Capítulo 15: "Un nuevo integrante"
Entre tanto, en el gigantesco planeta Catten, el capitán supremo recibió un mensaje por medio de una enorme pantalla, él, al ver eso se sorprendió y reprodujo el mensaje, el cual era un audio. Dicho mensaje, fueron las palabras que el C1 dijo momentos antes de su muerte.
Mensaje: "se reporta Naro, el capitán N1, para informar que en este momento estoy peleando con el hombre más fuerte de la ciudad, estoy bastante herido y lo más probable es que muera... El sujeto es un joven aproximadamente de 16 a 20 años, el color del cabello es negro, pero con los distintivos mechones, aunque al parecer no tiene los anillos, si parece tener poderes... Pero lo raro es que..."
«No pudo terminar el mensaje, iba a decir algo más ¿Qué sería?... Bueno, si él me envió este mensaje por medio del dyer, quiere decir que ha muerto, tal vez con quien peleo sea nuestro objetivo» analizó el enigmático capitán supremo.
—¡Lure! — El supremo llamó a un sujeto que estaba a unos cuantos metros —necesito que me digas cual es la ciudad donde está Naro y trata de contactarte con él, si es que aún vive, o con algún soldado de su escuadrón, ¡ahora mismo!
—¡Sí señor, de inmediato! — Respondió Lure (investigador jefe del planeta Catten).
El capitán miró fijamente otra pantalla en donde se apreciaba el planeta Tierra.
—¡Pronto te encontraré! — Comentó con determinación.
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De vuelta en el planeta Tierra, ya había pasado un día desde la batalla contra el capitán 1 y Yirene fue la primera de los 3 en despertar, pero se sentía confundida, observó con desconfianza a su alrededor. Ella vio que sus heridas estaban vendadas, al igual las de su hermano y Naely, hecho que la puso más pensativa.
—Oye, Daine, despierta, tenemos que irnos de aquí ahora, Daine — dijo acercándose hacia él, pero nada que se despertaba.
Yirene enojada le dio una palmada en la cabeza y con un gran grito lo llamó, él de inmediato se despertó y asustado se sobó la cabeza.
—¡¿Qué te pasa Yirene?! ¿Por qué me pegas? — Pero la discusión terminó ahí, ya que él miró a su alrededor y al no reconocer donde estaban, se sintió extraño. —¿Dónde estamos? — Preguntó.
—Por eso te estaba llamando, tonto. No sé dónde estamos, pero es mejor no hacer mucho ruido, no sabemos quién está por aquí — le comentó Yirene hablándole en voz baja.
—Y tú me despiertas con un grito... En fin, por cierto, ¿quién nos trajo hasta aquí? — Se cuestionó Daine.
—No solo nos trajo, sino también trató nuestras heridas, pensaba que habías sido tú, Daine, ya que me desmayé antes de ver que mataras al capitán y solo quedabas tú en pie... Que por cierto, si lo mataste, ¿verdad? — Habló Naely en un tono intimidatorio, quien también se despertó gracias al grito de Yirene.
—¡Claro que lo mate! pero, no... Yo no fui quien trató las heridas — hizo una pausa —al momento de acabar con el capitán me desmayé del agotamiento... — Respondió Daine tocándose la cabeza, trataba de recordar si había pasado algo más.
De pronto, escucharon pasos que se dirigían hacia ellos.
—¡Alguien se acerca! — Alertó Yirene preocupada.
Los 3 se miraron sin saber qué hacer, de repente, Yirene les compartió un plan que acababa de pensar en milésimas de segundo.
—Ustedes se harán los dormidos y yo me esconderé tras la puerta y cuando entre le daré un golpe que lo deje inconsciente y luego nos marcharemos de aquí — expuso la rubia.
—Yirene, ¿no crees que es muy precipitado hacer eso? Ni siquiera lo conocemos, no sabemos sus intenciones — Daine contempló con algo de miedo a su hermana.
—¡Cállate! — Ella le respondió de inmediato —no podemos confiar tan fácilmente, ¿qué tal sea alguien relacionado con los capitanes? En fin, apártate, haremos eso, ¿entendido? — Inquirió con una mirada dominante. Naely y Daine para no seguir la discusión, no la cuestionaron más, e hicieron lo dicho por Yirene.
