Capítulo 24: "Llegada a Derec"
Si bien, la totalidad de las provisiones podían alcanzar hasta para un mes, no podían extender todo ese tiempo en su preparación para enfrentar al capitán; más días supondría menos comida y un cuerpo más débil, tenían que aprovechar que todavía los alimentos que ingerían eran lo suficiente como para llevar a cabo un combate y no desmayarse en el intento. Por ello, tras haber culminado los 15 días de entrenamiento, ya era el momento para poner a prueba sus nuevas fortalezas y habilidades, pero antes tenían que convencer a la señora Shirimi y a los habitantes del pueblo de su plan, para que les permitieran salir sin ningún problema.
—¡¿Pero están locos?! ¿De nuevo van a ir a arriesgar sus vidas? —Les cuestionó fuertemente Shirimi al enterarse de lo que pensaban hacer sus hijos.
—Mamá, tranquila, todo va a salir bien —Daine trató de calmarla tomándola de la mano con mucho cariño —esta vez no estaremos solos, nos acompañarán Sotmi y Naely, ellos son muy buenos en el combate... Además, hemos entrenado y diseñado un plan para que las cosas salgan lo mejor posible —le hizo saber proyectando una gran confianza.
—Vaya, para eso entrenaban estos días... Ya lo imaginaba, aún así, esto es peligroso... Ellos no son de este mundo, ¿no lo entienden? —Mencionó con mucha preocupación mirando a sus hijos.
—Mi bella dama, no tiene de qué preocuparse, yo estaré con ellos, nada les pasará. Recuerde que soy un gran doctor y alguien muy habilidoso en las peleas —dijo Sotmi mostrando sus grandes músculos.
—Sí, puede que seas muy bueno en ello, pero eso no garantiza nada... ¡Por favor, piénselo muy bien! —Les pidió entrelazando sus manos —y tú, Yirene, ¿también estás de acuerdo? —Le preguntó, pareciéndole extraño que ella no hubiera dicho nada hasta el momento.
Yirene la observó con una tierna mirada a través de sus cristalinos ojos.
—Mamá... Aunque también me parece algo arriesgado, no hay otra opción... Estamos acorralados por los capitanes; las 2 ciudades cercanas ya están invadidas y la ciudad Mish fue destrozada por completo —le recordó la situación actual —...Según testimonios de pobladores, los soldados del capitán 2 cada vez se aproximan más a estas tierras... Tarde o temprano encontrarán este pueblo, por lo tanto, tenemos que hacer algo antes de que eso suceda —explicó cabizbaja.
—Así es mamá —aseguró Daine lo expuesto por su hermana —estamos encerrados en el pueblo, la comida cada vez es más escasa, y sí, hemos cultivado la tierra, pero con este invierno más de la mitad de los cultivos se han perdido y los que aún no lo han hecho demorarán para ser cosechados. A pesar de que hemos recolectado todo el alimento que se ha podido en los alrededores, no es suficiente, tú misma te has enterado que varios niños han comenzado a desmayarse de repente por la escasa alimentación... Aquí ya no queda nada más, si queremos vivir tenemos que ir a las ciudades y tierras vecinas en donde por estas fechas el invierno aún no llega para buscar más comida... Pero para eso, los capitanes deben ser eliminados —argumentó Daine seriamente.
—Si, esa es la razón principal, pero de igual forma debemos hacerles pagar todo el daño que han causado en nuestra región; nos destruyeron la vida, mataron a nuestros amigos, vecinos y familiares... Y en mi caso, han destruido mi ciudad natal, dejando solo sus cenizas... —Sotmi habló con rencor sabiendo lo que le había pasado a su lugar de origen.
Aquel dato (la destrucción de Mish), fue confirmado gracias a un sobreviviente que al estar en las afueras de la ciudad, no fue alcanzado por la gran explosión y con mucho esfuerzo logró llegar al pueblo y comunicó a todos lo ocurrido.
—¡Eso es imperdonable! —Enfatizó el médico.
