Capítulo 87
POV Narrador
Las mejillas de la castaña estaban totalmente sonrojadas, Kuroo seguía mirándola con una sonrisa y por último Bokuto miraba grandemente sorprendido al azabache.
—Kuroo... ¿qué has dicho?
—¿Se te ha declarado?
—No...no estoy segura —sostuvo el rostro del más alto —Kuroo, ¿puedes repetir lo que has dicho?
—Keiko yo te... —no pudo terminar de hablar ya que el alcohol que había bebido quiso salir—.
—Me cago en tus muelas —dijo Keiko entre muelas mientras veía como toda la vomitada de Kuroo había acabado en sus botas, miró al mayor quien se reía a carcajadas —¡No te rías y aguántalo mientras me quito las botas!
—Está bien.
—Keiko... lo siento no quería...
—Tranquilo —se quitó las botas y las dejó a un lado para volver a servir de apoyo para Kuroo —Kou ve a por un chándal para Kuroo.
—Está bien —el mayor subió rápidamente—.
—Tú vente conmigo —Kuroo la hizo caso y usándola de apoyo hasta entrar en el baño de abajo —Kuroo, ¿llevas algo puesto debajo del suéter?
—Si, una camiseta blanca.
—Perfecto —lo dejó sentado en el inodoro, y abrió la ducha de la pared, al volver sin obtener resistencia, le quitó el suéter el mayor y lo llevó hasta la ducha para mojarle el cabello y su rostro, aunque el más alto se quejó debido a que el agua estaba fría, la castaña cuando ya vio que el cabello del mayor estaba bastante mojado —ya pasó, pero esto ayuda y más después de haber vomitado —habló pero sin dejar de acariciarle el cabello al menor, este solamente elevó la mirada hasta encontrarse con los ojos verde de la castaña—.
—Keiko...
Susurró suavemente el nombre de la castaña mientras no dejaba de mirarla a los ojos, lo hizo más que nada porque una pequeña parte de él seguía sin estar totalmente seguro que su mejor amiga del instituto, que la persona que amaba estaba delante de él. La castaña, aunque al principio se mantuvo con la única idea de cuidar del que había sido su amigo, otra parte de ella no solamente no quería alejarse del azabache sino que además quería avanzar aún más. Pero a pesar de lo que parecía fue el más alto el que dió el primer paso, unió sus frentes y tras cerrar los ojos besó suavemente los labios el cual se convirtió en uno más apasionado a los segundo hasta que ambos se separaron pero dejando pegadas sus frentes. Ambos volvieron a la tierra al escuchar una suave tos, miraron hacia la procedencia de esa tos y se encontraron con Bokuto con una sonrisa de oreja a oreja.
—Te dejo el chándal aquí —dijo soltando el conjunto de ropa encima de la encimera del lavabo —voy a cambiarme y salir a correr, no hagáis nada raro vaya que Kuroo vuelva a vomitar —mientras hablaba la pareja no había movido ni un solo dedo, volvió a reír al verlos así antes de salir del baño y subir a su habitación—.
Tras escuchar la puerta cerrarse, las mejillas de Keiko y Kuroo, el más alto la volvió a mirar y se sorprendió al ver lágrimas corriendo por las mejillas de la castaña.
—Kei, ¿te ocurre algo? —la castaña negó con la cabeza mientras llevaba sus manos al cabello del más alto y volvió a acariciarlos, pero esta vez el roce era parecido al que le hacía en la secundaria, ese que tanto le encantaba al azabache—.
—¿Desde cuándo...? —las emociones de Keiko le impedían hablar claramente, aunque no lo necesitó para que el mayor entendiera lo que quería preguntar—.
—Tuviste razón, me puse celoso al verte tan cercana a Yaku —le secó suavemente las mejillas —además, no podía permitirme que la persona que amaba rompiera sus sueños por mí —al escucharlo la menor agachó la cabeza abrigándose en el pecho de Kuroo y golpeándolo levemente, pero lo suficiente como para saber que estaba molesta por lo que le había dicho —¿Desde cuando tú sentías lo mismo? —Keiko volvió a mirarlo a los ojos—.
—Desde los últimos años de la secundaria, antes de entrar en la preparatoria—al escucharla el menor la miró muy sorprendido—.
—¿Por... por qué no me dijiste nada?
—Porque no quería perder a mi mejor amigo —le sonrió mientras que algunas lágrimas volvían a correr por sus mejillas, lo que dijo hizo que Kuroo se sintiera la persona más estúpida de todo el mundo a la vez de cruel—.
—Lo siento, fue mi culpa.
—Lo sé —levantó la mirada —pero me ha servido para sentirme más segura conmigo misma, además —le golpeó en el brazo —eso por lo que me hiciste sentir ese día y esto —volvió a besarlo suavemente —por todo los demás —las mejillas del azabache se colorearon completamente—.
—Te amo Keiko.
—Te amo Tetsurou.
Tras estar otro tiempo en silencio Keiko le ayudó al menor a secarse el pelo y cambiarse, al salir del baño volvieron a la sala de estar donde Keiko se alegró al ver que Bokuto había recogido cualquier rastro de vómito, sentó a Kuroo en el sofá y volvió a acariciarle el cabello ya seco.
—Voy a ducharme y a cambiarme, ¿tú necesitas algo?
—No, tranquila, me quedo aquí esperándote.
—Está bien —tras volver a acariciarle el cabello, subió a su habitación y tras coger la ropa que se pondría siendo esto un chándal de color gris oscuro y se fue a la ducha de su habitación—.
Mientras se secaba le fue imposible no recordar el beso con Kuroo y en ese momento una sonrisa se vio reflejada en su rostro. Habían pasado tantos años, pero en su cabeza había vuelto a ser la Keiko de dieciocho años. Al terminar de cambiarse, bajó a la sala donde como le había dicho, Kuroo estaba en la misma posición que le prometió esperarla. Con una sonrisa se sentó al lado de Kuroo, este aunque dudó un poco acabó cogiéndole la mano a Keiko la cual se apoyó en su hombro con una sonrisa.
Continuará...
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