CAPÍTULO 08
El privilegio de tenerte
Dragon Step - Reino de Phéltilian.
Septiembre 12, 1621.
Treyson había bajado del barco en Dragon Step, una isla importante en el reino de Phéltilian. Decidió hacer una parada antes de continuar su viaje hacia Isla Niebla. Al entrar en una taberna, notó que casi todas las mesas estaban ocupadas, excepto una donde estaba sentada una joven rubia de pelo ondulado vestida como guerrera. Su nombre es Eden.
─¿Buscas a alguien en particular? preguntó Treyson mientras se acercaba a la mesa de Eden. Ella levantó la vista de su mapa y lo miró con curiosidad.
─Estoy buscando al Meg, el barco pirata más temido en toda la nación de Hestárlia. ─Treyson se rio entre dientes.
─Eso suena como un cuento de niños. Los piratas no son tan románticos como te los imaginas. ─Eden lo miró fijamente y le dijo con determinación.
─Algún día encontraré al Meg y te demostraré lo equivocado que estás. Te arrepentirás de haberte burlado de mí.
Con una sonrisa burlona, Treyson aceptó el desafío. Eden le ofreció un trago de ron como señal de paz antes de levantarse de la mesa y salir de la taberna.
Treyson la vio partir con curiosidad y decidió seguirla. Sin embargo, cuando salió a la calle, Eden ya se había perdido entre la multitud. Decidió regresar a su barco y continuar con su viaje hacia Isla Niebla, pero la conversación con Eden había despertado su curiosidad.
Mientras navegaba hacia su destino, Treyson no podía sacarse de la cabeza la historia del Meg que Eden le había contado. ¿Sería solo un mito o realmente existía ese temido barco pirata? Decidió investigar un poco más sobre el tema una vez que llegara a Isla Niebla.
Alcázar de Verdalle - Reino de Auttenberg.
Después de un largo viaje, Raimond finalmente llegó al majestuoso reino de Auttenberg. Mientras caminaba por las calles empedradas, admiraba la belleza de las altas torres y los imponentes muros del castillo que se alzaba en lo alto de la colina. Respiraba hondo el aire fresco y se sentía emocionado por encontrarse con su tío, el rey Riordan, a quien no veía desde que se embarcó hacia el reino de Althárian.
Al llegar al castillo, Raimond fue recibido por un grupo de guardias que lo condujeron al salón principal, donde el rey lo esperaba con una sonrisa en el rostro. Raimond se acercó y abrazó a su tío con cariño, sintiendo la calidez de su abrazo después de tanto tiempo.
─¡Raimond, querido sobrino! ¡Qué alegría verte de nuevo después de tanto tiempo! ¿Cómo te ha ido en tu viaje? ─preguntó Riordan con entusiasmo.
Raimond suspiró y miró a su tío con tristeza en los ojos.
─No muy bien, su majestad. La princesa Margerie rechazó mi propuesta de matrimonio. Parece que mi corazón está destinado a sufrir por amor. ─El rey Riordan puso una mano en el hombro de su sobrino y le dio una mirada comprensiva.
─No te preocupes, Raimond. Todo pasa por una razón, y a veces las cosas no son como esperamos, pero tengo algo preparado para ti, algo que estoy seguro te hará feliz. ─Raimond levantó la ceja con curiosidad.
─¿Qué es, su majestad? ¿Qué tiene para mí?
El rey Riordan sonrió misteriosamente y se levantó de su trono.
─Es una sorpresa, querido sobrino. Tendrás que esperar a la noche para descubrirlo, pero te prometo que te encantará.
Raimond se quedó intrigado por las palabras de su tío, pero decidió confiar en él y esperar pacientemente. Durante el día, paseó por los jardines del castillo, disfrutando de la hermosa vista y pensando en lo que su tío le tenía preparado.
Finalmente, llegó la noche y el rey Riordan invitó a Raimond a seguirlo por un pasillo oscuro y misterioso que conducía a una puerta secreta en las profundidades del castillo. Raimond seguía a su tío con emoción y curiosidad, preguntándose qué podía encontrarse al otro lado.
Al abrir la puerta, Raimond quedó boquiabierto al ver un salón decorado con velas y mucha comida, con una mesa elegante preparada para una cena en familia junto al rey Riordan y sus hijos, el príncipe Riagan, la princesa Giannina y el príncipe Renzo, y muchos otros súbditos del reino.