Shirimi escuchó con mucho pesar las palabras de Sotmi, y pese a que las razones que ellos le daban le parecían válidas, aún no podía aceptar el hecho de que sus hijos y aquellos 2 jóvenes se expusieran ante el peligro nuevamente.
—Definitivamente era mejor habernos marchado a escondidas y mintiéndole como ustedes lo hicieron cuando fueron a Mish —confesó Naely recargada en la esquina de una pared, viendo con cansancio como la señora no cedía.
—¡No! —Yirene observó a la pelinegra algo enojada —no queremos volver a mentirte, y es por eso que te estamos diciendo la verdad —le expresó a su madre.
—Ya sé, dejemos que el pueblo decida —todos voltearon a ver a Daine por lo que acababa de decir —les comentaremos lo que pensamos hacer y serán ellos lo que tomen la decisión final de si iremos o no a la ciudad Derec —propuso Daine.
A pesar de que era una idea no planeada, los demás estuvieron de acuerdo, así que convocaron a todas las personas del pequeño lugar, unas 150 sin contar los niños menores de 12 años. Shirimi estaba muy nerviosa por el resultado de aquella reunión, esperaba que más habitantes estuviesen de su lado.
Daine y Sotmi fueron los encargados de exponer ante los pobladores lo que planeaban hacer; los motivos y razones del porqué lo harían, teniendo como principal argumento la falta de comida. Las opiniones eran diversas. Estaban los que se oponían rotundamente por considerar que podrían hacer que descubrieran al pueblo al ser capturados u obligados a mostrarles la ubicación. Por otra parte, quienes apoyaban la idea argumentaban que podrían reabastecerse de alimento, el cual por estas épocas era tan escaso y de paso recuperarían a la ciudad Derec, lo cual les brindaría mayor seguridad.
Para poder llegar a un acuerdo se hizo una votación, quedando 90 contra 60, dando como resultado la aprobación del viaje a la ciudad Derec y el combate contra el capitán 2. Cabe resaltar que parte de esta victoria fue porque los pobladores sabían de que los jóvenes habían derrotado a un capitán anteriormente, depositando más confianza sobre estos.
Este hecho alegró a Daine y a los demás chicos, pues ahora se sentían respaldados por la gente y podrían ir sin la necesidad de mentir.
—Mamá, como puedes ver, hemos ganado, la mayoría también desea lo mismo que nosotros, así que por favor acéptalo y déjanos ir —solicitó Daine con una leve sonrisa.
Shirimi no lograba estar de acuerdo, pero percibía que ya no importaba lo que ella dijera, de todas maneras irían...
—Está bien... No me opondré más... Pero por favor... Tengan mucho cuidado —suplicó mirando a los 4, en especial a sus hijos. —¡Todos tienen que llegar sanos y salvos! ¿De acuerdo? ¡De lo contrario no los perdonare! —Sentenció con lagrimas en sus ojos.
—¡Claro que sí, así será! —Le prometió Sotmi mostrando una sonrisa de oreja a oreja.
—Trata de no preocuparte demasiado, nada nos va a pasar —Yirene le rogó dándole un gran abrazo —hablando de otro tema, ya hablamos con los dueños de la casa para que no tengas que hacer nuestros oficios, cuando lleguemos haremos el doble de lo que nos corresponde —le comentó.
—Trataremos de volver lo más rápido posible y en las mejores condiciones, esta vez nos preparamos mejor, así que por favor relájate mamá — le pidió Daine ofreciéndole otro abrazo.
—¡Ahh! ¡Yo también quiero! —Sotmi gritó corriendo a abrazar a Shirimi, quien sonriente aceptó esa cariñosa muestra de afecto.
—Naely, también cuídate mucho —le pidió Shirimi con afecto.
—No me lo tiene que decir, ya lo sé, señora... Pero gracias de todas maneras —expresó secamente Naely.
