Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 3. Ahogado




Ahogado. En ajedrez posición donde no se pueden realizar jugadas legales, pero el rey no está en jaque. Al no poder mover, y no ser mate, la partida termina en tablas.

Matt

Odio mi mala suerte. ¿Cómo me he dejado convencer por el director Higgins para volver a jugar al ajedrez? Muy sencillo: porque no lo he hecho. Me ha chantajeado con impedir que me gradúe y no he podido decir que no.

Jugaré, claro que sí, no me queda otra, pero nadie ha dicho que tenga que ganar.

Echo un vistazo al interior del aula a través del cristal de la puerta. Hay seis mesas dispuestas en fila con sus respectivos tableros de ajedrez y varios estudiantes comentan una jugada sobre uno de los tableros. Mierda.

—¡Matt!

Me vuelvo un momento al oír mi nombre y Lana Reynolds se me echa encima, se cuelga de mi brazo y se roza conmigo descaradamente. Está buena, es algo innegable, pero nos lo montamos en una de las fiestas de Bo Perkins este verano y se creyó con derechos sobre mí, por lo que tuve que ponerle freno. ¿Es que no se va a dar nunca por aludida? Me empieza a dar vergüenza ajena.

—Hola, Matty, el viernes doy una fiesta en mi casa y estás invitado —dice arrastrando las vocales en tono meloso.

—¿Puedo llevar a Ash? —pregunto con toda la mala intención.

Desde hace poco más de un año me veo de manera intermitente con Ashley Gibbs, hasta ahora es la única que ha entendido lo que puede esperar de mí y no se comporta como una loca desatada porque nos hallamos enrollado unas cuantas veces. De hecho diría que pasa de mí. Los dos vamos a nuestro aire y si se tercia el tema, pues eso.

La cara de Lana es un poema, tengo que hacer un esfuerzo para aguantarme la risa. Me haría quedar como un auténtico cabrón.

—Eres odioso ¿lo sabes?

—Sip, nena, pero es lo que hay.

Lo de tener una amiga con derechos me da cierta tranquilidad y, ahora que mi vida se ha complicado de manera alarmante, necesito toda la tranquilidad del mundo. Las tías me sacan de mis casillas, pero tampoco puedo vivir sin ellas, así que de momento lo mío con Ashley es como si me hubiera tocado el premio gordo.

—Está bien, trae a quien quieras —me espeta antes de darse la vuelta de golpe y azotarme con su pelo.

Resoplo y la contemplo mientras se aleja con un contoneo exagerado que intuyo que está dedicado a mí. Sip, Lana tiene un buen trasero, de ocho rozando el nueve. Si no fuera tan pesada... Es una pena, una verdadera pena...

Un carraspeo junto a mí hace que me olvide del trasero de Lana. Alguien intenta salir del aula de ajedrez y le impido el paso.

Es esa chica... ¿cómo demonios se llama? Ava... Eva... no consigo recordar su nombre, pero de ella me acuerdo perfectamente. Me montó un numerito de enamorada en el baile de octavo ¿o fue en noveno? Recordarlo me hace sonreír, luego la estuve chichando durante semanas por lo que hizo.

En su momento admiré su valor, jamás me atrevería a hacer algo parecido, y eso sin contar con que no creo que vaya a encapricharme de nadie como para hacer una estupidez semejante. Vuelvo a sonreír, en aquella época recibir las atenciones de tantas chicas me hizo sentir halagado, pero era un capullo popular y tuve que desempeñar mi papel de perdonavidas profesional.

—¿Me-me permites? —me pregunta casi tartamudeando.

¿Me permites? ¿Estamos en el siglo diecinueve y no me he enterado?

—Tú primero —digo apartándome de la puerta del aula, que no se diga que no soy un caballero.

Eso me da la oportunidad de repasarla de arriba a abajo con la mirada. ¿Desde cuándo tiene unas curvas espléndidas la mocosa insignificante que me pidió que fuera su novio delante de todos?

—Gra-gracias —contesta tras carraspear de nuevo toda colorada.

El señor Garrett se asoma y se dirige a mí con el ceño fruncido.

—Matt, llegas tarde. Emma ya se iba. Emma, muchas gracias por venir y por querer compartir tu tiempo con Matt para ayudarle, eres muy generosa y eso te honra.

Emma, ese era su nombre. Un momento ¿compartir su tiempo? ¿Ella es el alumno que me va a echar una mano con los estudios?

—Imagino que os conocéis —continúa Garrett.

—Sí, creo que hasta fuimos juntos a un baile ¿puede ser? En octavo ¿o fue en noveno? —pregunto mirándola fijamente.

Primero abre mucho los ojos y después aprieta los labios, tanto que tengo que hacer un esfuerzo para no reírme a carcajadas. Si por ella fuera ahora mismo caería fulminado, menuda mirada acaba de echarme. Me aguanto la risa de nuevo, esto va a resultar muy divertido.

—Bien, entonces nos saltamos las presentaciones.

El señor Garrett extiende en mi dirección unos folios grapados y me explica que contienen el horario del club de ajedrez, el calendario de competición y no sé cuántas cosas más. Sigue un rato hablando, pero lo ignoro.

