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CAPÍTULO 03

El verdadero corazón del vagabundo

Palacio de Wingarden - Reino Dratókian, 1616.

Año y medio había pasado desde que el rey Delion había mandado a su hijo, Myron, a buscar a los príncipes del reino de Pheltílian, pero no había conseguido hallar a ninguno, hasta que la tripulación logró dar con el paradero de uno de los tres.

El príncipe Lorian había recibo asilo en el reino de Dratókian gracias al favor y misericordia del rey Tyren Paxiris, después de lo que había ocurrido hace algunos años, lo único que les quedaba era ayudarse mutuamente.

─¡Su majestad! El príncipe Myron se encuentra en el castillo ─anunció Towns Velvet, el guardia real del rey a Tyren que estaba en su trono.

─¿Qué hace el príncipe de Althárian aquí?

─Busca al hijo del antiguo rey Driham, al príncipe Lorian.

─Hazlo pasar.

El príncipe Myron entró al gran salón y con mucha valentía le explicó al rey como su padre le había prometido al rey Driham que cuidaría de sus hijos, pero para ello debía encontrarlos.

El rey aceptó que el príncipe Lorian fuera con ellos, al final el rey entendía que alguien debía gobernar en Pheltílian, ahora solo quedaba dar con el paradero de la princesa Elora y el príncipe Harlan.

Mar Hestárlico - Junio 24, 1621.
Tiempo actual.

En medio del océano, justo en el Royalty, barco creado por los trabajadores del rey Delion Lovewish, abarcaba una pequeña tripulación dirigida por el príncipe Myron, hijo mayor del rey.

Myron escribía una carta que pensaba enviar al rey para notificarle como iba el encargo que le había asignado.

─Toc, toc. ─El príncipe Lorian entraba al camarote de Myron─. ¿Todo bien?

─Algo así. ─Myron trataba de terminar la carta que le escribía a su padre.

─Hey... No te agotes, te ves cansado.

─Claro que lo estoy, hace seis años mi padre me pidió buscarte a ti y a tus hermanos, y hasta ahora no he sabido nada de Elora o Harlan, es como si se los hubiera tragado la tierra.

─Bueno, mi hermana siempre fue buena para esconderse.

─Ni siquiera sé cómo lo hace, es pelirroja, tú y ella son los únicos pelirrojos en toda Hestárlia, al menos eso creo, es muy difícil ocultar ese cabello.

─Tranquilo, algún día la hallaremos. ─Lorian se acercó a Myron, sujetó su rostro con sus manos y le dio un beso en los labios demostrando amor a su amado.

Si el rey DeLion se enterara, seguramente los mataría a ambos.

Castillo de Hawkwater - Reino de Althárian.

Si bien las promesas se cumplen, era algo que Baladdar estaba haciendo, había otra promesa que debía cumplir. Meses atrás le había prometido a Tuile que estaría con él el día de su cumpleaños, cosa que sería un poco difícil ya que Baladdar estaba arrojado en el árbol fuera del palacio.

Tuile sabía lo mucho que significaban las promesas para su mejor amigo, así que se las ingenió para poder entrar al área de Althárian, cómo era jueves las puertas estaban cerradas para cualquiera que quisiera hacer comercio fuera del reino, incluso los que vivían en Taini.

Con una carta en su mano izquierda y una manzana en su mano derecha, Tuile sorprendió a Baladdar.

─¡Mi plebeyo favorito! ─expresó Tuile, se sentó justo al lado de Baladdar después de verlo sonreír.

─Que gusto verte.

─Yo hubiera dicho lo mismo, pero apestas, amigo. ─Ambos solo se reían de la situación, lo hecho, hecho estaba, no lo iban a cambiar.

─¿Y esa carta?

─¿Es lo único que ves? Vamos, amigo, te traje una manzana, aunque creo que estás en un ayuno de cien días.

─No digas tonterías, dije que me quedaría cien días sentado, jamás dije que no comería.

─Si se supone que debes estar sentado por cien días, ¿Exactamente qué comes? ¿Tierra? ¿Hojas que caen? ¿Uno que otro insecto?

─Claro que no, Castelie, la criada de la princesa, viene todas las noches a traerme pan y algo de fruta, supongo que la princesa debe creer que me estoy muriendo de hambre, pero no es así, supongo que se preocupa.

─¿Por qué lo dices?