Oxener - Reino Thérgian.
Septiembre 13, 1621.
Temprano por la mañana, Thai llegó al lujoso burdel, El Palace, con algunos encargos de Lady Vanya para entregarle a Lady Thelma. Mientras cruzaba el elegante vestíbulo, fue observado por Eliza, quien estaba desayunando en la terraza del burdel.
Eliza era una mujer alta y esbelta con cabello rubio y ojos azules, se levantó de su mesa y se acercó a Thai con una sonrisa coqueta.
─Hey Thai, ¿Cómo estás? ─dijo con voz seductora.
Thai es un hombre moreno y apuesto proveniente de Khurádian, viajó a Thérgian cuando tenía nueve años junto con sus padres, pero su papá murió un año después de llegar y se quedó al cuidado de Lady Vanya. Thai tenía algo muy inusual, y no eran sus pequeños rizos a pesar de tener un corte bajo, sino más bien sus ojos verdes, no era el único en Thérgian que los tenía así, era el único en toda la nación de Hestárlia en tenerlos de ese color, pero nadie se había percatado de eso.
Thai le devolvió la sonrisa a Eliza y le respondió cortésmente.
─Hola Eliza, estoy bien. ¿En qué puedo ayudarte hoy? ─dijo, viéndola de abajo hacia arriba.
Eliza miró a Thai de arriba abajo con una expresión traviesa en su rostro.
─Veo que tienes prisa, pero tengo una pequeña proposición para ti ─dijo en voz baja.
Intrigado, Thai siguió a Eliza hasta su habitación. Una vez dentro, Eliza cerró la puerta con llave y se acercó a Thai con una mirada lujuriosa en sus ojos.
─¿Te gustaría tener un poco de diversión esta mañana, Thai? ─preguntó sugestivamente.
Thai se sintió sorprendido por la propuesta directa de Eliza, pero no pudo resistirse a su atractivo. Sin embargo, sabía que no podía permitirse perder mucho tiempo.
─Está bien, pero debe ser breve. Tengo otros compromisos que atender ─dijo con voz firme.
Eliza asintió con una sonrisa satisfecha y comenzaron a entregarse a sus deseos apasionados. Después de un encuentro ardiente, pero fugaz, Thai notó un pequeño botón dorado en el suelo al lado de la cama. Eliza vio la mirada curiosa de Thai y se apresuró a explicar.
─Ese botón pertenece al príncipe Barton. Él también es uno de mis clientes habituales ─confesó un poco avergonzada, pero Thai no pareció perturbado por la revelación de Eliza.
─Tranquila, no tengo razón para sentir celos de un príncipe que paga por tus servicios. Yo tengo el privilegio de tenerte gratis ─bromeó con una sonrisa pícara. Eliza se rio y le dio un beso a Thai en los labios.
─Eres un hombre encantador, Thai. Me gusta tu actitud despreocupada ─dijo mientras se acomodaba en la cama.
Thai se levantó de la cama y comenzó a vestirse mientras miraba a Eliza con una mirada intrigada.
─Debo irme ahora, tengo que entregar los encargos de Lady Vanya. Fue un placer, Eliza ─dijo con sinceridad─. Te veré después, prometo que durará más tiempo.
Eliza asintió con una sonrisa radiante y le dio un abrazo rápido a Thai.
─Gracias por un momento maravilloso. Espero que nos veamos de nuevo pronto ─dijo con voz melosa.
Después de despedirse de Eliza, Thai salió de la habitación y se dirigió rápidamente a la suite de Lady Thelma. Mientras entregaba los encargos, no pudo evitar pensar en la misteriosa conexión entre Eliza y el príncipe Barton.
A medida que la mañana avanzaba, Thai se encontró sumido en pensamientos sobre la intrigante vida de alta sociedad en la que se había visto envuelto. Aunque solo era un mensajero humilde, se dio cuenta de que estaba rodeado de secretos y pasiones ocultas en cada rincón de El Palace.
Mientras reflexionaba sobre su enigmático encuentro con Eliza, Thai se prometió a sí mismo mantenerse fiel a su ética de trabajo y no dejarse llevar por las seducciones del mundo sofisticado en el que se encontraba.
Fortaleza de Redgold - Reino Thérgian.
Robin caminaba con determinación hacia el imponente castillo, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. Al llegar a las puertas del castillo, fue recibido por los guardias que le miraron con desconfianza.
