Capítulo 39: "Lazos de amistad"
Pasaban los segundos, los minutos, y nada que Sotmi aparecía en el punto de encuentro, razón por la cual Daine se cansó de seguir esperando de brazos cruzados y se devolvió a toda prisa sobre uno de los caballos, con miles de emociones que danzaban en su interior al imaginarse diversas situaciones de lo que podría haberle pasado a su amigo, que a este punto ya era más que como un hermano.
Ninguno de los gritos de su hermana, de Fainder o de Naely, hicieron que el joven no emprendiera dicho recorrido. Pero al poco rato, el grupo restante vio que el caballo en el que andaba Sotmi, había regresado sin su jinete, aumentando la incertidumbre. Naely no lo pensó más y subiéndose en el equino recién llegado, se fue tras Daine. Dejando atrás a la rubia y al castaño, quienes no sabían qué hacer..
«Sotmi, Sotmi, ¡Sotmi!, tienes que estar bien, por favor...» era lo que Daine deseaba con una fuerza desesperada.
Sin embargo, a pesar de que cabalgaba con gran rapidez y miraba por todos lados no conseguía encontrarlo. Una vez llegó al punto en donde se habían visto por última vez, vio como el fuego consumía lentamente la vegetación, dejando sola ceniza y humareda.
«Mierda... Se ha quemado mucho terreno y eso que estas tierras no están en verano como tal... Espero y no se expanda demasiado» se sentía mal por el daño ambiental producto del plan que habían diseñado de emergencia para poder escapar de aquellas monstruosas serpientes.
Con cada segundo que pasaba sin encontrar al médico, su angustia se incrementaba como un volcán a punto de erupcionar, tanto que comenzó a gritar con desespero, ya no le importaba si la capitana aún se encontraba cerca o si las serpientes restantes lo podían escuchar.
—¡Sotmi! ¡Respóndeme! ¡Por favor! —gritaba como loco —¡Sotmi! ¡¿Dónde estás?! —continuaba sin parar.
En eso pudo escuchar un galopeo y por un pequeño instante su corazón se alegró, pensando que se trataba de él, pero al girarse descubrió que era Naely.
—¡¿Te puedes callar?! —fue lo primero que le dijo la pelinegra, con una voz agitada y con el ceño fruncido.
—Na-Naely, ¿qué haces acá? —preguntó sorprendido.
—¡De paseo! —comentó sarcástica —¿no es obvio, idiota?
—Ah, si, disculpa... —replicó inclinando su cabeza —Sotmi... Sotmi no aparece por ningún lado... Temo que algo malo le pasó...
Naely, sin decir nada, se bajó del caballo y caminó hasta unos arbustos, en donde vio algo que llamó su atención.
—Mira —le indicó a Daine —esta es una de las flechas del arco de Yirene, mismo con el que Sotmi se quedó para defenderse si algo salía mal.
El joven de mechones morados abrió enormemente los ojos al darse cuenta de esa detalle.
—¡Es verdad! ¡Y está manchada de un extraño color negro! ¡Él tuvo que enfrentarse a esos reptiles! ¡Debe estar cerca! —comentó con ánimo.
—Sí, pero por lo que veo, la serpiente gigante ya no está aquí, de lo contrario ya la hubiésemos notado, al igual que a la capitana, con tus gritos ya nos habría encontrado —analizó la espadachina.
Daine procesó sus palabras, y encontró que tenía sentido lo que ella decía, ¿pero entonces dónde estaba su amigo?
—No creo que se hayan llevado a Sotmi, pues según lo que nos dijo el capitán 2, él no es a quien buscan, por lo tanto no tendría sentido que lo capturaran... —Naely comentó pensativa—. Y si no está capturado, debe estar en alguna parte del bosque... Sea vivo o muerto —añadió.
Daine siguió dando vueltas sobre su caballo, tratando de encontrar alguna pista que le indicara el paradero del joven médico. Pasaron unos minutos hasta que al acercarse al precipicio logró ver un pedazo de camisa colgando de una rama, aumentando rápidamente su ritmo cardiaco.
—¡Naely, mira esto! ¡Eso pertenece a la ropa de Sotmi! —le comunicó a la chica, que estaba a unos metros de él.
