CAPÍTULO 10
El privilegio de matarte
Isla Heiri - Hestárlia.
El mismo día.
Mahogany estaba exhausta de tanto nadar en el mar, pero finalmente alcanzó la costa y arrastró su cuerpo cansado hasta la arena. Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no reconocía el lugar en absoluto.
Mientras se sentaba en la playa tratando de orientarse, un joven se acercó a ella, era Seriah, se sentó a su lado y le ofreció ayuda.
─¿Dónde estoy? ─preguntó Mahogany, confundida.
─Estás en Isla Heiri ─respondió Seriah con una sonrisa. Mahogany frunció el ceño. Nunca había escuchado hablar de un lugar llamado Isla Heiri.
─No puede ser, no existe un lugar con ese nombre ─dijo Mahogany, escéptica.
─En realidad, Isla Heiri es un lugar secreto, solo accesible para seres sobrenaturales como tú o como yo ─explicó Seriah con calma─. Me sorprende que siendo bruja no lo supieras.
─Me especializo en grimorios, no en mapas. ─Ambos se levantaron de la arena.
Seriah se ofreció a guiar a Mahogany por la selva que rodeaba la playa, y ella aceptó. Caminaron juntos durante un rato hasta que finalmente llegaron a un enorme agujero azul en el suelo.
─¿Qué es esto? ─preguntó Mahogany, sorprendida.
─Este es el camino al reino de Andálian ─respondió Seriah, acercándose a ella.
De repente, Seriah la tomó por la cintura y la besó en los labios. Mahogany se apartó bruscamente, sorprendida por el repentino gesto.
─¡No, no! ¡No eres mi tipo! ─exclamó Mahogany, apartándose.
Seriah se rio y se quitó la ropa, revelando su cuerpo musculoso y tatuado, la luz del sol hacía brillar su cuerpo. Sin decir una palabra, se lanzó al agujero azul y desapareció. Mahogany se quedó mirando, sin poder creer lo que acababa de presenciar.
Sin pensarlo dos veces, Mahogany tomó una decisión y se lanzó detrás de él. El aire gélido la golpeó mientras caía en picada por el agujero azul, pero pronto se encontró flotando en un mar de colores brillantes y destellos mágicos.
Cuando finalmente tocó fondo, Mahogany se encontró en un reino lleno de criaturas fantásticas y paisajes de ensueño. Seriah la esperaba a lo lejos, sonriendo. Mahogany estaba impresionada al ver a Seriah con una aleta en la parte inferior de su cuerpo, sabía que era un tritón, pero nunca lo había visto transformado.
─¡Bienvenida a Andálian! ─exclamó Seriah, extendiendo la mano hacia ella.
Todo a su alrededor era mágico y maravilloso. Peces, sirenas, árboles centenarios se mecían al ritmo de la corriente y ríos de agua cristalina serpenteados por el paisaje.
─¿Por qué yo? ¿Por qué soy una bruja? ─preguntó Mahogany, mirando a Seriah.
─Porque tienes un poder dentro de ti que aún no has descubierto. Eres especial, Mahogany, y en Andálian podrás encontrar respuestas a todas tus preguntas ─respondió Seriah, con voz suave─. Además, tienes que ayudarme a encontrar a Arlene.
Mahogany se sintió abrumada por todas las emociones que la invadieron en ese momento. Estaba en un lugar desconocido, rodeada de seres mágicos y maravillosos, y todo gracias a su habilidad como bruja.
Se giró hacia Seriah, decidida a descubrir más sobre su destino en Andálian. Juntos, nadaron por los senderos del reino, explorando cada rincón y conociendo a sus habitantes.
Dragon Step - Reino de Phéltilian.
En medio del mar, Adem estaba en el Meg, acababa de ser rescatado por la tripulación después de haber naufragado por días. El contramaestre, un hombre fuerte llamado Brus, lo vio cerca de la proa muy temeroso y se acercó a él con amabilidad.