Antes de partir Sotmi les entregó unas cuantas armas a 2 hombres del pueblo, para que si llegado el caso tuvieran con que defenderse ante la llegada de algún enemigo mientras ellos no estaban. Los pobladores también reunieron algunos alimentos y se los entregaron al grupo de jóvenes, depositando en estos sus buenas energías y esperanzas.
Esta vez, por idea de Sotmi no se irían en la carreta, sino que lo harían montando a caballo para que el viaje no fuera tan demorado. Dado que necesitaban llevar varias cosas para desarrollar el plan que habían trazado, necesitaban de más caballos, así que un vecino le prestó el suyo. De esta forma, en un caballo irían; Sotmi y Daine, en un segundo; Yirene y Naely, y en el tercero; llevarían todo el armamento, el cual sería guiado por los chicos mediante un lazo largo.
—Conozco otro camino que nos llevará más rápido a la ciudad —reveló Naely cuando ya se disponían a salir del pueblo por la carretera que llevaba a la ciudad Derec.
Todos giraron su rostro hacia ella con cierto asombro.
—¿Y por qué hasta ahora nos dices eso, pequeña espadachín? —Sotmi cuestionó.
—Porque no quería, ¿algún problema? —Respondió desafiante.
—Por favor, no peleen, más bien dinos cuál es ese camino —demandó Daine algo impaciente.
—Tú no me des órdenes —exigió frunciendo el ceño — en todo caso... En 2 oportunidades cuando era niña y tenía que venir por estos lugares, mi papá me traía por este camino, por entre el medio del bosque y potreros —les comentó señalando con una mano la entrada de dicho lugar.
—¿No es peligroso andar por ahí? Es decir... Entre el bosque, ¿los caballos si pueden pasar? —Preguntó Yirene con muchas dudas.
—La última vez que pase por ahí había el suficiente espacio para un animal del tamaño de un caballo, así que supongo que sí —contestó.
—¡Muy bien! ¡Vámonos por ese camino, entre más rápido podamos llegar, mejor será! —Indicó Daine con determinación.
Una vez decidido el lugar por donde se irían, se subieron a sus caballos y poniéndose en marcha se despidieron agitando sus manos por última vez de Shirimi y de la gente del pueblo, quienes lo hacían de vuelta como si de héroes se trataran.
—Estaré orando por ustedes... —Susurró Shirimi mientras una lágrima recorría su mejilla con lentitud.
Naely, al ser quien conocía el camino, iba de primeras junto con Yirene guiando a los chicos. El lugar en ocasiones se tornaba difícil de atravesar, gracias a la maleza que había crecido desorbitadamente, pero en otros fragmentos podían avanzar sin problemas entre el gran llano y los robustos árboles. No tuvieron mayores inconvenientes, más que soportar por algunos tramos una fuerte lluvia y tener que atravesar una pequeña quebrada en donde al igual que los caballos, tomaron un poco de agua, antes de seguir su trayecto.
Después de más de 8 horas de viaje por fin estaban llegando a la ciudad Derec, solo les restaba subir una horrible pendiente que parecía interminable y ya podrían ver las casas a lo lejos.
—Si... Por fin hemos llegado —habló aliviado Daine al culminar la loma.
—¡Por fin, que cansancio! Aunque he de admitir que si hubiésemos viajado en la carreta y por la carretera principal nos hubiera tomado el triple de tiempo —declaró Yirene.
Naely miraba con cierta nostalgia la ciudad, recordando los viejos tiempos cuando era niña y con su familia hacían las compras para la casa, aquellos días en que todo era tranquilidad y la desgracia aún no tocaba las puertas de su vida. Sin darse cuenta, sus ojos se comenzaron a nublar y lágrimas se comenzaron a formar lentamente.
—¿Estás bien? —Preguntó Daine gentilmente al verla con la vista perdida.
—Si... —Se pasó una mano por los ojos tratando de disimular su tristeza —más bien, empecemos con el plan —cambió el tema.
—De acuerdo.
Daine sabía que a ella le pasaba algo, y que debía estar relacionado con su pasado, pero sabiendo como era Naely prefirió no seguir preguntando.
