Capitulo 38: "Retador"
Laikemen, el misterioso individuo que hacía poco llegó al planeta junto a dos mujeres —sus hermanas—, volaba por los cielos a una gran velocidad, compartiendo con las aves las hermosas vistas que ofrecía el paisaje: exuberantes montañas verdes se alzaban ante él llenas de vida y color, lagos cristalinos reflejaban su presencia cual espejo al pasar sobre estos y diversos animales de todos los tamaños y colores elevaban su cabeza al escucharlo pasar como una fuerte ráfaga de viento.
Ciertamente, esta panorámica le resultaba muy agradable a sus ojos y mientras se dirigía a su destino con prisa, una leve, pero sincera sonrisa de labios cerrados se retrataba en su rostro.
Sin embargo, su estado de ánimo se alteró una vez llegó a la ciudad que buscaba, transformando su semblante en uno serio y expectante ante cualquier movimiento que percibiera.
Había llegado a Llermmy, una de las desafortunadas ciudades en donde los capitanes ya habían dejado su huella de sangre y destrucción.
Laikemen sacudió su alborotada cabellera y miró desde los aires la urbe, y sintió una gran impresión al ver la titánica serpiente que la envolvía, tanto que su garganta parecía apretarse; nunca imaginó que el poder la C5 fuera tan grande como para hacer tal cosa. Aun así, no dejó que tal cosa lo detuviera y descendió de los cielos hasta situarse encima de una parte del enorme cuerpo del reptil.
«Después de todo, la ubicación si era real, la subcomandante nos sigue siendo fiel...» fue lo primero en que pensó al dar con la ciudad con éxito «aquí está la número 5... Es hora de ponerme a prueba» se dijo a sí mismo con contundencia.
El extraño hombre apretó sus manos y con gran fuerza lanzó dos puñetazos al cuerpo del reptil, y enseguida una gran flama se manifestó en sus manos, prendiéndole fuego al animal en esa zona.
Pero Laikemen vio que cuando la flama se extinguió su ataque no tuvo ningún efecto sobre la colosal serpiente, por lo que pensaba en volver a arremeter con mayor poder, pero entonces, se fijó que algunas personas lo estaban observando desde las ventanas de las casas; podía ver el miedo que recorría sus rostros y entendió que lo que hacía los asustaba, por lo tanto dejó de hacerlo y descendió de la serpiente hasta tocar tierra.
—No tienen que temerme, yo no les haré daño —les informó con una voz serena y sincera. Aun así, las personas no decían nada, solo se escondían un poco más, pero no por completo, la curiosidad les ganaba, querían saber; ¿quién era ese hombre tan extraño? ¿Sería otro capitán malévolo? ¿Pero por qué? Si ya tenían a la capitana número 5 que los tenía encerrados como ganado, no lo entendían.
Laikemen observó a su alrededor y se dio cuenta del desastre en que la capitana los tenía sumidos; cadáveres de hombres reposaban sobre las calles, las puertas y ventanas de muchas casas estaban rotas, la suciedad abundaba como una plaga y el olor a muerte y repugnancia era inmediatamente perceptible.
—Esa maldita Serpynt... —susurró.
Él misterioso sujeto se masajeó su cabello verdoso mientras pensaba en cómo proceder, y fue en ese momento que la guardia de la capitana lo encontró.
—¡Hey! ¿Quién eres tú? —preguntó con extrañeza uno de los soldados que conformaba un pequeño escuadrón de 10 hombres.
El joven les dedicó una mirada afilada a estos individuos, en ella se podía leer odio y desprecio.
—Ya llegó la basura a darme la bienvenida... Bien, creo que tomaré algo de entretenimiento antes del plato principal —mencionó sin apartar la mirada del grupo.
—Por sus características no parece ser humano... O al menos no uno normal —afirmó otro soldado, viendo la cabellera verde de aquel hombre, más las orejas largas y puntiagudas que tenía, en adición de unas llamativas manchas negras que adornaban gran parte de sus brazos.
