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Capítulo 4: "La valentía de un hombre"


Ciudad Resic 

En tanto, el nuevo capitán que había llegado, un hombre alto, de cabellera café, piel grisácea y ojos de diferente color (uno negro y otro naranja), estaba paseando por la ciudad, observando con risas como la gente corría y se escondía.

—Esta ciudad es un poco grande, pero no lo suficiente para satisfacer mi diversión— dijo con sarcasmo a sus soldados el capitán número 3 (C3). 

—¡Queridos humanos! — Elevó la voz el capitán —¡¿Quién sabe cuál es la persona más fuerte de esta ciudad?! — Aunque las personas de su alrededor lo escucharon, él quería que todos en la ciudad lo hicieran sin excepción. 

—No será suficiente si solo unos pocos me oyen, ¡ya sé cómo lo haré! — El capitán cruzó sus brazos al frente —¡TRANSFORMACIÓN 12 METROS! — Gritó. 

Al segundo, esto provocó un tipo de explosión, y todos los habitantes sintieron terror al ver que el tamaño del capitán, ahora era como el de un gigante, más grande que la mayoría de sus casas y construcciones.

—¡Ahora si pueden escucharme! ¿Verdad? —  Soltó una carcajada. —¿Quién sabe cuáles son las personas más fuertes de la ciudad? — Preguntó el C3 con gran vigor. 

Las personas estaban muy asustadas, había quienes trataban de esconderse, pero algunos contenían su miedo y lo gritaban e insultaban:

—¿Por qué no te callas monstruo? ¡Lárgate! — Eran algunas de las cosas que decían los ciudadanos con voces fuertes pero al mismo tiempo temblorosas. 

El capitán solo se reía, era como si para él esto se tratase de un simple chiste.

—Ustedes deberían callarse, en este momento son como hormigas para mí, ¡los puedo aplastar con facilidad! — Se mofaba de las personas —preguntaré una vez más... ¿Alguien sabe sobre esa información o conocen a alguien que sea notablemente fuerte? 

La mayoría prefirió guardar silencio ante las preguntas del capitán.

—¡No sabemos! ¡Es imposible saberlo, somos miles de ciudadanos! — Respondían algunos con temor. 

El capitán 3 puso una mano en la cara y soltó una gran carcajada que estremeció con intensidad cada centímetro de los cuerpos de los habitantes. 

—¡Está bien, me quiero divertir! ¡CORRAN! ¡CORRAN! ¡PORQUE SI NO LO HACEN LOS TRITURARE!— Sentenció como si esto fuera un juego. 

El capitán empezó a caminar por la ciudad, destruyendo las construcciones con patadas, puños y demás, acabando con la vida de cientos de personas. Los ciudadanos horrorizados trataban de huir y de salvar a sus familiares. Era inútil enfrentársele, con su gran tamaño llegar a sus puntos vitales era casi imposible. Cuando se cansó de jugar (como él mismo decía) volvió a su estatura normal, y les ordenó a sus soldados que empezaran la búsqueda en la ciudad, mientras que él tomaría un descanso. 

—Hacer esto fue muy divertido — confesó. Después se acostó en el suelo, con un sentimiento de satisfacción, simplemente propio de un psicópata.

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Ciudad Mish 

El capitán 1 se encontraba hablando con otro capitán, por medio de un pequeño objeto parecido a un arete (llamado leitter), el cual estaba incrustado en su oreja izquierda. A dicho hombre, lo llamaba como el capitán supremo, al cual se dirigía con mucho respeto.

—Sí señor, tengo capturado a otro hombre que aparentemente parece ser el más fuerte de la ciudad, pero con respecto a las posibles características físicas, no hay un parecido — el capitán supremo le ordenó que lo enviara — ¡bueno, sí señor! Me despido capitán supremo— dijo terminando la comunicación. 

— ¡Niller! El capitán supremo quiere comprobar con sus propios ojos que ese hombre sea a quien buscamos, así que sácalo de la cárcel y envíenlo al planeta Catten, por medio de la máquina teletransportadora — le habló a uno de sus soldados. 

—¡Sí señor! — Respondió Niller (líder del ejército del capitán 1).

— ¡Ustedes 2 preparen la máquina para enviar al hombre al planeta Catten y ustedes vayan a sacarlo de la cárcel! — Decía Niller, señalando a un grupo de soldados.

—¡Sí señor! — Respondieron y de inmediato el grupo de soldados se dirigieron a la celda donde lo tenían encerrado.

—Oye humano, tengo buenas noticias para ti, ¡ya puedes salir de aquí!... Pero te mandaremos a otro planeta — se burlaba uno de los soldados. El prisionero estaba sentado en una esquina sin decir nada.

—Te sacaremos de aquí, ¡pero no intentes hacer algo estúpido! — Le advirtieron. —¡Ven para acá, rápido! — Le pidió uno de los dos soldados que abrieron la celda. 

El hombre, se levantó y con la cabeza abajo, caminó hacia la puerta lentamente, ya cuando estaba a punto de salir, de forma inesperada sacó un cuchillo que estaba muy bien escondido en su ropa —en la parte trasera de su pantalón— y como un rayo apuñaló a los 2 soldados que estaban a su costado, y rápidamente corrió a esconderse detrás de una casa. 

Un grupo de soldados que estaban cerca se dieron cuenta de lo sucedido, y rápidamente fueron a auxiliar a sus compañeros, pero las puñaladas habían sido certeras, los soldados ya estaban agonizando.