Yirene agarró un trozo de madera de gran grosor que había en la habitación y se hizo detrás de la puerta y cuando escuchó que alguien entró, salió de inmediato y realizó su ataque. Sin embargo, no tuvo éxito, puesto que ella no sabía que esa persona se trataba de aquel joven habilidoso que derrotó fácilmente a los soldados del C1, quien sujetó la mano de Yirene impidiendo que lo golpeara.
Todos pusieron su vista en aquel sujeto: un hombre alto, de cabello negro lacio que le llegaba hasta los hombros, con ojos color miel que hacían juego con su piel de tez morena clara y quien tenía algo de barba en su mentón. Su vestimenta era una camiseta marrón holgada desabrochada que dejaba ver su abdomen musculoso, pero notablemente afectado por la escasa comida, y unos pantalones negros largos con varios bolsillos.
—¡¿Quién te crees para tocarme?! ¡Suéltame! — Le reclamó Yirene lanzándole una cachetada, que él logró detener con su otra mano, y como si de una escena romántica se tratase, el joven le dio un pequeño giro haciéndola caer en sus brazos, ellos se miraron fijamente.
—¡Suéltame estúpido! — Vociferó sonrojada. Él gesticuló una pequeña sonrisa y la empujó hacia Daine y Naely.
—¡No te perdonare lo que me acabas de hacer! — Yirene estaba realmente enfurecida.
—Tranquila nena, que no te voy a hacer daño — contestó muy tranquilo aquel joven —pero deberías tener más cuidado con tus movimientos, las heridas aún están muy frescas y solo harás que se abran más — adicionó con una voz serena.
Yirene iba a responderle, pero fue interrumpida por Naely:
—¡Oye!... ¿Tú nos trajiste hasta aquí? — Le interrogó con una mirada de pocos amigos.
Ante lo cual, él afirmó con la cabeza sin problema alguno.
—¿Con qué motivo? — Volvió a cuestionar Naely.
—Para ayudarlos, ¿tiene algo de malo eso? — Comentó sonriente el joven.
Daine, viendo que no parecía ser peligroso, se aproximó hacia él.
—No, antes te agradecemos por ayudarnos, de verdad, ¡muchas gracias! — Expresó con un cálido rostro, entrecerrando sus verdes ojos.
—¡Pues, yo no! — Difirió su hermana aún molesta.
—Ya deja de quejarte, no seas tan desconfiada... — Replicó Daine al instante cansado de su actitud —por cierto, ¿tú también trataste nuestras heridas?
—¿Quién más lo haría? — Respondió con otra pregunta aquel joven, mientras se frotaba el mentón.
—Ya veo, si no es mucha molestia, queremos hablar contigo, ¿puedes? — Le preguntó Daine.
—Claro, no hay problema, siéntense por favor — les ofreció amablemente el hombre. Todos se sentaron en unas pequeñas sillas de madera —y bueno, ¿de qué vamos a hablar?
Ellos tres se miraron entre sí, esperando a ver quién se aventuraba a ser el primero en hablar.
—Primero queremos saber, ¿qué pasó cuando quedamos inconscientes? Y ¿Por qué nos ayudaste sin siquiera conocernos? — Daine hizo la pregunta inicial.
— Está bien, contestaré, pero primero quiero que me digan sus nombres — declaró con entusiasmo.
—Ah, lo siento, es verdad, no nos hemos presentado... Mi nombre es Daine Lish — dijo un poco sonrojado.
El joven agradeció su respuesta y luego dirigió sus ojos esperando respuesta de aquella rubia que llamó su atención.
—... Yo soy Yirene Lish — respondió mientras lo miraba mal.
—... Naely Eif... — Ella, aún con cierta desconfianza, fue la última en responder.
El muchacho aplaudió enérgicamente al escuchar los nombres de todos los presentes.
—Mucho gusto en conocerlos chicos, que nombres tan geniales, pero sin duda el más hermoso es el de Yirene — afirmó con una mirada coqueta. Ella no pudo evitar sonrojarse al oírlo decir eso.
—¡Ya cállate! más bien, ahora dinos tu nombre — Yirene replicó con un tono agresivo.
—¡Cierto! Aún no les he dicho mi nombre, bueno, me llamo Sotmi Faime, pero me pueden decir papi Sot — les guiñó el ojo con picardía.
Daine soltó una gran carcajada, reacción muy diferente al de las chicas, a quienes no les hizo mucha gracia.