─Todos los días se asoma por la ventana y me observa, cree que no me doy cuenta, aunque podría ser un espejismo.

─¡Quién sabe! Oye, si no te levantas de aquí, ¿Dónde haces tus necesidades?

─No quieres saber.

─Tienes razón, no quiero. ─Ambos reían nuevamente.

Tuile miraba detrás de él, traía consigo su camisa crema muy gastada, sus pantalones negros y sus botas de cuero recién heredadas de su hermano, sabía que si alguien lo veía sabría de inmediato que era otro plebeyo y lo arrestarían.

─¡Ten! ─Tuile le dio la carta a Baladdar─. Davina no pudo venir, dijo que ni en broma subiría el muro, así que te escribió una carta, dejó por escrito lo muy contenta que está de que estés aquí.

─¿Es broma? Hablamos de Davina, es obvio que no está feliz.

─Lo sé, debe haber al menos 10 insultos en el primer párrafo. ─Ambos volvieron a reír, a Tuile le agradaba saber que, aunque fuera peligroso lo que su amigo hacía se lo estaba tomando muy bien─. Bueno, ya tengo que irme, te dejo la manzana para que no tengas que esperar hasta la noche para comer algo, habría traído más, pero no podía cruzar el muro con una cesta en la mano.

─Descuida, me alegró el verte.

Baladdar y Tuile escucharon como la puerta del palacio se abría junto con el portón, fuera había un joven de pelo castaño, su aspecto era el de alguien distinguido, su atuendo era de mucha elegancia. Los chicos lo habían visto antes, era Jonas Newbery, hijo de una de las familias más adinerada de Althárian.

Jonas volteó a ver a Baladdar, simplemente se echó a reír demostrando superioridad con su actitud cosa que entristeció un poco a Tuile.

─¿Todos son así? ─le preguntó Tuile a Baladdar.

─No lo sé, es el segundo que entra desde que estoy aquí... El primero fue más amable.

─Bueno, ya me voy. ─Tuile se levantó y vio como Jonas entraba al castillo, por una parte, quería que la princesa tuviera esposo rápido para que Baladdar volviera a su casa y por otro lado no quería que algo malo le pasara a Sally. Dejó de ahogarse en sus pensamientos y comenzó a caminar.

─¡Hey, Tuile! ─Éste se volteó a ver a Baladdar.

─¿Si?

─¡Feliz cumpleaños, amigos!

─Gracias... Te veré en 88 días o menos, quién sabe. ─Tuile se despidió poniendo sus dedos, índice y anular al costado de su frente y apuntándolos hacia donde Baladdar, éste hizo lo mismo, pero sentado.

Dentro del castillo, la princesa estaba en el jardín frente al muro de metro y medio que la ayudaba a salvaguardarse de caer al risco que chocaba con el borde del castillo observando el mar.

─¡Buenos días, princesa Margerie! He venido a ofrecerte mi valor y mi amor. ¿Aceptas mi propuesta de matrimonio?

─Lord Newbery, me halaga tu propuesta, pero no puedo aceptar.

─¿Por qué rechazas mi amor, princesa? Soy un noble caballero y puedo ofrecerte todo lo que desees.

─Rechazo tu propuesta porque justo afuera está el pordiosero altháriano demostrando su valentía al sentarse bajo el árbol durante 100 días. ¿Qué puedes ofrecer tú en comparación con él?

─¡Ese perezoso que solo se sienta allí sin hacer nada!

─Él demuestra una paciencia y dedicación que tú no posees, Lord Newbery. Prefiero a alguien que demuestre su valía con acciones, no solo con palabras vacías.

─¡Pero yo puedo ofrecerte riquezas y poder! ¡Ese vagabundo no tiene nada que se compare con lo que yo tengo!

─Prefiero la verdadera valentía y el verdadero corazón del vagabundo, a tu falsa pretensión de grandeza. Adiós, Lord Newbery.

─Princesa, ¿No me va dejar demostrar mi valor?

─¿Quieres demostrar tu valor? Puedes sentarte junto al vagabundo, ambos pueden hacer un picnic con los frutos que dé el árbol. No necesito seguir perdiendo el tiempo, quiero un hombre de verdad.

─Pero...

─¡Ya terminé! ¡Fuera de mi castillo!

