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Capitulo 41: "C5 vs. Laikemen, midiendo fuerzas"

Ciudad Llermmy

En el campo de batalla, se presenció un choque poderoso de miradas entre la capitana número 5 y Laikemen: el brillo de los ojos rojos de la mujer trataban de someter a la oscura y profunda mirada del extraño sujeto.

La capitana divisó a su alrededor, encontrando varios cuerpos sin vida de sus soldados, así como varios huecos y destrozos causados por los enfrentamientos entre sus hombres y aquel hombre. También se encontró con las miradas de miedo y curiosidad de los ciudadanos que fisgoneaban a través de las ventanas y puertas de las casas cercanas.

—Lo siento, señorita... no fui capaz de confrontar cómo se debía a este hombre—. Se lamentaba el líder, siendo incapaz de alzar su mirada ante ella —recibiré cualquier castigo que crea conveniente por mi incompetencia —estableció sin titubeos.

—Tranquilo, lo hiciste bien —ella le regaló una leve sonrisa —era imposible que pudieras ganarle a este sujeto, que según me contabas tenía dos tipos de Krwozz, pero ahora que he llegado y veo que tiene también el de la tierra, serían tres —agregó con un tono serio.

—Sí... no había podido contarle ese último detalle, ya que al principio solo nos atacaba con fuego mientras volaba por los cielos, pero tras un ataque que efectuamos comenzó a utilizar un tercer poder —comentó Saído con pocas energías —¡ah, cierto! Por poco se me olvida informar que tras ingerir una misteriosa pastilla su cuerpo se sanó de todas las heridas que le había podido hacer —agregó.

La capitana pareció sorprenderse por ese último detalle, por lo cual agradeció a su leal soldado. Luego dio unos pasos al frente, acortando la distancia entre ella y su oponente.

¡¿Kix xar yer?! ¿Xioxanno trex fax ddu? —interrogó la capitana en un idioma que no era entendible para las personas que observaban con inquietud tal encuentro.

(¡¿Quién eres tú?! ¿Hablas el idioma Xioxanno?)

—Xix... ¡Troxz dax trext xot tuz! ¡Ru lert wetz!! —sentenció, ignorando la primera pregunta.

(Si... ¡Pero yo prefiero no hacerlo! ¡Me da asco!)

—Si puedes hablar y entender el idioma establecido por el rey en el planeta Catten, quiere decir que efectivamente provienes de allí —afirmó la capitana —lo que ahora me inquieta, es saber cómo aprendiste el idioma humano, a ver, cuéntame —agregó cruzándose de brazos.

—Tengo mis maneras... ¿pero eso qué importa? ¡Deberías preocuparte por tu miserable vida en estos momentos!

—Sí, claro, como digas... —la capitana blanqueó sus ojos en muestra de molestia y se giró hacia donde estaba Saído —es mejor que te retires de aquí con los demás soldados. Continúen con la misión y cualquier cosa nos comunicaremos por el leitter.

Saído de inmediato asintió y con las pocas fuerzas que le quedaban comenzó a retirarse.

—¡Señorita Karel, por favor, cuídese mucho! ¡Estoy seguro que vencerá! —gritó a unos cuantos metros de ella, para luego marcharse con los demás soldados que estaban cerca.

La capitana sintió que esas palabras le habían dado algo de energía y confianza, porque aunque confiaba en sus habilidades, no podía negar que el poder de aquel hombre le generaba mucha inquietud.

—Cuando termine con la capitana será el turno de los demás soldados... no dejaré a ninguno de esos asquerosos con vida —murmuró —por cierto, capitana, ¿en dónde andabas? llevaba un buen rato esperándote y para evitar aburrirme tuve que comenzar a jugar con tus soldados, espero eso no te moleste —comentó con una sonrisa burlona.

—Estaba en medio de una importante misión, pero gracias a tu aparición tuve que regresar, no me podía perder la oportunidad de ver al hombre más estúpido del universo, el cual cree poder derrotarme, y peor aún, destronar al capitán supremo —dijo colocando una mano cerca a la boca, imitando un tipo de gesto como para contener una carcajada.

—Si me quieres llamar estúpido por eso, no me interesa... solo ten por seguro que acabaré contigo, y así cumpliré uno de mis mayores deseos... uno que llevo esperando por mucho tiempo —enfatizó con determinación, mostrando un brillo en sus ojos.

—Te ves muy confiado por poseer tres habilidades, pero déjame decirte que eso no me intimida para nada, después de todo... ¡soy la capitana número 5! —expresó con orgullo, estirando sus brazos a los costados.

—Ese es otro asunto que me parece curioso —habló con cierta picardía en sus ojos —¿cómo es que obtuviste el número 5 cuando según se, fuiste derrotada en una oportunidad por el mismísimo capitán 4? ¿Acaso el capitán supremo te tiene tanta lástima y por eso te colocó en un rango que no merecías? A ver, cuéntame —el tono con el que había dicho esas palabras era tan burlesco que solo hizo que la ira de la capitana aumentara.