—Como ya es tarde, no alcanzaremos a pelear hoy contra el capitán antes de que llegue la noche, pero sí podemos adelantar nuestro ataque para los soldados, así que empecemos —estableció Daine.
—¡Claro que sí, camarada! —Sotmi colocó un brazo sobre Daine —pero recuerden ser silenciosos y siempre estar atentos ante la presencia de algún soldado del C2, cuando terminen, nos volvemos a encontrar en este mismo lugar —indicó Sotmi a sus compañeros.
Todos aceptaron lo dicho y en parejas —tal y como venían en los caballos—, se fueron hacia diferentes partes de las afueras de la ciudad, pero no sin antes vestirse con unas prendas que habían preparado en el pueblo que les servía como camuflaje; hojas y barro las adornaban para pasar desapercibidos en la naturaleza. Además, se repartieron los elementos necesarios para crear las trampas con las cuales enfrentarían al ejército del capitán.
En total, fueron cuatro zonas en donde instalaron las trampas. En el proceso vieron a varios de los soldados del capitán 2 recorrer lugares cercanos, incluso algunas de las naves voladoras pilotadas por ellos pasaron muy cerca, pero gracias a que siempre anduvieron con mucho sigilo y con su camuflaje, no los vieron. Hacer esto les llevó prácticamente lo que les restaba del día. Cuando terminaron ya era bastante oscuro, no podían ver con claridad y solo se guiaban por la luz de la imponente luna llena. Tal y como habían acordado, se reunieron en el punto de llegada y sigilosamente buscaron una casa cercana donde pudieran pasar la noche.
A los caballos los dejaron amarrados en un potrero cercano, desde donde podían observarlos. Mientras alguien observaba cuidadosamente que ningún soldado apareciera o los descubriera, los demás dormían, y así se fueron turnando durante toda la noche.
Los jóvenes notaron que durante todo el tiempo que estuvieron desde su llegada a la ciudad no había llovido, esa era una buena señal para sus planes, y demostraba lo mucho que podía cambiar el clima de un territorio a otro.
Al día siguiente —muy temprano—, se comenzaron a preparar para dar inicio a su batalla contra el capitán 2. Primero; comieron unas pocas frutas que habían traído del pueblo, luego; cada uno tomó sus respectivas armas y munición, y finalmente; formaron un círculo para decir sus últimas palabras antes de partir a su arriesgada misión.
—Todo está listo... Mentiría si digo que no tengo nervios —Daine apretó sus manos —pero debemos dar todo de nosotros si queremos vencer y más importante ¡vivir! —Intercambió miradas con todos —¡no olvidemos por qué estamos haciendo esto! Y por favor... ¡Cuídense mucho! —Entonó con profundo sentimiento.
«Recuerda Daine, no solo estas aquí para conseguir comida y librarnos de un capitán más, también debes descubrir el por qué el número 1 te quería capturar... Si estás lejos de ser el hombre más fuerte de la ciudad...» Se decía así mismo.
—¡No te preocupes hermano, ya verás que todo saldrá bien!, solo debemos ser cuidadosos y nunca perder las esperanzas —agregó Sotmi con entusiasmo —además, ¡nos tenemos a nosotros mismos! ¡Somos un equipo que lucha por su gente y por eso somos invencibles! ¡No importa si esos tipos tienen poderes, no nos vencerán! —Declaró subiendo el ánimo de todos.
Por iniciativa de Daine, se sujetaron fuertemente de las manos cerrando el círculo.
—¡Ganaremos! —Dijeron al unísono con una determinación indestructible, sin olvidar que no podían hacer mucho ruido.
Con una nueva batalla a punto de librarse, nuevamente el grupo de jóvenes se jugaba la vida para vencer a uno de los capitanes que tanto sufrimiento y destrucción había traído a esta pacífica región. Sin duda alguna, el C2 no sería un enemigo fácil de derrotar y por ello darían todo de sí en el lugar de combate si querían cumplir sus propósitos.
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