─¿Estás bien, muchacho? ¿Cómo te llamas?
─Mi nombre es Adem, gracias por rescatarme. ¿Qué está pasando aquí?
─Necesitamos tu ayuda para encontrar al capitán del Meg. ─dijo Kron, uno de los tripulantes del Meg, sus brazos estaban fornidos y llenos de cicatrices.
─No lo entiendo, ¿Por qué me necesitan a mí?
─Sin el capitán en la nave, no podemos tocar tierra firme, pero como tú no eres parte de la tripulación, sí puedes ir a buscarlo. ¿Nos ayudarías?
Adem se sorprendió por la petición, pero sintió una extraña conexión con la situación y aceptó. El Meg se acercó a la isla de Dragon Step y Brus le pidió a Adem que fuera a buscar a Vangelis, un hombre que podría ayudarlo a encontrar al capitán. Antes de partir, Kron tomó la mano de Adem y le puso la marca del sol negro, una maldición que aseguraba que cumpliría con su misión o enfrentaría a la muerte.
Adem fue lanzado al mar y nadó hasta llegar a la costa de Dragon Step. Entró en una taberna para buscar información sobre Vangelis y conoció a Sairi, una alegre mesera que lo acogió con amabilidad, la misma estaba hablando con nada más y nada menos que Eden, la joven obsesionada con el Meg.
─Te lo juro, Sairi, el Meg es el barco pirata más temido en toda la nación ─dijo Eden.
─No digas tonterías, el Megalodon es solo un cuento para niños, no es real ─replicó Sairi.
─¡Sí lo es! ─confirmó Adem entrando a la conversación.
─¿Cómo lo sabes? ─le preguntó Eden.
─Vengo de ahí. ─Eden y Sairi se quedaron sorprendidas, no podían creer lo que Adem decía.
─No es cierto, eres solo un forastero ─le dijo Sairi un poco incrédula─. ¿Qué es lo que buscas?
─Busco a un hombre llamado Vangelis, necesito hallarlo lo antes posible, es el único que puede encontrar al capitán del Meg.
─¿Vangelis? Yo sé dónde encontrarlo, pero es peligroso. ¿Estás seguro de que quieres seguir adelante? ─Adem asintió con determinación y Sairi le escribió la ubicación en un papel.
─¿Vas a buscar a Vangelis? ¡Yo te acompaño! Siempre he querido conocerlo ─expresó Eden.
Adem aceptó la compañía de Eden y juntos emprendieron su camino hacia las profundidades de Dragon Step en busca de Vangelis. El paisaje era desolador, con rocas afiladas y cuevas oscuras que parecían esconder secretos antiguos, pero nada de eso detendría a Adem, de encontrar a Vangelis dependía su vida.
Por otro lado, la estadía en Dragon Step había terminado para los tripulantes del Paradies y la capitana, Elora, todos regresaban al barco. Quill intentaba hablar con Elora para conocer más de su historia y de cómo se hizo capitana, pero ella no quería hablar con él.
─¡Princesa Elora! ¿Puedo hablar contigo?
─¿Te importaría dejar de llamarme princesa?
─Está bien, capitana Elora, por favor, solo quiero saber más sobre usted. ¿Cómo logró convertirse en la valiente capitana que todos admiran?
─No es asunto tuyo. Mi pasado es algo que prefiero dejar atrás.
─Pero, prin... Capitana, solo quiero entender...
─¡Basta, Quill! No quiero hablar más de esto. Déjame en paz.
Todos habían regresado al barco, cada uno había vuelto a sus actividades, pero Quill, decidido a descubrir más sobre Elora, decidió seguirla a su camarote. Sin embargo, Elora se dio cuenta de sus intenciones y rápidamente lo mandó a arrestar.
─¡Aron, Bemus, arresten a Quill! No permitiré que se entrometa en mi vida privada.
