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Capítulo 7

Solo se escuchaba el tic tac del enorme reloj que estaba en la pared del pasillo, la oscuridad adornaba el internado, y podíamos sentir una horrible sensación.

Mientras los chicos estaban viendo discretamente a Dante y Marisa yo estaba recostado en los casilleros. Dante se escuchaba muy convenido cuando se acercaba más a pesar de que ella le decía que se alejara.

Me acerque un poco para ver realmente lo que estaba pasando.

Si confirmo que somos unos chismosos.

—Dante, no —le dijo Marisa entre lágrimas.

—¿No? ¿Por qué? —él dio un paso hacia ella.

—Te quiero ocho metros lejos de mí.

—¿Qué? Marisa, no pienso hacerte daño.

—¿Quien me lo confirma?

—Nunca lo he hecho.

—¿Nunca lo haras?

—No.

Dante dio otro paso, pero ella se alejaba lento, y supongo que esa era la idea de Dante, hacer que ella se apoyará en los casilleros y él poder hablar con ella mucho más cerca, sin que Marisa saliera corriendo.

Él acercó la yema de sus dedos hacia la mejilla de Marisa, ella alejo su cara y lágrimas salian de sus ojos. Dante por lo visto no es de los que se dan por vencido fácilmente. Él volvió a acercar su yema hacia sus ojos para limpiar sus lágrimas.

Ella dejó que él la limpiará, y fue el momento en el que él agarró su rostro con sus dos manos, ella se sobresalto.

—Dante, no —le dijo ella —, no me toques, estoy sucia.

—No importa.

—Sí importa, y mucho.

—Marisa...

—Dante, quiero estar sola.

—Pues, que mala suerte porque no lo haré.

—Es que ahora menos te quiero cerca.

—¿Por qué? —Dante preguntó, ella giro su cabeza para no verlo a los ojos —, si me dices la razón juro que te dejo en paz.

Ella no le respondió nada.

Su silencio hizo que Dante asintiera y apartará sus manos de ella. La misma distancia, menos contacto.

—Al menos dejame llevarte a tu habitación.

—Cuando me preguntaste que si quería ser tu novia, yo te iba a decir que sí —dijo ella —, pero ahora me siento que no me querrás.

—¿Quien lo dice?

—Es que me doy asco, y no quiero dar lastima.

—Marisa, deja de pensar así, estoy odiando lo que estas diciendo.

Ella comenzó a llorar, Dante fue tan rápido como si de una bebé se tratara y la abrazo, ella aceptó el abrazo, porque no se quejo, se desahogo. Dante volvió a sostener su rostro con sus manos para hacer que ella lo mirara y me arrepentí de haber venido.

Él la besó, y ella lo aceptó, es como si no fuera la primera vez que lo hicieran, se podía ver que se sentían cómodos con ellos mismos

Deje de verlo y emprendí camino nuevamente a la habitación.

—¿Ya te vas? —susurro Diego.

—Sí, creo que eso ya es demasiado personal —dije —, tengo sueño.

—Sí, también me largo —Logan camino con sus manos dentro de su sudadera negra.

—Nos vamos todos porque si Dante ve que lo estamos viendo, ataúd para todos.

Caminamos una vez más a la habitación dejando a Dante y a Marisa solos, en privacidad, sé que él no le haría nada, ella está demasiado sensible. Pero parece que él sabe como tratar con ella.

#

El lunes no vimos a Marisa en ningún lado yo también quise ir a buscarla con el pretexto de alguna tarea o algo así, pero nunca la encontré y la única opción era su habitación, pero no sé cual es, ademas no dejan que los varones entren donde están las mujeres.

En estos últimos días en los que he estado aquí como dije iba a investigar la muerte de Carol. Lo único que me dijeron cuando ella murió fue que se suicidó, la razón nunca la supe porque ella no dejó ni una carta, solo una nota que decía:

<<Los amo mamá y papá y díganle a Tyler que me perdone por lo que hice con su videojuego. Los amo a los cuatro>>

Después no supe que pasó, porque el college Sprince fue el último lugar donde estuvo y pues aquí tendría repuestas. Y lo único que he conseguido es:

—Carol Stetson, dicen que su alma camina rondando este lugar.

—Carol Stetson, de ella casi no sé mucho cuando yo llegue ella ya no estaba, pero dicen que unas chicas la obligaron a suicidarse.

—Carol Stetson, esa chica la he visto en los baños con el uniforme y cubierta de sangre.

—Carol Stetson, yo compartía habitación con ella siempre la escuchaba llorar en las madrugadas, era mi mejor amiga y nunca supe la razón.

Entre otras cosas.

Me reí por todas las teorías que todos tenían, juro que si Carol se me apareciera como muerta me burlaría de ella y le reclamaría por haberme arruinado mi consola de videojuegos.

Pero no sé ahora que pensar, ella vino a sufrir aquí, ella no merecía eso, ella estaba llena de vida y para ser mas exacto era la chica mas increíble que he conocido.

—Jóvenes, he visto que todos están bien con sus asignaciones —afirmó la maestra de matemática —Y tal vez adelantemos los exámenes. ¿Qué dicen?

Me da igual.

Obvio que te da igual, siempre te saltas esta clase.

Nadie contesto a excepción de las chicas que se sientan adelante diciendo: Sí, maestra, perfecto.

Odie esas chicas por ese diminuto segundo.

A mí literalmente sí me da igual hacer exámenes antes después, siempre hay que hacerlos, pero lo que si va pasar es que tengo que sacar buenas notas porque según mis padres el director le mandara las notas a ellos, no sé cómo es la entrega de notas en este lugar.