De manera que la pequeña y tímida Emma va a ser mi alumno de apoyo. Espero que no le dé por enamorarse de mí de nuevo.

De repente caigo en la cuenta: ¿Y si no lo ha superado y es ella la que se ha ofrecido porque sigue enamorada de mí y pretende hacerme la vida imposible? Las chicas hacen verdaderas locuras cuando van detrás de un chico, lo he tenido que experimentar en mis propias carnes.

—Matt ¿tienes alguna duda? —pregunta Garrett.

—¿Qué?

Emma pone los ojos en blanco y me mira con cara de marisabidilla.

—No, ninguna.

—Entonces os dejo un minuto para que podáis poneros de acuerdo. Matt, a ti te espero dentro.

Sí, maldita sea mi suerte, dos horas repasando jugadas de ajedrez con un puñado de frikis inadaptados.

—Ah y Matt, tendrás que ser tú el que se adapte a Emma y no al contrario, ella tendrá en cuenta tu horario y las horas de ajedrez.

—Por supuesto —replico con mi mejor sonrisa, ni muerto pienso estar pendiente de ella ni de sus cosas, bastante tengo con fingir que todo va bien.

—¿Me das tu número?

La miro un momento antes de centrarme de nuevo, lleva un peinado raro, tiene el cabello negro, lo lleva muy tirante, recogido en una especie de moño desecho. Y está colorada, se le forman unas manchas irregulares por toda la cara, pero sobre todo en las mejillas. Si ese es el efecto que tengo en ella no quiero ni pensar que haría si le meto cuello ¿se desmayaría como una de esas fans histéricas del K-pop? La mejor defensa es un buen ataque.

—¿No es un poco pronto para eso?

Se cruza de brazos y se prepara para contraatacar, me encantan las chicas combativas.

—Mira, voy a ser clara contigo. Estoy en esto porque el director Higgins me ha obligado. Así que si no colaboras iré encantada a decírselo para librarme de ti.

De modo que en esto somos dos. Tengo que hacer un esfuerzo por ocultar mi sorpresa. Maldito Higgins.

—Trae —Le quito su móvil de las manos, tiene  una funda rosa con purpurina con unos muñecajos colgando que me hace alzar una ceja ¿en serio? ¿Qué tiene, doce años? Grabo mi número y se lo devuelvo.

—Ya lo tienes ¿contenta?

—No, no mucho.

—Pues deberías, no le doy mi número a cualquiera.

Me ignora y se da la vuelta para irse y de repente parece recordar algo.

—Esta tarde te mandaré un Excel con la programación, tenemos que empezar cuanto antes.

¿Programación? ¿Excel? ¿Qué...?

—¿Programación? ¿Excel? ¿Qué...? —Mierda, creo que acabo de pensar en alto.

—Para estudiar. Cuanto antes. Una programación es...

—Sé lo que es una programación —contesto más brusco de lo que pretendía.

—La tendrás esta tarde, no me hagas perder el tiempo ¿me oyes?

El tono de advertencia con el que me habla me pone mucho. Me imagino que es una especie de bibliotecaria recatada y marimandona con ropa interior muy sexi y de repente me entra mucho calor.

—Bien, espero ansioso tu mensaje —Me sale una voz un poco ronca, tengo que dejar de pensar en sexo a todas horas.

Ash se acerca a nosotros y se cuelga de mi brazo, interponiéndose entre Emma y yo.

—¿Dónde coño estabas? Llevo como una hora buscándote.

Solo tengo que usar mi mirada de advertencia para que ella lo capte y resople.

—He tenido un día de mierda, Steiner ¿podrías hacer algo por mí? —pregunta cambiando de táctica.

El mío no ha ido mucho mejor de modo que asiento.

—Claro —le digo—. Nos vemos mañana, Emma —me despido.

Tengo que apartar un poco a Ash para despedirme de ella porque Ash es casi tan alta como yo y ha hecho desaparecer a la pequeña Emma. Ash me pregunta con la mirada pero yo niego con la cabeza, no quiero hablar del ajedrez ni de mi vida de mierda y menos con ella. Entonces me agarra de la cinturilla del pantalón y me pega a ella de un tirón.

—Me vale —dice, y estampa sus labios en los míos—. Te espero en media hora en mi casa, no tardes o me busco a otro —añade tras darme un mordisco en el cuello que me hace estremecer de pies a cabeza.

—Tendrás que esperar hasta las cinco —y señalo el aula de ajedrez a mi espalda.

—Joder, Steiner no sé si puedo esperar hasta las cinco.

—La espera aumenta el deseo —le susurro.

—Hoy no.

Si algo me gusta de ella es la seguridad con la que me habla y lo poco que parece importarle si le voy detrás o no.

—¿Otro día entonces?

—Te llamo —dice antes de meterme la lengua en la boca y darme un morreo rápido para a continuación salir disparada hacia la salida.

Emma está clavada en el sitio con los ojos muy abiertos, supongo que no está acostumbrada a presenciar un intercambio como el que acaba de presenciar. Le guiño un ojo y me meto en el aula de ajedrez sin mirar atrás.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro