Capítulo 31: "Desesperanza"
—Es igual que el capitán número 1, cuando se ve acorralado hace amenazas sin sentido —comentó Naely tras la afirmación del capitán.
—Te equivocas, yo no tengo esa necesidad. No digo ninguna palabra en falso —declaró el C2.
—Ya descubrimos el punto débil de los clones y también el secreto detrás de tu forma de pelear tan perfecta. Prácticamente se te acabaron tus jugadas —expresó Yirene con un aire de confianza.
—Es cierto, pudieron descubrir eso, felicidades —replicó el capitán sin efectuar ninguna expresión —. Descubrir el punto débil de mis clones, si esperaba que lo hicieran en cualquier momento... Después de todo, la probabilidad de que alguno de ustedes acertara por casualidad en el centro de la distribución del touzer, era considerablemente alta —efectuó una pausa observando sus manos.
—¿Touzer? ¿Qué es eso? —Sotmi le cuestionó arqueando una ceja.
El capitán ignoró la pregunta y siguió con lo que estaba diciendo:
—Esos primeros enfrentamientos con mis clones solo eran para medir sus fuerzas y habilidades; ir conociéndolos un poco, saber de que eran capaces. Una vez tuve esa información, me arriesgue a enfrentarlos cara a cara teniendo 2 clones como respaldo... Sorprendentemente fueron descubiertos por su amiga —explicó el número 2 mirando a Yirene —y tal vez en este instante parezca que ya no puedo hacer mayor cosa... Pero lo cierto es que acabaré con esto, aquí y ahora —concluyó con firmeza.
Daine, algo impaciente, dio unos cuantos pasos hacia el capitán.
—¡Ya cállate! ¡Me canse de tanta palabrería! —Empuñando su lanza lo señaló —¡baja del techo ahora mismo, no seas cobarde! ¡Aunque si no lo quieres hacer, te bajaremos a la fuer...! —Fue interrumpido de repente por unas intensas ganas de vomitar, lo cual lo llevó a taparse la boca en un intento de detener lo inevitable.
—¡Daine! —Gritó su hermana —¿Qué te pasa? —Inquirió con inquietud.
Todos quedaron impactados al ver que lo que vomitaba era una especie de sangre muy espesa. Daine se sentía muy débil, era como si en un segundo hubiera perdido todas sus fuerzas sin ninguna explicación.
Sotmi corrió hacia su amigo al ver que este se desvaneció y tendido en el suelo comenzaba a temblar estrepitosamente.
El capitán miraba con gran impresión dicha escena.
«¿Qué demonios está pasando aquí?... ¿Está enfermo?... ¿O será que...?... No entiendo qué está sucediendo. Lo que sí sé, es que tengo que aprovechar este momento» planeó.
El C2 saltó desde el tejado, y amortiguando el impacto con sus pies y manos, fijó su vista en los jóvenes.
—¡Morirán!
Ellos de inmediato voltearon a ver al capitán, mientras que esperaban con impaciencia a que a Daine se le pasara el ataque que estaba padeciendo.
«¿Ahora qué hará ese desgraciado?... Esto no es bueno... Aprovechará que Daine está fuera de combate para atacarnos» analizaba el joven doctor, sosteniendo a Daine de los hombros con sus brazos.
—¡Ejercito de clones! —Entonó con ahínco el número 2, chocando sus manos.
Ninguno de los valientes guerreros tenía palabras ante lo que acababa de hacer el capitán, y es que no era para menos, pues ahora tenían ante sus ojos 120 clones armados; cada uno con una cuchilla, observándolos sin emoción alguna, listos para atacar en cualquier momento.
—N-no es posible... —Yirene dejó escapar sin alientos.
Naely bajó lentamente sus espadas con una mirada perdida. Sus deseos de luchar se fueron desvaneciendo como el vapor.
—Esto es una broma... Tiene que serlo —exclamó sin más.
—¿Cómo lo derrotaremos?... Son demasiados para nosotros —Fainder, desanimado, se dejó caer de rodillas.
—¡Tiene que haber alguna forma! —Pronunció su hermano Reinder con rabia ante esta situación.
—Fue un placer haber peleado con ustedes, pero el tiempo de juego se terminó —dijeron al tiempo todos los cuerpos del C2, partiendo en carrera al grupo, quedándose solamente atrás 10 clones.
—¡¿Qué hacemos?! —Preguntó con prisa Fainder.
—¡No se desesperen! —Sotmi les gritó al tiempo que cargaba a Daine sobre su espalda —¡no nos dejemos separar y corramos lo más lejos que podamos mientras pensamos en algo, no podemos enfrentarlos todos al tiempo! —Les indicó.
Los demás, al no ver más opciones, hacen caso a lo dicho por Sotmi, comenzando a huir velozmente del lugar. Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo, varios clones rodearon al joven médico y sin mediar palabra lo atacaron. Eso sí, lo hicieron con mucho cuidado de no herir a Daine en el acto.
Sotmi, limitado en sus movimientos por estar cuidando a Daine, no podía evadir varios de los golpes, aunque si los más peligrosos,—los de las cuchillas—. A pesar de su intento desesperado por impedir que se acercaran a Daine, los clones lograron arrebatárselo, alejándolo de él.
—¡Daine! —Bramó Sotmi, buscando alguna respuesta de su amigo, pero esta nunca llegó.
Daine, a pesar de que ya no estaba vomitando y había dejado de temblar, ahora parecía haber perdido la conciencia.
Sotmi, en un intento de recuperar a su amigo, se enfrentó a varios clones con un cuchillo y el hacha, logrando deshacerse de al menos unos 5; pero eran demasiados, por lo que tuvo que retroceder y comenzar a escapar del lugar. En eso fue alcanzado por 2 cuchillazos en la espalda, y hubiese recibido más sino fuera por Naely y Yirene que aparecieron, bloqueando las demás cuchillas, y así, entre los 3 se protegieron de los ataques, a la vez que se iban alejando del lugar.
—¿Dónde están los otros 2 chicos? —Preguntó Sotmi por los hermanos.
—No lo sé, nos atacaron tantos clones que nos obligaron a separarnos... Creo que se fueron corriendo por los lados de la iglesia —relató Naely.
—Espero no les pase nada... —Deseó Yirene.
—¡Cuidado! —Advirtió Sotmi abalanzándose sobre las chicas, evitando que unas cuchillas impactaran en ellas. Los 3 cayeron al suelo bruscamente, pero no tuvieron tiempo para quejarse, ya que decenas de clones se acercaban rápidamente.
—¡Vamos, arriba! —La espadachina apresuró a sus compañeros.
Entre las 2 ayudaron a levantar a Sotmi, y buscando un lugar para escapar se fueron por entre un callejón.
Cada vez estaban más cerca las réplicas del capitán que parecían maquinas de la muerte; no sentían, no se cansaban, solo arremetían con violencia.
—Si seguimos así, nos alcanzaran en cualquier momento —avisó Yirene, al mirar que ya estaban a pocos metros de ellos.
—Entremos en alguna casa al doblar la esquina —propuso Sotmi.
Sin dudarlo, al girar en la esquina, Naely de una patada abrió la puerta más cercana de una de las casas, en donde entraron apresuradamente para luego encerrarse en una de las piezas. Los clones al notar que se habían perdido de sus vistas, iniciaron una búsqueda en las casas cercanas.
—¿Qué haremos? No podemos quedarnos aquí escondidos sin ayudar a Daine —Yirene mencionó preocupada en voz baja.
—Lo sé, pero por ahora no podemos hacer mayor cosa... —Respondió pensativa la pelinegra.
Sotmi se asomó por una ventana y divisó a algunos clones cerca de donde estaban.
—No podemos salir sin ser descubiertos, estamos rodeados... Pero creo que podemos intentar algo... —Comentó con incertidumbre.
Ellas lo miraron, esperando a que les comentaran su idea.
—Yo crearé una distracción rompiendo los vidrios de las casas vecinas, para que las 2 puedan salir por el techo y vayan a buscar a Daine. Si alguna copia del capitán las ve, tienen que eliminarlo sin crear demasiado ruido, si son muchos, lo mejor es correr —les comunicó su plan.
Ellas intercambiaron algunas miradas inundadas de dudas, no les parecía la mejor idea.
—Pero... ¿Y tú qué harás? ¿No vendrás con nosotras luego? —Le interrogó la rubia a Sotmi.
Él soltó una risita.
—Tranquila nena, lo importante ahora es rescatar a Daine de las manos del capitán. En mi estado ya no puedo correr tan rápido, así que trataré de distraerlos lo suficiente para que no las encuentren —luego las miró directo a los ojos con una leve sonrisa —si me pasa algo, no miren atrás. No importa, ustedes tienen que seguir adelante y ayudar a Daine... ¿De acuerdo? —Añadió sin dudar de sus palabras.
Las chicas quedaron en silencio. Claramente no querían dejarlo solo, pero no había otra alternativa en el momento, por lo que asintieron a lo ideado.
—Imbécil, si te dejas atrapar te rompo la cara, ¿me oíste? —Le amenazó Naely con un tono raramente amigable.
Él solamente dibujó un sonrisa con sus labios.
Sin más que decir y ante la inminente cercanía de los clones, Sotmi agarró 2 zapatos de aquella habitación deshabitada y buscando el momento adecuado los lanzó contra las ventanas de 2 casas cercanas; estruendo que llamó la atención de los clones que estaban en el lugar. De inmediato, Naely y Yirene comenzaron a quitar cuidadosamente unas tejas de barro del tejado para poder salir: primero lo hizo Naely, quien observó con sigilo a su alrededor, y no viendo peligro, le indicó a su compañera que saliera.
—Procura siempre tener listo el arco para atacar —aconsejo Naely, a lo cual asintió Yirene colocando una flecha en el arco.
Haciendo el menor ruido posible, comenzaron a desplazarse por el techo de las casas. La distracción de Sotmi había funcionado, la mayoría de los clones se estaban concentrando en aquel lugar, lo cual dejaba el camino más fácil a las 2.
—¿Puedes ver dónde tienen a Daine? —Preguntó Yirene a su compañera.
—No... El capitán tuvo que haberse escondido nuevamente en algún lugar junto con tu hermano.
Las 2 siguieron caminando cuidadosamente cuando un clon logró verlas desde una calle cercana.
—¡Maldición! —Susurró Naely.
A pesar de que solo un clon las vio, es como si más lo hubieran hecho, ya que varios pusieron su mirada en el lugar donde estaban.
—¡Corre! —Gritó Naely, quien detuvo el primer ataque de uno de los clones con su espada.
Repentinamente apareció otro clon, que lanzándole su cuchilla la hirió en un brazo.
—¡Maldito enano! —Espetó la pelinegra con enfado, que con sus dos espadas se disponía a hacerles frente.
Pero en eso llegó un tercer clon pretendiendo atacarla por la espalda.
—¡Te tengo! —Pronunció fríamente el pequeño ser.
Cuando Naely se dio cuenta ya no podía hacer nada, así que solo prestó atención a los otros 2 clones, esperando que pasara lo que tuviese que pasar. No obstante, aquel clon no pudo hacerle nada, ya que Yirene desde atrás lo derribó con una flecha en el cuello. Cuando Naely eliminó ágilmente las réplicas, se percató que Yirene había derribado al otro clon, así que de prisa le dio el golpe final.
—¡Vámonos! —Le habló la rubia viendo que se aproximaban más copias del C2.
Al tiempo que el ejército de clones del capitán se encargaban de perseguir al grupo de jóvenes, el cuerpo original había amarrado a Daine de manos y lo mantenía arrodillado sobre el suelo empedrado de una calle, bajo el techo esquinero de una casa.
—¿Qué fue lo que te pasó hace un momento? —Preguntó el número 2, clavando sus agudos ojos en su rostro pálido.
Daine apenas y comenzaba a despertar de aquél suceso. Todo le daba vueltas, no entendía las palabras de ese ser que no podía reconocer. Se sentía tan débil que a duras penas sus ojos se mantenían entre abiertos.
—Umm... Esta medio muerto... Pero parece que no pasará a mayores —murmuró el capitán.
El viento movía los rayos morados de la cabellera de Daine con una serenidad tan magistral que aliviaba su estado, sintiéndose raramente feliz... Y ni siquiera sabia por qué. Bueno, tal vez no lo sabía gracias a que momentáneamente su memoria había quedado en blanco. No recordaba nada.
—Dime, ¿tienes habilidades especiales?, ¿tienes anillos verdes en tu poder?, ¿por que han venido a enfrentarme? —Continuó con sus preguntas, acercándose al joven.
Daine simplemente no podía procesar una sola palabra, pero comenzaba a ver imágenes borrosas de sus amigos en su cabeza. Aun así, no lograba identificarlos.
—Es caso perdido, en ese estado no podrá decirme nada —concluyó el capitán al ver como se encontraba el joven de ojos verdes —para saber algo más de él tendré que dejar vivos a sus amigos, solo un poco más.
De inmediato ordenó mentalmente a sus replicas que ya no asesinaran a los humanos que perseguían, solo que los capturaran.
—Tráiganlo — dijo a los clones que lo escoltaban.
Mientras que las 2 chicas seguían corriendo tratando de encontrar a Daine, Sotmi desde su escondite atacaba a los clones que pasaban cerca o que entraban a la vivienda.
«Algunos dejaron de prestarme atención y se fueron hacia otro lugar, ¿será que las vieron?... Si es de ese modo, tengo que impedir que se les acerquen más» pensó.
Con mucho sigilo se asomó por un hueco de la casa, para tratar de idear algún tipo de plan. De repente, se sorprendió al notar que la estación militar de la ciudad estaba cerca.