—Hace poco vi llamas sobre la creación de la señorita, ¿acaso este sujeto fue el responsable de eso? ¡¿Tiene touzer?! —preguntó otro soldado con cierta sorpresa en sus palabras.
—Si eso es así, ¿no sería el primero en tenerlo de todos los humanos que hemos visto? ¿Acaso será el sujeto a quien buscamos? —intervino otro del escuadrón.
—Pero las características físicas no coinciden, no tiene ni cabello gris con mechones morados, sus ojos son negros y tampoco tiene anillos en sus manos... ¿Quién demonios es? —volvió a interrogar el soldado que habló primero.
—¿Dónde se encuentra la capitana 5? ¡Necesito verla! —Exigió con dureza en su voz el enigmático hombre.
Los soldados se miraron entre si con rareza, ¿por que ese sujeto que nunca habían visto buscaba a su capitana? ¿Qué tramaba?
—Repito ¡¿Quién eres?! ¡¿Por qué buscas a la capitana? —Exigió respuesta uno de los soldados.
—¡Soy Laikemen, y seré el que acabe con su querida capitana de mierda, y claro, con ustedes también! —sentenció con furia, como si solo oír y hablar sobre ella le hiciera hervir la sangre.
El escuadrón al escucharlo soltó una tremenda carcajada al unísono, espantando aún más a las personas que se encontraban viendo tal escena desde sus casas y escondites.
—¿Un aparecido como tú, piensa ganarle a la capitana de rango 5? ¡Qué iluso! —se mofaban en su cara.
—Así es, un aparecido como yo, acabaré con todos ustedes, ¡y así lo haré! —tras terminar esa oración, el hombre tocó el suelo con una mano y de repente un arco de fuego apareció encerrando al escuadrón de soldados y con una fuerza letal los quemó hasta reducirlos a cenizas. Ellos no pudieron hacer nada más que gritar del dolor y agonía, sus armas y escudos no les sirvieron de nada en ese momento.
Las personas estaban impactadas, no daban crédito a lo que sus ojos veían, ¿alguien estaba luchando contra los soldados de aquella capitana? ¿Ese hombre estaba de su parte? ¿Quién era?
«Me deje llevar por el momento y acabe con todos... Necesito saber dónde está la C5, la forma más fácil de hallarla sería buscarla en su nave espacial pero no la veo por ninguna parte, debe estar en modo invisible» pensaba, frunciendo el ceño, al darse cuanta que tendría que buscar a más soldados para sacarles esa información.
—La ca-capitana número 5 se en-ncuentra en el centro de la ciudad... E-exactamente en el parque central, ahí es donde tiene encerrados a los hombres de la ci-ciudad... —sin previo aviso, una mujer habló entrecortadamente. Aunque tenía miedo de hacerlo, le dijo la información al oír que él quería acabar con la capitana y además, al ver cómo eliminó sin pensarlo dos veces a ese grupo de soldados, la terminó de convencer en hacer tal acto.
Las demás personas que estaban en el lugar, que por cierto eran solo mujeres y niños, estaban al pendiente de lo que haría ese hombre al saber ese dato, ¿realmente mataría a la capitana? ¿O solo sería una mentira? ¿Se habían expuesto al entablar una conversación con ese individuo? Eran las preguntas que rondaban por sus mentes.
—Gracias... —Laikemen comentó sorprendido al ver que le habían dado la información sin siquiera pedírsela directamente, debían estar muy desesperados de librarse de ella para hacer algo así—. Les prometo que acabaré con ella y ustedes podrán recuperar su libertad, pero por ahora deben mantenerse escondidos, tal y como lo hacen, ¡nos vemos!
La gente estaba atónita, debían estar soñando, claro que sí, ¿un ser con poderes, como los capitanes, iba a pelear por ellos? ¿Era real eso? Por el momento solo podían esperar y desear que así fuera, no les importaba quién era ese hombre, con que eliminara a ese demonio de sus vidas era más que suficiente.