Ella de inmediato se acercó tomando las riendas del caballo y se hizo junto a Daine. Efectivamente ese pedazo de trapo que observaban se trataba de la ropa que tenía el médico ese día.
—Sí, pero eso quiere decir que... ¿Se lanzó por esta sima? —interrogó la espadachina con perplejidad en su mirada.
Daine, con tan solo imaginar ese escenario, se bajó del caballo con la intención de lanzarse por ese mismo lugar, pero al instante en que tocó la tierra su cuerpo le recordó lo herido que estaba, derrumbándose de inmediato.
—¿Es que eres idiota o te haces? —le cuestionó la joven —¿con las heridas que tienes piensas lanzarte por ahí? ¿Cómo crees que vas a quedar si lo haces? ¡Claro, si es que sales con vida de tremenda estupidez! —en su voz se sentía el enojo que le provocaba los impulsos desmedidos que solían darle a Daine.
—¡Pero, pero... Pero si Sotmi se lanzó por aquí tenemos que seguir este rastro para encontrarlo! —protestó, levantándose del frío suelo.
—¡Sí, pero si hacemos eso, quedaremos más heridos de lo que ya estamos y no podremos ayudarlo! —le replicó —lo mejor será, bajar dando la vuelta por el terreno llano sobre los caballos, hasta llegar a la orilla del río —propuso.
—Eso supondrá más tiempo... Pero creo que no tenemos otra opción... —Daine aceptó la idea de la chica y se subió nuevamente a su caballo, y rápidamente cabalgaron colina abajo.
Cuando finalmente llegaron a la amplia orilla del río, la búsqueda se reanudó. No pasó mucho tiempo para que encontraran más pistas de que Sotmi se encontraba cerca. Un zapato de su compañero se hallaba entre las piedras del río.
—¡Eso es de Sotmi! —confirmó el joven de ojos verdes —¡tal vez este río arriba! —en bien dijo eso, arreó a su caballo con fuerza, haciendo que este se moviera velozmente sobre el sedimento de piedras y tierra que el río arrojaba a sus costados.
Tras andar unos metros más, se encontraron de frente con una horrorosa imagen: dos de las serpientes envolvían el cuerpo de Sotmi, inmovilizando por completo, se veía con múltiples rasguños y peladuras en todo su cuerpo, así como toda su ropa hecha pedazos, parecía estar vivo pero no consciente.
—¡Sotmi! —gritó Daine y sin pensarlo se lanzó del caballo para ir en su rescate, sujetando un cuchillo con fiereza.
No obstante, su hazaña fue interrumpida por una serpiente que salió de imprevisto del agua, enredándose en uno de sus pies, haciéndolo tropezar y golpear en la frente contra una roca. Su lamento resonó con gran eco por todo el lugar. Pero esto solo hizo que su furia incrementara y atacó con el filoso cuchillo al reptil, hiriéndolo profundamente cerca de su cabeza.
—¡Muere, maldito bicho de los mil demonios! —le encestó otras cinco cuchilladas más, desgarrando por completo el cuello del animal, y con sorpresa veía como vertía de su interior un liquido negro muy espeso, a lo que él imaginó que seria la sangre. Segundos después, el cuerpo se comenzó a desintegrar.
Se acercó más al médico y con todas sus fuerzas trataba de quitar de encima a una de las serpientes de dos metros que enroscaban a su querido amigo, mas estos animales eran muy pesados y poseían una fuerza tremenda, impidiéndoselo.
—¡Basuras, suéltenlo! ¡Las mata...! —sus movimientos y habla fueron interrumpidos al ser sujetado por otra serpiente que emergió de entre la tierra y rocas. En menos de 10 segundos, el reptil ya recorría todo el cuerpo de Daine, impidiendo que hiciera cualquier cosa.
Naely no se limitó a observar y montando a caballo decapitó con su espada a una de las serpientes que inmovilizaban a Sotmi, quitándole un gran peso de encima y permitiendo que él pudiera respirar mejor, aunque para ese punto ya su rostro se veía con un preocupante tono morado.
La espadachina se disponía a atacar a la serpiente restante que sometía al joven médico, cuando sin preverlo una quinta serpiente se hizo presente atrás de una enorme roca del río y enroscándose se lanzó por los aires hacia la chica, haciéndola caer del caballo.