Algo que ella odiaba a morir, es que pusieran en tela de juicio sus habilidades y poder. El hecho de que la subestimaran o la creyeran débil era una de las peores ofensas que podían existir para la capitana.

—¡Solo dices idioteces! ¡Yo si soy más fuerte que el número 4, y aunque en el pasado él me derrotó, actualmente superó sus poderes! ¡Y eso es lo que importa! ¡No puedes llamarme débil sin siquiera haber peleado conmigo! —su nivel de touzer se elevó como la espuma, haciéndose visible unos destellos de color rojo que brotaban de su cuerpo.

—Claro, ahora eres más fuerte... con ayuda del capitán supremo, ¿quién no lo logra? ¡Acéptalo, solo haces parte de los capitanes porque el supremo te tuvo lastima y aumentó tus poderes! ¡En realidad sigues siendo una niñita debilucha! —replicó de inmediato Laikemen, quería hacerla enojar y que sus ataques no fueran precisos.

La C5, cansada de escucharlo y con unos ojos rojos cada vez más ardientes, chocó las palmas de sus manos con gran furia, desprendiendo una luz roja que llegaba hasta el piso.

—¡Muere! —de ipso facto, una nube de vapor se hizo presente en el lugar y dos serpientes de unos diez metros aparecieron de la nada, y sin perder tiempo lo atacaron con sus grandes colmillos.

Laikemen rápidamente se elevó como un ave, esquivando a los reptiles y desde las alturas formó dos grandes bolas de fuego, las cuales arrojó contra estos, impactándolos con gran precisión. El fuego fue tan poderoso que en cuestión de segundos los animales fueron desintegrados por completo.

—¡Es tu turno! —el peliverde se lanzó a gran velocidad hacia donde estaba la C5, rodeando sus puños con un fuego abrasador.

La capitana ordenó a la gran serpiente de cincuenta metros —la que utilizaba para desplazarse—, que atacara con su monstruoso cuerpo a su oponente. El hombre esquivaba sin mucha dificultad las arremetidas que hacía el animal, sin embargo, no le fue sencillo librarse de esta, pues a pesar de los golpes que le propinaba con sus puños de fuego, el reptil no sufría un daño significativo, por lo tanto, tuvo que intensificar su poder, extendiendo una llamarada por todo el cuerpo del animal. Con esto, consiguió detenerla y posteriormente eliminarla.

—¡Solo quedas tú! ¡Muere, escoria! —cada palabra que le dirigía a la capitana estaba cargada con un odio sumamente palpable.

La C5 no creía que él pudiese vencer tan rápido a sus creaciones, situación que la dejó pensativa por unos segundos, y para cuando volvió en sí, vio que tenía a menos de un metro a su oponente, dirigiéndole con gran potencia un puño lleno de flamas que ardían por verla hecha cenizas.

Pero cuando faltaban tan solo unos centímetros para encestarle el golpe a la número 5, algo pasó: el cuerpo de Laikemen quedó totalmente inmovilizado en el aire, con el brazo estirado hacia ella. Ninguna extremidad manifestaba movimiento.

—¿Creías que ya me tenías? ¡Por favor, no seas idiota! —la capitana esbozó una suave sonrisa y retrocedió unos cuantos pasos, tomando distancia del hombre.

«Es Amdizz, el otro krwoz de la capitana... no es que lo haya olvidado, simplemente pensaba que no me lograría afectar... se supone que este solo funciona con aquellos que no tienen touzer o cuando este es muy bajo, y ahí no entro yo... tendré que tener mayor cuidado» eran los pensamientos de Laikemen, al tiempo que intentaba liberarse de aquel extraño poder.

—Si me retas y quieres asesinarme, deberías saber cosas básicas sobre mí, ¿verdad?, como cuales son mis poderes, pero por lo que puedo observar; o eres un confianzudo que pensaba que me superaba o un completo idiota que no sabia de todas mis habilidades —hablaba la capitana acariciándose su suave cabello.

Enseguida, la C5 abrió la palma de su mano derecha, por donde se formó un agujero negro y de allí salieron tres pequeñas serpientes de color verde oscuro.

—Como castigo por perturbar mi tranquilidad y la de mi querida ciudad, serás torturado por mis serpilants, ¡¿qué te parece?! ¡Maravilloso! ¡¿Verdad?! —la capitana colocó sus dos manos en la cara, gesticulando un rostro de niña tierna e inocente—. ¡Será muy divertido ver como mis pequeñas se comerán tu carne poco a poco, empezando por las piernas, luego el abdomen, después los brazos y finalmente... la cabeza —río como loca —aunque, eso puede cambiar si me das información sobre ti.

Laikemen seguía paralizado, pero al ver que los tres reptiles ya estaban muy cerca de su cuerpo, expulsó una importante onda de touzer por todo su cuerpo, lanzando por los aires a los reptiles.

—¡¿Qué?! ¡No debería ser capaz de hacer nada una vez cae bajo mi poder! ¡Qué moles...! —ella no fue capaz de terminar su frase al ser sorprendida por el hombre, ya que este se había liberado de dicha técnica y la había atacado con un puño lleno de fuego, que por poco impacta en su cara.