El joven de verde cabellera volvió a volar en dirección al centro de la ciudad. La gente que lo veía pasar quedaba con la boca abierta, que alguien pudiera hacer tal cosa era tan sorprendente que llegaba a ser aterrador.
Los soldados de la capitana que resguardaban el centro de operaciones y la nave espacial, la cual estaba en modo invisible, vieron a dicho sujeto posarse sobre la nada a varios metros sobre ellos. Por lo que de inmediato apuntaron sus armas a él.
—¡Identifícate ahora mismo! —solicitó un soldado.
Pero en vez de seguir dicha indicación, el hombre formó en una de sus manos una pequeña bola de fuego y ante la mirada de consternación de los soldados, la lanzó hacia el parque, en una zona que se veía extrañamente desolada. Así, Laikemen comprobó que ahí se encontraba la nave espacial, ya que su fuego fue repelido por una onda de energía.
—Conque ahí está... —susurró.
Los soldados, se habían quedado helados; un sujeto con poderes, así como los capitanes, acababa de aparecer ante sus ojos y no tenían la más mínima idea de quién se trataba.
—¡Si no respondes, dispararemos! ¿Quién eres? —insistió un soldado.
—Seré el que acabe con ustedes y con su capitana, ¿contentos?
Los soldados intercambiaron miradas que denotaban confusión.
—¿Y quién es aquel que osa acabar con la capitana número 5? —Preguntó el líder del ejército, saliendo de una casa cercana.
Laikemen lo observó con detenimiento y se percató que él era la mano derecha de la C5, lo pudo reconocer gracias a su cabello blanco y piel violeta.
—¡Tú, líder del escuadrón, dime ¿dónde está la capitana?!
—La señorita no tiene tiempo de atenderlo ahora mismo, así que retírese —pidió Saído, mostrando un semblante tranquilo.
—¡No lo haré hasta que ella aparezca! Y si no lo hace pronto, primero acabaré con ustedes...
—¿Qué buscas exactamente? Y cuando pregunto esto, quiero una respuesta coherente, no idioteces como querer derrotar a la capitana —habló Saído nuevamente, clavando sus ojos en aquel sujeto.
—¿Qué busco?... Quiero muchas cosas en realidad, pero tal vez lo que más deseo es venganza y ver caer al capitán supremo —contestó con un aire de sinceridad.
Esa respuesta fue como una bomba en el interior de los soldados, a algunos les pareció tan irreal que las risas de burla se dejaron escapar, irritando a Laikemen.
—¡Aunque suene imposible, sí lo lograremos! —dictaminó con rabia, bajando a la superficie —¡y un primer paso para lograrlo es acabar con los capitanes, y la número 5 es mi primer objetivo! —agregó apretando sus manos, a la vez que una capa de touzer de color naranja lo cubría.
—¡Debes estar muy demente y estúpido como para querer derrotar al capitán supremo! ¡No existe nadie en este universo que pueda hacerlo, ni siquiera los demás capitanes! —respondió alterado el líder del ejército —¡y desde luego, tampoco podrás hacer nada en contra de la capitana, no por nada tiene el número 5!
Los soldados apuntaron todas sus armas a Laikemen y a una señal de su líder dispararon decenas de veces, con rabia mezclada en cada disparo. En un segundo todo el lugar se llenó de polvo y destrucción. Iniciando de este modo un enfrentamiento entre el ejército de la C5 y aquel extraño hombre que retaba con seguridad a los capitanes, ¿pero en realidad tenía alguna oportunidad contra ellos?
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Afueras de Derec
El plan para contener la avanzada de la capitana número 5 ya se había puesto en marcha. Sotmi aguardaba tras los arbustos y grandes árboles al inicio del bosque para encender en cualquier momento la pólvora. Todas las serpientes ya habían llegado al lugar indicado, incluida la gran serpiente en donde se movilizaba la capitana.
