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Capítulo 23

POV Keiko


A las seis de la mañana salí del departamento en dirección a la estación del tren, llevaba puesto un body negro de tirantes con la delantera de encaje, unos jeans claros ajustados, botines negro bajos y una chaqueta blazer color camel. Al llegar a Tokio como habíamos hablado la noche anterior, mi padre estaba esperándome, fuimos a desayunar, aunque esto solo fue un café para él y un té para mí, mientras estuvimos hablando un poco de lo ocurrido y del futuro, detallando más sobre el futuro básicamente porque hace poco que fue mi graduación donde fue a verme. Al poco tiempo de la hora que teníamos la cita con el notario, mi padre pagó la cuenta y tras subirnos en su vehículo nos dirigimos a la notaría.


Tras esperar un poco en la sala de espera, ambos fuimos al despacho donde tras dar los DNI, firmamos los documentos y con eso.


—Felicidades señorita Fujiwara, a partir de este momento es propietaria del piso.

—Muchísimas gracias.


Tras mostrar respeto, mi padre y yo salimos del edificio, iba a llevarme de vuelta a la estación pero mientras me puse a mirar en mi celular para comprar un billete para el tren hasta que oí a alguien llamarme, al ver quien era me sorprendió muchísimo.


—Kenma —caminé alegremente hacia él —que alegría verte de nuevo, ¿vas a algún sitio?, podemos llevarte —dije señalando a mi padre—.

—No, tranquila, solo me vuelvo a mi casa —se rascó la nuca —ya que hace mucho que no nos vemos, ¿quieres ir a tomar algo? —al escucharlo, sonreí grandemente—.

—Un momento —caminé hasta mi padre —papá voy a ir con Kenma a tomar algo, no te preocupes ya tomaré yo el tren bala, y te aviso cuando llegue a casa.

—Esta bien —nos abrazamos —y pensar que hace dos días eras mi pequeñina.

—Papá, me da vergüenza.

—Jajaja, adiós pequeña —tras despedirse de Kenma se subió al coche y se alejó de allí—.


POV Narrador


Tras irse el padre de Keiko esta volvió junto a Kenma, este estaba muy sorprendido por el cambio físico de su amiga en todo los sentidos, empezando porque el conjunto que esta llevaba jamás hubiera imaginado verla con este vestuario.


—Bueno Kenma, ¿Cómo va todo? Aunque siéndote sincera ya sé que eres streamer, soy una de tus seguidores —dijo sonriendo, Kenma no reaccionaba a lo que la castaña le había dicho, se había quedado mirando a la delantera de la castaña la cual ya de cerca era más notable, al ver esto la castaña le golpeó la frente haciendo que por fin reaccionara —mi cara está aquí idiota.

—Lo siento, pero es que en solo cinco años has crecido mucho.

—Lo mismo digo, ¿por cierto hace cuando no te tiñes? —la castaña tocó las puntas del cabello del más alto—.

—¿Hace cuánto te cortas el pelo? —al escucharlo la castaña se mordió el labio, el otro al ver esto, supo la respuesta, además era el primero en saber la causa —no quería molestarte con la pregunta.

—No, tranquilo, ya llevo cinco años y todavía me es imposible verme con el cabello largo porque me recuerda a él.

—Hablando de él, vengo de verlo —al oírlo, los labios de la castaña se juntaron en un línea recta a la vez que su cabeza quería evadirse del tema de cierto azabache—.

—Necesito azúcar y ahí hay un Starbuck, ¿te apetece tomar algo?, no he comido nada aún —sin recibir respuesta, comenzó a caminar hacia el edificio sin prestarle atención a su amigo—.

—Keiko espera.


Al ver que esta no hacía ni el mero gesto de esperarlo, la siguió sin más hasta el interior del edificio, lo que ninguno de los dos sabía era que alguien estaba viéndolos a lo lejos. Keiko se pidió un té verde frío con hielo y un trozo de tarta de zanahoria, Kenma se pidió un Frapuccino de caramelo pero, en el momento que este fue a echarse mano al bolsillo para tomar su cartera se percató de que esta no se encontraba allí.


—¿Qué te ocurre Kenma?

—Mi cartera, no está.