— ¡Maldito sal de ahí! ¡Estamos armados!... No hagas más difíciles las cosas — le advirtieron furiosos. 

Ellos se aproximaron con cautela hacia el lugar donde se escondió su prisionero, pero escucharon un ruido extraño y cuando vieron detrás de la casa, se sorprendieron, él había conseguido una lámina de acero de gran grosor, la cual lo cubría perfectamente de pies a cabeza. El hombre mantenía guardado el cuchillo en un bolsillo y adicionalmente, había conseguido una gran varilla de hierro.

—¡Disparémosle! — Gritó uno de los soldados, y así lo hicieron, pero para su sorpresa las balas no traspasaban aquella lámina, solo la hacían retumbar, pero nada más.  

— ¡¿Ahora qué hacemos?! — Cuestionó con desespero un soldado. 

En esa pequeña brecha de desconcentración del grupo de soldados, el prisionero aprovechó y corriendo hacia ellos, golpeó a 3 con la varilla en la cabeza dejándolos inconscientes. Un soldado le disparo, pero al estar muy cerca la bala le rebotó hiriéndose así mismo, el hombre rápidamente sacó su cuchillo y se aseguró que murieran, dando cortes precisos y mortales, además, aprovechó para quitarles 2 de las armas que ellos tenían.

« Aunque nunca he utilizado una cosa de estas, si he visto como las usan » pensó el prisionero sujetando las armas.

El capitán 1 estaba ocupado hablando con un soldado, pero al escuchar los disparos se aproximó al lugar para ver qué ocurría. Al llegar y ver lo sucedido, se enojó considerablemente

—¿Qué están haciendo, ineptos?, ¿cómo lo dejaron escapar? — Les recriminó con una potente voz. 

Los soldados lo miraron con terror, y no fueron capaces de responderle.

—¡Como sea! Rodéenlo, solo puede proteger una parte de su cuerpo, la otra esta al descubierto, ¡háganlo ahora!, no les ayudaré, deben demostrar que merecen ser mis soldados — indicó furioso el C1.  

—¡Sí señor! — Respondieron al unísono llenos de valor. 

Entre 8 soldados lo rodearon rápidamente, el prisionero giraba poco a poco en su mismo puesto, vigilando que no se acercaran. Unos soldados al ver que no tenía intención de disparar, trataron de acercarse por detrás, pero el prisionero sin dar previo aviso, soltó la varilla y mandó hacia atrás su brazo y disparó indiscriminadamente una gran cantidad de veces, matando a 4 soldados más. 

—¡¿Maldito, cómo te atreves?! ¡Te vamos a matar! — Sentenciaron con mucha impotencia los soldados que estaban frente a él.  

—¡No lo maten! ¡Debe ser enviado con vida al planeta Catten! — Les recordó el C1.

Ellos se detuvieron de inmediato y nuevamente el prisionero tomó provecho de esa oportunidad para dispararles rápidamente a los soldados, sacando su mano por un lado de la lámina, sumando otros 5 muertos.

Los soldados no soportaban más el ver como mataban a sus compañeros.

—¡No aguanto más! ¡Voy a matarlo! — Aseguró un soldado, mientras sacaba un pequeño objeto redondo, el cual era un tipo de bomba.

—¡Yo lo detendré! — En eso llegó el C1 y lo detuvo sujetándole la mano. 

El capitán abrió la palma de su mano, por donde salió una planta de espinas, que a gran velocidad se fue extendiendo por el piso, hasta llegar por detrás del prisionero.

—¡Oh no! — Murmuró el hombre, quien intentó dispararle al capitán, pero la planta de espinas se enrolló en una de sus piernas y lo jaló, haciéndolo caer, lo que hizo que botara las 2 armas, la varilla de hierro y la lámina de acero. Luego, arrastrándolo por medio de la enredadera de espinas lo trajo hacía él. 

—Ya has hecho mucho alboroto, lograste eliminar a 15 de mis soldados, pero es hora de mandarte con el capitán supremo — le informó el capitán con gran molestia por el desorden que había causado. 

— ¡No permitiré que ustedes hagan conmigo lo que quieran! ¡Prefiero morir aquí y ahora! —ágilmente, tomó de su bolsillo lo único que aún le quedaba, es decir, el cuchillo y lo enterró en su pecho ferozmente.

—¡No idiota! ¡¿Cómo fuiste capaz?! — El capitán corrió hacia él, intentando frenar el derrame de sangre, que como un manantial no dejaba de brotar. No había nada que hacer, ya no respiraba.

— ¡¿Ahora qué le diré al capitán supremo?!— El capitán bufó enfurecido. Luego, fijó su mirada con rabia en el grupo de soldados —¡realmente son muy inútiles! 

Ellos inclinaron su rostro y se disculparon con una expresión de miedo y vergüenza.

Así, sin siquiera saber su nombre, los pocos sobrevivientes que se escondían en los lugares más recónditos de la ciudad y que de casualidad lograron ver tal enfrentamiento o se enteraron de alguna manera del impactante suceso, sintieron como si esto les hubiera dado una fuerza momentánea para seguir resistiendo; la valentía de aquel hombre les hacía pensar que aún no era tiempo para rendirse, que de alguna forma debían luchar hasta el final, tal y como él lo hizo... 

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