El médico veía con intriga que todos los reptiles se habían detenido abruptamente al detectar la pólvora en la zona; se veían inquietas, alzando la cabeza y sacando su lengua bífida para no perder los rastros de sus presas, lo cual se estaba viendo interrumpido por el olor molesto de la pólvora.
«Lo que pensaba era cierto, el solo olor de la pólvora puede ser suficiente para entorpecer su olfato, así ganaremos algo de tiempo» analizaba Sotmi con esperanza en su corazón.
La capitana se percató que algo habían arrojado en la superficie que detenía el paso de sus serpilants, por lo tanto, hizo que el reptil más grande olfateara el rastro, y es así que este, por medio de su lengua dividida en tres partes, olfateó el lugar, reencontrando de forma más fácil el rastro de los jóvenes, sobre todo el del médico, debido a su proximidad.
—¡Vamos mis serpilants, adelante están los humanos que buscamos! —señaló la capitana con su dedo índice derecho.
De inmediato, los reptiles parecieron ignorar el olor molesto que había perturbado su fino olfato y retomaron su postura para seguir con su trayecto. La gran serpiente les transmitió la información que había obtenido.
«No puede ser, van a pasar. Es el momento de prender el fuego»
Sotmi, al ver que los reptiles se disponían a sobrepasar el terreno en donde estaba dispuesta la pólvora, chocó las 2 piedras de pedernal, consiguiendo unas cuantas chispas con las que creó fuego sobre unas hojas de papel que estaban amarradas sobre la punta de una flecha y enseguida la disparó por medio de los arbustos, prendiendo en un dos por tres la pólvora, creando una fuerte explosión, humareda y llamarada en la zona.
—¡¿Qué demonios?! —exclamó la C5 anonadada.
Sotmi no esperó a ver la reacción de las serpientes ni de la capitana, por lo que subió inmediatamente a su caballo, emprendiendo la huida a toda velocidad por medio del frondoso bosque. La adrenalina recorría todo su cuerpo como pocas veces lo había hecho, su vida y la de sus amigos dependía de que tan efectivo resultase su plan.
«Este olor es similar al que utilizan para los cañones.. Se llama pólvora, si no estoy mal... Que olor para desagradable» pensaba la capitana, tapándose la nariz «pero si creen que con eso me van a detener se equivocan»
Teniendo una barrera de fuego que se alzaba ante ella y sus serpientes, y que con rapidez consumía hojas, pasto y hasta árboles, la número 5 hizo que el gran reptil en donde ella estaba, envolviera en su cola a las serpientes pequeñas y que con gran fuerza las lanzara por los cielos, sobrepasando así las llamaradas que impedían su paso.
Por su parte, la gran serpiente se enroscó en dos de los árboles más grandes y utilizándolos como una catapulta, se lanzó por los aires, logrando superar el fuego por pocos centímetros.
—¡Humanos, miren lo fácil que fue sortear su plan! ¡Se que están cerca y en menos de un parpadeo los encontraré nuevamente! —afirmó la C5 con un gran grito.
Sotmi, que iba a toda velocidad sobre el caballo, sorteando todos los obstáculos del bosque como eran árboles, ramas, piedras, huecos, espinas y demás, pudo escuchar las palabras de la capitana. Esto provocó que apresurara más el ritmo de caballo.
La capitana volvió a concentrarse para a través de sus serpientes encontrar otra vez el rastro de los jóvenes. Le estaba costando un poco más de lo normal debido al olor intenso de la pólvora y de toda la naturaleza que se estaba quemando a su alrededor. Pero tras intentarlo por unos cuantos minutos, lo logró, sin embargo, solo pudo detectar a Sotmi, quien con rapidez se alejaba cada vez más y más.
La gran serpiente volvió a utilizar la técnica de lanzar por los aires a las demás con una increíble fuerza, haciendo que estas cayeran en varias partes del bosque, sobre los imponentes árboles, acortando rápidamente la distancia que les había sacado el médico.
—¡Vamos mis serpilants! ¡Estamos muy cerca!