─Sí, capitana. Vendrás con nosotros, Quill ─respondió Bemus, era el hermano mayor de Aron, ambos se habían unido a la tripulación hace dos años, su lealtad estaba con Elora.
─¡Pero capitana! Solo quería...
─¡Cállate, prisionero! Ven con nosotros ─le dijo Bemus.
Elora observó cómo Quill era llevado bajo custodia y suspiró aliviada, sintiendo que su secreto estaba a salvo. Sin embargo, Quill no se daría por vencido tan fácilmente y seguiría buscando respuestas, incluso si eso significaba desafiar a la propia Elora. El misterio detrás de la historia de Elora y su ascenso al mando del Paradies mantenía a la tripulación en vilo, preguntándose cuál sería la verdadera historia detrás de la valiente capitana.
Ciudad de Wolfein - Reino Thérgian.
Era domingo, el día libre de Eliza. Thai decidió acompañarla a caminar por la ciudad de Wolfein. Mientras caminaban, Eliza le confesó a Thai sus anhelos más profundos.
─Algún día deseo ser libre, ya no quiero tener que prostituirme. Estoy decidida a ahorrar lo suficiente para dejar esa vida atrás ─susurró Eliza con determinación en sus ojos.
Thai la tomó de la mano, sin decir una palabra, solo le sonrió con complicidad. A lo lejos, ambos eran vigilados por Sir Marlow, por órdenes del príncipe Barton. Sin embargo, Marlow mantenía su distancia, observando en silencio.
Eliza y Thai continuaron su caminata por las calles de Wolfein, disfrutando de la libertad que pocas veces tenían, pero en el fondo, ambos sabían que su felicidad era efímera, que pronto tendrían que volver a sus vidas llenas de privaciones y peligros. Eliza cómo una vil prostituta y Thai como un criado más de Lady Vanya.
A pesar de que Oxener era un mercado, lo único que se vendía allí eran placeres, no solo sexuales, había tabernas, atelier, herrerías, entre otras cosas, pero no solían vender alimentos, eso era algo que debían comprar en Wolfein.
Juliette fue a comprar algunas cosas que necesitaba para la cena en la noche en el castillo, Robin aprovechó para acompañar a Juliette a hacer sus compras.
─Robin, gracias por acompañarme, pero prefiero hacer las compras sola hoy.
─Pero Juliette, necesito hablar contigo. Hay algo importante que debo decirte.
─Robin, por favor, hoy no es el día para hablar de sentimientos. Necesito concentrarme en las compras para la cena de esta noche en el castillo.
─Pero Juliette, no puedo seguir guardando esto dentro de mí. Necesito que sepas cuánto te amo y lo mucho que deseo estar a tu lado siempre.
─Robin, lo siento, pero no puedo corresponder a esos sentimientos. Ahora tengo que ir a la tienda de especias, así que te pido que me dejes hacer mis mandados sola.
─Juliette, por favor. No puedo soportar estar lejos de ti. Déjame estar a tu lado.
─Robin, lo siento, pero debo irme. Por favor, respeta mi espacio y mis decisiones. Gracias por tu compañía, pero ahora debo irme.
Robin se quedó allí, con el corazón roto, de nuevo, viendo a Juliette alejarse. El suspenso de sus sentimientos no resueltos se mantuvo en el aire mientras Juliette se apresuraba a terminar sus compras y regresar al castillo. La tensión entre ellos era palpable, y nadie sabía qué depararía el destino para ellos.
Bahía Bartosz - Reino Thérgian.
El Royalty se balanceaba suavemente en las tranquilas aguas de la bahía Bartosz, mientras el príncipe Myron y el príncipe Lorian tenían una conversación seria en la cubierta.
─Lorian, no estoy seguro de este trato que hice con el rey Bayron. ¿Realmente crees que es la mejor manera de rescatar a la princesa Elora?
─Comprendo tus dudas, Myron, pero creo que debemos confiar en el rey Bayron y seguir adelante con el plan.