─¿Qué deseas aquí, forastero? ─preguntó uno de los guardias con voz severa.
─Vengo en busca de mi hermana, Mabel. Sé que está aquí y necesito verla ─respondió Robin con determinación en su voz.
Los guardias intercambiaron miradas antes de abrir paso a Robin, permitiéndole entrar en el castillo. Robin avanzó por los pasillos adornados con tapices y candelabros brillantes, hasta llegar a la sala del trono donde se encontraba su hermana de pie viendo a la ventana gigante que adornaba la parte de atrás del trono, luego se volteó y vio a Robin.
─¡Hermano! ─exclamó Mabel al ver a Robin, corriendo hacia él y abrazándolo con fuerza.
─¡Mabel! Estaba tan preocupado por ti ─dijo Robin con alivio en su voz─. No te he visto en mucho tiempo, ¿Estás bien?
─Sí, estoy bien.
─¿Y Juliette?
─Ella está bien.
─¿Segura?
─Soy la reina ahora, Robin, tranquilo, estamos bien.
El rey Bayron entró al salón real y vio a Robin con frialdad.
─Lamento interrumpir este emotivo reencuentro, pero debo hablar a solas con mi esposa ─dijo Bayron con cortesía, pero su tono dejaba en claro que no aceptaría ninguna objeción.
Mabel asintió con tristeza y se separó de Robin, siguiendo al rey Bayron a una sala aparte. Una vez a solas, Bayron miró fijamente a Mabel con una mirada acusadora.
─¿Ocurre algo? ─preguntó Mabel.
─¿Cómo pudiste permitir que Baldric se casara con Blume sin consultarme primero? ─preguntó Bayron con voz dura.
Mabel se puso rígida ante la pregunta, sabiendo que había cometido un error al no informar a su esposo sobre el matrimonio de su hijo.
─Lo siento, no fue mi intención ocultarte la verdad. Solo pensé que... Hacía lo correcto.
─¿Lo correcto?
─Baldric entró a mi habitación y me suplicó que no lo dejara casarse por obligación con una desconocida, quería estar con Blume, incluso me dijo que si te molestaba él te diría la verdad.
─Bien, averigüemos si esa verdad es la correcta.
Baldric entró en la sala con determinación en su mirada.
─¡Baldric! Mabel me dice que tú fuiste a verla para suplicarle que te dejara casar con Blume, ¿Qué hay de cierto en eso?
─Padre, debo confesar que es cierto lo que dijo Mabel, fui a su habitación a verla. ─Mabel estaba contenta, Baldric estaba cumpliendo con su palabra, a medias─. Pero no fui a suplicarle, ella me hizo creer que estabas al tanto y que lo aprobabas.
Bayron frunció el ceño ante la revelación de su hijo, sintiéndose traicionado por su esposa.
─Necesito explicaciones, Mabel ─exigió Bayron con firmeza. En ese momento Mabel sintió la mirada acusadora de su esposo sobre ella.
─Si no me crees a mí, está bien, entonces créele a tu hijo. Yo solo quería lo mejor para él, creí que era un hombre de palabra, pero ya veo que no tiene palabra y que tampoco es un hombre ─dijo Mabel con tristeza antes de dar media vuelta y salir de la sala.
Baldric salió detrás de Mabel, alcanzándola en el jardín del castillo.
─Mabel, por favor, háblame. No quiero que nuestra familia se desmorone por esto ─le rogó Baldric con desesperación, pero Mabel se giró hacia él con los ojos llenos de dolor─. No sabes el miedo que él puede causar.
─Estoy casada con él en contra de mi voluntad; conozco ese miedo. Me diste tu palabra, ahora sé que no vale nada.
─Lo lamento, pero escúchame.
─No quiero volver a escucharte. Si te atreves a acercarte de nuevo a mí, si entras otra vez a mi habitación, si al menos respiras el mismo aire que yo a menos de dos metros te mandaré a ejecutar ─dijo Mabel con dureza antes de apartarse de él y desaparecer en los jardines del castillo.
Baldric se quedó solo, devastado por las palabras de Mabel. Sabía que había cometido un error al negar la promesa que le había hecho, pero nunca imaginó que Mabel lo rechazaría de esa manera. Se sentía perdido y sin rumbo, sin saber qué hacer para remediar la situación.
Por otro lado, Lord Norton caminaba por los jardines del castillo, buscando a la reina Mabel. La encontró tratando de tranquilizarse, como siempre, disfrutando de la belleza de las flores y el canto de los pájaros.