—Y sigues con tus estupideces... — Yirene resopló frunciendo el ceño.
—Bueno, dejando de lado tus malos chistes, ¿ahora si nos piensas responder? — Cuestionó Naely irritada.
—Claro que sí, tranquila — Sotmi sonrió y colocó su mano en el hombro de Daine y dando un leve suspiro continuó hablando —bueno, lo que pasó es que yo estaba escondido como de costumbre, durmiendo aquí en mi casa, cuando de pronto comienzo a escuchar gritos muy raros, por lo que salgo a mirar por la ventana y desde la distancia, me di cuenta que ustedes estaban peleando contra el capitán, la verdad estaba asombrado al ver eso. Unos minutos después, Daine acabó con el capitán. Al ver que todos estaban desmayados, dudé en un principio en que hacer, no sabía si había soldados cerca, así que lo primero que hice fue equiparme con lo que tuviera a la mano; unos cuantos cuchillos y una resortera. Me disponía a ir a ayudarlos pero en ese momento llegó el ejército del capitán, por lo que tuve que pelear contra ellos para poder salvarlos — relató.
Ellos estaban ciertamente asombrados por lo que él les contaba.
—Entonces, ¿tú solo derrotaste a todos los soldados del C1? — Preguntó con curiosidad Daine.
—Sí, así es, no fue tan difícil, solo eran 15, ellos creían que por tener esas clases de armas ya tenían todo ganado, pero la verdad es que no son muy buenos en el combate, son algo torpes — explicó Sotmi orgulloso.
A Daine, principalmente, se le hacía que lo hecho por ese hombre era algo admirable, ¿15 soldados?, eso no cualquiera lo podía hacer.
—Contestando su otra pregunta, los ayude porque claramente no iba a permitir que aquellos quienes derrotaron al capitán 1 fueran a morir de esa manera, aunque no los conociera, tenía que hacerlo, después de todo son los héroes de esta ciudad — adicionó.
—Gracias por ayudarnos — Daine sonrió cálidamente —ahora que mencionas eso, ¿por qué no te enfrentaste al capitán?, si al parecer eres muy habilidoso en el combate.
Sotmi quedó en silencio por un momento.
—Bueno, la verdad es que enfrentarse solo contra el C1 no era buena idea, creo que ustedes mismos lo comprobaron, por más hábil que sea, era imposible ganarle 1 contra 1, eso sin contar que siempre estaba rodeado por unos cuantos soldados, que pensándolo bien, ustedes tuvieron suerte de que él estaba solo, porque si bien, el capitán era temible, su ejército le brindaba un importante escudo de protección — explicó con un tono un poco más serio.
—Entiendo... Cuando entramos a la ciudad, el C1 envió a sus soldados a una misión, creo que él pensaba que no representábamos ninguna amenaza... — Comentó Daine — pero lo que dices es verdad, si no hubiéramos peleado los 3, la victoria no sería una realidad.
El joven Faime vaciló por unos segundos antes de continuar.
—Así es, es más, algunos ciudadanos trataron de enfrentarlo pero sus habilidades no fueron lo suficientemente buenas, por lo que fueron derrotados en el intento, aunque ahora que recuerdo, sí que hubo un hombre que logró acabar con la mitad de los soldados que tenía el capitán, pero al final se suicidó... Sin embargo, el verdadero problema fue que la llegada del C1 fue muy repentina y no nos dio oportunidad de organizarnos para enfrentarlo. Después de cada ataque que hacían hacia la población, la gente tenía más miedo y así como yo, lo único que hicimos fue escondernos para poder vivir, simplemente terminamos por asumir que no había nada que hacer... Nos rendimos muy fácil — Terminó su relato algo cabizbajo.
—Claro... Entiendo, todo esto ha sido un infierno... — Daine se tornó triste al escucharlo —pero afortunadamente esta ciudad ya quedó libre de ese demonio, solo espero que no haya sido demasiado tarde...
—¡Tranquilo!, no pongas esa cara, ya pasó todo eso — replicó rápidamente Sotmi tratando de levantar el ánimo.
—Bueno, si ya terminaste, creo que es hora de irnos Daine, se hace tarde y debemos llegar a casa lo antes posible — habló Yirene mostrándose agotada.
—¡Si, es verdad!— Exclamó observando a su hermana —bueno, creo que debemos marcharnos, es un largo camino por recorrer — expresó fijando su vista en el amigable hombre.
