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Capítulo 34

POV Narrador


Inconscientemente Keiko se puso sus deportivas, tomó las llaves del coche y su teléfono y poniendo el router de su teléfono condujo hasta el lugar, bajó muy preocupada pero esta preocupación se fue al ver a Bokuto con un niño pequeño el cual no dejaba de llorar.


—Kou, ¿qué ha pasado?

—Iba corriendo hasta que vi a Takeshi llorar.

—¿Takeshi? —Bokuto señaló al niño —oh —se acercó a ambos mirando por encima a Bokuto viendo lo que ella se temía pero decidió callarse —¿has llamado a su madre?

—Si, me dijo que venía para aca.

—¿Entonces por qué me has llamado?

—Por si había que llevarlo con la policía.

—Está bien.

—¿Takeshi?

—¡Mami! —al ver a su madre el niño corrió hacia ella—.

—Gracias por cuidar de mi pequeño —aunque le costó el mayor se levantó y se puso al lado de la castaña, lo que este no supo era que cada movimiento que hizo fue percibido por la menor—.

—No tiene que agradecer nada.

—Venga Takeshi despídete.

—Adiós tito Bokuto.


Poco después madre e hijo desaparecieron al girar la esquina de esa calle desapareciendo de la vista de la pareja dejándolos solos..


—Kou, una preguntita.

—¿Qué te ocurre cariño?

—¿Cuándo te encontraste a Takeshi, antes o después de caerte al suelo? —al escucharla tan seria el alvino la miró con miedo—.

—Cariño solo fue un tropiezo.

—Te has raspado las rodillas y en todo el tiempo que llevas levantado no quieres apoyar completamente el pie izquierdo en el suelo, ahora subes al coche y te llevo al hospital.

—No quiero ir al hospital.

—Kou te has torcido el tobillo y las rodillas las tienes como si te hubieras pasado el rallador del queso —señaló hacia el coche enfadada —SUBE AL MALDITO COCHE Y VAMOS AL HOSPITAL.

—NO QUIERO IR —aunque levantó la voz haciendo que su pelo se endureciera, relajó su semblante y su cabello se bajó a los segundos —no me gustan los hospitales, siempre que he ido no me siento cómodo, es como si en otra vida me pasase algo muy malo en los hospitales.

—Bokuto, ¿estás fumado?

—No cariño es verdad, además solo son rasguños que podrás curarme.

—¿Y si la torcedura es algo más grave? Podría infectarse y sería algo más grave.

—Solo es una pequeña torcedura —abrazó a la castaña —vamos para la casa.

—Está bien.


Lo ayudó a llegar al coche y tras subirse ella, se dirigieron a la casa, varias veces Bokuto intentó decirle algo pero al ver la seriedad en el rostro de Keiko prefería callarse.


—De verdad que no sé el por qué, pero no me gustan y me recuerdan a... —antes de decir ese nombre se mordió el labio—.

—Kou por primera vez me preocupas pero del plan que pienso que te has drogado.

—No me he drogado, es verdad Kei.

—Ya llamaré a tus hermanas para confirmarlo, porque o es eso o te has golpeado la cabeza y entonces si nos vamos al hospital.

—Que estoy bien.


La conversación paró en el resto del camino hasta llegar a la casa, tras dejar el coche en el aparcamiento subterráneo ayudó a Bokuto a llegar a su departamento, ya dentro lo llevó hasta el sofá.


—Voy a subir a por ropa cómoda y a por el bolso de equipo ya que ahí tengo las vendas —se iba a ir para las escaleras, pero se giró y lo señaló —por cierto durante esta semana hasta que no te sane el tobillo nada de entrenamientos.

—¿¡Qué!? —fue a levantarse pero el dolor se lo impidió —Keiko no, necesito ir a entrenar.

—Con el tobillo así no puedes entrenar.

—Haré lo que quieras pero no me dejes sin entrenar, te lo pido por favor.

—Pues vamos al hospital.

—He dicho que no iré —enfadado cruzó los brazos e infló los mofletes—.

—Pues no hay entrenamiento, o una cosa o la otra —caminó de nuevo al sofá y le acarició el cabello —cariño si vas a entrenar harás un sobreesfuerzo, cosa que empeorará tu estado y acabarás en el hospital de igual manera.

—Está bien, pero no se lo digas a los chicos, que lo sepa solamente el entrenador.

—Está bien, y así de camino me quedo cuidándote.

—Vale.


Tras volver a acariciarle el cabello, subió a por las cosas que iba a necesitar y nada más que bajó se preparó para curar las heridas de Bokuto, empezó por las rodillas y después le quitó las deportivas y los calcetines para mirar que no le había pasado nada en el pie derecho y después comenzó a curarle el izquierdo recibiendo algunas quejas del mayor.


—Solo te lo noto algo hinchado así que te juntaré la crema, te daré un paracetamol y ya para dormir te lo vendo.

—Está bien, tú eres la experta —le acercó la pastilla con una botella de agua y después le juntó la crema—.

—Ya está terminado —recogió las cosas y se sentó al lado de Bokuto —túmbate y apoya el pie en mis piernas.

—¿No te molesta?

—No cariño —dijo poniendo un cojín encima de sus piernas, el mayor con cuidado hizo lo que le dijo la castaña —voy a llamar al entrenador.


En medio de los tonos mientras esperaba que le cogieran el teléfono dirigió su mirada hacia el mayor el cual parecía que el acomodarse y las curas realizadas por la menor, había conseguido que el sueño lo venciera.


Continuará...

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