Capítulo 25: "La venganza de Sotmi"
Ciudad Derec
Siendo las 6 de la mañana, llegó el momento de dar inicio al ataque. Para realizar la primera parte del plan; que consistía en acabar con el ejército del C2, el grupo se dividió y cada uno se fue rápidamente hacia un lugar diferente, en donde habían instalado las trampas. Justo después de que llegaron a sus respectivas zonas, dispararon una vez hacia el cielo las armas de fuego que le arrebataron a los soldados del C1, esto lo hacen casi al tiempo, pero dejando unos segundos de diferencia para que se pudieran percibir que los disparos venían de diferentes lugares.
Mairmen, quien se encontraba con 4 soldados cerca a la jaulas en donde examinaban e interrogaban a las personas, pudo escuchar con claridad los disparos, pero no solo él, también el resto de los soldados que estaban esparcidos por la ciudad.
«¿Qué fue eso? ¿Acaso fueron disparos? »Se preguntó el líder del ejército muy extrañado, pues en ese momento ya no estaban llevando a cabo ningún enfrentamiento.
De inmediato se comunicó con todos sus soldados por medio del Leiter:
—¿Alguno de ustedes ha disparado? —Preguntó con prisa.
Sin embargo, para sorpresa suya, ninguno de sus soldados admitió haberlo hecho.
—¿Pero entonces quién fue? ¿Alguien está en un combate o enfrentamiento? —Seguía preguntando confundido.
En eso, salió el capitán número 2 de la nave espacial, dirigiéndose a su soldado líder:
—Mairmen, ¿hace un momento lo que oí fueron disparos? —Indagó.
Mairmen se asustó momentáneamente al escucharlo, ya que no lo vio venir.
—Eh... Sí señor, eso parece, lo raro es que no fue ninguno de nuestros soldados... Y es curioso que esos disparos provinieron de 4 partes diferentes —le comentó.
—Qué extraño... Envía a los soldados a que averigüen qué ha pasado, si algún humano fue el responsable deben traerlos con vida, ¿de acuerdo? —Ordenó el capitán —porque hasta donde sé, aquí no tienen ningún arma parecida a las nuestras, y eso sonó idéntico —agregó.
—¡Sí señor, como ordene! —Mairmen se contactó con su ejército —¡necesito que se formen en grupos de a 8 y se dirijan a los 4 lugares en donde se percibieron los disparos! ¡Si encuentran a quienes lo hicieron, tienen que traerlos vivos! —Les informó a sus hombres.
De inmediato, los soldados se organizaron; aquellos que estaban más cerca a los lugares en donde se escucharon dichos disparos, se desplazaron caminando con rapidez, y los que estaban más retirados lo hicieron en las naves voladoras. Durante el camino otra vez escucharon disparos, 2 en cada zona, con un intervalo de alrededor de 5 minutos entre cada uno, lo cual ayudó a que se ubicaran mejor y pudieran llegar con certeza a los 4 sectores desde donde estos se ejecutaban.
Con mucho cuidado comenzaron a buscar por el lugar a los responsables, pero no veían a nadie, hasta que en un momento determinado todos los grupos observaron un arma de los que ellos utilizaban tirada en el piso, al frente de ellos bajo la sombra de los árboles. Con sigilo y apuntando con sus armas hacia adelante; caminaron lentamente hacia la pistola y sin saberlo, los soldados que iban de primeras tropezaron con una cuerda templada en el piso que estaba tapada por las hojas secas de los árboles, la cual los hizo caer de cara contra la tierra enterrándose a la vez varias puntillas, que también estaban ocultas en la maleza. Sucedió tan rápido que no les dio tiempo de activar sus escudos a tiempo.
Los soldados gritaron del dolor asustando a sus demás compañeros, quienes dieron varios pasos a los costados; pisando sin darse cuenta unos huecos que contenían puntillas que traspasaron su calzado y los lastimaron desgarradoramente. Aquellos que no habían alcanzado a ser heridos activaron sus escudos e intentaron ayudar a sus compañeros a levantarse. Miraban por todos lados en búsqueda de su atacante sin éxito.
Aún sin reponerse de las primeras trampas, los jóvenes continuaron con su plan; soltando 2 cuerdas (casi imperceptibles debido a su color que se camuflaba con la naturaleza) que le daban varias vueltas a los árboles y que estaban atadas finalmente a un tronco cerca de ellos, esto hizo que desde la parte alta de los árboles —tras las frondosas ramas—, unos sacos se abrieran arrojando piedras, arena y vidrios sobre los soldados. Fueron pocos los que reaccionaron a tiempo logrando esquivar o cubrirse con los escudos de las peligrosas trampas. Varios perecieron en el acto, otros quedaron gravemente heridos tras los cortes por los vidrios y los fuertes golpes con las piedras y otros tantos fueron cegados por la arena que les nubló la visión.
Los soldados estaban conmocionados por los ataques recibidos y debido a la ira comenzaron a disparar indiscriminadamente por todo el lugar. Por suerte, ningún proyectil impactó a los 4 guerreros que se escondieron muy bien en las diferentes zonas, tras los arbustos y grandes tallos de los árboles. Los pocos soldados en pie se reagruparon, formando un círculo, al tiempo que se cubrían con sus escudos para evitar una nueva arremetida.
Aprovechando que no sabían en donde se encontraban, los jóvenes lanzaron una piedra en cualquier lugar lejos de ellos para crear una distracción y perturbar la atención de los soldados. Hecho esto, velozmente les arrojaron una especie de explosivo casero diseñado con pólvora a los pies —al centro de la formación—, hiriendo a varios gravemente en sus extremidades inferiores y llenando todo el lugar de humo, provocando que la protección que les brindaba sus escudos fuera prácticamente inútil.
Todos los soldados que a este punto seguían con vida, estaban tendidos en el piso retorciéndose del dolor o bien, aturdidos por el ataque sorpresa. Los jóvenes para asegurarse de la muerte de todos sin excepción, velozmente les dieron el último golpe; ya fuera con el arma de fuego, el cuchillo, la espada, la lanza o el arco. Fue de este modo, que individualmente eliminaron a los grupos de soldados que fueron a buscarlos. Ejecutando un plan que les llevó varios días pensar y conseguir todo para su ejecución.
—¡Perfecto, lo logre! —Mencionó Daine al finalizar con éxito su parte del trabajo —espero que los demás también hayan podido hacerlo —deseó.
Luego recargó sus 2 pistolas con la munición de los soldados abatidos y tomando su armamento se fue corriendo hacia el centro de la ciudad. Los demás hicieron lo mismo.
Lo siguiente a realizar era encontrarse en el centro de la ciudad en donde se encontraba la nave espacial del capitán número 2, que gracias a su gran tamaño pudieron divisar el día anterior. Una vez encontraran a su objetivo iniciaría la segunda parte del plan. La más complicada.
«Es impresionante... No hay una sola persona por aquí» pensaba Yirene mientras se desplazaba por las calles.
Daine era el más cercano en llegar al lugar, cuando de repente pudo ver a un grupo de soldados a unas cuadras más adelante, lo que hizo que se escondiera tras una pared.
«Maldición, el capitán no envió a todos sus soldados a buscarnos, aquí se quedaron unos cuantos... Tengo que eliminarlos antes que me descubran y para que los chicos tengan el camino libre» ideó observando de reojo a los sujetos.
Desde la esquina de la pared le disparó a 3 soldados en la espalda y para confundirlos también dio disparos a las ventanas de 2 casas y con rapidez se entró en una vivienda. El grupo de soldados quedaron atónitos al ver caer a sus compañeros sin vida, todo sucedió tan rápido que no entendían en qué momento había pasado.
—¡Capturen a la basura que nos atacó! —Les ordenó Mairmen, quien estando cerca de la nave vio lo sucedido. 3 soldados se fueron tras la pista de Daine, manteniendo siempre activo su escudo y el dedo en el gatillo, preparados para disparar en cualquier momento.
Los demás jóvenes ya estaban bastante cerca del centro de la ciudad cuando en un abrir y cerrar de ojos la gran nave espacial desapareció ante ellos.
«¿Qué demonios acaba de pasar?... Estaba a solo unos 100 metros y ha desaparecido, ¿cómo es posible? »Se preguntaba con asombro Naely.