─Majestad, debo hablar con usted sobre un asunto importante ─comentó Lord Norton. La reina Mabel lo miró con curiosidad, preguntándose de qué se trataba─. El rey Bayron me pidió que investigara sobre su vida antes de casarse con él ─continuó Lord Norton─. Y descubrí algo que creo que debería saber.
Mabel se tensó ligeramente, pero mantuvo la calma.
─No tengo nada que esconder, mi lord ─dijo Mabel con firmeza. Lord Norton la miró fijamente.
─No es cierto, majestad. Antes de casarte con el rey, estaba saliendo con un joven de Wolfein. ─Los ojos de Mabel se abrieron de par en par, sorprendida por la revelación.
─¿Cómo lo supiste? ─Lord Norton suspiró.
─No importa cómo lo supe, pero es verdad. ─Mabel se dio cuenta de que estaba en problemas.
─Por favor, no le digas al rey sobre él. Ha pasado tanto tiempo... ─Lord Norton la interrumpió.
─Ya es tarde, majestad. Le hablé al rey sobre la existencia de ese joven. Le dije que no sabía quién era o su nombre, pero eso fue mentira. Sé quién es, pero no quise decírselo al rey. ─Mabel sintió un escalofrío recorrer su espalda.
─Gracias, mi lord. No sabe cuánto significa para mí. ─Lord Norton la miró compasivamente.
─No tiene que agradecerme, majestad. Sé que ya es miserable casada con Bayron. No querría hacer que sufra más al saber que el rey mataría al hombre que ama. ─Mabel se quedó sin aliento, con lágrimas en los ojos.
─¿Cómo puedo afrontar esto, Lord Norton? ¿Qué debo hacer ahora? ─Lord Norton la tomó de la mano con gentileza.
─Debe ser fuerte, majestad. Si el rey descubre la verdad, debe estar preparada para afrontar las consecuencias, pero recuerde que siempre estaré aquí para apoyarla.
Mabel asintió, agradecida por tener a alguien en quien confiar. A medida que caía la noche, ambos se retiraron al castillo, cada uno perdido en sus pensamientos.
Mientras tanto, en la sala del trono, el rey Bayron se quedó solo con sus pensamientos. Se sentía traicionado por su esposa, pero también sabía que había fallado al no prestar atención a los asuntos de su familia. Ahora debía buscar una solución para evitar que la situación empeorara.
─Su majestad, tengo noticias importantes que transmitirle ─dijo Lord Armyan al entrar a la sala del trono.
─¿Qué es lo que tanto te apremia, Lord Armyan? No deseo hablar con nadie en estos momentos ─dijo Bayron.
─Su majestad, es el príncipe Myron del reino de Althárian. Insiste en tener una audiencia con usted.
─¿Myron? ¿Qué querrá ese mocoso ahora?
─Él busca a la princesa, Elora Cartellone.
─No tengo idea de dónde está esa estúpida mocosa.
─Pero él cree que sí.
─Bien, pues que lo siga creyendo, hazlo pasar. ─Bayron se fue a sentar en su trono esperando que entrara el príncipe Myron.
─¡Rey Bayron! ─expresó Myron con un poco de miedo.
─¿No me llamas "Su majestad"?
─¡Su majestad! Por favor, permita que la princesa regrese a su reino. Phéltilian necesita desesperadamente su liderazgo.
─No me interesa lo que necesite Phéltilian, príncipe Myron. La princesa Elora está aquí porque así lo he decidido yo.
─Entonces, ¿Qué debo hacer para convencerlo de que la libere?
─Debes retirarte y dar gracias por seguir con vida después de desafiar mi autoridad. La princesa Elora no saldrá de aquí sin mi consentimiento.
─Comprendo, su majestad. Me retiro, pero no descansaré hasta liberar a la princesa Elora y devolverla a su legítimo lugar en Pheltílian.
─Veremos qué tan lejos llegas, príncipe. Tus acciones tendrán consecuencias, no lo olvides.
─¡Nos veremos pronto, rey Bayron!
Con estas palabras, el príncipe Myron se retiró del salón del reino, decidido a cumplir su misión y rescatar a la princesa Elora de las garras del rey Bayron.
Castillo de Hawkwater - Reino de Althárian.