—¿Qué?

—¿Ocurre algún problema? —habló esta vez la señorita que les estaba atendiendo—.

—No lo tenga en cuenta, mi amigo es un poco torpe —habló con voz varonil la persona que se encontraba tras los dos amigos —vengo con ellos, y me gustaría pedir un café americano mediano, gracias —Keiko giró un poco su rostro apreciando un traje de tonos gris el cual parecía ser caro, lo que le hizo preguntarse ¿Qué amigo tenía Kenma que tuviera tanto dinero como para comprarse un traje de ese calibre? —aquí tiene mi tarjeta para pagarlo todo.

—No es necesario, puedo pagar mis cosas.

—Venga Kei-chan, ¿no vas a dejar que te invite? —al escuchar su nombre, la castaña levantó su rostro quedándose sorprendida con la identidad de esa persona—.

—¿Puede poner el trozo de tarta para llevar? —de nuevo la castaña habló haciendo que el más alto se sorprendiera mientras que el teñido solo suspiró, estaba tranquilo por saber que su cartera estaba bien, pero tenía un poco de miedo por la chica ya que la causa de su cabello, la causa de que se mudase estaba al lado de esta—.

—Por supuesto, oh, no lo he preguntado, ¿a que nombre pongo el pedido?

—Kuroo —habló el azabache guardando su tarjeta de crédito en su cartera—.

—De acuerdo, pues ahora les llamaremos para que cojan vuestras cosas —en silencio caminaron hacia donde se le indicaba, el más alto se preparó para hablarle a la castaña pero el más joven de los tres decidió ayudar a su amiga—.

—¿Tienes mi cartera Kuroo?

—Oh —se sacó un monedero con un dibujo de un gato y se la dio a su amigo el cual tras asegurarse que estaba todo se lo guardó en uno de los bolsillos del pantalón de chándal —cualquier día la pierdes en la calle y como vayas solo te la quitarán.

—No salgo a la calle, eso no me pasará.

—Jajaja, eso es verdad —sin decir nada más dirigió su mirada a la castaña —no me has dicho nada bonito desde que llegué, podrías decirme hola por lo menos.

—Hola —esa sola palabra podría haber cortado el establecimiento en el que se encontraban por el tono que usó la más baja—.

—¿Sigues molesta por lo de hace cinco años? —al oírlo esta apretó los puños pero decidió quedarse en silencio—.

—Kuroo —habló una de las camareras del lugar, al oírlo Keiko se fue hacia ella y tras tomar su bebida, la bolsa con el trozo de pastel, y acomodar la bebida para que no se cayera en la bolsa, se dirigió hacia la salida del edificio, Kuroo al ver esto le dio su café a Kenma y se fue persiguiendo a Keiko, al salir vio como esta se dirigía a la parada de taxi a tomar uno de ellos—.

—¡Keiko! —la tomó del brazo evitando que siguiera caminando—.

—Suéltame...

—Llevamos cinco años sin vernos y primero no me reconoces, después parece que soy el malo de tu historia, y por último te vas sin decir nada y sin querer mirarme la cara —la castaña sacudió su brazo haciendo que la soltará—.

—No tengo culpa de que como casi has llegado a los dos malditos metros no sepa quien diablo eres, además si eres el malo de mi historia, ya que recuerdas lo que me hiciste hace cinco años ¿sabes lo que me hiciste sentir aquel día? Además, ¿no se te ha ocurrido llamarme o decirle algo a los chicos? Aunque es cierto que no nos hemos visto, he seguido hablando con cada uno del equipo menos contigo, alguien que la última vez que supe de él fue que se había mudado con su estúpida novia cerca de la universidad.

—Modera tu lenguaje al referirte a Nyoko —al escuchar el tono de voz del azabache supuso que seguía con ella, pero lo verificó al escuchar el teléfono del más alto—.

—Hola cariño... voy para allá, a Kenma se le había caído la cartera y me he acercado a dársela...vale, te quiero Nyoko —cuando volvió a dirigir su mirada al frente se percató de que la castaña ya no estaba—.

—Se fue cuando le cogiste el teléfono a tu novia.

—Kenma...cállate —cogió su café y se alejó de su amigo—.

Continuará...

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