Si en la ciudad Mish se estaba librando una intensa batalla contra el primer capitán, en la gran ciudad Caler, donde había llegado el capitán número 4, el ambiente también era de tensión. Pues, las fuerzas armadas de esta ciudad estaban listas y dispuestas para atacar y desterrar a aquel sujeto que irrumpió en la tranquilidad de su gente. Por ello, un gran número de hombres con valentía se dirigieron al lugar donde se encontraba el capitán.

— ¡Tú, que te proclamas como el capitán número 4, será mejor que te vayas de esta ciudad! — Habló con osadía el comandante de aquel batallón. 

—Se estaban tardando en llegar... Me ahorraron el trabajo de ir a buscarlos — contestó arrogante el capitán, con una mirada de estrés. 

—¡Cometiste un gran error al llegar aquí, esta ciudad es una de las más poderosas en armamento y fuerza militar de este continente! — Le señaló alzando la voz el líder de las tropas humanas. 

Ante esas palabras, el rostro del capitán no mostró ninguna reacción.

—Sí, sí, si, ¿y qué pasa? — Preguntó a modo de burla. 

—¡Lo digo como una última oportunidad para que te largues de aquí! ¡De lo contrario morirás! — Respondió enojado el comandante. 

El capitán 4 y sus soldados soltaron una carcajada que resonó por todo el lugar, molestando de sobremanera al comandante de la ciudad, a quien la paciencia se le estaba acabando con cada segundo que pasaba. 

— ¡Preparen todo! ¡Acabaremos con este cornudo de una vez por todas! — Ordenó a su ejército, fijándose en los puntiagudos cachos del capitán.

—¡Sí señor! — Respondieron con valentía sus hombres.

Era un batallón enorme, no se podía comparar con los que los demás capitanes se habían enfrentado hasta el momento. Se agruparon en tres escuadrones; en la primera línea, soldados con cañones; en el medio, había un gran número de soldados con arcos y flechas; y en el último escuadrón, los soldados tenían espadas.

—Despídete de este mundo... ¡Morirás aquí mismo! — Entonó el comandante mirando con orgullo a su gran ejército. 

—¿Ya acabaron de armar su espectáculo? — Bostezó el C4 estirando los brazos. 

—¡Parece que no te percatas de la situación! — Exclamó exaltado, eso era lo que más lo sacaba de sus casillas, que los viera tan inferiores, a tal punto de no tomarlos en serio. —¡Son decenas de cañones, miles de soldados con espadas y arcos! — Gruñó de la rabia.    

—¿Y eso qué? Si se sienten muy preparados, ¿por qué no empiezan? — Contestó prepotente el capitán.

—Si eso quieres... ¡Así será! ¡Ataquen! — Ordenó el comandante, emanando el más potente bramido jamás dado.   

Los soldados del capitán 4 para no verse involucrados en el combate, se alejaron del lugar rápidamente antes de que la batalla empezara. 

El primer escuadrón atacó disparando los cañones; uno por uno, produciendo una gran explosión y zumbido en los oídos de todos los presentes, dejando el lugar lleno de humo y destrucción. Todos los soldados junto con el comandante sonrieron, pensando que ya lo habían eliminado, pero su alegría se transformó en terror, cuando el humo desapareció y el C4 estaba intacto, de pie en el cráter producido por los cañones. 

—¡Esto es imposible! — Comentó atónito el comandante, mientras que el capitán se aproximaba hacia ellos con pasos lentos.

Toda la fuerza armada de Caler estaba sin palabras, ¿cómo era posible que los cañones no le hicieran un solo rasguño? ¡¿Siquiera era real?!  

—¡Disparen de nuevo! — Ordenó su líder.  

Así lo hicieron, abriendo fuego con más cañones, a lo cual, el capitán solo cruzó sus brazos al frente. Los cañones chocaban ferozmente contra él, pero ni una sola herida le hicieron, lo único que provocaron fue hacerlo retroceder algunos metros.

Los soldados seguían sin poder creer lo que veían, el nerviosismo se estaba apoderando de ellos. Ante esto, el capitán sonrió levemente, corriendo a toda velocidad hacia ellos. 

—¡Ataquen de nuevo! — Insistió el comandante con prisa. 

