya que sabía que la señora Heimaey solía pasar mucho tiempo en su jardín, cuidando de sus hermosas flores.
Después de un rato, finalmente la puerta se abrió, pero no fue la señora Heimaey quien apareció. En su lugar, una joven de cabello oscuro y ojos brillantes se encontraba parada frente a él. Robin la reconoció como Taresa, la hija menor de la señora Heimaey.
─¡Hola, Robin! ¿Qué te trae por aquí? ─saludó Taresa con una sonrisa.
─Hola, Taresa. Mi mamá preparó estos pasteles para tu mamá, pero parece que no está en casa. ¿Podrías dárselos, por favor? ─respondió Robin, ofreciéndole la bandeja. Taresa aceptó los pasteles con gratitud, pero no parecía estar del todo contenta. Robin notó la preocupación en su rostro y decidió preguntarle qué sucedía─. ¿Qué te pasa, Taresa? ¿Por qué te veo tan inquieta?
Taresa miró a su alrededor, como si buscara algo o a alguien, y finalmente confesó.
─Hay un hombre en mi habitación, Robin, pero no es lo que piensas.
Intrigado, Robin la siguió hasta la habitación de Taresa, donde descubrió a un joven de aspecto extraño acostado en una cama de madera. El joven llevaba un suéter blanco que decía "Good vibes", tenía unos jeans negros y largos con unas zapatillas Vans, también negras. Robin se quedó perplejo, sin entender cómo era posible que alguien estuviera vestido así ya que no reconocía el atuendo que tenía el joven.
─¿Quién es él, Taresa? ¿De dónde ha salido? ─preguntó Robin, examinando al joven con curiosidad.
Taresa le explicó que el joven había sido encontrado por su mamá en la mañana y que ella lo trajo a casa con ayuda de unos jóvenes que estaban cerca de los arrozales.
Nadie en el pueblo sabía quién era ni de dónde venía. Robin se acercó a la cama y examinó el pantalón del joven, encontrando una billetera, aunque no sabía que era, allí vio una identificación que confirmaba que el chico se llamaba Omar Junior. De repente, Omar comenzó a murmurar el nombre de Olivia en sueños, lo que desconcertó aún más a Robin y a Taresa.
─¡Esto es increíble, Taresa! ─exclamó Robin, sin poder creer lo que veían sus ojos.
En ese momento, Omar abrió los ojos de golpe y miró a Robin y a Taresa con confusión. Sin saber qué decir, Robin le preguntó quién era Olivia y por qué la mencionaba en sueños. Omar parecía desconcertado y confundido, como si no recordara dónde estaba ni cómo había llegado allí. De repente, su rostro se contrajo de dolor y cayó nuevamente desmayado en la cama.
─¿Qué hacemos, Robin? ¿Cómo vamos a explicar esto a los demás? ─preguntó Taresa, visiblemente asustada.
Robin se quedó pensativo por un momento, tratando de encontrar una explicación lógica para lo que acababan de presenciar.
─No lo sé, Taresa, pero creo que deberíamos mantener esto en secreto por ahora. No queremos asustar a nadie antes de entender lo que está sucediendo ─sugirió Robin, tratando de mantener la calma, pero no le dijo nada más porque había quedado en verse con Mabel.
Taresa se quedó junto a la cama de Omar, sin saber qué hacer ni a quién recurrir en busca de ayuda. Mientras tanto, en la mente de Robin seguían resonando las palabras de Omar y el misterioso nombre de Olivia. ¿Quién era ella y qué conexión tenía con él? Sus pensamientos se agolpaban en su mente, tratando de encontrar respuestas a un enigma que desafiaba toda lógica y razón.
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