─Supongo que tienes razón. Solo espero que mi padre, no desapruebe nuestra decisión cuando regresemos a Althárian.
─No te preocupes tanto, Myron. Tu padre siempre ha confiado en tu juicio y en tu valentía. Estoy seguro de que entenderá tu motivación para rescatar a mi hermana.
Myron asintió, sintiendo un leve alivio por las palabras de Lorian. Ambos se prepararon para zarpar de regreso al Reino de Althárian y enfrentar las consecuencias de su trato con el rey Bayron.
Fortaleza de Redgold - Reino Thérgian.
El rey Bayron entró a la habitación de la reina Mabel con paso firme y autoritario, encontrándola sentada junto a la ventana, leyendo un libro con gran concentración. Sin embargo, la paz que reinaba en la habitación se vio interrumpida por la presencia del rey, quien no había tocado la puerta antes de entrar.
Mabel levantó la mirada del libro y frunció el ceño al ver a Bayron allí parado, con su corona brillante y su capa roja ondeando detrás de él.
─¿No podrías haber tocado la puerta antes de entrar? ─se quejó ella con un poco de molestia en su voz. Bayron, sintiéndose ofendido por la petición de Mabel, se enderezó y replicó con arrogancia.
─¡Soy el rey! No tengo que pedir permiso para entrar en ninguna habitación de mi propio palacio. ─Mabel no pudo contener una risita burlona ante la actitud de Bayron.
─Vaya, qué romántico es, su majestad. ─dijo con sarcasmo─. Deberías recordar que, aunque seas el rey, eso no te exime de tener que mostrar buena educación.
La respuesta de Mabel pareció enfurecer a Bayron, quien se acercó a ella con los ojos chispeantes de ira.
─¡No me provoques! No me tienes contento con lo de Baldric y Blume, y ya estoy harto de que rechaces mis avances una y otra vez ─exclamó él con voz amenazante. Mabel levantó una ceja con incredulidad.
─¿Qué esperabas? Tienes siete hijos que ocupan toda mi atención y energía, ¿Quieres hacerme madre para que tenga que soportar a más hijos tuyos? ─El rey apretó los puños con frustración.
─No entiendes, Mabel, necesito un heredero digno de mi trono. No puedo permitir que mi linaje se pierda. ─Mabel se levantó de la ventana y se acercó a Bayron, mirándolo fijamente a los ojos.
─Ya tienes siete hijos, ¿No crees que es suficiente? Además, ni siquiera me amas, solo buscas una madre para tus hijos, eso tendría sentido si hubieras buscado una mujer de tu edad, pero no, decidiste escoger a una mujer que es incluso más joven que tus propios hijos.
Bayron se apartó de Mabel con gesto de desagrado.
─No me importa lo que pienses, Mabel. Eres mi esposa y tienes que cumplir con tus deberes como reina. ─Mabel soltó una risita irónica.
─El mundo sería un lugar mejor si tú ya no existieras. Sería un alivio no tener que aguantar más tus exigencias y tu ego desmedido. ─Bayron la miró con sorpresa y furia.
─¡Cómo te atreves a hablar así! No sabes con quién estás tratando. ─Mabel se cruzó de brazos con desdén.
─No te tengo miedo, Bayron Ackerley. Y te diré algo más, si alguien quisiera matarte, no sería yo quién lo hiciera. ─El rey la miró con recelo.
─¿Qué quieres decir con eso? ─Mabel sonrió misteriosamente.
─Déjame decirte que en este reino hay muchas personas que te odian. El privilegio de matarte se lo dejaré a cualquiera que esté dispuesto a vengarse de ti.
La mirada de Bayron se oscureció ante las palabras de Mabel. Sabía que su esposa no estaba jugando, y que su vida corría peligro si no tomaba medidas al respecto, pero antes de poder reaccionar, un grito resonó en el palacio, anunciando una noticia que cambiaría el rumbo de sus vidas para siempre.