Sotmi no bajaba la velocidad hasta que vio que una sombra lo seguía por lo alto de los árboles, razón por la cual alzó su mirada por un segundo, viendo con espanto que una de las serpientes lo seguía pasando de árbol en árbol, con una habilidad tan sorprendente como la de un simio.
—¡Mierda! —Sotmi, en un intento de acelerar aún más el paso del caballo, hizo que este se asustara y se estrellara contra una rama, haciendo desequilibrar al médico, quedando colgando de la silla de montar de una sola mano.
—¡Agh...! ¡Tranquilo! —intentaba calmar al animal, mientras sus piernas se golpeaban con todo lo que se encontraba en el salvaje camino boscoso.
Pero todo empeoró aún más cuando desde arriba se lanzó la serpiente, enrollando el cuello del caballo, derribándolo por completo. Sotmi quedó en el suelo, muy golpeado y estropeado. Sin embargo, tuvo que reaccionar rápido y levantarse y recoger uno de sus cuchillos y atacar al reptil que seguía inmovilizando al caballo.
—¡Suéltalo, desgraciada! —con el arma blanca le hizo varios cortes de gran profundidad al reptil, evitando que este mordiera a su caballo. Finalmente, después de tanto daño recibido el exótico animal se desintegró.
Sotmi quería seguir en su huida, pero el equino todavía se mostraba muy asustadizo y se rehusaba a dejarse montar.
—¡Por favor! ¡Necesito que cooperes, o de lo contrario no solo yo moriré también tú! —le hablaba con desespero.
Fue en ese momento en el que vio que más serpientes llegaban por la tierra y por las ramas de los árboles, eran cinco en total.
—¡No! ¡Denme un respiro, por favor! —expresó con frustración y cansancio.
De inmediato agarró el arco y disparó varias flechas, logrando acertar en 2 de los reptiles, pero no fue suficiente para eliminarlas, por lo cual volvió a crear más fuego con las piedras sobre unas hojas secas y con ello lanzó más flechas con fuego en la punta, pero solo le dio a una. Y sin darse cuenta, poco a poco fue rodeado por completo, sus ataques no estaban siendo efectivos.
—Bien, queridas víboras extraterrestres, creo que he perdido... —comentó con gracia y resignación, sintiendo la imposibilidad de ganarles, no con todo el desgaste que aún arrastraba desde el combate contra el capitán número 2.
Los reptiles solamente lo vigilaban atentamente, manteniendo en alto su cabeza.
Si todo esto era horroroso para Sotmi, lo más perturbador vino cuando observó cómo los árboles se iban ladeando, como provocando un efecto dominó, ¿la razón?, la gran serpiente se paseaba de árbol en árbol haciendo que estos casi se derrumbaran. El equino al ver tremendo animal tan imponente, salió disparado como una bala por todo el bosque, dejando tirado al pobre médico a su merced.
—¡No! ¡Espera! ¡Llévame contigo, eso no se le hace a un amigo! —gritaba como un loco, como si el animal le fuera a entender.
La enorme serpilant, abrió sus mandíbulas y ahí se observó sentada a la capitana, quien miraba a Sotmi con detenimiento y a la vez con cierto desprecio.
—Perfecto, aquí es donde conozco a un nuevo ser lunático... ¡Qué afortunado soy! —dijo en voz alta con sarcasmo, mientras esperaba el accionar de la C5.
—Tú no eres a quien buscamos, pero si sabes dónde está —fueron las palabras de la rubia de ojos rojos asesinos.
Sotmi lo entendió de ipso facto, se refería a Daine. Desafortunadamente, él no podía hacer mucho para detenerla.
—Tus características físicas no coinciden y además, uno de los rastros que identifique inicialmente y que me pareció tan llamativo, no pertenece al tuyo —le comentó la capitana, saliendo de la boca del enorme reptil—. Pero sin duda debes conocerlo y por lo tanto, saber en dónde se escondió.