Con eso, Jonas se marchó, quedando completamente desconcertado y humillado. Mientras tanto, Baladdar continuaba sentado bajo el árbol, demostrando su valía con su paciencia y determinación.

Dentro de una sala en el castillo estaban los cuadros más pintorescos pintados por varios artistas reconocidos en Althárian. El príncipe Melion, hermano mayor de Margerie por tres años, observaba con curiosidad a la joven Jade, hermana de Jonas, mientras ella admiraba las pinturas del castillo.

─¡Vaya, qué hermosas son estas pinturas! ─expresó el príncipe Melion.

─Sí, son realmente impresionantes. Mi hermano es un gran admirador del arte, por eso lo estoy acompañando en esta visita.

─¿Y tú también disfrutas del arte?

─No tanto como él, pero sí me gusta apreciar la belleza que puede transmitir una pintura.

─¿Y qué te parece esta sala?

─Es increíble, cada cuadro cuenta una historia diferente y te transporta a otro mundo.

─Es cierto, el arte tiene el poder de hacer volar la imaginación y abrir puertas a mundos desconocidos.

─Y tú, príncipe Melion, ¿también eres un amante del arte?

─No tanto como quisiera, pero sí me fascina la creatividad y la habilidad de los artistas para plasmar sus emociones en un lienzo.

─Entonces tenemos algo en común.

─Sí, quizás podríamos volver juntos a contemplar más obras de arte en el futuro.

─Sería un honor para mí, príncipe Melion.

Así, entre conversaciones sobre arte y sueños compartidos, Melion y Jade comenzaron a forjar una amistad que trascendería los muros del castillo. Pero fueron interrumpidos por Jonas que estaba furioso por como Margerie lo había tratado.

Jonas salió del castillo con Jade, pero antes de regresar a su casa vio a Baladdar sentado en el árbol y fue hacia él estando furioso, así que Baladdar se levantó del árbol y caminó hacia Jonas.

─¿Baladdar, no es así? ─Asintió éste─. Tengo que hablar contigo. La princesa Margerie está loca. No puedes casarte con ella.

─¿Cómo te atreves a decir eso? Margerie es una mujer maravillosa, no entiendo por qué estás tan enojado.

─Porque no te merece. Te lo está diciendo alguien que la conoce mejor de lo que crees. Vuelve a tu casa y olvídala.

─No puedo hacer eso. Mi corazón me dice que debo estar con ella.

─Estás cometiendo un grave error, Baladdar. No sabes lo que realmente es capaz de hacer. Si te casas con ella, todo se volverá en tu contra.

─No puedo creer lo que estoy escuchando. ¿De verdad crees que Margerie es tan peligrosa?

─Sí, lo creo. Solo te estoy advirtiendo porque me importas, Baladdar. No quiero verte sufrir por su locura.

─Lo siento, pero no puedo hacer caso a tus palabras. Mi destino está ligado al de la princesa Margerie, y nada ni nadie podrá cambiarlo.

─Entonces que así sea. Pero recuerda mis palabras cuando todo se torne oscuro. La verdad saldrá a la luz, Baladdar, y espero que no sea demasiado tarde para ti.

─No te preocupes. Confío en mi amor por Margerie. Ahora, debo irme, hay un árbol esperándome. Que los dioses te protejan.

Jonas se fue aún más enojado porque Baladdar no le hizo caso a su advertencia, pero era porque él no sabía que la vida de la hermana de Baladdar estaba en juego e irse no era un lujo que se podía dar.

Pueblo de Taini - Reino de Althárian.

Adem veía el mar por la tarde, éste era un joven con una fuerte conexión con el mar desde pequeño, siempre sintió como si este lo llamara. Creció cerca de la costa, y pasaba horas contemplando las olas, sintiendo la brisa marina en su rostro y escuchando el murmullo hipnótico de las olas rompiendo en la orilla.

Aquel día al terminar el trabajo, Adem sintió una sensación más intensa que nunca. El mar parecía llamarlo con fuerza, como si tuviera un mensaje importante que comunicarle. Sin embargo, Adem decidió ignorar esa llamada y se dirigió directamente a casa, pensando que solo era fruto de su imaginación.

Pero el llamado del mar persistía en su mente, como una melodía que no podía dejar de tararear. Esa noche, mientras dormía, Adem soñó con un mundo submarino lleno de criaturas mágicas y paisajes surrealistas. En su sueño, una voz le decía que debía seguir su corazón y aventurarse en las profundidades del océano.