Nero Roth, un joven proveniente del nuevo reino de Eberwein llegó al castillo Hawkwater con la intención de pedirle matrimonio a la princesa Margerie.
─¿Es necesario que esté aquí? ─preguntó Randy, Margerie lo fulminó con lo mirada, luego se echó a reír levemente.
─¡Sí! Es necesario, eres mi guardia. ─Margerie se sentó en su asiento a esperar a que Nero entrara al gran salón.
─¡Vaya logro! ─comentó Randy, mientras Margerie solo sonreía.
En ese momento, Nero entró al gran salón escoltado por dos guardias, Nero es un hombre alto de cabello castaño, su cabello cubría su frente, su cuerpo musculoso era eclipsado por el atuendo cutre que traía puesto.
─¡Buenas tardes! ─dijo Nero.
─¡Bienvenido, noble visitante! ¿Cómo puedo servirte? ─le preguntó Margerie.
─Princesa Margerie, vengo a solicitar tu mano en matrimonio.
─¿Traes algo contigo para mí?
─¡No!
─¡Guao, viene con nada! ─expresó Randy, Margerie se le quedó mirando con una sonrisa que mostraba incomodidad, ella sabía que un guardia no debería hablar, pero Randy no sabía eso─. Qué curioso, afuera hay un tipo que ofrece lo mismo.
─¡Randy! ─llamó Margerie.
─¿Si, alteza?
─Cierra la boca.
─Claro, alteza.
─Mi guardia podrá haber sido impertinente, pero es cierto, ya tengo un hombre que ofrece nada, no necesito otro, dicho esto, ¿Cuál es tu título, noble caballero?
─Soy príncipe del reino de Eberwein ─respondió Nero.
─¡Interesante! No sabía que Eberwein ahora era un reino. ¿Por qué deseas casarte conmigo, príncipe Nero?
─En realidad, princesa, debo confesarte que no deseo casarme. Este compromiso fue impuesto por mi familia.
─¿Entonces por qué has venido hasta aquí?
─Porque tengo otro motivo para buscar tu ayuda, princesa Margerie. Odio al rey Bayron y necesito aliados, no confío en él, o en cualquiera que tenga su apellido.
─Comprendo tu situación, príncipe Nero. Estoy dispuesta a brindarte mi apoyo en esta cruzada. Si necesitas ayuda, no dudes en pedírmela.
─Gracias, princesa. Juntos podemos acabar con el mal que amenaza nuestros reinos, aunque el mío sea un poco más reciente. Con su permiso, me retiro.
─¡Adelante! ─Margerie le hizo saber a Nero que podía irse, luego se dirigió a Randy─. Mira tú, ahora hasta Eberwein es un reino.
─Al menos los Throne entendían el concepto de exclusividad ─comentó Randy─. Bayron es un estúpido, al paso que vamos un día de estos hasta Dragon Step será un reino. ─Margerie no pudo evitar reír por el comentario que hizo Randy, incluso Delion se echó a reír después de escucharlo mientras acababa de entrar al gran salón junto con Ellery.
─Al fin estamos de acuerdo en algo ─expresó Delion hacia lo que dijo Randy─. ¡Bayron es un estúpido! Nombrar a Eberwein un reino, ¿En qué estaba pensando?
─En su mente él cree que está haciendo alianzas ─comentó Ellery─. Las está haciendo mal, Eberwein no tiene un ejército, tampoco tiene barcos, lo único que tiene es alimento, Eberwein es una tierra pacífica, Bayron pierde su tiempo si cree que logrará algo al tenerlos de su lado.
Después de dar un paseo por el reino, el príncipe Melion y Lady Jade regresaron al castillo. Mientras caminaban por los jardines, Jade se detuvo al ver a Baladdar sentado en el árbol después de 93 días de los 100 que prometió. Jade se acercó a Baladdar con curiosidad y le preguntó.
─¿Por qué has estado sentado en ese árbol durante tantos días? ─Baladdar sonrió.
─Estoy esperando cumplir mi promesa de matrimonio a la princesa Margerie. Creo que es mi destino estar con ella. ─Melion, se sorprendió, luego se unió a la conversación.
─Estás loco si crees que mi padre va a permitir que te cases con mi hermana. Eres solo un plebeyo.
─Creo que Baladdar es valiente por seguir su corazón y luchar por lo que quiere ─replicó Jade─. No importa su estatus social, el amor es lo único que realmente importa.