«Allá debe haber algo que me sirva... ¿Pero cómo hago para llegar?... Hay 3 en el camino...» Tras pensarlo un poco, decidió ponerse en movimiento. Con su resortera le disparó a los ojos al clon más cercano, dejándolo ciego, lo cual aprovechó para salir y lanzarle el hacha y el cuchillo a los otros 2; dándole a uno en la cabeza y al otro en el pecho. Lo más rápido que pudo corrió hacia ellos y los desapareció haciendo una herida en su punto débil. Lo mismo hizo con el que cegó.
Una vez pudo llegar a la estación militar, observó que había un enorme caos en todo el lugar, incluidos cadáveres de policías tirados por doquier, así como arcos y espadas, pero todas dañadas. Sus ojos se abrieron como platos al ver que también habían unos cañones, pero su ilusión se deshizo cuando notó que todos estaban dañados. Bueno, no todos, en una esquina, debajo de unos cadáveres, existía uno que si estaba en buen estado.
—¡Qué bien! —Festejó quitando los cuerpos del cañón. Después buscó algún elemento con el que pudiese encenderlo. Saber como funcionaba no le sería difícil, puesto que al haber sido un militar en su pasado le facilitaba esa cuestión.
Sotmi se disponía a posicionar el cañón para atacar a un grupo de clones que se encontraban a varios metros, cuando en ese momento a lo lejos vio como apareció la gran nave espacial del capitán.
«¿Qué? Es el aparato que vimos cuando llegamos a la ciudad y que luego desapareció... ¿Por qué apareció ahora?... ¿Será que piensa llevárselo ahí?... No puedo permitirlo»
Sotmi trataba de hallar un camino que le permitiera llegar hasta la nave con el cañón.
«¿Cómo hago? Hay demasiado clones en todos lados... Si hago un disparo para abrir un camino, atraeré a los demás y todo se complicaría...» En tanto su mente ideaba algún plan, observó como las copias del capitán se estaban alejando, dirigiéndose a la nave espacial. Era como si él ya no les importara. Sotmi esperó un poco más, hasta que ya no quedara ninguno cerca.
Con mucho esfuerzo se fue dirigiendo al lugar donde estaba la gigantesca máquina, y junto con él llevaba el cañón, desplazándolo sobre sus ruedas por un callejón. Él trataba de ir lo más rápido que podía pero en sus camino tuvo que hacer muchas pausas; las heridas del combate estaban pasándole factura y además, el cañón ya cargado no era para nada fácil de llevar.
Ya cerca, vio que tenían capturados a Fainder y a Reinder, estaban atados de pies y manos. Igualmente observó a Daine, quien estaba de rodillas y con las manos amarradas, ya parecía estar despierto y recuperado de aquel extraño ataque.
«¿Qué hago?... No me puedo encontrar en un peor escenario, es imposible que pueda rescatar a Daine y a esos 2 chicos... Tal vez podría hacer algo con la ayuda de Yirene y Naely, pero no sé dónde están... Y a pesar de que tengo este cañón, no podré eliminar a todos los clones de un solo disparo... Maldición... ¿Qué hago? ¿Qué hago? ¡¿Qué hago?!» No paraba de darle vueltas al asunto.
—Por favor, sal de una vez. No vale la pena alargar más esto —Sotmi escuchó que todos los clones hablaron al tiempo, clavando sus ojos en el lugar donde estaba escondido.
El joven médico estaba sorprendido, pero no dijo nada, ni un solo centímetro de su cuerpo se movió.
—Sé que estás ahí, y tienes un cañón de los que usan los humanos. Dejemos de jugar a las escondidas —volvieron a decir al unísono.
Unos segundos pasaron, y sin mediar palabra Sotmi salió rápidamente apuntando con la mira del cañón hacia la nave, a la vez que sostenía una piedra de pedernal para hacer fuego con tan solo chocarla con el cañón.
—¡Haré pedazos esa máquina si no sueltan a mis amigos! —Amenazó.
A pesar de su advertencia, los clones soltaron una carcajada.
—No me hagas reír. Primero, ese simple ataque no dañará la nave y segundo, no estás en condiciones para hacer amenazas —replicaron.
Instantes después —desde las casas traseras de Sotmi—, salieran 10 clones, que velozmente se acercaron y lo golpearon, enseguida lo desarmaron y ataron de manos, llevándolo cerca a los hermanos.
—Creo que el juego se terminó... Ah mentiras, aún faltan las 2 mujeres —comentó serenamente el verdadero capitán —¡pero no se preocupen, que ya llegaron! —Informó con frialdad.
Todos giraron sus rostros y vieron con desconcierto y desesperanza que los clones las habían capturado. Las traían atadas de manos; se veían cansadas y con moretones en varias partes de sus cuerpos.
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