—¡Hey!, tú — Naely señaló a Sotmi —ya que has vivido en esta ciudad, por casualidad, ¿no viste como es que llegan los capitanes a nuestro planeta? Es decir... ¿Cómo viajan?, ¿cómo es su transporte?
—¡Si, es verdad! ¡Dinos! — Agregó con entusiasmo Daine ante la interesante pregunta de la espadachina.
Sotmi se puso algo pensativo y entrelazando sus manos comenzó a recordar.
—Ahora que lo dices, yo no vi el momento cuando llegó a la ciudad, pero en una oportunidad pude ver un tipo de aparato gigantesco en donde el capitán y sus soldados entraban y salían constantemente, lo raro es que mientras ustedes estaban durmiendo, salí a buscar ese aparato, pero no encontré nada, lo que es prácticamente imposible, ¿por qué dónde podría estar escondido algo tan grande? — Les comunicó lo ocurrido con ese tema.
Al escuchar esto, los demás quedaron algo inquietos.
—¿Seguro buscaste bien? — Le cuestionó Yirene.
—Claro que sí, camine por toda la ciudad, pero no vi nada, lo que es una lástima, porque eso nos daría información valiosa sobre ellos — contestó con desánimo Sotmi.
—De todas formas, lo importante es que el capitán fue eliminado y que la ciudad Mish estará por fin en paz... Lastimosamente, creo que es hora de marcharnos, fue un gusto conocerte Sotmi, gracias por tu ayuda — concluyó Daine, estrechando la mano con el pelinegro.
Se disponían a salir de la casa cuando Sotmi les hizo una pregunta:
—Oye, Daine, ¿Qué piensan hacer después?
—Umm... — Daine lo pensó por un momento —lo primero será viajar a la casa donde está nuestra madre, estaremos algunos días ahí y luego idearemos una forma para luchar contra el capitán 2.
—¡¿Qué estás diciendo?! — Yirene al oírlo, le habló furiosa —después de que casi nos matan, ¿quieres seguir con esto? Pues perdón, pero no te apoyo.
—¡Pero Yirene!... — Daine algo exaltado pensaba responderle, pero Naely lo interrumpió.
—Tu hermana tiene razón, si yo no hubiera llegado ya estarían muertos — le recordó lo mal que lo estaban pasando antes de su presencia en el enfrentamiento contra el capitán.
Daine bajó la mirada sintiéndose impotente, porque aunque odiaba admitirlo, sabía que ella tenía toda la razón en el asunto.
—¡Vamos!, tranquilos, solo preguntaba porque quiero saber, ¿si puedo ir con ustedes?, si planean pelear contra otro capitán ¡pueden contar con mi apoyo! — Expresó enérgicamente Sotmi.
—¡¿En serio?! — Daine se alegró al oírlo. —¡Qué bien! Claro que puedes venir, eres más que bienvenido, ¡prácticamente por ti estamos vivos!
—¡No, claro que no! — En eso lo frenó su hermana malhumorada.
Daine comenzó a discutir con Yirene, tratando de convencerla para que Sotmi pudiera ir con ellos. Después de unos minutos lo logró, aunque ella aún no estaba muy de acuerdo con la decisión, y con respecto a la idea de seguir enfrentando a los capitanes, los hermanos acordaron discutirlo con más calma cuando llegasen a la casa.
—Mira, solo te permitiré ir con nosotros por el hecho de que nos ayudaste cuando quedamos inconscientes en la batalla contra el C1, pero... ¡Si resultas ser muy molesto, te largas! — Advirtió Yirene. Sotmi solo sonrió y aceptó lo dicho.
—Tú también puedes venir, Naely — la invitó Daine amablemente.
Ella pareció pensarlo, pero sin darle muchos rodeos aceptó.
—Está bien, igualmente no tengo a donde ir — dijo la chica cruzando los brazos. Yirene no tuvo ninguna objeción esta vez, por lo cual no hizo ningún comentario.
—¡Bueno, que no se diga más, vámonos! — Habló emocionado Daine mientras salía de la casa, pero de inmediato esa emoción se desvaneció al recordar lo que había pasado con su otro acompañante de viaje —esperen... Tan intensa y frenética fue la batalla contra el número 1 que se me olvidó por completo la fatídica muerte del señor Marc...