Sotmi se detuvo en seco al notar que el gran aparato ya no se veía.
«¿Se habrá escapado? »Pensaba. Sin embargo, no pudo darle muchas vueltas al asunto porque 2 soldados aparecieron de repente ante él, de milagro pudo dar vuelta y esconderse tras un muro de los disparos.
«¡Rayos, casi me dan! » Se dijo para sí mismo al sentir la brisa producto de los proyectiles.
—¡Ven, no corras, cobarde! —Le gritó uno de los soldados que se fue acercando por un lado del muro de la casa en donde estaba Sotmi.
El joven médico pensaba irse por el otro costado de la casa, pero notó por una pequeña ranura que el otro soldado se aproximaba en esa dirección. Estando prácticamente rodeado, no tuvo más opción que trepar una viga que sostenía la casa y subir al tejado en el menor tiempo posible. En bien lo hizo, los soldados llegaron en donde él estaba, llevándose la sorpresa de que no había nadie.
—¿Qué se hizo? ¡No pudo haber escapado! —Mencionó con rabia un soldado.
Desde el techo, Sotmi le disparó por detrás a uno de ellos en la cabeza, abriéndole el cráneo grotescamente; salpicando todo el lugar de sangre de un tono grisáceo, color igual al de la piel que tenían la mayoría de los soldados. El sujeto restante quedó aterrado por la repentina muerte de su compañero y cuando se percató que su atacante estaba en el tejado, ya era tarde, Sotmi saltó por detrás de él y le puso un cuchillo a centímetros del cuello.
—Solo quedas tú... ¿Sabes cómo puedes vivir? Diciéndome quién fue quien destruyó la ciudad Mish —le explicó casi a manera de susurro.
El soldado intentó dispararle dando vuelta al arma, no obstante, Sotmi con gran fuerza le torció el brazo haciéndolo gritar del dolor.
—Es inútil que intentes escapar... ¡Dime ahora lo que te pedí! ¿Fue un soldado o el capitán 2? —Demandó con un tono agresivo.
—¡Está bien!... Fue nuestro líder, el señor Mairmen, quien hizo volar en pedazos esa ciudad... ¡Ahora suéltame! —Respondió efectuando gestos de agonía.
—¡Muchas gracias! —Agradeció Sotmi, lanzándolo sobre la calle empedrada.
El soldado se iba a levantar pero un cuchillo atravesó su corazón.
—¡Ni de chiste te iba a dejar con vida! —Murmuró sacando el cuchillo del cuerpo —ahora debo encontrar a ese tal líder.
Sotmi siguió avanzando con precaución hasta llegar al centro de la ciudad. No veía a nadie en el lugar, ni a la nave espacial del capitán.
«Se supone que los demás ya deberían haber llegado, ¿habrán tenido problemas? »Pensaba al no ver a ninguno de sus amigos.
—Conque tú eres una de las basuras que nos está atacando —Sotmi escuchó la voz de un hombre detrás de él. Al girarse vio a un sujeto alto de piel azul apuntándole con una pistola, a la vez que se cubría con el escudo.
—Tú debes ser Mairmen, el líder de los soldados, ¿verdad? —Dedujo al ver que el uniforme que portaba era diferente al de los demás.
—No sé cómo lo sabes, pero sí, soy yo —contestó con un semblante serio —vaya, vaya, no lo puedo creer, humanos atacándonos con nuestro propio armamento, ¿qué se creen? ¡Solo son basuras! —Agregó bastante molesto.
—¡Las basuras son otros! —Devolvió el insulto —¡¿Cómo te atreves a destruir mi ciudad natal?! ¿Acaso no fue suficiente con todo lo que nos hizo vivir el maldito capitán 1? —Interrogó sobresaltado.
—Entiendo, eres de esa asquerosa ciudad... ¡La borré del mapa, porque simplemente ya no nos servía para nada! —Declaró con una sonrisa.
Llenó de furia, Sotmi levantó su brazo para dispararle, sin embargo, Mairmen lo hizo primero alcanzando a herirlo en un hombro. Instantáneamente le siguieron 2 disparos más que dañaron una de las armas que portaba Sotmi.
«Maldición, tiene muy buena puntería» analizó Sotmi haciendo presión en la herida generada.