Isla Niebla - Reino de Auttenberg.
En la bulliciosa plaza de Isla Niebla, Raimond se encontró con Torben Eberling, el afamado herrero de la región.
─¡Bienvenido, comandante Raimond! Es un honor conocerlo ─dijo Torben con una sonrisa amistosa.
─Gracias, Torben. He escuchado mucho sobre tus habilidades como herrero, y necesito armas de calidad para mis soldados ─respondió Raimond, observando con interés la herrería.
─¡Por supuesto! Estoy aquí para servirle. Puedo forjar las mejores armas que sus soldados puedan desear. ─Prometió Torben con orgullo.
Raimond asintió, impresionado por la calidez y la disposición de Torben para ayudarlo en su nueva misión. Sabía que poder contar con armas de calidad sería crucial para mantener la seguridad en la región de Isla Niebla.
Mientras Torben mostraba a Raimond algunas de sus creaciones, un hombre misterioso se acercó a la herrería y los observaba desde la distancia. Sus ojos brillaban con un brillo siniestro, y Raimond sintió un escalofrío recorrer su espalda.
─¿Quién es ese hombre? ─preguntó Raimond, señalando al extraño. Torben frunció el ceño y respondió en voz baja.
─Ese es Oskar, un contrabandista peligroso que trabaja en las sombras de la isla. Ten cuidado, comandante, es mejor mantenerse alejado de él.
El corazón de Raimond empezó a latir con fuerza mientras observaba a Oskar, preguntándose qué oscuros secretos guardaba ese enigmático hombre. Sabía que su nueva vida como comandante en Isla Niebla estaría llena de desafíos y peligros, pero estaba decidido a proteger a su gente y llevar justicia a esa tierra.
Castillo de Hawkwater - Reino de Althárian.
El rey Delion había convocado a una reunión privada en la sala del consejo. Sentados alrededor de una mesa de roble tallado se encontraban Ellery, su sabio consejero real, y Lord Edris, su valiente jefe timonel.
Delion miró a sus dos fieles consejeros con seriedad y les dijo.
─He convocado esta reunión para discutir un asunto de suma importancia. Necesitamos tomar una decisión sobre Lord Raimond. ─Lord Edris frunció el ceño, confundido.
─¿Quién es Lord Raimond? Nunca he oído hablar de él ─dijo con sinceridad. Elderly tomó la palabra.
─Lord Raimond fue uno de los pretendientes de la princesa Margerie. Vino a ofrecer un ejército de 5000 hombres como dote, pero ella lo rechazó. ─Edris arqueó una ceja.
─¿Por qué lo rechazó la princesa? Eso parece una oferta generosa.
─Margerie cree en el amor verdadero, no en alianzas por conveniencia. Ella decidió seguir su corazón y rechazar a Lord Raimond. ─Edris volvió a fruncir el ceño, pensando en las consecuencias de esa decisión.
─Fue una decisión estúpida ─dijo sin pensar, luego vio al rey─. ¡Perdón, su majestad!
─Descuida, Edris, estoy de acuerdo contigo. Creo que Margerie cometió un error al rechazar a Lord Raimond y su ejército. Necesitamos traerlo de vuelta al reino. ─En eso Ellery sonrió con malicia.
─Tengo una idea. Si queremos hacer que Lord Raimond regrese, debemos ofrecerle algo que no pueda rechazar. ¿Qué les parece nombrarlo como el nuevo maestre del reino de Althárian?
Delion y Edris intercambiaron miradas antes de asentir con entusiasmo.
─¡Esa es una excelente idea, Ellery! Hay que partir de inmediato ─anunció Delion.
─¿Qué tan de inmediato? ─preguntó Edris.
─¡Justo ahora! Para ayer es tarde... Preparen todo, saldrán en una hora.
─No puedo ir ─replicó Ellery─. Soy el consejero real.
─¡Jamás dije que irías! Irá Lord Edris y Lord Dayro.