─Tienes razón, Jade. El amor es poderoso y no entiende de clases sociales ─secundó Melion─. Si realmente amas a mi hermana, entonces debes demostrarlo con valentía, espero y se te ocurra algo mejor que sentarte debajo de un árbol por 100 días.
Baladdar sonrió emocionado y prometió seguir esperando en el árbol hasta que la princesa Margerie venga a hablar con él. Jade abrazó a Baladdar en señal de apoyo y Melion sonrió orgulloso de la valentía de tal vez, su futuro cuñado.
Mar Hestárlico.
En medio del mar, Egan y Quill se encontraban a bordo del Paradies, enfrentando una tormenta furiosa. Las olas golpeaban con fuerza la embarcación, haciendo que todos los tripulantes se tambalearan sin control.
Aron, se acercó a Egan con una expresión preocupada en el rostro.
─¡Egan, tenemos problemas! ¡No podemos controlar el barco en esta tormenta! ─exclamó Aron, Egan frunció el ceño, sin perder la compostura.
─¿Qué tipo de problemas? ─preguntó con calma.
─¡No sé cómo estabilizar el barco en estas condiciones! Necesito tu ayuda, eres el contramaestre.
Quill, quien estaba parado a pocos metros de distancia, escuchó la conversación con sorpresa, de inmediato se acercó a Egan. No podía creer que su amigo hubiera ocultado algo tan importante como su rol en la tripulación.
─No lo entiendo, ¿Por qué nunca me dijiste? ─preguntó Quill, sintiéndose traicionado. Egan suspiró, comprendiendo la decepción de Quill.
─Lo siento, Quill. No pensé que fuera relevante, pero ahora necesitamos concentrarnos en estabilizar el barco.
Con determinación, Egan comenzó a dar instrucciones a los demás tripulantes. Con su experiencia en la navegación, logró que el Paradies mantuviera cierta estabilidad en medio de la tormenta.
Finalmente, después de horas de lucha contra las olas y el viento, apareció en cubierta una figura majestuosa, nada más y nada menos que la princesa Elora Cartellone.
─¡No puedo creerlo! ¡Egan! ¿Es la princesa Elora Cartellone? ─preguntó Quill.
─Sí, así es.
─¿Qué hace aquí?
─Es el capitán.
─¿Capitán? ─Quill estaba asombrado, no lo podía creer, el capitán del Paradies era Elora Cartellone. Quill quedó boquiabierto al descubrir que estaban bajo el mando de una princesa.
─¿Te sorprende saberlo? ¿Ah? ─preguntó con duda la joven pelirroja.
─¡Quill! Me llamo Quill.
─Que nombre tan peculiar.
─Yo no tenía uno, se lo robé a un amigo que conocí hace años ─mintió Quill.
─Ah, ya veo.
─¿Cómo es qué...? ─La princesa sonrió con dulzura.
─Quería experimentar la vida en alta mar y probar mi valía como capitana, pero ahora necesitamos llegar a tierra firme lo antes posible. Maestre Thirds, trace ruta rumbo a Dragon Step.
─Creí que no querías volver a Phéltilian ─comentó Egan.
─Dragon Step es lo más alejado de Phéltilian, al menos al alrededor, además, estoy harta de comer pescado y se está acabando el vino. ─Quill seguía hipnotizado por la presencia de Elora, la última vez que le vio no se veía tan imponente─. Joven Quill, bienvenido a la tripulación del Paradies, Thirds, es para hoy.
─¡Sí, capitán!
Decidieron dirigirse hacia Dragon Step. A medida que se acercaban a la costa, las aguas agitadas comenzaron a calmarse, como si el mar mismo les estuviera dando la bienvenida a puerto seguro.
Al atracar en Dragon Step, fueron recibidos por los habitantes locales con alegría y gratitud. La princesa Elora agradeció a Egan por su valentía y habilidad en el manejo del barco durante la tormenta. Quill por otro lado, se acercó a Egan, dispuesto a limar asperezas.
─Lo siento por haberme enfadado contigo. Ahora veo que eres un verdadero experto en la navegación y te admiro por ello. ─Egan sonrió, aceptando las disculpas de Quill.
─No hay problema. Lo importante es que logramos llegar sanos y salvos a puerto.
─Hey, Egan, ¿Cómo es eso de que Elora no quiere volver a Phéltilian?
─Vamos, Quill, te creía más listo, ¿Qué no es obvio? Ella no quiere ser una princesa.
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