Esta vez atacó la segunda línea de soldados, disparando los arcos, pero no tuvo ningún efecto, las flechas solo rebotaban en el cuerpo del capitán. Algunos hombres dispararon los cañones nuevamente, pero el capitán con un solo puño era capaz de desviarlos. Una vez llegó donde los soldados, los comenzó a golpear bestialmente y a destruir los cañones con una fuerza fuera de este mundo. Ante esta situación, los pobres hombres solo gritaban y trataban de huir inútilmente.

El comandante, aunque estaba muy asustado y sentía venir la derrota, continuaba diciéndoles a sus hombres que atacaran. Varios soldados aun le obedecían y siguieron disparando cañones y flechas. A pesar de que el capitán estaba destruyendo con facilidad los cañones, aún quedaban bastantes y ya le estaba comenzando a fastidiar aquellos ataques, así que agarró dos de los proyectiles que le dispararon, y ubicándose a un lado de la línea de formación los arrojó de vuelta violentamente, destrozando de esta forma casi todos los cañones de un solo ataque, creando algo así, como un efecto dominó. 

Con todo esto, los soldados ya se sentían perdidos y varios empezaron a correr, dejando botadas sus armas y puestos de batalla. El comandante, ingenuamente convenció al último escuadrón para luchar; aunque varios ya sabían que no ganarían, prefirieron morir luchando, y es así que el escuadrón con espadas intentó detener al C4.

El capitán esquivaba algunas espadas, pero no se preocupaba para nada cuando una espada lograba alcanzarlo, pues no le pasaba nada, e incluso muchas se quebraban al hacer contacto con su formidable cuerpo, que parecía estar hecho del metal más resistente sobre la faz de la Tierra. 

— ¡No sean ilusos!, ¡con esto nunca me ganaran, mi cuerpo es muy resistente para estos juguetes! — Declaró engreídamente el inhumano capitán.

Aún así, algunos soldados seguían peleando, hasta que en un momento, el capitán agarró de un brazo al comandante y lo lanzó hacia arriba; con tanta facilidad, como si este se tratase de una pluma. Los soldados vieron con consternación lo alto que fue arrojado su líder, quien murió inmediatamente una vez cayó bruscamente a la superficie. Ahora, sin su comandante, las fuerzas armadas perdieron su valor y coraje.

El capitán detuvo su salvaje ataque por un momento, al tiempo que divisaba a los soldados llenos de miedo y resignación. Luego, levantó sus dos manos formando un puño.

—Parece que ya se dieron cuenta que es inútil, ahora los mandaré a dormir para siempre — dictaminó. 

Con dos fuertes puños en la tierra, causando que esta se abriera, todos los soldados cayeron dentro del gran hueco. Varios murieron inmediatamente por el golpe al caer y también por los terrones que se les fueron encima. El capitán, para asegurarse que todos murieran sin falta, les arrojó 2 rocas gigantes que fácilmente sobrepasaban las 20 toneladas. Los soldados apenas pudieron gritar y allí perecieron.  

—Que fastidio estos humanos, aunque debo reconocer que me brindaron algo de diversión... Bueno, seguiré con mi misión — estableció el C4 mientras se reunía con su ejército.

Los rostros de los ciudadanos que pudieron presenciar el enfrentamiento se llenaron de tristeza y desilusión, pues toda su fe estaba puesta en dicho batallón que hace minutos fue exterminado por un solo individuo. Ahora, no había nadie, ni nada que pudiera frenar a tal monstruo y salvarlos de este infierno.   

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Información complementaria:

-La ciudad más grande en donde ha llegado un capitán, ha sido la ciudad Caler, donde se encuentra el C4.

-La fuerza militar varía en cada ciudad, de acuerdo a diversos factores como son: la economía, la población, la importancia que tiene a nivel político y social. Por ello, la ciudad Caler poseía un gran ejército en comparación a las otras ciudades.

-Las armas de combate más utilizadas en esta época en la Tierra son: las espadas, los arcos, las lanzas y los cañones, siendo estos últimos, el invento armamentístico más nuevo y destructivo, pero a su vez, de más lenta reacción. Las armas de fuego portátiles apenas están siendo creadas en los países más avanzados.