─Lord Dayro no puede ir, es el jefe de la guardia real, ¿Quién vigilará las tropas en su ausencia?
─¿Qué sugieres?
─Me duele decirlo, pero... Creo que su hijo debería ir en su representación, ¿Qué dices, Lord Edris? ¿Podrás lidiar con Jonas?
─Quiero dejar dicho de ante mano que si ese mocoso llega a fastidiarme voy a atarlo del mástil.
─¡Contamos con ello!
─Dicho esto, ¡Preparen todo! ─gritó el rey.
Estando en el barco, Jonas se dirigió a Edris con curiosidad.
─Me habría gustado saber si Baladdar cumpliría con su palabra. ¿Crees que lo logre? ─Edris suspiró, pensando en Baladdar.
─No lo sabremos, Jonas, al menos no hasta regresar, por ahora nuestra misión es encontrar a Lord Raimond y convencerlo de regresar al reino de Althárian.
Desde otro ángulo, Damon, Tuile, Davina y Sally habían llegado finalmente a la plaza del reino. Con paso decidido, se dirigieron hacia las afueras del castillo, donde se encontraba Baladdar bajo el árbol.
Damon se acercó a Baladdar, quien estaba sentado bajo el árbol con la mirada perdida en el horizonte. Al ver a Damon, Baladdar se puso de pie de inmediato y lo abrazó con fuerza. Habían pasado seis años desde la última vez que se habían visto, y la emoción de reencontrarse era palpable.
Damon trató de convencer a Baladdar de abandonar su promesa y regresar a casa. Le advirtió que, si permanecía allí, el rey Delion lo mataría sin dudarlo. Pero Baladdar se negó rotundamente a irse.
─¡Escúchame! He venido a convencerte de regresar a casa. No puedes cumplir con esa absurda promesa de quedarte sentado bajo un árbol por 100 días para casarte con Margerie Lovewish.
─Lo siento, Damon, pero no puedo irme. Si lo hago, Caio cumplirá su amenaza y matará a Sally.
─Sally te necesita vivo. No debes sacrificar tu vida por una promesa absurda.
─Damon, no es absurdo, ya no... En estos últimos días me he dado cuenta de que me he enamorado de Margerie. No puedo dejarla, así como así.
─¡Sí puedes! Entiendo tus sentimientos, pero si te quedas aquí, Delion no permitirá que te cases con su hija.
─Ella lo prometió.
─Es una Lovewish, sus promesas no valen nada. Delion le prometió al rey Driham que buscaría a sus hijos y qué los llevaría a Phéltilian para que gobernaran. El príncipe Lorian tiene años en el maldito Royalty, básicamente está secuestrado.
─¿Qué? Eso no puede ser verdad.
─Es la cruel realidad, Baladdar. Debes regresar a casa ahora.
─No puedo dejar a Margerie. Dame un día más, Damon. Prometo que mañana me iré contigo.
─¡Mañana estarás muerto! Él no va a permitir que te cases con su hija. ¡Nunca! ¿La amas? Bien, pero vámonos y amala mañana, mientras sigas vivo. Baladdar, por favor, no te sacrifiques. Tu hermana y todos nosotros te necesitamos vivo.
En ese momento, las puertas del castillo se abrieron y la princesa Margerie apareció. Baladdar se acercó a la reja y vio a Margerie, le dijo con pesar en su voz.
─Lo siento, Margerie. Debo irme.
Baladdar tomó la mano de Tuile y Davina y lo subieron a la carreta, Damon se subió a Cherry para echarla a correr mientras Baladdar abrazaba a su hermanita, rompiendo así su promesa de quedarse 100 días sentado bajo un árbol.
Margerie pidió que abrieran la reja, gritaba el nombre de Baladdar mientras lo veía alejarse, con lágrimas en los ojos. Ella no entendía que había pasado. La verdad es que él se había sentado por amor, pero amor a su hermana; no a ella.
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