—Para tu suerte, no puedo matarte, pues mi capitán los quiere con vida —le informó el líder —¡así que arroja la otra pistola y lo demás que llevas! —Le ordenó.
Sotmi no lo pensó demasiado y accedió dejando su hacha, resortera, cuchillos y el arma de fuego restante en el piso.
—Así está mejor —Mairmen intentó contactarse con alguno de sus soldados pero ninguno respondía —¿todos están muertos?... —Se cuestionó.
De repente, Mairmen notó algo raro.
«¿Dónde está el capitán?... Desde que convirtió en invisible la nave no lo he visto...» Recordó.
Enseguida se contactó con él a través del comunicador:
—Señor, ¿dónde está? —Preguntó con algo de preocupación.
—No tienes que preocuparte por mí, tú solo encárgate de hacer lo que te pedí —respondió la voz por medio del Leiter.
—Sí señor... ¿Pero dónde se...? —No alcanzó a terminar la pregunta al ser impactado en la espalda por una flecha de Yirene y por una bala de Naely en el brazo que tenía extendido con el que apuntaba a Sotmi. El escudo prácticamente no le sirvió de nada, ya que solo lo cubría frontalmente.
—¡Chicas! —Entonó Sotmi con alegría.
Mairmen, de rodillas, miró con cólera que habían sido 2 mujeres las que lo atacaron desde diferentes direcciones. Con sus últimas energías intentó dispararles con su otra pistola, pero Sotmi corrió hacia él y con una patada en la sien lo tendió en la tierra, luego le quitó el arma y la botó a un costado.
—Tanto que alardeabas de tus grandes habilidades y ya te tenían acorralado, ¿qué te ocurrió? —Le recriminó Yirene aproximándose junto con Naely.
Antes de contestar, Sotmi se rascó la cabeza con algo de pena:
—Pequeños problemas que no tenía previsto... Lo importante aquí es que tú me salvaste, princesa.
—¡Cállate! Más bien... ¿Es grave la herida en tu hombro? —Interrogó, mirando como la sangre manchaba su camisa.
—No, solo me rozo hiriéndome levemente, tranquila que aún no te dejare sola —le guiñó el ojo a Yirene —más importante ahora, es eliminar a esta sabandija —dijo poniendo sus ojos sobre Mairmen que intentaba levantarse.
Sotmi agarró su hacha y se la incrustó en una pierna ferozmente, el líder soltó un bramido estremecedor. El joven le levantó el mentón con una mano, haciendo que este lo mirara directamente.
—Te divertiste mucho haciendo polvo a mi ciudad, ¿verdad? ¡Pues presta mucha atención cómo me divertiré con tu cuerpo! —Le advirtió con una macabra sonrisa.
Mairmen intentó alcanzar una roca para defenderse, aunque no le fue posible, pues Sotmi comenzó a apuñalar cada parte de su cuerpo con 2 cuchillos; iniciando por los pies, pasando por sus piernas y abdomen, subiendo a sus brazos, hasta finalmente llegar a su cabeza. Cada cuchillada era más intensa y fuerte que la anterior, dejando el cuerpo del líder hecho pedazos.
—Tal y como decías... ¡Solo eres basura! —Sotmi le dirigió sus últimas palabras.
Yirene, al contrario de Naely, estaba boquiabierta al ver la forma en que Sotmi había apuñalado con sadismo a ese hombre, en ese momento no podía pensar que él fuera el mismo de siempre, hasta un pequeño escalofrío recorrió todo su cuerpo.
—Por cierto, ¿dónde está Daine? —Se cuestionó Naely al percatarse que aún no llegaba, prestándole poco interés a lo hecho por el médico.
—¡Es verdad! ¿Por qué no ha llegado? ¿Estará enfrentándose con algún soldado? —Yirene se preguntó con temor al imaginar que algo le hubiese pasado.
Al momento los 3 oyeron unos disparos muy cerca de ellos, y sin pensarlo tomaron sus armas y se fueron corriendo hacia esa dirección, pero solo pudieron avanzar unos cuantos metros, porque apareció ante ellos el capitán número 2 recargado sobre el tallo de un árbol, con la mirada perdida en la nada.
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