—Umm, pues qué te digo...La verdad creo que te equivocas, estoy solo, solo con mi caballo, bueno... Ni caballo tengo ahora, porque el muy miedoso se fue al verte llegar en ese monstruoso animal —replicó rascándose la cabeza, disimulando el miedo que lo carcomía.
—¿Ah, te las das de chistoso? ¿Quieres que te saque la información a mi manera? ¡Bien, eso haré!
La número 5 se disponía a poner sus dedos en la cabeza para efectuar una de sus técnicas, cuando recibió una llamada a través del leitter. Ciertamente molesta, contestó, esperando que no fuera por una estupidez el motivo de dicha llamada.
—¿Quién es? ¡Estoy ocupada ahora mismo! —respondió molesta, pero al escuchar de quien y de qué se trataba, algo cambió en ella —¿Saído? ¿Qué? ¡Habla más despacio, no entiendo! —exigió con una expresión facial compuesta entre desconcierto y confusión.
Sotmi, al notar que su atención en él había desaparecido casi que por completo, aprovechó y corrió lo más rápido que pudo y se lanzó por un precipicio, rodando decenas de metros hasta caer a un río. Las serpientes pequeñas no dudaron en seguirle los pasos. Todo eso pasó en tan solo segundos en los cuales la C5 seguía pasmada en el comunicador, tratando de entender qué pasaba en Llermmy.
—¿Un hombre con touzer está atacando la base? ¿Me está buscando? ¡¿No parece humano?! ¡¿Quiere derrotar al capitán supremo? ¡¿Todo esto es cierto?! —inundó de preguntas al líder de su ejército y ante cada una de ellas obtuvo una contestación positiva, dejando en blanco su mente por un instante.
Ahora ella se debatía en si seguir buscando a este grupo de jóvenes en donde había percibido un rastro llamativo, diferente al de cualquier otro individuo, o si abortar esta misión y regresar a la ciudad para darle la cara a ese sujeto que la retaba.
Después de un eterno minuto, tomó una decisión.
—Saído, mantén a raya a ese hombre lo más que puedas, regresaré lo antes posible —le informó apretando sus puños.
La capitana finalizó la llamada, escuchando a través del leitter gritos y disparos que parecían interminables, llenándola de más intriga y furia en su interior.
«No podré terminar como quería esta misión, todo por culpa de un imbécil que no hay ni la menor idea de dónde salió» estaba sumamente molesta «y aunque ese humano que acabo de ver no es a quien buscamos, sin duda nos podría dar una buena información... Pero mi nave, mis soldados y mi base de operaciones está primero por el momento... A ese sujeto que apareció en la ciudad tendré que sacarle toda la información que pueda »
Tomando esta decisión, la número 5 ordenó a las serpientes pequeñas que encontraran a Sotmi y una vez lo hicieran, lo mantuviesen cautivo hasta cuando ella se desocupara, para ello les incrementó el touzer que tenían, dándoles más tiempo de vida. Por otro lado, ella se dirigiría a Llermmy para poner en su sitio a Laikemen, por lo tanto se sumergió en el cuerpo de la gran serpiente y de inmediato el reptil se puso en marcha, moviéndose con rapidez; con sus grandes mandíbulas se abría camino por donde fuera que pasaba, quitando arboles, arbustos, piedras, tierra y cualquier otro objeto que se interpusiera en su camino y le hiciese perder tiempo.
Es así, que ahora la número 5 estaba apunto de embarcarse en un nuevo encuentro en donde debía demostrar su poderío y descubrir de quién se trataba aquel sujeto que osaba con destruir a los capitanes.
Por otra parte, el grupo de Daine esperaba ansioso la aparición de Sotmi, ya que con cada segundo que pasaba sus mentes creaban horribles escenarios imaginando lo peor. No sabían qué hacer, ir en su búsqueda suponía un peligro y arruinar el plan que se había diseñado, pero no hacerlo haría ver su lazo de amistad y lealtad débil y falso.
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