Al despertar aún por la tarde, Adem sintió una urgencia inexplicable por seguir el llamado del mar, pero no quiso hacerlo, pensó que solo era un simple sueño y que debía ignorar aquella sensación.

Ciudad de Wolfein - Reino Thérgian.

El sol se ocultaba en el horizonte al final de un día caluroso en el reino Thérgian. El Rey Bayron cabalgaba con su séquito hacia la casa de Lady Mabel, una de las damas más hermosas y codiciadas de todo el reino. Todos en Thérgian sabían que el rey había puesto sus ojos en ella desde que la salvó de las garras de Sir Darius y que planeaba pedirle su mano en matrimonio esa misma tarde.

Al llegar a la majestuosa casa de Lady Mabel, el Rey Bayron descendió de su caballo y se acercó a la puerta principal. Golpeó con fuerza y pronto fue recibido por Robin Eadem, el hermano mayor de Mabel, quien lo condujo hacia la sala de estar donde la joven dama se encontraba.

─¡Mabel, ha llegado el Rey Bayron para verte! ─anunció Robin.

Lady Mabel se levantó de su asiento y se volvió para ver al rey, quien se encontraba de pie frente a ella con una sonrisa en el rostro.

─Mi querida, Lady Mabel, he venido esta tarde a pedirte algo que me haría el hombre más feliz del mundo. Te pido que te cases conmigo y juntos gobernemos Thérgian con amor y sabiduría ─dijo el rey con voz suave y apasionada.

Mabel se quedó atónita ante la propuesta del rey. Sabía que era un honor que él la eligiera como su futura esposa, pero también sabía que no lo amaba. Tomó aire y respondió con firmeza.

─Su majestad, agradezco profundamente su propuesta, pero debo decirle que no puedo aceptarla. No siento por usted el amor que un matrimonio requiere y sería injusto para ambos unir nuestras vidas en esas circunstancias ─contestó Mabel con resolución.

El Rey Bayron se sintió herido y su rostro se oscureció con ira. No estaba acostumbrado a que le negaran algo que deseaba y menos aún a que una mujer rechazara sus avances. Se acercó a Mabel y la tomó del brazo con fuerza.

─Escúchame bien, Lady Mabel. No te estoy pidiendo tu opinión, te estoy haciendo una oferta que no puedes rechazar. O te conviertes en mi esposa y reina de Thérgian, o te enfrentarás a las consecuencias de desafiarme, amenazó el rey con voz amenazante.

En ese momento, la madre de Lady Mabel, Lady Marion, entró en la sala y se quedó sorprendida al ver la escena que se desarrollaba frente a sus ojos.

─¿Qué está pasando aquí? preguntó Lady Marion con tono firme.

El Rey Bayron se volvió hacia ella y le explicó la situación, haciendo hincapié en la negativa de Mabel a aceptar su propuesta de matrimonio. Lady Marion miró a su hija con preocupación y luego se dirigió al rey.

─Su majestad, entiendo su posición, pero también entiendo la de mi hija. El amor no se puede forzar y una unión sin él solo traerá infelicidad y desdicha. Dicho esto, si mi hija decide aceptar su propuesta, yo como su madre le daré mi bendición ─dijo Lady Marion con serenidad.

Mabel se sintió acorralada. Sabía que su madre solo quería lo mejor para ella y que su negativa solo traería más problemas. Tomó la mano de su madre y se puso de pie frente al rey.

─Su majestad, acepto su propuesta ─dijo Lady Mabel con resignación.

El Rey Bayron sonrió triunfante y besó la mano de Mabel, sellando así su compromiso. Lady Marion abrazó a su hija con tristeza, sabiendo que este matrimonio no sería el cuento de hadas que toda madre desea para su hija.

Y así, en medio de la oscuridad de la noche, el Rey Bayron partió de la casa de los Eadem con su prometida a su lado. Thérgian se preparaba para un nuevo capítulo en su historia, uno que traería consigo aventuras, desafíos y sacrificios para todos los involucrados. La joven pareja estaba destinada a reinar juntos, pero solo el tiempo diría si su unión sería una de amor verdadero o simplemente de conveniencia. El destino de Thérgian pendía de un hilo, esperando ser desentrañado por el poder del amor.

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