—¡Ahg! ¡Duele... Maldición! —balbuceó, y para cuando alzó su mirada ya tenía la gran mandíbula del reptil en sus narices, y si no se hubiese movido con agilidad, el mordisco le habría deformado la cara.
Haciendo uso de sus buenos movimientos, la pelinegra agarró su espada y arremetió contra el animal, pero este había detenido el ataque sujetando una piedra con su boca, logrando que la filosa hoja chocara contra esta. Naely se admiró de la inteligencia que demostraba el reptil, quedándose helada por un instante, acción que fue aprovechada por la creación de la C5 para enroscarse en una pierna y brazo de la chica, derribándola nuevamente.
—¡Suéltame, bicho asqueroso! —bramaba con rabia, y con su mano libre intentó maniobrar su espada para herirla en la cabeza, sin embargo, el temible animal la detuvo con su dentadura, y así comenzó un forcejeo por liberar su arma de aquellas fuertes mandíbulas.
Ante los ojos de Daine se encontraban sufriendo dos de sus amigos, dos de las personas con las que él había pasado por muchas cosas durante su lucha por sobrevivir, dos personas que ya hacían parte de su circulo más intimo, y no podía hacer nada por ayudarlos... Su fuerza no era suficiente para librarse de aquel potente agarre que el reptil ejercía sobre él.
Aun así, una flama de furia se encendió en su interior al solo pensar que ellos podrían morir frente a él... No soportaría una pérdida más, ya había perdido mucho desde que llegó el capitán número 1: su casa, su estudio, sus conocidos, Seck, su tranquilidad y lo más duro... Sus sueños, prácticamente solo vivía el día a día tratando se sobrevivir y de vengarse por lo que aquellos seres habían hecho en su región.
El lazo que había formado con Sotmi y Naely, a pesar de no conocerlos de toda la vida, era muy fuerte y no podría vivir sabiendo que murieron frente a él...
Es así, que una vez más, algo se activó dentro de Daine; sus ojos verdes parecieron cambiar de tonalidad a un azul oscuro y una fuerza tremenda se manifestó en sus brazos.
—¡¡Déjenlos en paz!! ¡¡No permitiré que les hagan daño!! ¡¡Primero tendrán que matarme!! —con una furia desmedida, logró sacar sus brazos de la gran presión que ejercía el reptil y con sus manos empezó a apretar el grueso cuerpo del animal. Sus venas se marcaban con notoriedad y tras unos segundos de esfuerzo, el cuerpo de la serpiente explotó, salpicando su rostro de aquel liquido negro que las conformaban.
Las serpilants restantes, parecieron inquietarse por tal suceso, tanto así, que se buscaron con los ojos, expresando asombro, sí, ¡asombro era lo que se leía en los rostros de los reptiles!
Daine no perdió el tiempo y agarrando una piedra que fácilmente sobrepasaba los cien kilos, la lanzó contra la cabeza del reptil que envolvió a Naely, explotándosela en mil pedazos. Luego, se volvió hacia Sotmi y con un puño le quitó la cabeza a la última serpiente, liberando por fin a su amigo.
—¡Sotmi! ¡¿Estás bien?! ¡Sotmi! —el joven Lish envolvió en sus brazos al pelinegro, esperando que reaccionara.
Y aunque Daine no se había dado cuenta de nada, sus ojos que habían cambiado de color momentáneamente, ya habían vuelto a su normalidad, a su verde claro resplandeciente.
Naely, de nuevo, era testigo de otra acción por parte de Daine que la dejaba con la boca abierta... Cada vez más reforzaba la idea de que él no era un chico común y corriente, tenía algo especial, algo que nadie, ni siquiera él sabía.
A los pocos minutos, Daine se desmayó, quedando junto a Sotmi en un estado de inconsciencia.
—¡Lo que me faltaba! —exclamó la pelinegra, preguntándose cómo lidiaría con esos dos.
Para su suerte, Yirene y Fainder, media hora más tarde pudieron encontrarlos, brindándoles ayuda. Primero se aseguraron que los dos chicos tuviesen signos vitales y después buscaron un lugar en donde descansar y pasar la noche, puesto que la luz del sol ya estaba desapareciendo y no seria buena idea avanzar en la oscuridad en medio del bosque con dos de sus miembros en estado de inconsciencia.
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