Es chistoso pensar que dije que sacaría excelentes calificaciones cuando no entro a todas las clases.

Mientras la maestra hablaba de exámenes y tareas yo empezaba a copiar lo que ella tenía apuntaba en el pizarrón, porque pues ni siquiera he empezado con el título solo había puesto la fecha.

28 de marzo.

Mi mirada se centro en el enorme reloj que estaba arriba del pizarrón, las manecillas del reloj pasaban lento y yo solo quiero que pase un minuto para que el timbre suene y poder salir de clases. Mire a mi izquierda el enorme ventanal que estaba, mire a través del vidrio y estaba otra vez la chica bonita que había visto ayer.

Su cabello largo de color castaño, traía su falda del uniforme, una camiseta blanca, un chongo en rojo colgando de su cuello de la camiseta, y la chaqueta puesta, sus zapatos de charol. Ella hablaba por celular y tenía una mano en su cintura, mientras la otra sostenía el celular en su oreja.

Hasta que el timbre sonó, todos se levantaron agarraron sus cosas y se fueron y no copie el tema del pizarrón. La vieja confiable. A tomarle foto.

Cuando le tome una foto al pizarrón salí del aula, los pasillos estaban llenos de estudiantes mientras se escucha como abrían y cerraban las puertas de sus casilleros, yo tengo uno, pero no he metido nada ahí creo que lo único que hay son las zapatillas que las escondí ahí.

¿Por qué están ahí?

La razón es fácil, me preguntaron que donde estaban y porque usaba tenis y pues dije que se me perdieron. No quisieron darle más interés al asunto y lo dejaron pasar. Dijeron que me mandarían otras, nunca fue así.

—Perdón, perdón per... —Marisa se quedó callada después de haberme tirado mis cuadernos al suelo —Ah, eres tú.

—Sí, soy yo ¿A quien querías a Harry Styles? —respondí mientras recogía mis cuadernos porque ella ni se mosqueo.

—¿Qué? —una risa nerviosa salió de ella —Perdón, estaba distraída, estaba pensando.

—Uhm

—¿Cómo has estado, Tyler? —ella se recostó en los casilleros.

—Bien supongo ¿Y tú?

—Bueno un poco.

Elle levanto su mirada a la puerta de donde salió el maestro Patrick, con sus lentes y muchos libros en sus manos, él le hecho una mirada rápida a Marisa y ella rápido me miró y sus ojos empezaron a aguarse.

—¿Estas bien? —le pregunté.

—Sí, me duele mi cabeza, me preguntaste como estaba y te iba a decir que un poco enferma eso es todo. Nos vemos luego, Tyler.

Marisa se fue.

Mire a dirección al maestro, él sonreía mientras hablaba con un grupo de chicas, pero algo llamó mi atención una de ellas estaba callada mirada sus zapatos y su cabello tapaba su cara, y algo más loco es que ella estaba al lado del maestro.

¿Ella es la otra chica?

¿Ella es era la del video?

Ella tienen largo su cabello, así como nos la describió Dorian, no nos dijo con exactitud como era, pero dijo su cabello era largo. Pero en este lugar hay muchas con cabello largo.

Le di una observaba rápida mientras ella seguía viendo sus zapatos, su espalda estaba recostada en la pared y una de las misma chicas le paso la mano encima de su hombro, pero ella no levantó su cabeza, su cabello era largo; era morena y su cuerpo estaba bien para tener la que edad que tiene, porque supongo que tienen diecisiete, pero quiero ver su rostro, ver quien es.

—¿Te gusta Julieth Adams? —un brazo paso por mis hombros.

Era James.

—No, ni la conozco —dije.

—Ella es tímida, eso dicen.

—No lo creó.

—Pues te recomiendo no juntarte con ella.

—No tenía planes de hacerlo.

—¿Entonces porqué la ves tanto?

—Estaba viendo que el maestro estaba hablando con ellas —James miró el grupo —. Y ella es la única que esta callada y el maestro está a su lado, solo mírala, está incomoda.

—¿Crees que ella sea?

—No sé, supongo que Dorian tiene que reconocerla bien.

—Él dice que todo estaba apagado.

—Pues deberíamos de preguntarle a él. —dije.

—¿Qué están pasando en este lugar? —dijo James.

La chica que ahora supe que se llamaba Julieth Adams levantó su cabeza miró al maestro muy seria, miró a la otra chica que estaba a su lado y quito su brazo para irse, empezó a alejarse y pasó al lado de nosotros sin mirar a ningún lugar, solo con la frente en alto ignorando a todos y sintiéndose la reina del lugar.

—Deberíamos de contarle a los chicos —James y yo empezamos a caminar.

Como dije antes voy a salir loco de aquí con traumas y estoy tan arrepentido de estar aquí.

Si me hubieran dicho a lo que me enfrentaría en este lugar nunca hubiera desobedecido a mis padres, ahora que se supone que tengo hacer escapar y guardar un secreto.

Porque sí es así, ahora ya sabemos quien puede ser la otra chica que llegó a las diez treinta de la noche a escondidas de todos, para entrar a la habitación del maestro Patrick quien nos da literatura.

Corrijo lo anterior, no se esconden de todos porque nosotros sietes si sabemos para van a la habitación del maestro.

Ahora solo esperemos que no llegue alguna otra chica porque no sabríamos que hacer al estar escondiendo un secreto tan perturbador como el del maestro de literatura, y no sólo el de él si no también el de Marisa y Julieth.

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