—¡Mi poder está fuera de tus límites, por eso no podrás controlarme como lo haces con los demás! —él continuó lanzando más golpes.

La capitana de milagro podía sortear los movimientos del hombre, pero era tan rápido que llegó un punto en que ella recibió un puño de fuego en una pierna, quemándole la piel de esa zona, y de igual forma, una patada en el abdomen, lanzándola con violencia al piso.

Sin darle descanso, un puño más se dirigía a su rostro, pero antes de que eso pasara ella utilizó de nuevo su misteriosa técnica:

—¡Amdizz, paralización! —y tal como la vez pasada, todo el cuerpo del hombre se congeló, acción que aprovechó la capitana para levantarse del suelo y retroceder unos metros.

Ella pensaba hacer uso de ese momento para atacar al hombre usando una de sus serpientes, cuando de repente él se liberó de aquella técnica y le disparó una ráfaga de fuego, que alcanzó a rozarle parte del cabello a la C5, aumentando su ira al ver unos de sus preciados hilos rubios rostizados.

—¡Insolente! ¡¿Cómo te atreves a lastimar mi hermoso cabello?! —la belleza para ella era algo muy importante, es por eso que no le gustaba meterse en peleas a menos de que fuera inevitable, era obvio que en estas el cuerpo estaba expuesto a sufrir de daños físicos que para nada le gustaría tener, razón por la cual no era nada buena en el enfrentamiento cuerpo a cuerpo.

—¡Ya te lo dije, soy superior, por eso tu control corporal hacia mi no tiene un buen efecto! ¡Así que deja de jugar con eso que solo me fastidia! ¡Te recomiendo que pelees en serio si quieres tener una mínima oportunidad de vencerme! —exclamó Laikemen con una mirada llena de frialdad.

La C5 miró el cielo y se dio cuenta de que ya empezaba a oscurecer, después dirigió su mirada a su entorno y se percató que en los alrededores aún seguían estando presente varias personas, principalmente niños y mujeres que despavoridos miraban la pelea desde sus casas.

—Bien, pelearé en serio, pero para hacerlo necesito que sea afuera de la ciudad, no quiero que mis queridos humanos se vean involucrados.

—¡Ja! ¡Como si ellos te importaran! —contestó furioso.

—Bueno, ¿no quieres que nos traslademos a otro lugar? esta bien, pero déjame decirte que si peleo en serio todos morirán aquí y aunque no quería causar más desastres en la ciudad por el riesgo de afectar mi misión, tampoco me importaría si mueren estos apestosos humanos, ¡así que como quieras! —dictaminó frunciendo el ceño.

Laikemen no quería aceptar esa idea de cambiar de lugar para luchar, ya que podría ser parte de un plan de la capitana, pero al ver las miradas de pavor y completo terror que tenían los pequeños niños, lo hizo cambiar de opinión.

—¡Está bien! —bramó con fuerza, deteniendo un movimiento de manos que estaba por hacer la C5 —hagamos eso, salgamos de la ciudad, no quiero que seres inocentes se vean involucrados.

—Eso pensaba —la número 5 efectuó una sonrisa de labios cerrados y convirtiendo sus brazos en serpientes, los utilizó como lazos elásticos para desplazarse con agilidad por medio de la ciudad. Parecía cual mono en la selva, pasando de árbol en árbol.

Laikemen le siguió el rastro volando a gran velocidad.

Las personas al ver que ellos se alejaban comenzaron a gritar palabras de apoyo a dicho hombre: "vamos tú puedes", "derrótala, por favor", "gánale a ese monstruo", "libéranos", eran algunos ejemplos de lo que se podía escuchar en las calles.

Pero tales expresiones llenas de esperanzas se vieron opacadas por disparos efectuados por Saído y su ejército, recordándoles que aunque la capitana no estaba, ellos seguían en la ciudad para imponer el orden.

—¡La señorita ha sido muy buena con todos ustedes! ¡No ha permitido que se asesine a ningún niño o niña, así como tampoco a las mujeres! ¡¿Y así es como le pagan?! ¡Desgraciados! ¡Si fuera por mi, los mataba a todos con una bomba que los desintegre en mil pedazos, pero no me mando solo! —sentenció el líder, estaba furioso por oír la forma en que los ciudadanos pedían que ella muriera.

Las personas, impotentes y reconociendo de que no era buena idea ganarse un nuevo ataque de las fuerzas armadas de la capitana, recapacitaron y entendieron que aún no podían cantar victoria, así que se metieron a sus casas y escondites para no provocar la furia del líder.

Aun así, eso no detendría el hecho que desde el fondo de sus corazones todos desearan que por fin fueran libres de las garras de la C5.

—Señorita... por favor, tiene que sobrevivir, por favor... —rogaba con devoción Saído, viendo a su capitana salir de la ciudad.

La oscuridad de la noche ya era inminente, siendo ya casi las siete de la noche, detalle que dificultaría la continuidad del combate en caso de que se prolongase por mucho tiempo, pero los combatientes tendrán que buscar la forma de superar dicho obstáculo ya que en una batalla a muerte como esta, cualquier error o descuido podría significar la muerte.  

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