—¡Cielos! ¡Es verdad...! —Exclamó su hermana notándose afectada por lo acontecido —creo que el señor Marc no tenía familia, o bueno, por lo menos no en el pueblo... — Comentó lo que sabía sobre el difunto.
—¿Es verdad eso?... Yo estaba pensando en llevarlo con nosotros para que su familia lo pudiera ver por última vez... Pero si eso es así no tendría sentido hacerlo — reveló Daine.
—Umm, no sabía que tenían otro acompañante, tal vez si lo vi cuando los rescaté... — Dijo Sotmi recordando un cuerpo que estaba cerca cuando los encontró —pero si no tiene familia, sería mejor darle sepultura aquí... — Propuso.
Todos estuvieron de acuerdo e hicieron una tumba con unas palas que tenía Sotmi, quien fue el que más trabajó, debido a que los demás aún no estaban en sus facultades físicas para ayudar plenamente. Los hermanos Lish se sentían tristes de que el hombre hubiese terminado de esta manera y que nadie, ya fuera un familiar o amigo estuviera en su entierro.
Una vez terminaron tal sombrío oficio, tomaron algo de agua y ya estaban listos para emprender su viaje, pero antes Sotmi tenia una pregunta:
—Oye, ¿en dónde está tu casa? ¿Es muy lejos?
—Bueno, no es nuestra casa, pero donde estamos viviendo es en el pueblo Estación N.°2, pero no te preocupes por lo lejos, nos iremos en una carreta que está en las afueras de la ciudad— contestó Daine.
—Oh, comprendo, entonces no perdamos más tiempo y vámonos — indicó Sotmi, pero en ese instante recordó algo dando un grito —¡esperen! Se me olvidaban unas cosas.
—¿Ahora qué pasa? — Le demandó Yirene.
—Es que había preparado unas maletas con unas cuantas armas de combate; como cuchillos, lanzas, arcos e inclusive hay armas de las que tenían los soldados del capitán. Además de eso, también tengo algunos botiquines de primeros auxilios que serían de bastante ayuda.
Ellos estaban algo sorprendidos por todo lo que él tenía. Daine, totalmente emocionado, aceptó llevar dichas cosas. Es así como entraron a un cuarto y se repartieron las maletas entre los 4, y ahora sí, sin más demoras se dirigieron al lugar donde estaba la carreta.
Tardaron un poco en llegar, dado que aún no estaban completamente recuperados por todas las heridas sufridas durante el combate, haciendo que pararan de vez en cuando para apaciguar el dolor. Una vez llegaron al lugar, Yirene y Daine se aliviaron al ver que tanto sus caballos y carreta aún estaban ahí, en aquel potrero.
—Estaba pensando en la posibilidad de que alguien se los hubiera llevado, menos mal no fue así— comentó Daine sintiéndose tranquilo.
—Eso no era posible, recuerda que ya no hay nadie por aquí con vida, y si los hay, están escondidos en sus casas o donde sea que estén seguros — le recordó su nuevo acompañante.
—Oh, es cierto... Y que triste que sea así... — Hizo una pausa —... Creo que es hora de irnos... — Agregó Daine.
Dicho esto, prepararon los caballos, echaron las maletas con las armas y botiquines en la carreta, se subieron y cuando se disponían a emprender su camino, de repente escucharon varios pasos acercándose rápidamente. Ellos con desconcierto voltearon a ver, pero se sorprendieron al darse cuenta que eran las pocas personas sobrevivientes que aún estaban en la ciudad, quienes venían corriendo con gran felicidad.
—¡Esperen no se vayan aun! ¡Queremos agradecerles por haber derrotado al capitán y a su ejército! ¡Son los héroes de esta ciudad! — Decían con emoción y al borde de las lágrimas.
Daine y los demás estaban sin palabras, no podían creer lo que estaban viviendo.
—No tienen que agradecernos, a pesar de que no fue como lo teníamos planeado, realmente lo hicimos de corazón, alguien tenía que intentarlo y pese a que existían muchos riesgos, vencimos, así que espero que ahora en adelante ya puedan llevar sus vidas con normalidad, aunque sé que nunca será igual a como lo era antes... — Declaró Daine en un emotivo discurso.
Los habitantes siguieron dando sus agradecimientos a los 4 por varios minutos más, hasta que llegó la hora de partir hacia su destino, el pueblo Estación N.°2, en donde estaba Shirimi esperándolos con angustia, pero a la vez con muchas ansias.
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